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1

mas recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, y en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra.

13

los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.

18

Entonces los hermanos, luego de noche, enviaron a Pablo y a Silas a Berea; los cuales habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos.

19

Primero hemos hablado, oh Teófilo, de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,

21

Y Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al príncipe de los sacerdotes,

22

Varones Israelitas, oíd estas palabras: El Jesús Nazareno, varón aprobado de Dios entre vosotros en maravillas y prodigios y señales, que Dios hizo por él en medio de vosotros, como también vosotros sabéis;

25

Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; y vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros viejos soñarán sueños.

26

Y juntándolos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperaran la Promesa del Padre, que oísteis, dijo, de mí.

28

Había entonces en la Iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, y Simón el que se llamaba Niger, y Lucio Cireneo, y Manaén, que había sido criado con Herodes el tetrarca, y Saulo.

34

Mas un varón llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una posesión,

36

Y levantándose los jóvenes, le envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.

37

Y aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, andadas las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando ciertos discípulos,

40

Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Que si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.

48

Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó su voz, y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

54

Y aconteció, que yendo nosotros a la oración, una muchacha que tenía espíritu pitónico, nos salió al encuentro, la cual daba grande ganancia a sus amos adivinando.

56

Estando aún hablando Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían la palabra.

58

Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua; y dijo el eunuco: He aquí agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?

62

Y había un varón en Cesarea llamado Cornelio, centurión de la compañía que se llamaba la Italiana,

67

Y Saulo consentía en su muerte. Y en aquel día se hizo una gran persecución en la Iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.

71

Estando pues Pablo en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo os veo como más superticiosos;

72

el cual era contado con nosotros, y tenía suerte o herencia en este ministerio.

73

al cual oían todos atentamente, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Esta es la gran virtud de Dios.

74

Y pasando a Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la Palabra en Asia.

75

Y entrados, subieron al aposento alto, donde estaban Pedro y Jacobo, y Juan y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, y Simón Zelote, y Judas hermano de Jacobo.

76

Entonces una mujer llamada Lidia, que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios, estaba oyendo; el corazón de la cual abrió el Señor para que estuviera atenta a lo que Pablo decía.

79

Y en aquellos días, Pedro, levantándose en medio de los discípulos, dijo (y era el número de los nombres como de ciento veinte):

80

Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño;

81

Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué sea esta nueva doctrina que dices?

83

Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.

85

Y pasado espacio como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido.

87

Y hablando ellos al pueblo, sobrevinieron los sacerdotes, y el magistrado del Templo, y los saduceos,

88

En el cual había de todos los animales cuadrúpedos de la tierra, y bestias fieras, y reptiles, y aves del cielo.

92

Y los apóstoles que estaban en Jerusalén, habiendo oído que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan;

95

Y en el mismo tiempo el rey Herodes envió compañías de soldados para maltratar a algunos de la Iglesia.

99

para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es llamado mi nombre, dice el Señor, que hace todas estas cosas.

102

Y Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo él, dijo: Creo que Jesús, el Cristo, es Hijo de Dios.

103

Hasta el día en que, habiendo dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que escogió, fue recibido arriba;

104

Y pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde estaba la sinagoga de los judíos.

106

Entonces se volvieron a Jerusalén del monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén camino de un sábado.

107

sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el Nombre de Jesús el Cristo, el Nazareno, el que vosotros Colgasteis en un madero, y Dios le resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.

111

Y había un hombre llamado Simón, el cual antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había asombrado a la gente de Samaria, diciéndose ser algún grande;

112

Y los que habían sido esparcidos por causa de la tribulación que sobrevino en tiempo de Esteban, anduvieron hasta Fenicia, y Chipre, y Antioquía, no hablando a nadie la Palabra, sino sólo a los judíos.

114

Después llegó a Derbe, y a Listra; y he aquí, estaba allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía fiel, mas de padre gentil.

115

Entonces Pedro respondió: ¿Puede alguno impedir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?

116

y le libró de todas sus tribulaciones, y le dio gracia y sabiduría en la presencia de Faraón, rey de Egipto, el cual le puso por gobernador sobre Egipto, y sobre toda su casa.

117

Y oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios.

124

y haciéndolos presentar en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?

125

Llegó entonces a Efeso un judío, llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras.

128

Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará un profeta de vuestros hermanos, como yo; a él oiréis haciendo conforme a todas las cosas que os hablare,

129

mas esto es lo que fue dicho por el profeta Joel:

130

Entonces Pedro le contestó: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto.

132

Y ellos pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia, y entrando en la sinagoga un día de sábado, se sentaron.

135

Y fue mostrada a Pablo de noche una visión: Un varón Macedonio se puso delante, rogándole, y diciendo: Pasa a Macedonia, y ayúdanos.

136

Varones hermanos, se os puede libremente decir del patriarca David, que murió, y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy.

137

Y fue notorio a todos los moradores de Jerusalén; de tal manera que aquel campo es llamado en su propia lengua, Acéldama, que es, Campo de sangre.

139

Y al día siguiente, yendo ellos su camino, y llegando cerca de la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar, cerca de la hora sexta;

140

Porque pones en nuestros oídos unas nuevas cosas, queremos pues saber qué quiere ser esto.

143

Varones hermanos, convino que se cumpliera la Escritura, la cual dijo antes el Espíritu Santo por la boca de David, acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús;

144

Y después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos por todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están.

146

Simón ha contado cómo Dios primero visitó a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su Nombre;

147

Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay;

148

Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él iba, he aquí dos varones se pusieron junto a ellos en vestidos blancos;

149

para que buscaran a Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros:

150

Y agradó el parecer a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás, prosélito de Antioquía;

152

Porque verdaderamente se juntaron (en esta ciudad) contra tu santo siervo Jesús, al cual ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y los pueblos de Israel,

155

Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la Iglesia, enviar varones escogidos de entre ellos a Antioquía con Pablo y Bernabé; a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos;

156

Este es aquel que estuvo en la iglesia en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres; y recibió los oráculos de vida para darnos;

157

Y quitado aquel, les levantó por rey a David, del que dio también testimonio, diciendo: He hallado a David, hijo de Jessé, varón conforme a mi corazón, el cual hará todo lo que yo quiero.

158

Y tocando Pedro a la puerta del patio, salió una muchacha, para escuchar, llamada Rode,

159

Y sueltos, vinieron a los suyos, y contaron todo lo que los príncipes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho.

164

Y como oyera Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez.

166

Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y le bautizó.

168

Este, pues, adquirió un campo con el salario de su iniquidad, y colgándose, se reventó por medio, y todas sus entrañas se derramaron.

169

Mas no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos a los gobernadores de la ciudad, dando voces: Que éstos son los que alborotan el mundo, y han venido acá;

170

Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas los había asombrado mucho tiempo.

171

Y procediendo, aconteció que llegando cerca de Damasco, súbitamente le cercó un resplandor de luz del cielo;

172

Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, mas criado en esta ciudad a los pies de Gamaliel, enseñado conforme a la verdad de la ley de la patria, celoso de la Ley, como todos vosotros sois hoy.

173

Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morara en Harán,

174

y de repente vino un estruendo del cielo como de un viento vehemente que venía con ímpetu, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;

178

Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: He aquí ¿no son galileos todos éstos que hablan?

180

el cual nos contó cómo había visto un ángel en su casa, que se paró, y le dijo: Envía a Jope, y haz venir a un Simón que tiene por sobrenombre Pedro;

181

Conviene, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo en que el Señor Jesús entró y salió entre nosotros,

182

Siendo pues linaje de Dios, no hemos de estimar la Divinidad ser semejante a oro, o a plata, o a piedra, con la marca de artificio o de imaginación de hombres.

183

(Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones religiosos, de todas las naciones que están debajo del cielo.)

184

Así que siendo profeta, y sabiendo que con juramento le había Dios jurado que del fruto de su lomo, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo que se sentaría sobre su trono;

187

Y hacía Dios singulares maravillas por manos de Pablo,

189

(Entonces todos los atenienses y los huéspedes extranjeros, ninguna otra cosa entendían, sino en decir o en oír alguna cosa nueva.)

191

Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el Evangelio de Jesús.

193

Y dando ellos voces, y arrojando sus ropas y echando polvo al aire,

194

y ha visto en visión un varón llamado Ananías, que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista.

195

porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Aquel pues, que vosotros honráis sin conocerle, a éste os anuncio yo.

196

viéndolo antes, habló de la resurrección del Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.

198

Este es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual es puesta por cabeza del ángulo.

199

para que tome la suerte (o herencia) de este ministerio y del apostolado, del cual se rebeló Judas, por irse a su lugar.

202

¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees.

204

Y en la segunda, José fue conocido de sus hermanos, y fue sabido de Faraón el linaje de José.

206

Mas Pablo habiéndose detenido aun allí muchos días, después se despidió de los hermanos, y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose trasquilado la cabeza en Cencrea, porque tenía voto.

207

Había entonces un discípulo en Damasco llamado Ananías, al cual el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.

209

Entonces José, que fue llamado de los apóstoles por sobrenombre, Bernabé, (que es interpretado, Hijo de consolación) levita, natural de Chipre,

210

Y hallando a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, que hacía poco que había venido de Italia, y a Priscila su mujer, (porque Claudio había mandado que todos los judíos salieran de Roma) se vino a ellos;

212

Ananías entonces fue, y entró en la casa, y poniéndole las manos encima, dijo: Saulo, hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

213

La cual, cuando conoció la voz de Pedro, de gozo no abrió el postigo, sino corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba al postigo.

214

Y considerando esto, llegó a casa de María, la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban juntos orando.

216

Entonces Pablo, sabiendo que una parte era de saduceos, y la otra de fariseos, clamó en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo: de la esperanza y de la resurrección de los muertos soy yo juzgado.

