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4

Mas después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,

9

Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, oh Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.

11

Y cuando hubo pasado el sábado, María Magdalena, y María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para venir a ungirle.

12

Y uno de los escribas que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, vino y le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

13

Y después de algunos días entró otra vez en Capernaúm, y se oyó que estaba en casa.

14

Y si tu mano te es ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que nunca será apagado;

15

Y saliendo Él para continuar su camino, vino uno corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

18

Y aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.

19

Y retuvieron la palabra entre sí, preguntándose entre ellos qué significaría eso de resucitar de los muertos.

25

Y vinieron al otro lado del mar, a la provincia de los gadarenos.

26

Entonces se juntaron a Él los fariseos, y ciertos de los escribas, que habían venido de Jerusalén.

28

Y salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

29

y si la mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.

32

Entonces vinieron a Jericó; y saliendo Él de Jericó, con sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.

33

Y él os mostrará un aposento alto ya dispuesto; preparad para nosotros allí.

36

Y seis días después Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los sacó solos aparte a un monte alto; y fue transfigurado delante de ellos.

39

Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.

40

Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó, porque no tenía profundidad de tierra;

41

Y los que comieron eran como cuatro mil; y los despidió.

43

Y levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse.

46

Y estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca: y muchos ricos echaban mucho.

50

Y cuando llegaron cerca de Jerusalén a Betfagé y a Betania, al monte de los Olivos, Él envió a dos de sus discípulos,

51

Entonces los apóstoles se reunieron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.

52

Y otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y una gran multitud se reunió alrededor de Él; tanto que entró en una barca, y se sentó en ella en el mar, y toda la multitud estaba en tierra junto al mar.

53

Y entraron en Capernaúm; y luego en el día sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba.

54

Y vino a Él un leproso, rogándole; y arrodillándose ante Él, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.

56

También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.

57

Y al instante los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, fueron en pos de Él.

58

Y en seguida, saliendo de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan.

61

Y salió Él de allí y vino a su tierra, y le siguieron sus discípulos.

62

Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho.

65

Y Él les dijo: Cualquiera que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra ella;

66

Y dos días después era la fiesta de la pascua, y de los panes sin levadura; y los príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle por engaño y matarle.

67

Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, vinieron a Él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.

68

Como está escrito en los profetas: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti.

69

Y estando Él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado Él a la mesa, vino una mujer trayendo un frasco de alabastro de ungüento de nardo puro, de mucho precio, y quebrando el frasco de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.

70

Y viniendo ellos, le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que enseñas el camino de Dios en verdad: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?

71

Y cuando Jesús pasó otra vez en una barca al otro lado; una gran multitud se reunió alrededor de Él; y Él estaba junto al mar.

72

Y saliendo Él del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.

73

Y respondiendo Él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, pero su corazón lejos está de mí.

76

Mas cuando viereis la abominación desoladora, de que habló el profeta Daniel, que estará donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes;

77

Y el primer día de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos y preparemos para que comas la pascua?

79

Y Juan le respondió, diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, el cual no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos sigue.

80

Y levantándose de allí, vino a las costas de Judea al otro lado del Jordán. Y volvió el pueblo a juntarse a Él, y otra vez les enseñaba como solía.

81

Y caminando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores.

82

Y aconteció que pasando Él por los sembrados en sábado, sus discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas.

83

Y fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como Él les había dicho, y prepararon la pascua.

84

Y dijo: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra;

85

Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

86

Y vinieron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;

87

pero cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que está en peligro de condenación eterna.

89

Y otra vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano.

90

Y comenzó a hablarles por parábolas: Un hombre plantó una viña, y la cercó con vallado, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó a labradores, y partió lejos.

91

Y pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, que estaban también en la barca remendando sus redes.

93

Y vinieron al lugar que se llama Getsemaní; y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.

94

Y vino a Betsaida; y le trajeron a un ciego, y le rogaron que le tocase.

96

Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor;

97

Y estaban también algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaba María Magdalena, y María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé;

100

Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio, y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso milagros obran en él.

102

Y cuando subió al monte, llamó a sí a los que Él quiso, y vinieron a Él.

