En quien hallares tus dioses, no viva; delante de nuestros hermanos reconoce lo que yo tuviere tuyo, y llévatelo. Jacob no sabía que Raquel los había hurtado.

Y entró Labán en la tienda de Jacob, y en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, y no los halló, y salió de la tienda de Lea, y vino a la tienda de Raquel.

Y dijo Jacob a sus hermanos: Recoged piedras. Y tomaron piedras e hicieron un majano; y comieron allí sobre aquel majano.

Pues que has buscado en todas mis cosas, ¿qué has hallado de todas las alhajas de tu casa? Ponlo aquí delante de mis hermanos y de tus hermanos, y juzguen entre nosotros.

Y lo llamó Labán Jegar Sahaduta; y lo llamó Jacob Galaad.

Y respondió Labán, y dijo a Jacob: Las hijas son hijas mías, y los hijos, hijos míos son, y las ovejas son mis ovejas, y todo lo que tú ves es mío: ¿y qué puedo yo hacer hoy a estas mis hijas, o a sus hijos que ellas han dado a luz?

Estos veinte años he estado contigo: tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, ni yo comí carnero de tus ovejas.

Y tomó Raquel los ídolos, y los puso en una albarda de un camello, y se sentó sobre ellos; y buscó Labán por toda la tienda pero no los halló.

Y oía él las palabras de los hijos de Labán que decían: Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre, y de lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta grandeza.

Y Labán había ido a trasquilar sus ovejas: y Raquel hurtó los ídolos de su padre.

Y Mizpa, por cuanto dijo: Atalaye Jehová entre tú y yo, cuando nos hayamos apartado el uno del otro.

Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor, porque no me puedo levantar delante de ti; pues estoy con la costumbre de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos.

Y ya que te ibas, porque tenías deseo de la casa de tu padre, ¿por qué me hurtaste mis dioses?

Entonces Jacob se enojó, y discutió con Labán; y respondió Jacob y dijo a Labán: ¿Cuál es mi transgresión? ¿Cuál es mi pecado, para que con tanto ardor hayas venido en mi persecución?

Ven, pues, ahora, hagamos alianza tú y yo; y sea en testimonio entre nosotros dos.

Si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, y el temor de Isaac, no fuera conmigo, de cierto me enviarías ahora vacío; pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche.

Yo soy el Dios de Betel, donde tú ungiste la columna, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora, y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tus padres.

De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño huía de mis ojos.

Y el Ángel de Dios me habló en un sueño diciendo: Jacob. Y yo dije: Heme aquí.

Nunca te traje lo arrebatado por las fieras; yo pagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche, de mi mano lo requerías.

El Dios de Abraham, y el Dios de Nacor juzgue entre nosotros, el Dios de sus padres. Y Jacob juró por el temor de Isaac su padre.

Y respondió Raquel y Lea, y le dijeron: ¿Acaso tenemos todavía parte o heredad en la casa de nuestro padre?

Entonces se levantó Jacob, y subió a sus hijos y a sus esposas sobre los camellos.

También Jehová dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo.

Si afligieres a mis hijas, o si tomares otras esposas además de mis hijas, nadie está con nosotros; mira, Dios es testigo entre tú y yo.

Y vino Dios a Labán arameo en sueños aquella noche, y le dijo: Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente.

Miraba también Jacob el semblante de Labán, y veía que no era para con él como había sido antes.

¿Por qué te escondiste para huir, y me hurtaste; y no me lo hiciste saber para que yo te enviara con alegría y con cantares, con tamborín y arpa?

Y sucedió que al tiempo que las ovejas se apareaban, alcé yo mis ojos y miré en sueños, y he aquí los machos que cubrían a las hembras eran listados, pintados y abigarrados.

Entonces Jacob ofreció un sacrificio en el monte y llamó a sus hermanos a comer pan; y comieron pan, y pasaron aquella noche en el monte.

Huyó, pues, con todo lo que tenía; y se levantó, y pasó el río, y puso su rostro hacia el monte de Galaad.

Entonces Jacob tomó una piedra, y la levantó por columna.

Y dijo Labán a Jacob: ¿Qué has hecho, que me has engañado, y has traído a mis hijas como cautivas a espada?

Alcanzó, pues, Labán a Jacob. Y Jacob había fijado su tienda en el monte, y Labán acampó con sus hermanos en el monte de Galaad.

Así he estado veinte años en tu casa: catorce años te serví por tus dos hijas, y seis años por tu ganado; y has mudado mi salario diez veces.

Y puso en camino todo su ganado, y todos sus bienes que había adquirido, el ganado de su ganancia que había obtenido en Padan-aram, para volverse a Isaac su padre en la tierra de Canaán.

¿No nos tiene ya como por extrañas, pues que nos vendió, y aun se ha comido del todo nuestro precio?

Y al tercer día fue dicho a Labán que Jacob había huido.

Y vuestro padre me ha engañado, y me ha cambiado el salario diez veces; pero Dios no le ha permitido hacerme daño.

Porque Labán dijo: Este majano es testigo hoy entre tú y yo; por eso fue llamado su nombre Galaad.

Poder hay en mi mano para haceros mal; mas el Dios de vuestro padre me habló anoche diciendo: Guárdate que no hables a Jacob descomedidamente.

Y envió Jacob, y llamó a Raquel y a Lea al campo, donde estaba su rebaño,

y les dijo: Veo que el semblante de vuestro padre no es para conmigo como antes; pero el Dios de mi padre ha estado conmigo.

Así quitó Dios el ganado de vuestro padre, y me lo dio a mí.

Y levantándose muy de mañana, Labán besó a sus hijos y a sus hijas, y los bendijo. Luego partió Labán y regresó a su lugar.

Porque toda la riqueza que Dios ha quitado a nuestro padre, nuestra es y de nuestros hijos; ahora pues, haz todo lo que Dios te ha dicho.

Y Él dijo: Alza ahora tus ojos, y mira; todos los machos que cubren a las ovejas son listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho.

Y Jacob engañó a Labán el arameo, al no decirle que se huía.

Y ni siquiera me dejaste besar a mis hijos y a mis hijas. Ahora locamente has hecho.

Y vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre:

Y Jacob respondió, y dijo a Labán: Porque tuve miedo; pues dije, que quizás me quitarías por fuerza tus hijas.

Entonces tomó a sus hermanos consigo, y fue tras él camino de siete días, y le alcanzó en el monte de Galaad.

Testigo sea este majano, y testigo sea esta columna, que ni yo pasaré contra ti este majano, ni tú pasarás contra mí este majano ni esta columna, para mal.

Dijo más Labán a Jacob: He aquí este majano, y he aquí esta columna, que he erigido entre tú y yo.

Si él decía así: Los pintados serán tu salario; entonces todas las ovejas parían pintados: y si decía así: Los listados serán tu salario; entonces todas las ovejas parían listados.