217

El Dios de Abraham, y de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado a su Hijo Jesús, al cual vosotros entregasteis, y negasteis delante de Pilato, juzgando él que había de ser suelto.

218

Vino entonces hambre en toda la tierra de Egipto y de Canaán, y grande tribulación; y nuestros padres no hallaban alimentos.

219

Porque David no subió a los cielos; pero él dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,

220

Y por tiempo como de cuarenta años soportó sus costumbres en el desierto;

221

Y en aquellos días descendieron de Jerusalén profetas a Antioquía.

222

Y después de grande contienda, levantándose Pedro, les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyeran por mi boca la Palabra del Evangelio, y creyeran.

223

Pero esto te confieso, que conforme a aquel Camino que ellos llaman secta, así sirvo al Dios de mi patria, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas;

224

Que ningún necesitado había entre ellos; porque todos los que poseían heredades o casas, vendiéndolas, traían el precio de lo vendido,

225

El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres, y ensalzó al pueblo, siendo ellos extranjeros en la tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de ella.

226

Y habiendo llegado, y reunida la Iglesia, relataron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.

228

y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

229

los cuales le rogaban que se quedara con ellos por más tiempo; mas no accedió.

230

Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.

233

Y vino gran temor sobre toda la Iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas.

234

Entonces Ananías respondió: Señor, he oído a muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;

235

¿Qué hay pues? En todo caso es necesario que la multitud se junte, porque oirán que has venido.

237

Y luego cayó a los pies de él, y expiró; y entrados los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido.

238

Y enviando José, hizo venir a su padre Jacob, y a toda su parentela, en número de setenta y cinco personas.

239

Pues si somos hoy demandados acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado,

241

Y que aparejaran cabalgaduras en que poniendo a Pablo, le llevaran a salvo a Félix, el gobernador.

242

Y estando Pedro dudando dentro de sí qué sería la visión que había visto, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, que, preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta.

244

Y él haciéndoles con la mano señal de que callaran, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar.

245

Y saltando, se puso en pie, y anduvo; y entró con ellos en el Templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.

246

Y conmovieron al pueblo, y a los ancianos, y a los escribas; y arremetiendo le arrebataron, y le trajeron al concilio.

247

Y estaban todos atónitos y perplejos, diciendo los unos a los otros: ¿Qué es esto?

248

Y esto fue hecho por tres veces; y el vaso volvió a ser recogido en el cielo.

249

Haz pues esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen voto sobre sí.

250

los cuales venidos, oraron por ellos, para que recibieran el Espíritu Santo;

252

y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad,

253

Y enviando a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto, él se estuvo por algún tiempo en Asia.

254

y aun aquí tiene facultad de los príncipes de los sacerdotes de prender a todos los que invocan tu Nombre.

256

Y habiendo dicho esto, los Judíos salieron, teniendo entre sí gran contienda.

258

y predican ritos, los cuales no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos.

259

mandó el tribuno que le llevaran a la fortaleza, y ordenó que fuera examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él.

260

Y ellos le dijeron: Estás loca. Mas ella afirmaba que así era. Entonces ellos decían: Su ángel es.

262

Sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso tenga la Fiesta que viene, en Jerusalén; mas otra vez volveré a vosotros, queriendo Dios. Y salió de Efeso.

263

Y entonces demandaron rey; y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años.

264

Así que, si Dios les dio el mismo don también como a nosotros que hemos creído en el Señor Jesús el Cristo, ¿quién era yo que pudiera estorbar a Dios?

265

Y le conocían, que él era el que se sentaba a pedir la limosna a la puerta del Templo, la Hermosa; y fueron llenos de asombro y de espanto por lo que le había acontecido.

266

Esperando también con esto, que de parte de Pablo le serían dados dineros, para que le soltara; por lo cual, haciéndole venir muchas veces, hablaba con él.

267

Y diciendo estas cosas, apenas apaciguaron la gente, para que no les ofrecieran sacrificio.

268

Y después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta Samuel.

269

Y llamando, preguntaron si un Simón que tenía por sobrenombre Pedro, posaba allí.

271

Y de ellos había unos varones ciprianos y cirenences, los cuales cuando entraron en Antioquía, hablaron a los griegos, anunciando el Evangelio del Señor Jesús.

272

y destruyendo las siete naciones en la tierra de Canaán, les repartió por suerte la tierra de ellas.

273

Y pusieron testigos falsos, que dijeran: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y la ley;

274

Y de los otros, ninguno osaba juntarse con ellos; con todo eso el pueblo los alababa grandemente.

275

Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos; porque yo los he enviado.

276

del cual no tengo cosa cierta que escribir al señor; por lo que le he sacado a vosotros, y mayormente a ti, oh rey Agripa, para que hecha información, tenga yo qué escribir.

277

Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y los de Sidón; pero ellos vinieron concordes a él, y sobornado Blasto, que era el camarero del rey, pedían paz; porque las tierras de ellos eran abastecidas por las del rey.

278

y escribir por mano de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de los gentiles que están en Antioquía, y en Siria, y en Cilicia, salud:

279

Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué se había hecho de Pedro.

280

Mas Herodes, como le buscó y no le halló, hecha inquisición de los guardas, los mandó llevar. Después descendiendo de Judea a Cesarea, se quedó allí.

281

Escribió una carta en estos términos:

282

Y llegó la fama (de estas cosas) a oídos de la Iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuera hasta Antioquía.

283

Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días, derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.

284

el cual, recibido este mandamiento, los metió en la cárcel de más adentro; y les apretó los pies en el cepo.

285

Y un día señalado, Herodes vestido de ropa real, se sentó en el tribunal, y les arengó.

286

Y Pablo dijo: ¡Deseo delante de Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fuerais hechos tales cual yo soy, excepto estas prisiones!

287

Y después que los hirieron de muchos azotes, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardara con diligencia;

289

Así descendió Jacob a Egipto, donde murió él y nuestros padres;

290

Y cuando comió, fue confortado. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.

291

los cuales fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que compró Abraham a precio de dinero de los hijos de Hamor de Siquem.

292

Pero al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix ganar la gracia de los judíos, dejó preso a Pablo.

294

Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba con ellos, no podían decir nada en contra.

295

Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, puestos los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.

296

Porque un platero llamado Demetrio, el cual hacía de plata templecillos de Diana, daba a los artífices no poca ganancia;

297

De la simiente de éste, Dios, conforme a la promesa, levantó a Jesús por Salvador a Israel;

299

Y el pueblo aclamaba: Voz de Dios, y no de hombre.

300

Y habiendo temor de dar en lugares escabrosos, echando cuatro anclas de la popa, deseaban que se hiciera de día.

301

porque le hemos oído decir, que Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las tradiciones que nos dio Moisés.

302

Mas cuando Juan cumpliera su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él; mas he aquí, viene tras mí uno, cuyo calzado de los pies no soy digno de desatar.

303

Por lo cual mi corazón se alegró, y mi lengua se gozó; y aun mi carne descansará en esperanza;

304

Mas les mandaron que salieran fuera del concilio; y conferían entre sí,

305

hombres que han expuesto sus vidas por el Nombre de nuestro Señor Jesús, el Cristo.

307

Y habiendo arribado a Cesarea subió a Jerusalén; y después de saludar a la Iglesia, descendió a Antioquía.

308

Mas siendo puesto al peligro, la hija de Faraón le tomó, y le crió por hijo.

309

Pero cuando se acercaba el tiempo de la promesa, la cual Dios había jurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto,

310

Y estando Pedro pensando en la visión, le dijo el Espíritu Santo: He aquí, tres hombres te buscan.

312

diciendo: ¿Qué hemos de hacer a estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar.

313

Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este Nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos a los príncipes de los sacerdotes?

314

Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales también fue Dionisio el del Areópago, y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.

315

Tomando a éstos contigo, purifícate con ellos, y gaste por ellos, para que rasuren sus cabezas, y todos entiendan que no hay nada de lo que fueron informados acerca de ti; sino que tú también andas guardando la ley.

316

Todavía, para que no se divulgue más por el pueblo, amenacémoslos, que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este Nombre.

318

resentidos de que enseñaran al pueblo, y anunciaran en el Nombre de Jesús la resurrección de los muertos.

319

Y ellos dijeron: Cornelio, el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene testimonio de toda la nación de los judíos, ha recibido respuesta por un santo ángel, de hacerte venir a su casa, y oír de ti palabras.

320

En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre.

321

Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, os han inquietado con palabras, trastornando vuestras almas, mandando circunci-daros y guardar la ley, a los cuales no mandamos;

323

También algunos de los principales de Asia, que eran sus amigos, enviaron a él rogando que no se presentara en el teatro.

324

hasta que se levantó otro rey que no conocía a José.

326

Y al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por qué era acusado de los judíos, le soltó de las prisiones, y mandó venir a los príncipes de los sacerdotes, y a todo su concilio; y sacando a Pablo, le presentó delante de ellos.

327

Y como le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un hombre romano sin ser condenado?

328

dando voces: Varones israelitas, ayudad. Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, y la ley, y este lugar; y además de esto ha metido los gentiles en el Templo, y ha contaminado este lugar santo.

329

Y como pasaron muchos días, los Judíos hicieron entre sí consejo de matarle;

330

Entonces salidos de la cárcel, entraron en casa de Lidia; y habiendo visto a los hermanos, los consolaron, y se salieron.

331

Entonces Pedro, descendiendo a los hombres que eran enviados por Cornelio, dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la que habéis venido?

332

porque con gran vehemencia convencía públicamente a los judíos, mostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.

334

Porque los que habitaban en Jerusalén, y sus príncipes, no conociendo a éste, y las voces de los profetas que se leen todos los sábados, condenándolo, las cumplieron.