104

Entonces vienen sus hermanos y su madre, y estando afuera, envían a Él, llamándole.

105

Y oyéndolo Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos: No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

108

Y cuando vino a sus discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.

109

Y luego entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.

110

pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.

111

Y mirándolos Jesús, dijo: Con los hombres es imposible; pero con Dios, no; porque con Dios todas las cosas son posibles.

112

Y al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.

114

Pero Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que parecen ser príncipes de los gentiles, se enseñorean sobre ellos; y los que entre ellos son grandes, tienen potestad sobre ellos.

115

Y en seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de Él al otro lado, a Betsaida, entre tanto que Él despedía a la multitud.

116

Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con vestiduras largas, y aman las salutaciones en las plazas,

117

Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

118

Y les dijo: A vosotros es dado el saber los misterios del reino de Dios; mas a los que están fuera, todo es hecho por parábolas;

121

Y obligaron a uno que pasaba, Simón cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, para que le llevase su cruz.

122

Y habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese.

123

Mas ¡ay de las que estén encinta, y de las que amamanten en aquellos días!

125

Y saliendo otra vez de la región de Tiro y de Sidón, vino al mar de Galilea, a través de las costas de Decápolis.

126

Y él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús el Nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; he aquí el lugar en donde le pusieron.

127

y el que esté sobre el terrado, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa;

130

Y llegó a Capernaúm; y estando ya en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?

131

Orad, pues, que vuestra huida no acontezca en invierno.

132

Y Jesús le reprendió, diciendo: ¡Enmudece, y sal de él!

134

Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, vino a ver si quizá hallaría en ella algo; y cuando vino a ella, nada halló sino hojas, porque no era tiempo de higos.

135

Y cuando ya atardecía, porque era la preparación, esto es, la víspera del sábado,

136

Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan, y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?

138

E iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos; y estaban asombrados, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:

142

Y no pudiendo llegar a Él por causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.

144

En aquellos días, siendo tan grande la multitud, y no teniendo qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

146

Y les decía: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

148

Porque haciendo a un lado el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres; el lavamiento de jarros, de copas; y hacéis muchas otras cosas semejantes.

149

Y le vistieron de púrpura; y tejiendo una corona de espinas, la pusieron sobre su cabeza.

150

Y respondiendo Él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; y como está escrito del Hijo del Hombre, que debe padecer mucho y ser tenido en nada.

152

Entonces los soldados le llevaron dentro de la sala que es llamada Pretorio; y convocaron a toda la cohorte.

154

Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tengo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.

155

Y pronto corrió su fama por toda la región alrededor de Galilea.

156

Y ellos se la trajeron. Y les dijo: ¿De quién es esta imagen e inscripción? Y ellos le dijeron: De César.

157

Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.

158

Y el que estuviere en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.

160

Pero vosotros decís: Si un hombre dice a su padre o a su madre: Es corbán (que quiere decir, mi ofrenda) todo aquello con que pudiera ayudarte; quedará libre,

161

y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre,

163

Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él.

164

Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto que brotó y creció; y produjo, una a treinta, otra a sesenta, y otra a ciento por uno.

165

y no consentía que nadie atravesase el templo llevando vaso alguno.

166

Y él respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi juventud.

167

Entonces vino Él, y tomándola de la mano la levantó; y al instante le dejó la fiebre, y ella les servía.

168

Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre, y le dijeron luego de ella.

169

Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, ninguna carne sería salva; mas por causa de los elegidos que Él escogió, acortó aquellos días.

170

Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.

171

Entonces Jesús respondiendo, dijo a la higuera: Nunca más coma nadie fruto de ti, por siempre. Y sus discípulos lo oyeron.

172

Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.

173

el cual, dondequiera que le toma, le desgarra; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.

174

Y otra parte cayó entre espinos; y crecieron los espinos y la ahogaron, y no dio fruto.

175

Y sentándose ellos a la mesa, mientras comían, Jesús dijo: De cierto os digo: Uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar.

176

Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muere, y deja esposa y no deja hijos, que su hermano tome su esposa y levante descendencia a su hermano.

177

Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí.

179

Y los discípulos se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.

180

Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.

181

Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no tenemos pan.

