'Mi' en la Biblia
- 1.Gé 2:23-Gé 27:11
- 2.Gé 27:12-Gé 44:2
- 3.Gé 44:5-Éx 22:27
- 4.Éx 23:15-Números 27:14
- 5.Números 28:2-Jueces 11:19
- 6.Jueces 11:31-1 Samuel 21:15
- 7.1 Samuel 22:3-2 Samuel 14:30
- 8.2 Samuel 14:32-1 Reyes 6:13
- 9.1 Reyes 8:15-2 Reyes 20:5
- 10.2 Reyes 20:6-Esdras 6:11
- 11.Esdras 7:13-Job 16:14
- 12.Job 16:15-Job 31:30
- 13.Job 31:33-Salmos 22:9
- 14.Salmos 22:10-Salmos 39:2
- 15.Salmos 39:3-Salmos 63:6
- 16.Salmos 63:7-Salmos 91:14
- 17.Salmos 91:16-Salmos 119:172
- 18.Salmos 119:173-Proverbios 30:8
- 19.Proverbios 30:9-Isaías 18:4
- 20.Isaías 19:25-Isaías 49:16
- 21.Isaías 49:20-Jeremías 3:15
- 22.Jeremías 3:19-Jeremías 20:9
- 23.Jeremías 20:12-Jeremías 49:37
- 24.Jeremías 49:38-Ezequiel 14:2
- 25.Ezequiel 14:5-Ezequiel 28:25
- 26.Ezequiel 29:1-Daniel 3:14
- 27.Daniel 3:29-Amós 4:9
- 28.Amós 4:10-Mateo 3:11
- 29.Mateo 3:14-Marcos 9:17
- 30.Marcos 9:24-Lucas 22:42
- 31.Lucas 22:53-Juan 14:7
- 32.Juan 14:10-Romanos 1:9
- 33.Romanos 1:15-Gálatas 4:14
- 34.Gálatas 4:20-Apocalipsis 22:16
Por mí es dado mandamiento, que cualquiera que quisiere en mi reino, del pueblo de Israel y de sus sacerdotes y Levitas, ir contigo á Jerusalem, vaya.
Y por mí el rey Artajerjes es dado mandamiento á todos los tesoreros que están al otro lado del río, que todo lo que os demandare Esdras sacerdote, escriba de la ley del Dios del cielo, concédase le luego,
E inclinó hacia mí su misericordia delante del rey y de sus consultores, y de todos los príncipes poderosos del rey. Y yo, confortado según la mano de mi Dios sobre mí, junté los principales de Israel para que subiesen conmigo.
Y ACABADAS estas cosas, los príncipes se llegaron á mí, diciendo: El pueblo de Israel, y los sacerdotes y levitas, no se han apartado de los pueblos de las tierras, de los Cananeos, Hetheos, Pherezeos, Jebuseos, Ammonitas, y Moabitas, Egipcios, y Amorrheo
Lo cual oyendo yo, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué de los cabellos de mi cabeza y de mi barba, y sentéme atónito.
Y juntáronse á mí todos los temerosos de las palabras del Dios de Israel, á causa de la prevaricación de los de la transmigración; mas yo estuve sentado atónito hasta el sacrificio de la tarde.
Y al sacrificio de la tarde levantéme de mi aflicción; y habiendo rasgado mi vestido y mi manto, postréme de rodillas, y extendí mis palmas á Jehová mi Dios,
Y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro á ti: porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.
Mas os volveréis á mí, y guardaréis mis mandamientos, y los pondréis por obra. Si fuere vuestro lanzamiento hasta el cabo de los cielos, de allí os juntaré; y traerlos he al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre.
Y dije al rey: El rey viva para siempre. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas del fuego?
Y carta para Asaph, guarda del bosque del rey, á fin que me dé madera para enmaderar los portales del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa donde entraré. Y otorgóme lo el rey, según la benéfica mano de Jehová sobre mí.
Levantéme de noche, yo y unos pocos varones conmigo, y no declaré á hombre alguno lo que Dios había puesto en mi corazón que hiciese en Jerusalem; ni había bestia conmigo, excepto la cabalgadura en que cabalgaba.
Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios era buena sobre mí, y asimismo las palabras del rey, que me había dicho. Y dijeron: Levantémonos, y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien.
Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida á sus lomos, y así edificaban y el que tocaba la trompeta estaba junto á mí.