335

y se volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.

336

cuando se retiraron aparte, hablaban los unos a los otros, diciendo: Ninguna cosa digna ni de muerte, ni de prisión, hace este hombre.

337

Este, usando de astucia con nuestro linaje, maltrató a nuestros padres, a fin de que pusieran en peligro de muerte sus niños, para que cesara la generación.

338

predicando Juan delante de la faz de su venida el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel.

339

diciendo: Dadme también a mí esta potestad, que a cualquiera que pusiere las manos encima, reciba el Espíritu Santo.

340

Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es romano.

341

Y como se le cumplió el tiempo de cuarenta años, subió en su corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel.

343

Porque el hombre en quien había sido hecho este milagro de sanidad, era de más de cuarenta años.

344

y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo una parte, la puso a los pies de los apóstoles.

346

lo cual asimismo hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.

348

Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix: Salud.

350

Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad y un día después, salió con Bernabé a Derbe.

352

Y cuando hubieron oído esto, entraron de mañana en el Templo, y enseñaban. Entre tanto, viniendo el príncipe de los sacerdotes, y los que estaban con él, convocaron el concilio, y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fueran traídos.

354

No tienes tú parte ni suerte en este negocio; porque tu corazón no es recto delante de Dios.

357

y aconteció que le vino una gran hambre, y quiso comer; pero mientras disponían, cayó sobre él un rapto de entendimiento;

358

Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que echasteis en la cárcel, están en el Templo, y enseñan al pueblo.

359

Oídas estas cosas, se llenaron de ira, y dieron alarido diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!

360

Entonces metiéndolos dentro, los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de Jope.

361

Ellos entonces los despacharon amenazándolos, no hallando ningún modo de castigarlos, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios de lo que había sido hecho.

362

Entonces fue hecho de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se movían; y luego todas las puertas se abrieron, y las prisiones de todos soltaron.

364

diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas que estaban delante de las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro.

365

Y no solamente hay peligro de que este negocio se nos vuelva en reproche, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida su majestad, la cual honra toda el Asia y el mundo.

366

Y procurando ellos matarle, fue dado aviso al tribuno de la compañía, que toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada;

368

Y cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el capitán del Templo y los príncipes de los sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.

369

Entonces Pablo tomó consigo aquellos hombres, y al día siguiente, habiéndose purificado con ellos, entró en el Templo, para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación, hasta ser ofrecida ofrenda por cada uno de ellos.

370

Entonces Pablo le dijo: Yo de cierto soy hombre judío, ciudadano de Tarso, ciudad conocida de Cilicia; pero te ruego que me permitas que hable al pueblo.

371

y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra.

372

Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito haberse acordado que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo que fuere sacrificado a los ídolos, y de sangre, y de lo ahogado, y de fornicación.

373

así que había gran gozo en aquella ciudad.

374

Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le dejaron.

376

Y viendo que había agradado a los judíos, pasó adelante para prender también a Pedro. (Eran entonces los días de los panes sin levadura.)

377

Asistieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo.

378

Entonces el escribano, apaciguando al pueblo, dijo: Varones efesios ¿y quién hay de los hombres que no sepa que la ciudad de los efesios es honradora de la gran diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter?

379

Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo el pueblo de los judíos que me esperaba.

380

Pero cuando llegaron los alguaciles, y no los hallaron en la cárcel, volvieron, y dieron aviso,

381

A esta palabra Moisés huyó, y se hizo extranjero en tierra de Madián, donde engendró dos hijos.

382

Cuando Pedro subió a Jerusalén, contendían contra él los que eran de la circuncisión,

383

Y cuando pasaron la primera y la segunda guardia, vinieron a la puerta de hierro que va a la ciudad, la cual se les abrió de suyo; y salidos, pasaron una calle; y luego el ángel se apartó de él.

384

Y ellos, habiendo testificado y hablado la Palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas tierras de los samaritanos anunciaron el Evangelio.

385

Entonces salió de la tierra de los caldeos, y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, le traspasó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora;

386

Pero cuando conocieron que era judío, fue hecha una voz de todos, que gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!

387

Unos gritaban una cosa, y otros gritaban otra cosa; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían juntado.

388

Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro días hasta esta hora yo estaba en ayuno; y a la hora novena mientras oraba en mi casa, he aquí un varón se puso delante de mí en vestido resplandeciente.

389

Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, que ninguna cosa de éstas que habéis dicho, venga sobre mí.

390

Pero él pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar salud por su mano; mas ellos no lo habían entendido así.

391

y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie; mas le prometió que se la daría en posesión, y a su simiente después de él, no teniendo hijo.

392

Y dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiera, y se sentara con él.

393

Y como vio a uno que era injuriado, le defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al injuriado.

394

Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos.

395

Y pasando por Pisidia vinieron a Panfilia.

396

Y cuando Herodes le había de sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, preso con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta, que guardaban la cárcel.

397

Entonces los soldados cortaron los cabos del esquife, y lo dejaron caer.

399

¿No eres tú aquel egipcio que levantaste una sedición antes de estos días, y sacaste al desierto cuatro mil hombres salteadores?

400

Y le habló Dios así: Que su simiente sería extranjera en tierra ajena, y que los sujetarían a servidumbre y maltratarían, por cuatrocientos años.

401

Mas yo juzgaré, dijo Dios, a los gentiles de los cuales serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar.

402

Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el Templo, rogaba que le dieran limosna.

403

Y cuando estaban para acabarse los siete días, unos judíos de Asia, como le vieron en el Templo, alborotaron todo el pueblo y le echaron mano,

404

Cuando comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza, dice al tribuno: ¿Me será lícito hablarte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego?

405

diciendo: ¿Por qué has entrado a varones que tienen capullo, y has comido con ellos?

406

Entonces hubo gran lloro de todos; y echándose en el cuello de Pablo, le besaban,

407

Y le acompañaron hasta Asia, Sópater de Pirro, bereense, y los tesalonicenses, Aristarco y Segundo; y Gayo de Derbe, y Timoteo; y de Asia, Tíquico y Trófimo.

408

Y le hablaron la Palabra del Señor, y a todos los que estaban en su casa.

409

Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo había visto al Señor en el camino, y que le había hablado, y cómo en Damasco había hablado confiadamente en el Nombre de Jesús.

410

Y así Pablo se salió de en medio de ellos.

411

Cuando comenzó a ser de día, Pablo exhortaba a todos que comieran, diciendo: Este es el decimocuarto día que esperáis y permanecéis en ayunas, no comiendo nada.

412

Así que, toda la ciudad se alborotó, y se agolpó el pueblo; y tomando a Pablo, le arrastraron fuera del Templo; y luego las puertas fueron cerradas.

413

Y esto fue hecho por tres veces; y volvió todo a ser tomado arriba en el cielo.

414

Y cuando él se lo permitió, Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea, diciendo:

415

Y todos los profetas desde Samuel en adelante, todos los que han hablado, han anunciado estos días.

416

En el cual cuando puse los ojos, consideré y vi animales terrestres de cuatro pies, y bestias fieras, y reptiles, y aves del cielo.

417

y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que te mostraré.

418

Así que, enviamos a Judas y a Silas, los cuales también por palabra os harán saber lo mismo.

419

Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los judíos. Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería dar razón al pueblo.

420

Y Pablo y Bernabé se estaban en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el Evangelio con otros muchos.

421

Y al día siguiente, dejando a los de a caballo que fueran con él, se volvieron a la fortaleza.

422

Y al día siguiente, riñendo ellos, se les mostró, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os injuriáis los unos a los otros?

423

Y le dijo el ángel: Cíñete, y átate tus sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Rodéate tu ropa, y sígueme.

424

Y toda la ciudad se llenó de confusión; y unánimes se arrojaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo.

425

Entonces el que injuriaba a su prójimo, le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por príncipe y juez sobre nosotros?

426

y veis y oís que este Pablo, no solamente en Efeso, sino a gran multitud de casi toda el Asia, ha apartado con persuasión, diciendo, que no son dioses los que se hacen con las manos.

427

Al llegar a las gradas, aconteció que fue llevado a cuestas de los soldados a causa de la violencia del pueblo;

428

A este varón, tomado de los judíos, y que lo comenzaban a matar, libré yo sobreviniendo con una compañía de soldados, entendiendo que era romano.

429

Y queriendo saber la causa por qué le acusaban, le llevé al concilio de ellos;

430

Estaba yo en la ciudad de Jope orando, y vi en rapto de entendimiento una visión: un vaso, como un gran lienzo, que descendía, que por los cuatro cabos era bajado del cielo, y venía hasta mí.

431

Y zarpados de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; entonces Juan, apartándose de ellos, se volvió a Jerusalén.

432

Entonces comenzando Pedro, les declaró por orden lo pasado, diciendo:

433

Entonces Pablo y Bernabé, usando de libertad, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablara la palabra de Dios; pero como la desecháis, y os juzgáis indignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.

434

el cual tomando luego soldados y centuriones, corrió a ellos. Y ellos como vieron al tribuno y a los soldados, cesaron de herir a Pablo.

435

Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos.

436

Y pasando allí algún tiempo, fueron enviados de los hermanos a los apóstoles en paz.

437

Entonces fue el capitán con los alguaciles, y los trajo sin violencia; porque temían del pueblo ser apedreados.

438

Y he aquí, luego sobrevinieron tres hombres a la casa donde yo estaba, enviados a mí de Cesarea.

439

Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea se pueda decidir.

440

Entonces procurando los marineros huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentando como que querían largar las anclas de proa,

441

Y siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal,

442

por lo cual, llamado, he venido sin dudar. Así que pregunto: ¿por qué causa me habéis hecho venir?