182

Y en seguida todo el pueblo, al verle, se asombró, y corriendo hacia Él, le saludaron.

184

Y se lo trajeron; y cuando le vio, al instante el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.

185

Y al llegar la noche, Él salió de la ciudad.

186

Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.

187

Y la tomó el segundo, y murió, y tampoco él dejó descendencia; y el tercero, de la misma manera.

188

Y los discípulos se asombraron de sus palabras. Pero Jesús, respondiendo otra vez, les dijo: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!

189

Y les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.

190

Y dejándolos, volvió a entrar en la barca, y se fue al otro lado.

192

Y estaban sentados allí unos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones:

193

y de Jerusalén, y de Idumea, y del otro lado del Jordán, y los de alrededor de Tiro y de Sidón, una gran multitud, que oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron a Él.

194

Y comenzaron a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos!

195

Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.

196

Y lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y buscaban cómo le matarían; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina.

197

Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.

198

Y preguntó a los escribas: ¿Qué disputáis con ellos?

199

Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella provincia.

200

Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.

201

Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre apercibida una barca, por causa de la multitud, para que no le oprimiesen.

202

Y le herían en la cabeza con una caña, y escupían en Él, y arrodillándose le adoraban.

203

A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de Él; mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a tal hombre nunca haber nacido.

204

Y Simón y los que estaban con él salieron a buscarle;

205

Y la tomaron los siete, y no dejaron descendencia; a la postre murió también la mujer.

207

Y así que hubo Él hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio.

208

Y Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste se ha secado.

209

Y Él les dijo: Vamos a las ciudades vecinas, para que predique también allí, porque para esto he venido.

210

Y en casa sus discípulos volvieron a preguntarle de lo mismo.

211

Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?

214

Y luego Jesús se los permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos (los cuales eran como dos mil); y el hato se precipitó al mar por un despeñadero; y en el mar se ahogaron.

215

Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de Él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.

216

¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?

217

Mas Él les reprendía mucho que no le diesen a conocer.

219

Y respondiendo Él, les dijo: Es uno de los doce, que moja conmigo en el plato.

220

Y respondiendo Él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tengo que soportar? Traédmele.

221

Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas.

222

¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no os acordáis?

223

Y estaba allí cerca del monte un hato grande de puercos paciendo.

224

y le dijo: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos.

225

Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y los pecadores, dijeron a sus discípulos: ¿Qué es esto, que Él come y bebe con publicanos y pecadores?

226

Y Jesús preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño:

227

Y al instante él se levantó, y tomando su lecho, salió delante de todos; de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: ¡Nunca tal hemos visto!

229

Y tomando la copa, habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos.

230

Y ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, entonces, podrá ser salvo?

232

y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio la autoridad para hacer estas cosas?

233

Y Jesús respondiendo, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento,

235

Y si dijéremos: De los hombres, tememos al pueblo; porque todos tenían a Juan como un verdadero profeta.

237

Porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni habrá.

238

Si alguno tiene oídos para oír, oiga.

239

Y cuando Jesús lo entendió, les dijo: ¿Por qué discutís, porque no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?

240

Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, mas yo no.

241

Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propias vestiduras, y le sacaron para crucificarle.

245

Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.

246

A ti te digo: Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa.

247

Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.

248

Y apartado de la multitud, habiendo entrado en casa, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola.

250

Y Él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?

252

Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle uno tras otro: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?

253

E inmediatamente se juntaron muchos, tanto que ya no había lugar, ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra.

254

De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama enternece, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca:

255

Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, y como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.

256

y hallándole, le dijeron: Todos te buscan.

257

Porque los fariseos y todos los judíos, guardando la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.

258

Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido.

259

Nadie cose remiendo de paño nuevo en vestido viejo, de otra manera el remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura.

260

los hurtos, las avaricias, las maldades, los engaños, las lascivias, el ojo maligno, la blasfemia, la soberbia, la insensatez.

261

Y Jesús les dijo: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, mientras el esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar.

263

En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será esposa? Porque los siete la tuvieron por esposa.

264

Y éstos son los que fueron sembrados entre espinos; los que oyen la palabra,

265

Y él mirando, dijo: Veo los hombres como árboles que caminan.

