'Mis' en la Biblia
Y dijo Adán: Ésta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada Varona, porque del varón fue tomada.
Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos.
¿No me dijo él: Mi hermana es; y ella también dijo: Es mi hermano? Con sencillez de mi corazón, y con limpieza de mis manos he hecho esto.
Y prestamente bajó su cántaro de sobre su hombro, y dijo: Bebe, y también a tus camellos daré a beber. Y bebí; y también dio de beber a mis camellos.
por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.
Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; entra a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella.
Dame mis esposas y mis hijos, por las cuales he servido contigo, y déjame ir; pues tú sabes los servicios que te he hecho.
Y vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre:
Y sucedió que al tiempo que las ovejas se apareaban, alcé yo mis ojos y miré en sueños, y he aquí los machos que cubrían a las hembras eran listados, pintados y abigarrados.
Y dijo Labán a Jacob: ¿Qué has hecho, que me has engañado, y has traído a mis hijas como cautivas a espada?
Y ni siquiera me dejaste besar a mis hijos y a mis hijas. Ahora locamente has hecho.
Y ya que te ibas, porque tenías deseo de la casa de tu padre, ¿por qué me hurtaste mis dioses?
Pues que has buscado en todas mis cosas, ¿qué has hallado de todas las alhajas de tu casa? Ponlo aquí delante de mis hermanos y de tus hermanos, y juzguen entre nosotros.
De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño huía de mis ojos.
Si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, y el temor de Isaac, no fuera conmigo, de cierto me enviarías ahora vacío; pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche.
Y respondió Labán, y dijo a Jacob: Las hijas son hijas mías, y los hijos, hijos míos son, y las ovejas son mis ovejas, y todo lo que tú ves es mío: ¿y qué puedo yo hacer hoy a estas mis hijas, o a sus hijos que ellas han dado a luz?
Si afligieres a mis hijas, o si tomares otras esposas además de mis hijas, nadie está con nosotros; mira, Dios es testigo entre tú y yo.
Y él respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde apacientan sus ovejas.
Entonces el principal de los coperos habló a Faraón, diciendo: Me acuerdo hoy de mis faltas:
Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis: contra mí son todas estas cosas.
Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo volviere; entrégalo en mi mano, que yo lo volveré a ti.
Y él dijo: No descenderá mi hijo con vosotros; pues su hermano es muerto, y él solo ha quedado: y si le aconteciere algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor a la sepultura.
Y el Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo.
Y tú dijiste a tus siervos: Traédmelo, y pondré mis ojos sobre él.
Y si tomareis también éste de delante de mí, y le aconteciere algún desastre, haréis descender mis canas con dolor a la sepultura.
Y José dijo a sus hermanos, y a la casa de su padre: Subiré y haré saber a Faraón, y le diré: Mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han venido a mí;
Y José vino, e hizo saber a Faraón, y dijo: Mi padre y mis hermanos, y sus ovejas y sus vacas, con todo lo que tienen, han venido de la tierra de Canaán, y he aquí, están en la tierra de Gosén.
Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación.
Mas cuando duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y él respondió: Yo haré como tú dices.
Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré.
Y bendijo a José, y dijo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día,
el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos muchachos; y mi nombre sea nombrado en ellos, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra.
Las bendiciones de tu padre prevalecieron más que las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de los collados eternos serán sobre la cabeza de José y sobre la coronilla del que fue apartado de entre sus hermanos.
Les mandó luego, y les dijo: Yo voy a ser reunido con mi pueblo: sepultadme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el heteo;
Y José tomó juramento de los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos.
Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y entonces os dejará ir.
Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz.
Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas.
Y Faraón no os oirá; mas yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré a mis ejércitos, mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios.
Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos, y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra.
Y le respondió Moisés: Al salir yo de la ciudad extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de Jehová es la tierra.
Y Jehová dijo a Moisés: Entra ante Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para dar entre ellos estas mis señales;
y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; y para que sepáis que yo soy Jehová.
Y Jehová dijo a Moisés: Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto.
Y endureciéndose Faraón en no dejarnos ir, Jehová mató en la tierra de Egipto a todo primogénito, desde el primogénito humano hasta el primogénito de la bestia: y por esta causa yo sacrifico para Jehová todo primogénito macho, y redimo todo primogénito de mis hijos.
Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual había hecho jurar a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros.
Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes?
Y que hago misericordia a millares de los que me aman y guardan mis mandamientos.
Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi esposa y a mis hijos, no saldré libre:
Y tú haz llegar a ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón, Nadab y Abiú, Eleazar e Itamar, hijos de Aarón.
Las vestiduras que harán son estas: el pectoral, y el efod, y el manto, y la túnica labrada, la mitra, y el cinturón. Hagan, pues, las vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes.
Y con ellos vestirás a Aarón tu hermano, y a sus hijos con él: y los ungirás, y los consagrarás, y santificarás, para que sean mis sacerdotes.