443

Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos; y tenían también a Juan como asistente.

444

Entonces él se levantó, y fue; y he aquí un Etíope, eunuco, gobernador de Candace, reina de los Etíopes, el cual era puesto sobre todos sus tesoros, y había venido a adorar a Jerusalén,

447

Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos, disputaban con él; y unos decían: ¿Qué quiere decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba a Jesús y la resurrección.

448

Y oí una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come.

449

Alzando las anclas, se dejaron al mar, largando también las ataduras de los gobernalles; y alzada la vela mayor al soplo del aire, íbanse a la orilla.

451

declarando abiertamente y proponiendo, que convenía que el Cristo padeciera, y resucitara de los muertos; y que este Jesús, el cual yo os anuncio, es el Cristo.

452

la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como también en el salmo segundo está escrito: Mi hijo eres tú, yo te engendré hoy.

454

Así que, pues esto no puede ser contradicho, conviene que os apacigüéis, y que nada hagáis temerariamente;

455

Y satisfechos de comida, aliviaban la nave, echando el grano al mar.

456

Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,

457

Y después que hubo andado aquellas partes, y de exhortarles con abundancia de palabra, vino a Grecia.

458

Y viniendo el tribuno, le dijo: Dime, ¿eres tú Romano? Y él dijo: Sí.

459

Y comenzó a hablar confiadamente en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron, y le declararon más particularmente el camino de Dios.

460

Y dije: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca.

461

Entonces todos teniendo ya mejor ánimo, comieron ellos también.

462

Entonces la voz me respondió del cielo la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo ensucies tú.

463

y echándolo fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven que se llamaba Saulo.

464

Mas Dios le levantó de los muertos.

465

Lo cual, cuando los hermanos entendieron, le acompañaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso.

466

Y algunos de los Judíos, exorcistas vagabundos, tentaron a invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuramos por Jesús, el que Pablo predica.

467

Entonces el acuerdo de los soldados era que mataran los presos, para que ninguno se fugara nadando.

468

Y respondió el tribuno: Yo con grande suma alcancé esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento.

469

Mas como fue determinado que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y algunos otros presos a un centurión, llamado Julio, de la compañía Augusta.

470

Y cuando Saulo llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos tenían miedo de él, no creyendo que era discípulo.

471

Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron un hombre sabio, falso profeta, judío, llamado Barjesús;

472

Y unos daban voces de una manera, y otros de otra manera en la multitud; y como no podía entender nada de cierto a causa del alboroto, mandó llevarle a la fortaleza.

473

Y el gobernador, leída la carta, preguntó de qué provincia era; y entendiendo que de Cilicia,

474

Y Pedro le levantó, diciendo: Levántate; yo mismo también soy hombre.

476

Y un hombre de Listra, impotente de los pies, estaba sentado, cojo desde el vientre de su madre, y jamás había andado.

478

partos y medos, y elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea y en Capadocia, en el Ponto y en Asia,

481

Y como hubo dicho estas cosas, se levantó el rey, y el gobernador, y Berenice, y los que se habían sentado con ellos;

484

Y después que cesó el alboroto, llamando Pablo a los discípulos, habiéndoles exhortado y abrazado, se despidió, y salió para ir a Macedonia.

485

¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio?

486

Y acabadas estas cosas, se propuso Pablo por el Espíritu ir a Jerusalén, después de andar en Macedonia y Acaya, diciendo: Después que hubiere estado allá me será necesario ver también a Roma.

487

Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, vinimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, el cual era uno de los siete, posamos con él.

488

Y saliendo, le seguía; y no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, mas pensaba que veía visión.

489

Este vio en visión manifiestamente, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba a él, y le decía: Cornelio.

490

Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, señaló por el Espíritu, que había de haber una gran hambre en toda la redondez de la tierra; la cual hubo en tiempo de Claudio César.

492

Y después que ellos callaron, Jacobo respondió, diciendo: Varones hermanos, oídme:

494

Y el lugar de la Escritura que leía, era éste: Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que le trasquila, así no abrió su boca;

495

Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio.

496

Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí; porque lo tengo a la diestra, no seré removido.

497

Después de esto volveré y restauraré el tabernáculo de David, que estaba caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar;

498

Y hablando con él, entró, y halló a muchos que se habían juntado.

499

Entonces Moisés mirando, se maravilló de la visión; y acercándose para considerar, fue hecha a él voz del Señor:

500

Entonces hubo un alboroto no pequeño acerca del Camino.

501

y demandó de él letras para Damasco a las sinagogas, para que si hallara algunos hombres o mujeres de este camino, los trajera presos a Jerusalén.

502

Pablo empero, se quedó dos años enteros en su casa de alquiler, y recibía a todos los que a él venían,

503

Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los príncipes de la sinagoga enviaron a ellos, diciendo: Varones hermanos, si hay en vosotros alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad.

505

Y aconteció que Pedro, visitándolos a todos, vino también a los santos que habitaban en Lida.

508

Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerable a todo el pueblo, mandó que sacaran fuera un poco a los apóstoles.

510

Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro cuaterniones de soldados que le guardaran, queriendo sacarle al pueblo después de la Pascua.

511

Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien; al que se agregó un número de hombres como cuatrocientos, el cual fue muerto; y todos los que le creyeron fueron dispersos, y reducidos a nada.

512

Por eso dice también en otro lugar: No permitirás que tu Santo vea corrupción.

513

Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él Señor dijo: YO SOY Jesús el Nazareno a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

514

Y viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? O ¿por qué ponéis los ojos en nosotros, como si con nuestra virtud o piedad hubiéramos hecho andar a éste?

515

Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos que adoraban grande multitud, y mujeres nobles no pocas.

516

Y cuando pasaban por las ciudades, les daban que guardaran los decretos que habían sido determinados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén.

519

Se levantaron entonces unos de la sinagoga que se llama de los libertinos, y cireneos, y alejandrinos, y de los de Cilicia, y de Asia, disputando con Esteban.

521

Entonces Pablo, poniendo los ojos en el concilio, dice: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he conversado delante de Dios hasta el día de hoy.

522

Y los soldados, tomando a Pablo como les era mandado, le llevaron de noche a Antípatris.

523

en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las partes de Africa que está de la otra parte de Cirene, y romanos extranjeros, tanto judíos como convertidos,

524

Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos yugo, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?

525

que (en el Espíritu Santo) por boca de David (nuestro padre), tu siervo, dijiste: ¿Por qué han bramado los gentiles, y los pueblos han pensado cosas vanas?

526

Y luego (entrando) en las sinagogas predicaba a Cristo, diciendo que éste era el Hijo de Dios.

527

Porque fuera de razón me parece enviar un preso, y no señalar las causas.

529

Entonces la multitud, visto lo que Pablo había hecho, alzaron la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses semejantes a hombres han descendido a nosotros.

530

Y como llegaron a Cesarea, y dieron la carta al gobernador presentaron también a Pablo delante de él.

531

el cual os ha enviado a Jesús el Cristo, que os fue antes anunciado;

532

Si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como el profeta dice:

533

Y que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, así lo dijo: Os daré las misericordias fieles prometidas a David.

534

Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no se quedan en la nave, vosotros no podéis salvaros.

535

El entonces pidiendo luz, entró dentro, y temblando, se derribó a los pies de Pablo y de Silas;

536

Y ellos, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia; y de allí navegaron a Chipre.

537

Varones hermanos y padres, oíd la razón que ahora os doy.

538

Después de éste, se levantó Judas el galileo en los días del empadronamiento, y llevó mucho pueblo tras sí. Pereció también aquel; y todos los que consintieron con él, fueron dispersados.

540

Y aconteció al día siguiente, que se juntaron en Jerusalén los príncipes de ellos, y los ancianos, y los escribas;

542

Y como hubieron anunciado el Evangelio a aquella ciudad, y enseñado a muchos, volvieron a Listra, y a Iconio, y a Antioquía,

543

Porque hemos hallado que este hombre es pestilencial, y levantador de sediciones a todos los judíos por todo el mundo, y príncipe de la sediciosa secta de los nazarenos;

544

nos ha parecido, congregados en uno, enviar varones escogidos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo,

546

Y habiendo predicado la Palabra en Perge, descendieron a Atalia;

547

Entonces les impusieron las manos, y recibieron el Espíritu Santo.

548

comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el día que fue recibido arriba de entre nosotros, uno sea hecho testigo con nosotros de su resurrección.

549

Ahora pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y quedarás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. Y luego cayeron en él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quién le diera la mano.

550

les dijo: ¿Habéis recibido el Espíritu Santo después que creisteis? Y ellos le dijeron: Antes ni aun hemos oído si hay Espíritu Santo.

551

Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario, y a los que están conmigo, estas manos me han servido.

552

Entonces sobrevinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le sacaron fuera de la ciudad, pensando que ya estaba muerto.

553

Y despedida la sinagoga, muchos de los judíos y de los religiosos prosélitos siguieron a Pablo y a Bernabé; los cuales hablándoles, les persuadían que permanecieran en la gracia de Dios.

554

Y él fue visto por muchos días de los que habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalén, los cuales hasta ahora son sus testigos al pueblo.

555

Entonces echados fuera todos, Pedro puesto de rodillas, oró; y vuelto al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y viendo a Pedro, se incorporó.

556

Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados han enviado a decir que seas suelto; así que ahora salid, e id en paz.

557

Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro.

558

Con todo eso se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con libertad en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, dando que señales y milagros eran hechos por las manos de ellos.

559

Y nosotros subiendo en el navío, navegamos a Asón, para recibir de allí a Pablo; pues así había determinado que debía él ir por tierra.

561

(porque aún no había descendido en ninguno de ellos, mas solamente eran bautizados en el Nombre de Jesús.)