266

Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.

267

Mas oyéndolo Herodes, dijo: Es Juan, al que yo decapité, él ha resucitado de los muertos.

269

Y volviendo del mercado, si no se lavan, no comen. Y muchas otras cosas hay que han recibido para guardar, como el lavar las copas, los jarros, los vasos de bronce, y las mesas.

270

Y los que pasaban le injuriaban, meneando sus cabezas y diciendo: ¡Ah! Tú que derribas el templo de Dios y en tres días lo reedificas,

271

Porque nada hay oculto que no haya de ser manifestado; ni secreto, que no haya de ser descubierto.

273

Y entonces enviará sus ángeles, y reunirá a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

276

Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.

277

Y ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio y repudiarla.

278

Pero Jesús le dijo: Deja que primero se sacien los hijos, porque no está bien quitar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.

279

Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántos canastos llenos de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete.

280

Mas vosotros mirad, he aquí, os lo he dicho todo antes.

281

Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina:

282

Pero viniendo un día oportuno, en que Herodes, en su cumpleaños, hizo una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea;

283

Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántos canastos llenos de los pedazos alzasteis? Y le dijeron: Doce.

284

Entonces le apercibió rigurosamente, despidiéndole luego,

286

Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.

287

Y los que iban delante y los que seguían detrás, aclamaban, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

290

Y de igual modo, éstos son los que son sembrados en pedregales; quienes habiendo oído la palabra, al momento la reciben con gozo;

291

Y llegado el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene Éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, que tales maravillas son hechas por sus manos?

292

Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra; los que oyen la palabra y la reciben, y llevan fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento por uno.

293

El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa en nuestros ojos?

294

Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.

295

Y al tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de los labradores del fruto de su viña.

296

Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, oyendo de Él, vino y se postró a sus pies.

298

Pero él, en cuanto salió, comenzó a publicarlo mucho, y a divulgar el hecho, de manera que Jesús ya no podía entrar abiertamente a la ciudad, sino que se estaba fuera en los lugares desiertos; y venían a Él de todas partes.

299

pero no tienen raíz en sí, sino que duran poco tiempo; pero luego, cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, enseguida se escandalizan.

300

Nadie puede entrar en la casa del hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no ata al hombre fuerte, y entonces podrá saquear su casa.

301

cómo entró en la casa de Dios, en los días de Abiatar el sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y dio aun a los que con él estaban?

302

y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre se ha sentado; desatadlo y traedlo.

303

porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba; y cuando le oía, él hacía muchas cosas, y le oía de buena gana.

304

Y saliendo Él de la barca, en seguida le salió al encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,

305

Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.

307

Tengo compasión de la multitud, porque son ya tres días que están conmigo, y no tienen qué comer;

308

Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua para matarle; pero si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros, y ayúdanos.

309

Y Él les dijo: ¿No habéis leído qué hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y los que con él estaban;

311

Y los que lo habían visto les contaron cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos.

312

Y llamándoles, les dijo en parábolas: ¿Cómo puede Satanás, echar fuera a Satanás?

314

Entonces dijo al hombre que tenía seca la mano: Levántate y ponte en medio.

315

Y entrando Él en la barca, el que había estado poseído del demonio le rogaba que le dejase estar con Él.

316

Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

317

Si alguno tiene oídos para oír, oiga.

318

Entonces tomando de la mano al ciego, lo condujo fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniendo sus manos sobre él, le preguntó si veía algo.

319

El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme.

320

Mas ellos tomándole, le hirieron, y le enviaron vacío.

321

Y yéndose, comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho con él; y todos se maravillaban.

322

Y ellos respondieron: Juan el Bautista; y otros: Elías; y otros: Alguno de los profetas.

323

Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.

324

Y les dijo: ¿Cómo es que aún no entendéis?

325

entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la damisela: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.

329

Pero aquellos labradores dijeron entre sí: Éste es el heredero, venid, matémosle, y la heredad será nuestra.

330

Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.

331

y aconteció que al sembrar, una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo y la devoraron.

332

Mas él con más vehemencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.

333

De cierto os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo beberé nuevo en el reino de Dios.

