Most Popular Bible Verses in Lamentaciones

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2

Hizo envejecer mi carne y mi piel; quebrantó mis huesos.

3

¡Cómo está sentada sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda; La princesa entre las provincias es hecha tributaria.

4

Edificó contra mí, y me cercó de tósigo y de trabajo.

5

Judá ha ido en cautiverio, a causa de la aflicción y de dura servidumbre; Ella moró entre las gentes, y no halló descanso: Todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras.

6

Sus enemigos han sido hechos cabeza, sus enemigos fueron prosperados; porque Jehová la afligió por la multitud de sus rebeliones; sus niños fueron en cautividad delante del enemigo.

7

Las calzadas de Sión tienen luto, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes; todas sus puertas están asoladas, sus sacerdotes gimen, sus vírgenes afligidas, y ella tiene amargura.

8

Cortó con el furor de su ira todo el cuerno de Israel; Hizo volver atrás su diestra delante del enemigo; y se encendió en Jacob como llama de fuego que ha devorado todo en derredor.

9

Los que comían delicadamente, asolados fueron en las calles; los que se criaron entre púrpura, abrazaron los muladares.

10

Se fue de la hija de Sión toda su hermosura; sus príncipes fueron como ciervos que no hallan pasto, y anduvieron sin fuerzas delante del perseguidor.

11

Jerusalén, cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien le ayudase, se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones, y de todas sus cosas deseables que tuvo desde los tiempos antiguos; la miraron los enemigos, y se burlaron de sus sábados.

12

Me asentó en oscuridades, como los ya muertos de mucho tiempo.

13

Pecado cometió Jerusalén; por lo cual ella ha sido removida: Todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza; Y ella suspira, y se vuelve atrás.

14

Extendió su mano el enemigo a todas sus cosas preciosas; y ella ha visto entrar en su santuario las gentes, de las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación.

15

Todo su pueblo buscó su pan suspirando; Dieron por la comida todas sus cosas preciosas, para entretener la vida. Mira, oh Jehová, y ve que estoy abatida.

16

Su inmundicia está en sus faldas; no se acordó de su postrimería: Por tanto ella ha caído asombrosamente, no tiene consolador. Mira, oh Jehová, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.

17

Y se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, que fue derribada en un momento, sin que manos asentaran sobre ella.

18

¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino? Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido; porque Jehová me ha angustiado en el día de su ardiente furor.

19

El yugo de mis transgresiones está atado por su mano, ataduras han subido sobre mi cerviz: ha hecho que falten mis fuerzas; me ha entregado el Señor en manos contra las cuales no podré levantarme.

20

Venga delante de ti toda su maldad, y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis rebeliones; porque muchos son mis suspiros, y mi corazón desfallece.

21

Jehová es justo; pues yo contra su palabra me rebelé. Oíd ahora, pueblos todos, y ved mi dolor: Mis vírgenes y mis jóvenes fueron en cautiverio.

22

Me cercó por todos lados, y no puedo salir; ha hecho pesadas mis cadenas.

23

El Señor ha hollado a todos mis hombres fuertes en medio de mí; Convocó contra mí asamblea para quebrantar mis jóvenes; como lagar ha pisoteado el Señor a la virgen hija de Judá.

24

Desde lo alto envió fuego en mis huesos, el cual prevaleció; ha extendido red a mis pies, me volvió atrás, me dejó desolada, y desfallezco todo el día.

25

Por esta causa yo lloro; mis ojos, mis ojos fluyen aguas; porque el consolador que debiera reanimar mi alma se alejó de mí; mis hijos están desolados, porque el enemigo prevaleció.

26

Sión extendió sus manos, no tiene quien la consuele; Jehová dio mandamiento contra Jacob, que sus enemigos lo rodeasen; Jerusalén fue como una mujer menstruosa entre ellos.

27

Oyeron que gemía, mas no hay consolador para mí: Todos mis enemigos han oído mi mal, se han alegrado de que tú lo hiciste. Harás venir el día que has anunciado, y serán como yo.

29

Entesó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario, y destruyó todo lo que era agradable a la vista: En la tienda de la hija de Sión derramó como fuego su enojo.

30

Llamé a mis amantes, pero ellos me han engañado; Mis sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron, cuando buscaban comida para sí con que entretener su vida.

31

Mira, oh Jehová, que estoy atribulada; mis entrañas hierven, mi corazón se revuelve dentro de mí; porque me rebelé en gran manera; de fuera la espada priva de hijos, en casa señorea la muerte.

32

Oscuro más que la negrura es su aspecto; no los conocen por las calles: Su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo.

33

Aun cuando clamé y di voces, cerró los oídos a mi oración.

34

Al egipcio y al asirio extendimos la mano, para saciarnos de pan.

35

El Señor fue como un enemigo, devoró a Israel; destruyó todos sus palacios, demolió sus fortalezas; y multiplicó en la hija de Judá la tristeza y el lamento.