562

Y después de haber estado allí tres meses, y habiendo de navegar a Siria, le fueron puestas asechanzas por los judíos; y así tomó consejo de volverse por Macedonia.

563

Y despertado el carcelero, como vio abiertas las puertas de la cárcel, sacando la espada se quería matar, pensando que los presos habían huido.

564

Y habiendo estado allí algún tiempo, salió, andando por orden la provincia de Galacia, y Frigia, confirmando a todos los discípulos.

566

Así que, disputaba en la sinagoga con los judíos y con los que adoraban; y en la plaza cada día con los que concurrían.

567

Y como fueron entre sí discordes, se fueron, diciendo Pablo esta palabra: Bien ha hablado el Espíritu Santo por el profeta Isaías a nuestros padres,

568

Entonces Saulo asolaba la Iglesia, entrando por las casas; y trayendo hombres y mujeres, los entregaba en la cárcel.

569

pero fueron informados acerca de ti, que enseñas a apartarse de Moisés a todos los judíos que están entre los gentiles, diciéndoles que no han de circuncidar a los hijos, ni andar según la costumbre.

570

te oiré, dijo, cuando vinieren tus acusadores. Y mandó que le guardaran en el pretorio de Herodes.

571

Asimismo muchos de los que habían practicado vanas artes, trajeron los libros, y los quemaron delante de todos; y echada la cuenta del precio de ellos, hallaron ser cincuenta mil denarios.

573

Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos, también como sobre nosotros al principio.

574

A éste Dios lo levantó al tercer día, y dio que fuera hecho manifiesto,

576

Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,

577

Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba constreñido por el Espíritu, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo.

578

Cuando ellos lo oyeron, glorificaron al Señor, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos de la ley:

579

y Anás, príncipe de los sacerdotes, y Caifás, y Juan y Alejandro, y todos los que eran del linaje sacerdotal;

580

Así que, suscitada una disensión y contienda no pequeña a Pablo y a Bernabé contra ellos, determinaron que subieran Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, sobre esta cuestión.

583

Y acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees?

584

Entonces Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal; que todos estamos aquí.

586

y vio el cielo abierto, y que descendía un vaso, como un gran lienzo, que atado de los cuatro cabos era bajado del cielo a la tierra;

587

Pablo quiso que éste fuera con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que estaban en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego.

588

¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que antes anunciaron la venida del Justo, del cual vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores;

589

a los cuales Jasón ha recibido; y todos éstos hacen contra los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús.

590

Y les echaron suertes, y cayó la suerte sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles.

591

Entonces los judíos que eran desobedientes, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando compañía, alborotaron la ciudad; y acometiendo a la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo.

592

Festo pues, entrado en la provincia, tres días después subió de Cesarea a Jerusalén.

593

Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál escoges de estos dos,

594

Porque Pablo se había propuesto pasar adelante de Efeso, por no detenerse en Asia, porque se apresuraba por hacer el día de Pentecostés, si le fuera posible, en Jerusalén.

595

Y habiéndoles señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales declaraba y testificaba el Reino de Dios, procurando persuadirles lo que es de Jesús, el Cristo, por la ley de Moisés y por los profetas, desde la mañana hasta la tarde.

596

Cuando llegamos a Roma, el centurión entregó los presos al prefecto de los ejércitos, mas a Pablo fue permitido estar por sí, con un soldado que le guardara.

598

Que he perseguido este camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles hombres y mujeres;

600

el cual estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la Palabra de Dios.

602

Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre el Justo, y a Matías.

603

a los cuales, reunidos con los obreros de semejante oficio, dijo: Varones, sabéis que de esta ganancia tenemos nuestras riquezas;

604

Este posa en casa de un Simón, curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que te conviene hacer.

605

Y un joven llamado Eutico que estaba sentado en una ventana, tomado de un sueño profundo, como Pablo predicaba largamente, postrado del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue alzado muerto.

606

Mirad, oh menospreciadores, y entonteceos, y desvaneceos; porque yo hago una obra en vuestros días, obra que no creeréis, si alguien os la contare.

607

Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros príncipes.

611

El, temblando y temeroso, dijo: ¿Señor, qué quieres que haga? Y el Señor le dice: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que te conviene hacer.

612

Entonces llegando el tribuno, le prendió, y le mandó atar con dos cadenas; y preguntó quién era, y qué había hecho.

613

Y habiendo partido de ellos, navegamos y vinimos camino derecho a Cos, y al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara.

614

Y en la fe de su nombre, a éste que vosotros veis y conocéis, ha confirmado su Nombre; y la fe que por él es, ha dado a éste esta sanidad en presencia de todos vosotros.

615

Y cuando escapamos, entonces supimos que la isla se llamaba Melita (o Malta).

618

Y los que habían tomado a cargo a Pablo, le llevaron hasta Atenas; y tomando orden de él para Silas y Timoteo, que vinieran a él lo más presto que pudieran, partieron.

621

Antes, trajisteis el tabernáculo de Moloc, y la estrella de vuestro dios Renfán; figuras que os hicisteis para adorarlas. Os transportaré pues, más allá de Babilonia.

622

Y cuando los trajeron, los presentaron en el concilio; y el príncipe de los sacerdotes les preguntó,

623

Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dice: Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd:

624

Y Agripa dijo a Festo: Podía este hombre ser suelto, si no hubiera apelado a César.

625

Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebres y de disentería; al cual Pablo entró, y después de haber orado, le puso las manos encima, y le sanó;

626

Entonces Pablo habiendo recogido algunos sarmientos, y puéstolos en el fuego, una víbora, huyendo del calor, le acometió a la mano.

627

Y esto fue por espacio de dos años; de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la Palabra del Señor Jesús.

628

Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebraica: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra los aguijones.

630

Entonces dijo: ¿En qué pues sois bautizados? Y ellos dijeron: En el bautismo de Juan.

631

Y cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron de buena voluntad.

632

Y viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante el magistrado;

633

de tal manera que aun se llevaban sobre los enfermos los sudarios y los pañuelos de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los malos espíritus salían de ellos.

634

habiéndolo entendido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y por toda la tierra alrededor.

635

Envía pues ahora hombres a Jope, y haz venir a un Simón, que tiene por sobrenombre Pedro.

637

y parando nosotros allí por muchos días, descendió de Judea un profeta, llamado Agabo;

638

Pero les resistía Elimas, el sabio (que así se interpreta su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul.

639

Ellos, pues, habiendo sido acompañados de algunos de la Iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y daban gran gozo a todos los hermanos.

640

y echando la sonda, hallaron veinte pasos, y pasando un poco más adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince pasos.

641

Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y todos los ancianos se juntaron;

642

Cuando llegaron a Misia, intentaron de ir a Bitinia; mas el Espíritu no les dejó.

643

(Porque antes habían visto con él en la ciudad a Trófimo, efesio, al cual pensaban que Pablo había metido en el Templo.)

644

Tanto que echaban los enfermos por las calles, y los ponían en camas y en lechos, para que viniendo Pedro, a lo menos su sombra tocara a alguno de ellos.

645

De éste daban buen testimonio los hermanos que estaban en Listra y en Iconio.

646

dijo: Oh, lleno de todo engaño y de todo libertinaje, hijo del diablo, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?

647

Y ahora, he aquí, que yo atado del Espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer;

649

Porque Moisés desde los tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien le predique en las sinagogas, donde es leído cada sábado.

650

Mas los judíos incitaron a mujeres pías y honestas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de sus términos.

651

Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar su propia lengua.

652

Y llegó a Efeso, y los dejó allí: y él entrando en la sinagoga, disputó con los judíos,

653

Vosotros sabéis de la palabra que ha sido hecha por toda Judea; que comenzando desde Galilea, después del bautismo que Juan predicó;

654

Yo ciertamente había pensado hacer muchas cosas contrarias contra el nombre de Jesús el Nazareno;

655

Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes maravillas y señales Dios había hecho por ellos entre los gentiles.

656

Porque éstos no están borrachos, como vosotros pensáis, siendo la hora tercia del día;

657

Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el Templo, fui arrebatado fuera de mí.

658

Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablaran ni enseñaran en el Nombre de Jesús.

659

y hallé que le acusaban de cuestiones de la ley de ellos, y que ningún crimen tenía digno de muerte o de prisión.

660

a los cuales, después de habérselo contado todo, los envió a Jope.

662

Y el vulgo de la ciudad estaba dividido; y unos eran con los judíos, y otros con los apóstoles.

663

Este era instruido en el camino del Señor; y ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba diligentemente las cosas que son del Señor Jesús, enseñado solamente en el bautismo de Juan.

668

Arrepiéntete pues de ésta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te será perdonado este pensamiento de tu corazón.

670

Y hubo tal contención entre ellos, que se apartaron el uno del otro; y Bernabé tomando a Marcos, navegó a Chipre.

671

Partidos pues de Troas, vinimos camino derecho a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis;

672

Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar subsidio a los hermanos que habitaban en Judea;

673

Así que, luego se apartaron de él los que le habían de atormentar; y aun el tribuno también tuvo temor, entendido que era romano, por haberle atado.

674

Así que, embarcándonos en la nave Adrumentina, alzamos velas, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica, comenzando a navegar junto a los lugares de Asia.

675

Y saliendo ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el sábado siguiente les hablaran estas palabras.

677

y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la parte de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días.

679

El príncipe de los sacerdotes, Ananías, mandó entonces a los que estaban delante de él, que le hirieran en la boca.

682

Y cuando vinieron a él, les dijo: Vosotros sabéis cómo, desde el primer día que entré en Asia, he estado con vosotros por todo el tiempo,

683

Porque a la verdad David, habiendo servido en su generación a la voluntad de Dios, durmió, y fue juntado con sus padres, y vio corrupción.

