'Mujer' en la Biblia
El entonces dijo: Yo te ruego que hables al rey Salomón (porque él no te hará volver tu rostro) para que me dé a Abisag, la sunamita por mujer.
Y ella dijo: Dese Abisag, la sunamita por mujer a tu hermano Adonías.
Y Salomón hizo parentesco con el Faraón rey de Egipto, porque tomó por mujer a la hija de Faraón, y la trajo a la ciudad de David, entre tanto que acababa de edificar su casa, y la casa del SEÑOR, y los muros de Jerusalén alrededor.
Y dijo una mujer: ¡Ruego, señor mío! Yo y esta mujer morábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa.
Y sucedió que al tercer día después de dar yo a luz, esta mujer también dio a luz; estábamos juntas, nadie de fuera estaba con nosotras en la casa, solamente nosotras dos.
Y una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él.
Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey.
Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ruego, señor mío! Dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; sino partidlo.
Entonces el rey respondió y dijo: Dad el niño vivo a la primera mujer, y de ninguna manera lo matéis. Ella es la madre.
El hijo de Abinadab, en todos los términos de Dor; éste tenía por mujer a Tafat hija de Salomón;
Ahimaas en Neftalí; éste tomó también por mujer a Basemat hija de Salomón.
Y en la casa en que él moraba, había otra sala dentro del portal, de obra semejante a ésta. Edificó también Salomón una casa para la hija de Faraón, que había tomado por mujer, de la misma obra de aquel portal.
Faraón el rey de Egipto había subido y tomado a Gezer, y la quemó, y mató a los cananeos que habitaban la ciudad, y la había dado en don a su hija la mujer de Salomón.
Y halló Adad grande gracia delante de Faraón, el cual le dio por mujer a la hermana de su esposa, a la hermana de la reina Tahpenes.
Asimismo Jeroboam hijo de Nabat, efrateo de Sereda, siervo de Salomón (su madre se llamaba Zerúa, mujer viuda), alzó su mano contra el rey.
y dijo Jeroboam a su mujer: Levántate ahora, disfrázate, para que no te conozcan que eres la mujer de Jeroboam, y ve a Silo; que allá está Ahías profeta, el que me dijo que yo había de ser rey sobre este pueblo.
Y la mujer de Jeroboam lo hizo así; y se levantó, y fue a Silo, y vino a casa de Ahías. Y Ahías ya no podía ver, porque sus ojos se habían oscurecido a causa de su vejez.
Mas el SEÑOR había dicho a Ahías: He aquí que la mujer de Jeroboam vendrá a consultarte por su hijo, que está enfermo; así y así le has de responder; pues será que cuando ella viniere, vendrá disimulada.
Y cuando Ahías oyó el sonido de sus pies que entraba por la puerta, dijo: Entra, mujer de Jeroboam; ¿por qué te disimulas? Pero yo soy enviado a ti con revelación dura.
Entonces la mujer de Jeroboam se levantó, y se fue, y vino a Tirsa; y entrando ella por el umbral de la casa, el niño murió.
porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró.
Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y allí morarás; he aquí yo he mandado allí a una mujer viuda que te sustente.
Entonces él se levantó, y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí cogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba.
Y sucedió que después de estas cosas, se enfermó el hijo de la mujer dueña de la casa; y su enfermedad fue tan grave que no quedó aliento en él.
Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra del SEÑOR es verdad en tu boca.
Y vino a él su mujer Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan triste tu espíritu, y no comes pan?
Y su mujer Jezabel le dijo: ¿Eres tú ahora rey sobre Israel? Levántate, y come pan, y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel.
(A la verdad ninguno fue como Acab, que se vendió para hacer lo malo delante de los ojos del SEÑOR; porque Jezabel su mujer lo incitaba.
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