36

Y violentamente arrancó su tabernáculo como de un huerto, destruyó el lugar donde se congregaban; Jehová ha hecho olvidar las fiestas solemnes y los sábados en Sión, y en el ardor de su ira ha desechado al rey y al sacerdote.

37

Torció mis caminos, y me despedazó; me dejó asolado.

39

Sus nazareos fueron más puros que la nieve, más blancos que la leche. Sus cuerpos más rubicundos que los rubíes, más bellos que el zafiro.

40

Su arco entesó, y me puso como blanco a la saeta.

41

El Señor desechó su altar, menospreció su santuario, ha entregado en mano del enemigo los muros de sus palacios; han dado gritos en la casa de Jehová como en día de fiesta.

42

Yo soy el hombre que ha visto aflicción por la vara de su enojo.

43

Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel.

46

Se sentaron en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sión; Echaron polvo sobre sus cabezas, se ciñeron de cilicio; las vírgenes de Jerusalén bajaron sus cabezas a tierra.

47

Jehová determinó destruir el muro de la hija de Sión; Extendió el cordel, no retrajo su mano de destruir: Hizo, pues, que se lamentara el antemuro y el muro; languidecen juntos.

48

Sus puertas fueron echadas por tierra, destruyó y quebrantó sus cerrojos: Su rey y sus príncipes están entre los gentiles donde no hay ley; sus profetas tampoco hallaron visión de Jehová.

50

Hizo entrar en mis entrañas las saetas de su aljaba.

53

Todos los que pasaban por el camino, batieron las manos sobre ti; silbaron, y movieron sus cabezas sobre la hija de Jerusalén, diciendo: ¿Es ésta la ciudad que llamaban: La perfección de la hermosura, el gozo de toda la tierra?

55

Decían a sus madres: ¿Dónde está el trigo y el vino? Desfallecían como heridos en las calles de la ciudad, derramando sus almas en el regazo de sus madres.

57

Todos tus enemigos abrieron contra ti su boca, silbaron, y rechinaron los dientes; dijeron: La hemos devorado; ciertamente éste es el día que esperábamos; lo hemos hallado, lo hemos visto.

58

Más dichosos fueron los muertos a espada que los muertos por el hambre; porque éstos murieron poco a poco por falta de los frutos de la tierra.

59

Levántate, da voces en la noche, en el principio de las vigilias; derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; alza tus manos hacia Él por la vida de tus pequeñitos, que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.

60

Mis ojos desfallecieron de lágrimas, se conmovieron mis entrañas, mi hígado se derramó por tierra por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo, cuando desfallecía el niño y el que mamaba, en las plazas de la ciudad.

61

Mi alma aún lo recuerda, y se humilla dentro de mí.

62

Las manos de las mujeres piadosas cocieron a sus propios hijos; les sirvieron de comida en el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

64

¿Qué testigo te traeré, o a quién te haré semejante, hija de Jerusalén? ¿A quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sión? Porque tu quebrantamiento es grande como el mar; ¿quién te sanará?

65

Siervos se enseñorearon de nosotros; no hay quien de su mano nos libre.

67

¡Cómo oscureció el Señor en su furor a la hija de Sión! Derribó del cielo a la tierra la hermosura de Israel, y no se acordó del estrado de sus pies en el día de su ira.

68

Tus profetas vieron para ti vanidad y locura; y no descubrieron tu pecado para impedir tu cautiverio, sino que te predicaron vanas profecías y extravíos.

69

Porque el Señor no desecha para siempre;

70

Jehová cumplió su enojo, derramó el ardor de su ira; y encendió fuego en Sión, que consumió sus cimientos.

72

Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan a causa de la espada del desierto.

73

Jehová ha hecho lo que tenía determinado, ha cumplido su palabra que Él había mandado desde tiempo antiguo: Destruyó, y no perdonó; y ha hecho que se alegre sobre ti el enemigo, y ha enaltecido el cuerno de tus adversarios.

74

Violaron a las mujeres en Sión, a las vírgenes en las ciudades de Judá.

75

Mira, oh Jehová, y considera a quién has hecho así. ¿Han de comer las mujeres su fruto, los pequeñitos de sus crías? ¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?

76

Me guió y me llevó en tinieblas, y no en luz.

78

Ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día.

79

Niños y viejos yacían por tierra en las calles; Mis vírgenes y mis jóvenes cayeron a espada: Mataste en el día de tu furor, degollaste, no perdonaste.

82

Nunca los reyes de la tierra, ni todos los que habitan en el mundo, creyeron que el enemigo y el adversario entrarían por las puertas de Jerusalén.

84

Destruyó el Señor, y no perdonó; Devoró en su furor todas las tiendas de Jacob: Echó por tierra las fortalezas de la hija de Judá, humilló el reino y a sus príncipes.

85

Es por los pecados de sus profetas, por las maldades de sus sacerdotes, que derramaron en medio de ella la sangre de los justos.

86

Has llamado, como a día de solemnidad, mis temores de todas partes; y en el día del furor de Jehová no hubo quien escapase ni quedase vivo. Los que crié y mantuve, mi enemigo los acabó.