Además sacudí mi vestido, y dije: Así sacuda Dios de su casa y de su trabajo á todo hombre que no cumpliere esto, y así sea sacudido y vacío. Y respondió toda la congregación: Amén! Y alabaron á Jehová. Y el pueblo hizo conforme á esto.
Mas los primeros gobernadores que fueron antes de mí, cargaron al pueblo, y tomaron de ellos por el pan y por el vino sobre cuarenta siclos de plata: á más de esto, sus criados se enseñoreaban sobre el pueblo; pero yo no hice así, á causa del temor de Dio
También en la obra de este muro instauré mi parte, y no compramos heredad: y todos mis criados juntos estaban allí á la obra.
Además ciento y cincuenta hombres de los Judíos y magistrados, y los que venían á nosotros de las gentes que están en nuestros contornos, estaban á mi mesa.
Y lo que se aderezaba para cada día era un buey, seis ovejas escogidas, y aves también se aparejaban para mí, y cada diez días vino en toda abundancia: y con todo esto nunca requerí el pan del gobernador, porque la servidumbre de este pueblo era grave.
Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de todo lo que hice á este pueblo.
Y enviaron á mí con el mismo asunto por cuatro veces, y yo les respondí de la misma manera.
Envió entonces Sanballat á mí su criado, á decir lo mismo por quinta vez, con una carta abierta en su mano,
Y entendí que Dios no lo había enviado, sino que hablaba aquella profecía contra mí, porque Tobías y Sanballat le habían alquilado por salario.
También contaban delante de mí sus buenas obras, y referíanle mis palabras. Y enviaba Tobías cartas para atemorizarme.
Mandé á mi hermano Hanani, y á Hananías, príncipe del palacio de Jerusalem, (porque era éste, como varón de verdad y temeroso de Dios, sobre muchos;)
Y puso Dios en mi corazón que juntase los principales, y los magistrados, y el pueblo, para que fuesen empadronados por el orden de sus linajes: y hallé el libro de la genealogía de los que habían subido antes, y encontré en él escrito:
Acuérdate de mí, oh Dios, en orden á esto, y no raigas mis misericordias que hice en la casa de mi Dios, y en sus observancias.
Y dije á los Levitas que se purificasen, y viniesen á guardar las puertas, para santificar el día del sábado. También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la muchedumbre de tu misericordia.
Y uno de los hijos de Joiada, hijo de Eliasib el gran sacerdote era yerno de Sanballat Horonita: ahuyentélo por tanto de mí.
Y para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados, y para las primicias. Acuérdate de mí, Dios mío, para bien.
Ve, y junta á todos los Judíos que se hallan en Susán, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche ni día: yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque no sea conforme á la ley; y si perezco, que perezca.
Entonces respondió Esther, y dijo: Mi petición y mi demanda es:
Si he hallado gracia en los ojos del rey, y si place al rey otorgar mi petición y hacer mi demanda, que venga el rey con Amán al banquete que les dispondré; y mañana haré conforme á lo que el rey ha mandado.
Y añadió Amán: También la reina Esther á ninguno hizo venir con el rey al banquete que ella dispuso, sino á mí: y aun para mañana soy convidado de ella con el rey.
Entró pues Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey hacer honra más que á mí?
Entonces la reina Esther respondió y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al rey place, séame dada mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi demanda.
Porque vendidos estamos yo y mi pueblo, para ser destruídos, para ser muertos y exterminados. Y si para siervos y siervas fuéramos vendidos, callárame, bien que el enemigo no compensara el daño del rey.
Porque ¿cómo podré yo ver el mal que alcanzará á mi pueblo? ¿cómo podré yo ver la destrucción de mi nación?
Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?
Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. Jehová dió, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito.
Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado de mal, y que aun retiene su perfección, habiéndome tú incitado contra él, para que lo arruinara sin caus
Pues antes que mi pan viene mi suspiro; Y mis gemidos corren como aguas.
El negocio también me era á mí oculto; Mas mi oído ha percibido algo de ello.
Y un espíritu pasó por delante de mí, Que hizo se erizara el pelo de mi carne.
Oh si pesasen al justo mi queja y mi tormento, Y se alzasen igualmente en balanza!
Porque las saetas del Todopoderoso están en mí, Cuyo veneno bebe mi espíritu; Y terrores de Dios me combaten.
Las cosas que mi alma no quería tocar, Por los dolores son mi comida.
Quién me diera que viniese mi petición, Y que Dios me otorgase lo que espero;
Y sería aún mi consuelo, Si me asaltase con dolor sin dar más tregua, Que yo no he escondido las palabras del Santo.
¿Cuál es mi fortaleza para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para dilatar mi vida?
