Entonces el príncipe de los maestresalas habló al Faraón, diciendo: De mis pecados me acuerdo hoy:

Acuérdate, no te olvides que has provocado a ira al SEÑOR tu Dios en el desierto; desde el día que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entrasteis en este lugar, habéis sido rebeldes al SEÑOR.

Porque yo reconozco mis rebeliones; y mi pecado está siempre delante de mí.

Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion.

Y el gallo cantó la segunda vez; y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.

Y le dijo Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; mas ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.

Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí la Iglesia de Dios.