684

diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis;

686

Mas algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron, diciendo: Que es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.

687

Y cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle; y derribándose a sus pies, adoró.

689

Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rotas sus ropas, se lanzaron a la multitud, dando voces,

690

Ellos entonces despedidos, descendieron a Antioquía; y juntando la multitud, dieron la carta.

691

Por tanto, yo os protesto el día de hoy, que yo soy limpio de la sangre de todos;

692

Y la noche siguiente, presentán-dosele el Señor, le dijo: Confía, Pablo; que como has testificado de mí en Jerusalén, así te conviene testificar también en Roma.

695

Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados rompiéndoles sus ropas, les mandaron azotar con varas.

696

Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y por los ancianos; y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos.

697

Y sin hallar en él causa de muerte, pidieron a Pilato que le matara.

698

Y nosotros, pasados los días de los panes sin levadura, navegamos de Filipos y vinimos a ellos a Troas en cinco días, donde estuvimos siete días.

699

Y navegamos de allí, al día siguiente llegamos delante de Quío, y al otro día tomamos puerto en Samos; y habiendo reposado en Trogilio, al día siguiente llegamos a Mileto.

700

Y Bernabé y Saulo volvieron de Jerusalén cumplido su servicio, tomando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos.

701

Y llamados dos centuriones, les mandó que apercibieran doscientos soldados, que fueran hasta Cesarea, y setenta de a caballo con los doscientos lanceros, que lo acompañaran desde la hora tercera de la noche.

702

los cuales tienen ya conocido que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más perfecta secta de nuestra religión he vivido, fariseo.

703

Y cumplidos cuarenta años, el ángel del Señor le apareció en el desierto del monte de Sinaí, en fuego de llama de una zarza.

704

Y aconteció en Iconio, que entrados juntamente en la sinagoga de los judíos, hablaron de tal manera, que creyó una grande multitud de judíos, y asimismo de griegos.

705

Y he aquí, el ángel del Señor sobrevino, y una luz resplandeció en la cárcel; e hiriendo a Pedro en el lado, le despertó, diciendo: Levántate prestamente. Y las cadenas se le cayeron de las manos.

706

y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:

707

Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas a aquel Justo, y oigas la voz de su boca.

708

Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.

710

Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como les ordenó Dios, hablando a Moisés que lo hiciera según la forma que había visto.

712

a éstos presentaron delante de los apóstoles, los cuales orando les pusieron las manos encima.

714

Entonces me acordé del dicho del Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua; mas vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo.

715

Y le oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la tierra a un tal hombre, porque no conviene que viva.

718

Y cinco días después descendió el príncipe de los sacerdotes, Ananías, con algunos de los ancianos, y un cierto Tértulo, orador; y comparecieron delante del gobernador contra Pablo.

719

Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, por quienes he pasado predicando el Reino de Dios, verá más mi rostro.

720

Cuando fue de día, los magistrados enviaron los alguaciles, diciendo: Deja ir a aquellos hombres.

721

Y venido el día, algunos de los judíos se juntaron, e hicieron voto bajo maldición, diciendo que ni comerían ni beberían hasta que hubieran matado a Pablo.

722

Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros temen a Dios, a vosotros es enviada esta Palabra de salud.

724

Y les mandó bautizar en el Nombre del Señor Jesús. Y le rogaron que se quedara por algunos días.

727

Y haciendo ímpetu los judíos y los gentiles juntamente con sus príncipes, para afrentarlos y apedrearlos,

728

Y Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el príncipe de los sacerdotes; pues escrito está: Al príncipe de tu pueblo no maldecirás.

730

Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? Y vendida, ¿no estaba en tu potestad? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

731

el cual en las generaciones pasadas ha dejado a todos los gentiles andar en sus caminos;

732

El mismo Simón creyó también entonces, y bautizándose, se llegó a Felipe; y viendo los milagros y grandes maravillas que se hacían, estaba atónito.

733

Y ahora os digo: Dejaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá;

735

Y dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en el que había de venir después de él, es a saber, en Cristo Jesús.

737

Y el sacerdote de Júpiter, que estaba delante de la ciudad de ellos, trayendo toros y guirnaldas delante de las puertas, quería con el pueblo sacrificarles.

738

Y nosotros también os anunciamos el Evangelio de aquella promesa que fue hecha a los padres,

740

Entonces Pablo les dijo: Azotados públicamente sin ser condenados, siendo hombres romanos, nos echaron en la cárcel; y ¿ahora nos echan encubiertamente? No, de cierto, sino vengan ellos y sáquennos.

741

Entonces Pablo le dijo: Dios te herirá a ti, pared blanqueada; ¿y estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y contra la ley me mandas herir?

742

Y diciendo él estas cosas, (y dando razón de sí) Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco.

743

Y pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, porque ya era pasado el ayuno, Pablo amonestaba,

744

Mas ayudado del auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de venir:

745

Y pasando a Misia, descendieron a Troas.

746

no a todo el pueblo, sino a testigos que Dios antes había ordenado, es a saber, a nosotros que comimos y bebimos juntamente con él, después que resucitó de los muertos.

747

Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos exhortados, escribieron a los discípulos que le recibieran; y venido él, aprovechó mucho por la gracia a los que habían creído;

748

Y pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesarea a saludar a Festo.

750

E ido el ángel que hablaba con Cornelio, llamó a dos de sus criados, y un soldado temeroso del Señor de los que le asistían;

752

diciendo: ¿No os denunciamos estrechamente, que no enseñarais en este nombre? Y he aquí, habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de este hombre.

753

Y aconteció que tres días después, Pablo convocó a los principales de los judíos; a los cuales, luego que estuvieron juntos, les dijo: Yo, varones hermanos, no habiendo hecho nada contra el pueblo, ni contra los ritos de la patria, he sido entregado preso desde Jerusalén en manos de los romanos;

754

Entonces todos los griegos tomando a Sóstenes, principal de la sinagoga, le herían delante del tribunal; y a Galión nada se le daba de ello.

756

Entonces Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti mismo. Pablo entonces, extendiendo la mano, comenzó a dar razón por sí, diciendo:

757

Mas aconteció que yendo yo, y llegando cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo;

758

Porque si alguna injuria, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehuso morir; mas si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede darme a ellos. A César apelo.

759

Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque era el que llevaba la palabra.

760

Y citado que fue, Tértulo comenzó a acusarle, diciendo: Como por causa tuya vivamos en gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia,

762

¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en su lengua en que somos criados?

763

Y esto hacía por muchos días; mas desagradando esto a Pablo, se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el Nombre de Jesús, el Cristo, que salgas de ella. Y salió en la misma hora.

764

Y esto fue notorio a todos, así judíos como griegos, los que habitaban en Efeso; y cayó temor sobre todos ellos, y era ensalzado el Nombre del Señor Jesús.

765

Y venido a nosotros, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.

766

Acerca de todas las cosas de que soy acusado por los judíos, oh rey Agripa, me tengo por bienaventurado de que haya hoy de defenderme delante de ti;

767

Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y no le vio más el eunuco, y se fue por su camino gozoso.

768

Y partió Bernabé a Tarso a buscar a Saulo; y hallado, lo trajo a Antioquía.

769

El cual, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó; y exhortó a todos a que permanecieran en su propósito del corazón en el Señor.

770

El cual recibido, lo introdujeron también nuestros padres con Jesús \'

771

Y venida la decimacuarta noche, y siendo llevados en el mar Adriático, los marineros a la medianoche sospecharon que estaban cerca de alguna tierra;

772

Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.

773

Y algunos días después, viniendo Félix con Drusila, su mujer, la cual era judía, llamó a Pablo, y oyó de él la fe que es en el Cristo.

774

Pero luego los hermanos enviaron a Pablo que fuera hacia el mar; y Silas y Timoteo se quedaron allí.

775

Y se espantaron los fieles que eran de la circuncisión, que habían venido con Pedro, de que también sobre los gentiles se derramara el don del Espíritu Santo.

778

El cielo es mi trono, y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis?, Dice el Señor; ¿o cuál es el lugar de mi reposo?

779

Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama la Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora;

780

Y saliendo de allí, entró en casa de uno llamado Tito el Justo, temeroso de Dios, la casa del cual estaba junto a la sinagoga.

782

Y habiendo dicho esto, tomando el pan, dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiendo, comenzó a comer.

783

mas si es de Dios, no la podréis deshacer; no seáis tal vez hallados resistiendo a Dios.

785

Y Dios se apartó, y los entregó a que sirvieran al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, Casa de Israel?

786

Y Pedro, con Juan, fijando los ojos en él, dijo: Míranos.

787

Mas levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto te he aparecido, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que apareceré a ti;

789

Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; mas no oyeron la voz del que hablaba conmigo.

790

Y se levantó un gran clamor: y levantándose los escribas de la parte de los fariseos, contendían diciendo: Ningún mal hallamos en este hombre; que si espíritu le ha hablado, o ángel, no resistamos a Dios.

794

Y no habiendo puerto cómodo para invernar, muchos acordaron pasar aun de allí, por si pudieran arribar a Fenice e invernar allí, que es un puerto de Creta, al Africa y al poniente.

795

Me hiciste notorios los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia.

796

Y tomándolos él en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y se bautizó luego él, y todos los suyos.

797

Mas a Silas pareció bien el quedarse allí.

798

Y cumplidos aquellos días, salimos acompañándonos todos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera de la ciudad; y puestos de rodillas en la ribera, oramos.

799

Y después de estos días, apercibidos, subimos a Jerusalén.

800

Estos yendo delante, nos esperaron en Troas.

801

de donde, oyendo de nosotros los hermanos, nos salieron a recibir hasta la plaza de Apio, y Las Tres Tabernas, a los cuales como Pablo vio, dio gracias a Dios, y tomó aliento.