¿Es mi fortaleza la de las piedras? ¿O mi carne, es de acero?
¿Os he dicho yo: Traedme, Y pagad por mí de vuestra hacienda;
Ahora pues, si queréis, mirad en mí, Y ved si miento delante de vosotros.
Tornad ahora, y no haya iniquidad; Volved aún á considerar mi justicia en esto.
¿Hay iniquidad en mi lengua? ¿No puede mi paladar discernir las cosas depravadas?
Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Y mide mi corazón la noche, Y estoy harto de devaneos hasta el alba.
Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo; Mi piel hendida y abominable.
Acuérdate que mi vida es viento, Y que mis ojos no volverán á ver el bien.
Los ojos de los que me ven, no me verán más: Tus ojos sobre mí, y dejaré de ser.
Por tanto yo no reprimiré mi boca; Hablaré en la angustia de mi espíritu, Y quejaréme con la amargura de mi alma.
Cuando digo: Mi cama me consolará, Mi cama atenuará mis quejas;
Y así mi alma tuvo por mejor el ahogamiento, Y quiso la muerte más que mis huesos.
¿Hasta cuándo no me dejarás, Ni me soltarás hasta que trague mi saliva?
Pequé, ¿qué te haré, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me has puesto contrario á ti, Y que á mí mismo sea pesado?
¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, Y si me buscares de mañana, ya no seré.
He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; Y pasará, y no lo entenderé.
Que aunque fuese yo justo, no responderé; Antes habré de rogar á mi juez.
Que si yo le invocase, y él me respondiese, Aun no creeré que haya escuchado mi voz.
No me ha concedido que tome mi aliento; Mas hame hartado de amarguras.
Si yo me justificare, me condenará mi boca; Si me dijere perfecto, esto me hará inicuo.
Bien que yo fuese íntegro, no conozco mi alma: Reprocharé mi vida.
Si digo: Olvidaré mi queja, Dejaré mi aburrimiento, y esforzaréme:
Quite de sobre mí su vara, Y su terror no me espante.
Entonces hablaré, y no le temeré: Porque así no estoy en mí mismo.
ESTA mi alma aburrida de mi vida: Daré yo suelta á mi queja sobre mí, Hablaré con amargura de mi alma.
Para que inquieras mi iniquidad, Y busques mi pecado,
Vida y misericordia me concediste, Y tu visitación guardó mi espíritu.
Si pequé, tú me has observado, Y no me limpias de mi iniquidad.
Si fuere malo, ay de mí! Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza, Estando harto de deshonra, Y de verme afligido.
Y subirá de punto, pues me cazas como á león, Y tornas á hacer en mí maravillas.
Renuevas contra mí tus plagas, Y aumentas conmigo tu furor, Remudándose sobre mí ejércitos.
Tú dices: Mi conversar es puro, Y yo soy limpio delante de tus ojos.
Oid ahora mi razonamiento, Y estad atentos á los argumentos de mis labios.
¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, Y pondré mi alma en mi mano?
Oid con atención mi razonamiento, Y mi denunciación con vuestros oídos.
Aparta de mí tu mano, Y no me asombre tu terror.
¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi prevaricación y mi pecado.
¿Por qué escribes contra mí amarguras, Y me haces cargo de los pecados de mi mocedad?
Oh quién me diera que me escondieses en el sepulcro, Que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, Que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!
Si el hombre muriere, ¿volverá á vivir? Todos los días de mi edad esperaré, Hasta que venga mi mutación.
Pues ahora me cuentas los pasos, Y no das tregua á mi pecado.
Tienes sellada en saco mi prevaricación, Y coacervas mi iniquidad.
También yo hablaría como vosotros. Ojalá vuestra alma estuviera en lugar de la mía, Que yo os tendría compañía en las palabras, Y sobre vosotros movería mi cabeza.
Si hablo, mi dolor no cesa; Y si dejo de hablar, no se aparta de mí.
Empero ahora me ha fatigado: Has tú asolado toda mi compañía.
Tú me has arrugado; testigo es mi flacura, Que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.
Su furor me destrizó, y me ha sido contrario: Crujió sus dientes contra mí; Contra mí aguzó sus ojos mi enemigo.
Abrieron contra mí su boca; Hirieron mis mejillas con afrenta; Contra mí se juntaron todos.
Cercáronme sus flecheros, Partió mis riñones, y no perdonó: Mi hiel derramó por tierra.
Quebrantóme de quebranto sobre quebranto; Corrió contra mí como un gigante.
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