1 Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre; porque has hecho maravillas, tus consejos antiguos son fidelidad y verdad. 2 Porque convertiste la ciudad en montón, la ciudad fortificada en ruina; el alcázar de los extraños para que no sea ciudad, nunca más será reedificada. 3 Por esto te glorificará el pueblo fuerte, te temerá la ciudad de gentes robustas. 4 Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra la tormenta, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como tormenta contra el muro 5 Como el calor en lugar seco, así humillarás el orgullo de los extraños; y como calor debajo de nube, harás marchitar el renuevo de los violentos.
6 Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de grosuras, banquete de vinos añejos, de gruesos tuétanos, y de vinos añejos bien refinados. 7 Y destruirá en este monte la máscara con la que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que está extendido sobre todas las naciones. 8 Sorberá a la muerte en victoria; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho.
9 Y se dirá en aquel día: He aquí Éste es nuestro Dios, en Él hemos esperado, y Él nos salvará; Éste es Jehová; en Él hemos esperado, estaremos alegres y nos regocijaremos en su salvación. 10 Porque la mano de Jehová reposará en este monte, y Moab será hollado debajo de Él, como es hollada la paja en el muladar. 11 Y Él extenderá sus manos en medio de ellos, como las extiende el nadador para nadar; y abatirá su soberbia junto con el despojo de sus manos. 12 Y allanará la fortaleza de tus altos muros; la humillará y echará a tierra, hasta el polvo.

Reina Valera Gómez (© 2010)