334

Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que enseguida lo devolverá.

335

Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.

336

Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.

337

Y enseguida Jesús, sabiendo en sí mismo el poder que había salido de Él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mi manto?

338

Y cuando ella llegó a su casa, halló que el demonio había salido, y a su hija acostada sobre la cama.

339

Entonces respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres tabernáculos; uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.

340

Por último, teniendo aún un hijo, su amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo.

341

Y Jesús, respondiendo, les dijo: Yo también os haré una pregunta; y respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas:

342

Y comieron, y se saciaron; y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete canastos.

345

¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros.

346

y si los envío en ayunas a sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos.

347

Y cuando Él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?

348

Y volvió a enviarles otro siervo, mas ellos apedreándole, le hirieron en la cabeza, y le enviaron afrentado.

349

Entonces mandó a la multitud que se sentase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud.

350

Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga.

352

Entonces los fariseos le dijeron: Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?

354

Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron.

355

Y muchos tendían sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino.

356

Y prendiéndole, le mataron, y le echaron fuera de la viña.

359

Entonces el espíritu, clamando y desgarrándole mucho, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.

360

Entonces ella entró apresuradamente ante el rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.

361

Y le juró: Todo lo que me pidieres te daré, hasta la mitad de mi reino.

363

Y volvió a enviar a otro, y a éste mataron; y a otros muchos, hiriendo a unos y matando a otros.

364

que tenía su morada entre los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas.

366

Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos, y nadie le podía domar.

367

Y cuando ha dado el fruto, en seguida se mete la hoz, porque la siega es llegada.

368

Y ella respondió y le dijo: Sí, Señor, pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.

369

Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, antes ha llegado su fin.

371

Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino hasta que el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos.

372

Y fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, donde se unían dos caminos, y le desataron.

374

Y saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan el Bautista.

375

Y sentándose en el monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte:

376

Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?

377

Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas seréis azotados; y delante de gobernadores y de reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio contra ellos.

378

y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y no había mejorado, antes le iba peor,

379

Y les dijo: ¿Se trae el candil para ponerse debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerse en el candelero?

380

Y si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer.

381

Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.

382

Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

383

Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?

384

Porque no sabía lo que hablaba; pues estaban aterrados.

385

Y oyéndole unos de los que estaban allí, dijeron: He aquí, llama a Elías.

386

Y cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron el cuerpo y lo pusieron en un sepulcro.

387

Y trajeron a Jesús ante el sumo sacerdote; y estaban reunidos con él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas.

388

Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.

389

Y les apercibió que no hablasen de Él a ninguno.

391

Y el rey se entristeció mucho, mas por causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.

392

Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?

393

Y vino y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora?

394

diciendo: ¡Déjanos! ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.

395

Y al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba sana de aquel azote.

396

Y dijo: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola le compararemos?

397

Y les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.

398

Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor: Enderezad sus sendas.

399

Y ellas se fueron aprisa, huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.

400

Y volvió a irse al mar; y toda la multitud venía a Él, y les enseñaba.

401

Y cuando el centurión que estaba delante de Él, vio que así clamando entregó el espíritu, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.

403

Porque Herodes mismo había enviado y prendido a Juan, y le había atado en la cárcel a causa de Herodías, esposa de Felipe su hermano; pues se había casado con ella.

404

Y Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.

405

Y luego, mirando alrededor, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo.

406

Entonces Jesús les dijo: Todos seréis escandalizados de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán dispersadas las ovejas.

408

De cierto os digo que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

409

Y cuando estuvo solo, los que estaban cerca de Él con los doce le preguntaron sobre la parábola.

410

Entonces mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y su mano le fue restaurada sana como la otra.

411

y trajo su cabeza en un plato, y la dio a la damisela, y la damisela la dio a su madre.

412

Y Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, y ni aun tenían tiempo para comer.

413

Y había en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual dio voces,

414

Y a la caída la tarde, cuando el sol se puso, le trajeron a todos los enfermos, y a los endemoniados;

415

Y vinieron de nuevo a Jerusalén; y andando Él por el templo, vienen a Él los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y los ancianos,

416

Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa, casa de oración será llamada por todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

418

Y enseñando en el templo, respondió Jesús y dijo: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?