87

Gózate y alégrate, hija de Edom, la que habitas en tierra de Uz: Aun hasta ti pasará el cáliz; te embriagarás, y vomitarás.

88

El aliento de nuestra nariz, el ungido de Jehová fue apresado en sus fosos; de quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las naciones.

89

El corazón de ellos clamaba al Señor: Oh muro de la hija de Sión, corran tus lágrimas como un arroyo día y noche; no descanses, ni cesen las niñas de tus ojos.

90

¡Cómo se ha oscurecido el oro! ¡Cómo el buen oro se ha demudado! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.

92

Ponga su boca en el polvo, por si aún hay esperanza.

95

Llevaron los jóvenes a moler, y los muchachos desfallecieron bajo el peso de la leña.

96

Príncipes han sido colgados por su mano; no respetaron el rostro de los viejos.

97

Se ha cumplido el castigo de tu iniquidad, oh hija de Sión: Nunca más te hará llevar cautiva. Él castigará tu iniquidad, oh hija de Edom; pondrá al descubierto tus pecados.

98

¡Apartaos! ¡Inmundos! les gritaban, ¡Apartaos, apartaos, no toquéis! Cuando huyeron y fueron dispersados, dijeron entre las naciones: Nunca más morarán aquí.

99

La lengua del niño de pecho, se pegó a su paladar, a causa de la sed: Los pequeños pidieron pan, y no hubo quien para ellos lo partiese.

100

Aun han desfallecido nuestros ojos tras nuestro vano socorro: En nuestra esperanza aguardamos a una nación que no puede salvar.

101

Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido: Ve y mira nuestro oprobio.

102

La ira de Jehová los apartó, no los mirará más: No respetaron la faz de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de los viejos.

103

Aun los monstruos marinos sacan la teta, y amamantan a sus chiquitos: La hija de mi pueblo se ha vuelto cruel, como los avestruces en el desierto.

104

Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro, ¡cómo son tenidos por vasos de barro, obra de manos de alfarero!

105

Cazaron nuestros pasos para que no anduviésemos por nuestras calles: Se acercó nuestro fin, se cumplieron nuestros días; porque llegó nuestro fin.

106

Por el monte de Sión que está asolado; zorras andan por él.

107

Porque nos has desechado; en gran manera te has airado contra nosotros.

110

Por esto fue entristecido nuestro corazón, por esto se entenebrecieron nuestros ojos:

111

Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo: Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos tendieron emboscada.

112

Cayó la corona de nuestra cabeza: ¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos.

114

¿Por qué te olvidarás para siempre de nosotros, y nos dejarás por largos días?

115

Huérfanos somos sin padre, nuestras madres son como viudas.

116

Persecución padecemos sobre nuestra cerviz; nos fatigamos, y no hay para nosotros reposo.

117

Nuestra agua bebemos por dinero; nuestra leña compramos por precio.

118

Amargamente llora en la noche, y sus lágrimas están en sus mejillas; no tiene quien la consuele de entre todos sus amantes; todos sus amigos la traicionaron, se le volvieron enemigos.

119

Esto traigo a mi memoria, por lo cual tengo esperanza.

123

antes bien, si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias.

124

Desmenuzar bajo de sus pies a todos los encarcelados de la tierra,

125

Porque no aflige ni acongoja de su corazón a los hijos de los hombres.

126

¿Por qué murmura el hombre viviente, el hombre en su pecado?

128

hacer apartar el derecho del hombre ante la presencia del Altísimo,

129

Invoqué tu nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda.

130

Te acercaste el día que te invoqué: dijiste: No temas.

131

trastornar al hombre en su causa, el Señor no lo aprueba.

133

Nos has vuelto escoria y abominación en medio de los pueblos.

134

Mis ojos contristaron mi corazón, por todas las hijas de mi ciudad.

135

Ríos de aguas derraman mis ojos, por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

136

Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida.

137

Mis enemigos me dieron caza como a ave, sin haber por qué.

139

Mis ojos destilan, y no cesan, porque no hay alivio,

140

Te cubriste de nube, para que no pasase la oración nuestra.

141

Todos nuestros enemigos abrieron contra nosotros su boca.

142

Temor y lazo nos han sobrevenido, asolamiento y quebranto.

143

Ataron mi vida en mazmorra, pusieron piedra sobre mí.

144

Dales el pago, oh Jehová, según la obra de sus manos.

145

Los dichos de los que contra mí se levantaron, y su designio contra mí todo el día.

146

Oíste mi voz; no escondas tu oído a mi suspiro, a mi clamor.

147

Persíguelos en tu furor, y quebrántalos de debajo de los cielos, oh Jehová.

148

Aguas cubrieron mi cabeza; yo dije: Muerto soy.

150

Tú has oído el oprobio de ellos, oh Jehová, todas sus maquinaciones contra mí;

151

Mira su sentarse, y su levantarse; yo soy su canción.

153

Dales dureza de corazón, tu maldición caiga sobre ellos.

154

Tú has visto, oh Jehová, mi agravio; defiende mi causa.