Y esto es lo que harás para consagrarlos, para que sean mis sacerdotes: Toma un becerro de la vacada, y dos carneros sin defecto;
Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean mis sacerdotes.
Habla tú a los hijos de Israel, diciendo: Ciertamente vosotros guardaréis mis sábados: porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.
Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo: y tú no me has declarado a quién has de enviar conmigo: sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos.
Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.
Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.
Y los ungirás como ungiste a su padre, y serán mis sacerdotes: y será que su unción les servirá por sacerdocio perpetuo por sus generaciones.
No se cocerá con levadura: la he dado a ellos por su porción de mis ofrendas encendidas; es cosa santísima, como la expiación por el pecado, y como la expiación por la culpa.
Mis derechos pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos. Yo Jehová vuestro Dios.
Por tanto mis estatutos y mis derechos guardaréis, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos: Yo Jehová.
Vosotros, pues, guardad mis estatutos y mis decretos, y no hagáis ninguna de todas estas abominaciones; ni el natural ni el extranjero que peregrina entre vosotros.
Cada uno temerá a su madre y a su padre, y mis sábados guardaréis: Yo Jehová vuestro Dios.
Mis estatutos guardaréis. No permitirás que tu ganado se aparee con animales de otra especie; tu campo no sembrarás con mezcla de semillas, y no te pondrás vestiduras con mezcla de diversos hilos.
Mis sábados guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia: Yo Jehová.
Guardad, pues, todos mis estatutos, y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra: Yo Jehová.
Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra: Yo Jehová que os santifico.
Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra; a fin de que no os vomite la tierra, en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella.
Guardad, pues, mis mandamientos, y ponedlos por obra: Yo Jehová.
Habla a los hijos de Israel, y diles: Las fiestas solemnes de Jehová, las cuales proclamaréis santas convocaciones, éstas son mis fiestas.
Ejecutad, pues, mis estatutos, y guardad mis derechos, y ponedlos por obra, y habitaréis en la tierra seguros;
Porque son mis siervos, los cuales saqué yo de la tierra de Egipto: no serán vendidos a manera de esclavos.
Porque los hijos de Israel son mis siervos; son siervos míos a los cuales yo saqué de la tierra de Egipto: Yo Jehová vuestro Dios.
Guardad mis sábados, y tened en reverencia mi santuario: Yo Jehová.
Si anduviereis en mis decretos, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra;
Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos,
y si abominareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare mis derechos, no ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto;
Y la tierra será abandonada por ellos, y disfrutará sus sábados, estando desolada a causa de ellos; entonces se someterán al castigo de sus iniquidades; por cuanto menospreciaron mis decretos, y el alma de ellos tuvo fastidio de mis estatutos.
Y Él les dijo: Oíd ahora mis palabras: Si entre vosotros hubiere profeta de Jehová, yo le apareceré en visión, en sueños hablaré con él.
porque todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz,
Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros:
Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos a vuestro Dios.
Dijo más Jehová a Aarón: He aquí yo te he dado también la guarda de mis ofrendas; todas las cosas consagradas de los hijos de Israel te he dado por razón de la unción, y a tus hijos, por estatuto perpetuo.
Y los hijos de Israel dijeron: Por el camino real iremos; y si bebiéremos tus aguas yo y mis ganados, daré el precio de ellas; y sin hacer otra cosa, pasaremos a pie.
Entonces Balac dijo a Balaam: ¿Qué me has hecho? Te tomé para que maldigas a mis enemigos, y he aquí has proferido bendiciones.
Entonces él tomó su parábola, y dijo: Balac, levántate y oye; Escucha mis palabras, hijo de Zipor:
Entonces se encendió la ira de Balac contra Balaam, y batiendo sus palmas le dijo: Para maldecir a mis enemigos te he llamado, y he aquí los has resueltamente bendecido ya tres veces.
Manda a los hijos de Israel, y diles: Mi ofrenda, mi pan con mis ofrendas encendidas en olor a mí agradable, guardaréis, ofreciéndomelo a su tiempo.
El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra: y las enseñarán a sus hijos;
y que hago misericordia a millares de los que me aman y guardan mis mandamientos.
¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen, y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!
Y volví y descendí del monte, el cual ardía en fuego, con las tablas del pacto en mis dos manos.
Entonces tomé las dos tablas, y las arrojé de mis dos manos, y las quebré delante de vuestros ojos.
Y será que, si obedeciereis cuidadosamente mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a Jehová vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma,
Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis por señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos.
Cuando hubieres entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da, y la poseyeres, y habitares en ella, y dijeres: Pondré rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores;
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y Él les hablará todo lo que yo le mande.
Y sucederá que a cualquiera que no escuche mis palabras que Él ha de hablar en mi nombre, yo lo llamaré a cuentas.
Yo amontonaré males sobre ellos; emplearé en ellos mis saetas.