421

A Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro;

422

Y en ese momento, mientras Él aún hablaba, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una gran multitud con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas y de los ancianos.

424

Y habiendo cantado un himno, salieron al monte de los Olivos.

426

Y decía: Lo que sale del hombre, eso contamina al hombre.

430

donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

431

Entonces vinieron a Él unos trayendo a un paralítico, que era cargado por cuatro.

433

Y aconteció que estando Jesús a la mesa en su casa, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa con Jesús y sus discípulos; porque eran muchos, y le seguían.

434

Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro, que Él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.

435

Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar;

437

Y salía a él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalén, y eran todos bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.

438

Y Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiendo Él, le dijo: Tú lo dices.

441

Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante recibió su vista, y seguía a Jesús en el camino.

443

Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en diversos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos.

444

Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, porque hay un Dios, y no hay otro fuera de Él.

445

Y estando Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote;

446

Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió una gran multitud de Galilea, y de Judea,

447

Y cierto joven le seguía, cubierta su desnudez con una sábana; y los jóvenes le prendieron.

449

Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y portaba un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre.

450

Y he aquí, vino uno de los príncipes de la sinagoga llamado Jairo, y luego que le vio, se postró a sus pies,

453

Porque cuando resuciten de entre los muertos, no se casarán, ni se darán en casamiento, mas serán como los ángeles que están en el cielo.

454

invalidando la palabra de Dios por vuestra tradición que disteis. Y muchas cosas hacéis semejantes a éstas.

455

Buena es la sal; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será sazonada? Tened sal en vosotros mismos, y tened paz los unos con los otros.

456

Y entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.

458

Y Jesús, teniendo compasión de él, extendió su mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.

460

para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan y les sean perdonados sus pecados.

461

Y de que los muertos hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?

462

De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren;

463

Y muy de mañana, el primer día de la semana, a la salida del sol, vinieron al sepulcro.

464

De esta manera también los príncipes de los sacerdotes escarneciendo, decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.

465

Ahora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.

466

Así que el Hijo del Hombre es Señor aun del sábado.

467

Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al fuego del infierno,

468

el cual compró una sábana, y bajándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una roca, y rodó una piedra a la puerta del sepulcro.

471

El Cristo, el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con Él le injuriaban.

472

José de Arimatea, consejero honorable, que también esperaba el reino de Dios, vino, y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.

473

Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?

474

Nada hay fuera del hombre que entrando en él, le pueda contaminar, mas lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.

475

Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados (dijo al paralítico):

477

Y cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande.

478

Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.

479

He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;

481

Y cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis; porque es necesario que así acontezca; pero aún no es el fin.

482

Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad.

488

Y Jesús, respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad que nadie os engañe;

489

que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Éstos recibirán mayor condenación.

490

Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa;

491

Y les dijo: Mirad lo que oís; porque con la medida que medís, se os medirá, y a vosotros los que oís, más os será añadido.

494

Ésta ha hecho lo que podía; y se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.

495

Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.

497

Y decían: No en el día de la fiesta, para que no se haga alboroto del pueblo.

498

De cierto os digo: Dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, lo que ella ha hecho, también será contado para memoria de ella.

499

Mientras Él aún hablaba, vinieron unos de la casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?

501

Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended:

502

Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los príncipes de los sacerdotes para entregárselo.

503

Y algunos comenzaron a escupirle, y a cubrir su rostro, y a abofetearle, diciéndole: Profetiza; y los siervos le herían a bofetadas.

505

Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.

507

Y todos estaban maravillados, de tal manera que se preguntaban entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?

508

Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.

509

Y era la hora tercera cuando le crucificaron.

511

Y cuando le hubieron crucificado, repartieron sus vestiduras echando suertes sobre ellas, para ver qué llevaría cada uno.

512

Porque el Hijo del Hombre es como el hombre que partió lejos, el cual dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.

513

Y temieron en gran manera, y se decían el uno al otro: ¿Qué clase de hombre es Éste, que aun el viento y el mar le obedecen?

515

De cierto os digo que no pasará esta generación, hasta que todo esto acontezca.