803

en mitad del día, oh rey, vi en el camino una luz del cielo, que sobrepujaba al resplandor del sol, la cual me rodeó y a los que iban conmigo.

804

(Y como oyeron que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio.) Y dijo:

805

Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Fuera de cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no partir de Creta, y evitar este inconveniente y daño.

806

Y muchas veces, castigándolos por todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras.

807

Así que, por esta causa, os he llamado para veros y hablaros; porque por la esperanza de Israel estoy rodeado de esta cadena.

808

Y nos quedamos allí siete días, hallados los discípulos, los cuales decían a Pablo por el Espíritu, que no subiera a Jerusalén.

809

Entonces el procónsul, viendo lo que había sido hecho, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.

810

A vosotros primeramente, Dios, levantando a su Hijo, Jesús, lo envió para que os bendijera, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.

811

Y al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo llamado a sus parientes y los amigos más familiares.

812

Entonces un hijo de la hermana de Pablo, oyendo las asechanzas, fue, y entró en la fortaleza, y dio aviso a Pablo.

813

Y los hombres que iban con Saulo, se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas no viendo a nadie.

814

y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo también estaba presente, y consentía a su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.

815

En lo cual ocupado, yendo a Damasco con potestad y comisión de los príncipes de los sacerdotes,

816

Y nosotros, cumplida la navegación, vinimos de Tiro a Tolemaida; y habiendo saludado a los hermanos, nos quedamos con ellos un día.

817

Y hallando un barco que pasaba a Fenicia, nos embarcamos, y partimos.

818

Pues el rey sabe estas cosas, delante del cual también hablo confiadamente. Pues no pienso que ignora nada de esto; pues no ha sido esto hecho en algún rincón.

819

De allí, costeando alrededor, vinimos a Regio; y otro día después, soplando el austro, vinimos al segundo día a Puteoli,

820

Y aconteció que se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón, curtidor.

822

Entonces Pablo, haciéndole el gobernador señal que hablara, respondió: Porque sé que desde hace muchos años eres gobernador de esta nación, con buen ánimo satisfaré por mí.

823

Este oyó hablar a Pablo; el cual, como puso los ojos en él, y vio que tenía fe para ser sanado,

824

Y le dijo Pedro: Eneas, El Señor Jesús, el Cristo, te sana; levántate, y hazte tu cama. Y luego se levantó.

825

Y respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; mas vosotros, ¿quiénes sois?

826

A este Moisés, al cual habían rehusado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por príncipe y juez? A éste envió Dios por príncipe y redentor con la mano del ángel que le apareció en la zarza.

828

Pero los judíos, vista la multitud, se llenaron de celo, y se oponían a lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando.

829

Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí te será dicho todo lo que te está señalado hacer.

830

Y Pablo dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde conviene que sea juzgado. A los judíos no he hecho injuria alguna, como tú sabes muy bien.

831

Y soplando el austro, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, alzando velas, tenían cerca la costa de Creta.

832

lo cual también hice en Jerusalén, y yo encerré en cárceles a muchos de los santos, recibida potestad de los príncipes de los sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto.

833

(Y había siete hijos de un tal Esceva, judío, príncipe de los sacerdotes, que hacían esto.)

834

porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y de los oídos oyeron pesadamente, y sus ojos taparon; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane.

835

Mas querríamos oír de ti lo que sientes; porque de esta secta notorio nos es que en todos lugares es contradicha.

836

Y ahora, por la esperanza de la promesa hecha por Dios a nuestros padres, soy llamado a juicio;

837

Y como avistamos a Chipre, dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria, y vinimos a Tiro, porque el barco había de descargar allí su carga.

838

Porque peligro hay de que seamos argüidos de sedición por hoy, no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso.

839

doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, que no habían de ver más su rostro. Y le acompañaron al navío.

840

Entonces descendió Pablo, y se derribó sobre él, y abrazándole, dijo: No os alborotéis, que aún su alma está en él.

841

Y anduvo la Siria y la Cilicia, confirmando a las Iglesias.

843

Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; que ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá.

844

Mas endureciéndose algunos desobedientes, maldiciendo el Camino delante de la multitud, Pablo se apartó de ellos y separó a los discípulos, disputando cada día en la escuela de un cierto Tiranno.

845

Felipe empero se halló en Azoto; y pasando, anunciaba el Evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.

846

Yo Soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Mas Moisés, temeroso, no osaba mirar.

848

mas interviniendo el tribuno Lisias, con gran violencia le quitó de nuestras manos,

849

Entonces ellos dando grandes voces, se taparon sus oídos, y arremetieron unánimes contra él;

850

En aquellos lugares había heredades de un principal de la isla, llamado Publio, el cual nos recibió y hospedó tres días humanamente.

851

Este es el Moisés, el cual dijo a los hijos de Israel: Un profeta os levantará el Señor Dios vuestro de vuestros hermanos, como yo; a él oiréis.

852

Y como vio la visión, luego procuramos partir a Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciáramos el Evangelio.

853

Y vinieron también con nosotros de Cesarea algunos de los discípulos, trayendo consigo a un Mnasón, cipriano, discípulo antiguo, con el cual posáremos.

854

Y respondiendo el eunuco a Felipe, dijo: Te ruego ¿de quién dice el profeta esto? ¿De sí, o de alguno otro?

855

Y navegando muchos días despacio, y habiendo apenas llegado delante de Gnido, no dejándonos el viento, navegamos bajo de Creta, junto a Salmón.

856

Y Bernabé quería que tomaran consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos;

857

Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio fue en mi nación, en Jerusalén, todos los judíos la saben;

858

hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

859

Y le dijo el Señor: Quita los zapatos de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa.

860

el cual tomado, usaban de remedios, ciñendo la nave; y teniendo temor de que dieran en la Sirte, abajadas las velas, eran así llevados.

861

Entonces sacudiendo en ellos el polvo de sus pies, vinieron a Iconio.

862

Así que, luego envié a ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado.

863

Y costeándola difícilmente, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea.

864

Así que creyeron muchos de ellos; y mujeres griegas honestas, y no pocos hombres.

865

y será, que cualquier alma que no oyere a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.

866

Mas siéndome dado aviso de asechanzas que le habían aparejado los judíos, en la misma hora le he enviado a ti, y he denunciado también a los acusadores que traten delante de ti lo que tienen contra él. Pásalo bien.

867

Pero no mucho después dio en ella un viento repentino, que se llama Euroaquilo.

868

dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y saltó, y anduvo.

869

Cuando entendieron los judíos de Tesalónica que también en Berea era anunciada la Palabra de Dios por Pablo, fueron allí, y también alborotaron al pueblo.

870

mas a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra.

872

Pedro entonces levantándose, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron al cenadero, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas les hacía cuando estaba con ellas.

873

Y al otro día, viniendo Agripa y Berenice con mucha pompa, y entrando en la audiencia con los tribunos y principales varones de la ciudad, por mandato de Festo, fue traído Pablo.

875

Y comenzando Pablo a abrir la boca, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún agravio o algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho yo os toleraría.

876

Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción.

877

Y no apareciendo sol ni estrellas por muchos días, y viniendo una tempestad no pequeña, ya era perdida toda la esperanza de nuestra salud.

878

Cuando se hizo de día, no conocían la tierra; pero veían un golfo que tenía orilla, al cual acordaron echar, si pudieran, la nave.

879

Y yo dije: Señor, ellos saben que yo encerraba en cárcel, y hería por las sinagogas a los que creían en ti;

880

dando Pablo razón: Que ni contra la ley de los judíos, ni contra el Templo, ni contra César he pecado en nada.

881

Al otro día llegamos a Sidón; y Julio, tratando a Pablo humanamente, le permitió que fuera a los amigos, para ser de ellos asistido.

882

en su humillación su juicio fue quitado; mas su generación, ¿Quién la contará? Porque es quitada de la tierra su vida.

883

a la cual promesa nuestras doce tribus, sirviendo constantemente de día y de noche, esperan que han de llegar. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado de los judíos.

884

Entonces Félix, oídas estas cosas, les puso dilación, diciendo: Al estar más informado de este camino, cuando descendiere el tribuno Lisias acabaré de conocer de vuestro negocio.

885

Y Pablo dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de templanza.

886

Y habiendo grande disensión, el tribuno, teniendo temor de que Pablo fuera despedazado de ellos, mandó venir una compañía de soldados, y arrebatarle de en medio de ellos, y llevarle a la fortaleza.

887

Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico.

888

Y cuando los bárbaros vieron la bestia venenosa colgando de su mano, decían los unos a los otros: Ciertamente este hombre es homicida, que escapado del mar, el castigo no lo deja vivir.

889

y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

890

Y aconteció en aquellos días que enfermando, murió; a la cual, después de lavada, la pusieron en un cenadero.

891

Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo Soy Jesús, a quien tú persigues.

892

Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los profetas:

893

Y habiendo pasado el mar de Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia.

894

Mas recibida satisfacción de Jasón y de los demás, los soltaron.

895

pues habéis traído a estos hombres, sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa.

896

Después subiendo, y partiendo el pan, y gustando, habló largamente hasta el alba, y así salió.

898

Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando en ellos, y enseñoreándose de ellos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.

900

Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.

901

Y viniendo, les rogaron; y sacándolos, les pidieron que se salieran de la ciudad.

902

Y les dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros acerca de estos hombres en lo que habéis de hacer.

903

Envía pues a Jope, y haz venir a un Simón, que tiene por sobrenombre Pedro; éste posa en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; (el cual venido, te hablará).

904

el cual halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob.

905

siempre y en todo lugar lo recibimos con todo hacimiento de gracias, oh excelentísimo Félix.