516

Y entonces si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, no le creáis; o: Mirad, allí está, no le creáis.

520

a Andrés, a Felipe, a Bartolomé, a Mateo, a Tomás, a Jacobo, hijo de Alfeo, a Tadeo, a Simón el cananita,

521

Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo de debajo de vuestros pies para testimonio contra ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad.

522

Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de Él aquella hora.

523

Y se levantó una gran tempestad de viento, y las olas azotaban la barca, de manera que ya se anegaba.

524

Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.

525

y le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en Él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.

526

Y después de esto, apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo.

529

Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle,

531

Pero Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho.

532

Y habiendo pasado al otro lado, vinieron a tierra de Genezaret, y tomaron puerto.

535

Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y alzando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante de ellos; y repartió los dos peces entre todos.

536

Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.

537

Y le llevaron al lugar llamado Gólgota, que interpretado es: El lugar de la Calavera.

538

Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra;

540

Porque podía esto haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella.

541

Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.

542

a Jacobo, hijo de Zebedeo, a Juan hermano de Jacobo, a quienes puso por sobrenombre Boanerges, que es, Hijos del trueno;

546

Y vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya y descansad; basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.

547

Y hubo algunos que se indignaron dentro de sí, y dijeron: ¿Por qué se ha hecho este desperdicio de ungüento?

548

Y ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron.

549

Y al ver que se fatigaban remando, porque el viento les era contrario, como a la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería pasarlos de largo.

550

Nosotros le oímos decir: Yo derribaré este templo que es hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano.

551

Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro tomándole aparte, comenzó a reprenderlo.

552

Y con muchas parábolas semejantes les hablaba la palabra, conforme ellos podían oír.

554

Y no permitió que le siguiese nadie, salvo Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.

555

Y decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la puerta del sepulcro?

556

Y respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Señor, que reciba la vista.

558

Y cuando el día era ya muy avanzado, sus discípulos se acercaron a Él y le dijeron: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada.

559

Y cuando oyó que era Jesús el Nazareno, comenzó a dar voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

560

Y el gallo cantó la segunda vez. Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.

562

Y al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño, y no sabían qué responderle.

563

Y viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.

564

Y se fueron en la barca a un lugar desierto, a solas.

565

Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo es que no tenéis fe?

566

Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín, que habían cometido homicidio en una insurrección.

567

Y les dijo: ¿También vosotros estáis sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre no le puede contaminar?

568

Y predicaba, diciendo: Viene tras mí uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado.

569

Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

570

Y al instante la muchacha se levantó y anduvo; porque tenía doce años. Y estaban atónitos, muy asombrados.

571

Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle.

572

Y uno de los que estaban allí, sacó una espada, he hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja.

573

Y en la mañana, pasando por allí, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.

575

Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar tan siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos.

576

Y tomando la mano de la muchacha, le dijo: Talita cumi; que es si lo interpretares: Muchacha, a ti te digo: Levántate.

577

Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo:

578

Y Pilato se maravilló de que ya hubiese muerto; y llamando al centurión, le preguntó si ya había muerto.

579

Y María Magdalena, y María la madre de José, miraban dónde era puesto.

583

Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.

584

Y ella fue y lo hizo saber a los que habían estado con Él, que estaban tristes y llorando.

585

Porque aún no habían entendido el milagro de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.

588

Y si tu pie te es ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar en la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que nunca será apagado,

589

Y tomándole aparte de la multitud, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua;

590

Y los príncipes de los sacerdotes le acusaban mucho, mas Él no respondía nada.

591

Y la multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan.

593

Y se maravillaban en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; hace a los sordos oír y a los mudos hablar.

594

Pero Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?

595

Y si David mismo le llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo? Y el pueblo común le oía de buena gana.

596

Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es, prendedle, y llevadle con seguridad.

597

y donde él entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?

598

Y uno de la multitud respondiendo, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,

599

Pero la gente les vio partir, y muchos le reconocieron, y corrieron allá a pie de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a Él.

600

y el que de vosotros quisiere ser el primero, será siervo de todos.

601

Y ellos discutían entre sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?

602

pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no es mío darlo, sino que será dado a aquellos para quienes está preparado.