906

Entonces un Ananías, varón pío conforme a la ley, que tenía tal testimonio de todos los judíos que allí moraban,

907

y lo ponían a los pies de los apóstoles; y era repartido a cada uno de acuerdo a su necesidad.

908

a los cuales respondí; no ser costumbre de los Romanos dar alguno a la muerte antes que el que es acusado tenga presentes sus acusadores, y haya lugar de defenderse de la acusación.

909

Mas tú no les creas; porque más de cuarenta hombres de ellos le acechan, los cuales han hecho voto bajo maldición, de no comer ni beber hasta que le hayan muerto; y ahora están apercibidos esperando tu promesa.

910

Cuando se juntó con nosotros en Asón, tomándole vinimos a Mitilene.

911

como tenía una heredad, la vendió, y trajo el precio, y lo puso a los pies de los apóstoles.

912

al cual nuestros padres no quisieron obedecer; antes le desecharon, y se apartaron de corazón a Egipto,

913

diciendo a Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, que nos sacó de tierra de Egipto, no sabemos qué le ha acontecido.

914

Y los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios maldices?

915

Pero dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave; y la proa, hincada, estaba sin moverse, y la popa se abría con la fuerza del mar.

916

Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prestamente fuera de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí.

917

diciendo: Que éste persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley.

918

Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como me ha dicho;

919

a los cuales, cuando los hubo saludado, contó en detalle lo que Dios había hecho entre los gentiles por su ministerio.

920

Este los sacó, haciendo prodigios y milagros en la tierra de Egipto, y en el mar Bermejo, y en el desierto por cuarenta años.

921

como también el príncipe de los sacerdotes me es testigo, y todos los ancianos; de los cuales también tomando letras a los hermanos, iba a Damasco para traer presos a Jerusalén aun a los que estuvieran allí, para que fueran castigados.

922

el cual también intentó violar el Templo; y prendiéndole, le quisimos juzgar conforme a nuestra ley;

923

Pero ellos estaban esperando cuándo se había de hinchar, o caer muerto de repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, mudados, decían que era un dios.

924

Y había muchas lámparas en el aposento alto donde estaban juntos.

925

solamente tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su superstición, y de un cierto Jesús, difunto, el cual Pablo afirma que está vivo.

926

diciendo: Varones, veo que con trabajo y mucho daño, no sólo de la cargazón y de la nave, mas aun de nuestras personas, habrá de ser la navegación.

927

Y mandó al centurión que Pablo fuera guardado, y aliviado de las prisiones; y que no vedara a ninguno de los suyos servirle, o venir a él.

928

diciendo: Pablo, no temas; es necesario que seas presentado delante de César; y he aquí, Dios te ha dado a todos los que navegan contigo.

929

mandando a sus acusadores que vinieran a ti; del cual tú mismo juzgando, podrás entender todas estas cosas de que le acusamos.

930

Y deteniéndose entre ellos no más de diez días, venido a Cesarea, el siguiente día se sentó en el tribunal, y mandó que Pablo fuera traído.

931

los cuales se fueron al príncipe de los sacerdotes y a los ancianos, y dijeron: Nosotros hemos hecho voto de anatema, que no hemos de gustar nada hasta que hayamos matado a Pablo.

932

donde habiendo hallado los hermanos, nos rogaron que nos quedáramos con ellos siete días; y luego vinimos a Roma,

933

Y la palabra del Señor era esparcida por toda aquella provincia.

934

Mas Festo, queriendo congraciarse con los judíos, respondiendo a Pablo, dijo: ¿Quieres subir a Jerusalén, y allá ser juzgado de estas cosas delante de mí?

935

Que si Demetrio y los oficiales que están con él tienen negocio con alguno, audiencias se hacen, y procónsules hay; acúsense los unos a los otros.

936

Pero si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros; porque yo no quiero ser juez de estas cosas.

937

Entonces ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido cartas tocante a ti de Judea, ni viniendo alguno de los hermanos nos haya denunciado o hablado algún mal de ti.

938

Y llevados de la corriente hacia una pequeña isla que se llama Clauda, apenas pudimos ganar el esquife;

939

Y alborotaron al pueblo y a los gobernadores de la ciudad, oyendo estas cosas.

940

He visto, he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído el gemido de ellos, y he descendido para librarlos. Ahora pues, ven, te enviaré a Egipto.

941

Y vinieron a él el príncipe de los sacerdotes y los principales de los judíos contra Pablo; y le rogaron,

942

Y entonces hicieron el becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y en las obras de sus manos se regocijaron.

944

Mas contradiciendo los judíos, fui forzado a apelar a César; no que tenga de qué acusar a mi nación.

945

los cuales también nos honraron con muchos obsequios; y cuando partimos, nos cargaron de las cosas necesarias.

946

Y llevaron al joven vivo, y fueron consolados no poco.

947

Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis.

948

Pero el centurión creía más al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía.

949

Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo Soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.

950

Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, rogándole: No te detengas en venir hasta nosotros.

951

y esto hecho, también otros que en la isla tenían enfermedades, llegaban, y eran sanados;

952

Y los alguaciles volvieron a decir a los magistrados estas palabras; y tuvieron miedo, oído que eran romanos.

953

Mas él, sacudiendo la bestia en el fuego, ningún mal padeció.

955

Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones que estáis aquí juntos con nosotros; veis a éste, por el cual toda la multitud de los Judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces que no conviene que viva más;

956

Lo cual como oímos, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiera a Jerusalén.

958

Y el tribuno, tomándole de la mano y retirándose aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que tienes que decirme?

959

Y siendo arrebatada de él la nave, que no podía resistir contra el viento, dejada la nave a los vientos, éramos llevados.

960

Entonces Festo, habiendo hablado con el consejo, respondió: ¿A César has apelado? A César irás.

961

Porque tú puedes entender que no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén;

962

pidiendo gracia contra él, que le hiciera traer a Jerusalén, poniendo ellos asechanzas para matarle en el camino.

963

Esto fue notorio por toda Jope; y creyeron muchos en el Señor.

964

Y él dijo: Los judíos han concertado rogarte que mañana saques a Pablo al concilio, como que han de inquirir de él alguna cosa más cierta.

965

mayormente sabiendo tú todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos, por lo cual te ruego que me oigas con paciencia.

966

Y los echó del tribunal.

967

Y hallando allí el centurión una nave Alejandrina que navegaba a Italia, nos puso en ella.

968

Así que, habiendo venido ellos juntos acá, sin ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el tribunal, mandé traer al hombre;

969

Y alzando velas desde allí, navegamos bajo de Chipre, porque los vientos eran contrarios.

970

Ahora pues, vosotros, con el concilio, requerid al tribuno que le saque mañana a vosotros como que queréis entender de él alguna cosa más cierta; y nosotros, antes que él llegue, estaremos aparejados para matarle.

971

Y él le dio la mano, y la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.

972

Y como yo no veía a causa de la claridad de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, vine a Damasco.

973

Entonces el tribuno despidió al joven, mandándole que a nadie dijera que le había dado aviso de esto.

974

cuando me hallaron purificado en el Templo (no con multitud ni con alboroto) unos judíos de Asia;

976

los cuales debieron comparecer delante de ti, y acusarme, si contra mí tenían algo.

977

Y Pablo, llamando a uno de los centuriones, dice: Lleva a este joven al tribuno, porque tiene cierto aviso que darle.

978

Mas apelando Pablo a ser guardado al conocimiento de Augusto, mandé que le guardaran hasta que le enviara a César.

979

Y como estuvieron allí muchos días, Festo declaró la causa de Pablo al rey, diciendo: Un varón ha sido dejado preso por Félix,

980

Los que de vosotros puedan, dijo, desciendan juntamente; y si hay algo en este varón, acúsenle.

981

Pero por no molestarte más largamente, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu clemencia.

982

El cual venido, le rodearon los judíos que habían venido de Jerusalén, poniendo contra Pablo muchas y graves acusaciones, las cuales no podían probar;

983

Y como hubo dicho esto, fue hecha disensión entre los fariseos y los saduceos; y la multitud fue dividida.

984

y ni me hallaron en el Templo disputando con ninguno, ni haciendo concurso de multitud, ni en sinagogas, ni en la ciudad;

985

¿No hizo mi mano todas estas cosas?

986

si no sea que, estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de la resurrección de los muertos soy hoy juzgado de vosotros.

987

sobre el cual, cuando fui a Jerusalén, vinieron a mí los príncipes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo venganza contra él;

988

Y eran por todos como unos doce hombres.

989

Mas siendo atormentados de una vehemente tempestad, al siguiente día alijaron;

990

viniendo a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella hora le miré.

991

Mas el centurión, queriendo salvar a Pablo, estorbó este acuerdo, y mandó que los que pudieran nadar, se echaran los primeros, y salieran a tierra;

992

Y yo, dudando en cuestión semejante, dije, si quería ir a Jerusalén, y allá ser juzgado de estas cosas.

993

Entonces Agripa dijo a Festo: Yo también quisiera oír a ese hombre. Y él dijo: Mañana le oirás.

994

con todo, es necesario que demos en una isla.

995

Y llegados a Siracusa, estuvimos allí tres días.

996

Pero Festo respondió, que Pablo estaba guardado en Cesarea, adonde él mismo partiría presto.

997

El entonces tomándole, le llevó al tribuno, y dijo: El preso Pablo, llamándome, me rogó que trajera ante ti este joven, que tiene algo que hablarte.

998

Y eran más de cuarenta los que habían hecho esta conjuración;

999

Y abrazándonos los unos a los otros, subimos al barco, y ellos se volvieron a sus casas.

1000

y al tercer día nosotros, con nuestras manos, arrojamos las obras muertas de la nave.