603

las cuales, cuando estuvo en Galilea, le habían seguido, y le servían; y muchas otras que habían subido con Él a Jerusalén.

604

Pero ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, de quién había de ser el mayor.

605

Y despidiendo a la multitud, le recibieron como estaba en la barca; y había también con Él otras barcas.

607

porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.

609

Y cuando lo oyeron los diez, comenzaron a indignarse contra Jacobo y contra Juan.

610

y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;

614

Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca;

615

Mas los príncipes de los sacerdotes incitaron a la multitud, para que les soltase más bien a Barrabás.

617

Y Pedro le siguió de lejos hasta adentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los siervos, calentándose al fuego.

618

Y vino a casa del príncipe de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho.

619

Y Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre, o mis hermanos?

620

Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí.

621

pero después de sembrado, crece, y se hace la más grande de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de manera que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra.

622

Y respondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?

623

Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.

624

Y mirando alrededor a los que estaban sentados en derredor de Él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.

625

Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos le condenaron a ser culpable de muerte.

626

Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega.

627

Y ellos fueron, y lo hicieron saber a los demás; y ni aun a ellos creyeron.

628

Pero Jesús ni aun con eso respondió nada; de modo que Pilato se maravillaba.

629

donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

630

Y al instante sus oídos fueron abiertos, y fue suelta la atadura de su lengua, y hablaba bien.

631

Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle a muerte, mas no lo hallaban.

632

Y cuando vino, enseguida se acercó a Él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó.

633

Respondiendo Él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?

634

Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde.

635

Entonces ellos le echaron mano, y le prendieron.

636

Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de Él, y le dijo toda la verdad.

637

Y Pilato le preguntó otra vez, diciendo: ¿No respondes nada? Mira cuántas cosas testifican contra ti.

638

Y viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y dieron voces;

639

Y Él les encargó mucho que nadie lo supiese, y mandó que se le diese de comer.

640

Y él lo negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí, dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos, porque eres galileo, y tu hablar es semejante.

641

Pero él lo negó, diciendo: No le conozco, ni entiendo lo que dices. Y salió al portal; y cantó el gallo.

642

Y subió a ellos en la barca, y cesó el viento, y ellos estaban asombrados sobremanera, y se maravillaban.

643

Y otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras.

645

Entonces él comenzó a maldecir y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis.

646

Y ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.

647

Y ellos, respondiendo, dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.

648

Y Pilato les respondió, diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?

649

Y se burlaban de Él. Pero Él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban con Él, y entró a donde la muchacha yacía.

650

porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos y les dijo: Tened buen ánimo, yo soy, no temáis.

651

Y la multitud, gritando, comenzó a pedir que hiciera como siempre les había hecho.

652

Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.

653

Y ellos volvieron a gritar: ¡Crucifícale!

654

Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, beberéis de la copa de que yo bebo, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;

655

Entonces Pilato les dijo: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más: ¡Crucifícale!

656

Y muchos le reprendían para que callara; pero él, mucho más gritaba: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

657

Y los que comieron de los panes eran como cinco mil hombres.

658

Y recogieron de los pedazos doce canastos llenos, y de los peces.

659

Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como contra un ladrón habéis venido con espadas y palos para prenderme?

661

Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra Él, diciendo:

662

Despídelos para que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor, y compren pan para sí; porque no tienen qué comer.

664

Y Él les dijo: ¿Qué queréis que os haga?

665

Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.

666

Él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y enterándose, dijeron: Cinco, y dos peces.

667

Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?

668

Porque muchos decían falso testimonio contra Él; pero sus testimonios no concordaban.

669

Y enterado del centurión, dio el cuerpo a José,

672

Y se sentaron por grupos, de cien en cien, y de cincuenta en cincuenta.

673

Y la criada, viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Éste es de ellos.

674

y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándole, dijo: Y tú también estabas con Jesús el Nazareno.

675

Pero Él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto.

676

y corriendo a través de toda la región de alrededor, comenzaron a traer en lechos a los que estaban enfermos, a donde oían que estaba.

677

Y saliendo ellos de la barca, enseguida le reconocieron;

678

Pero ni aun así concordaba el testimonio de ellos.