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Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
y diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado: Arrepentíos, y creed el evangelio.
Mas después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
Principio del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios.
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Éste es el principal mandamiento.
Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos.
Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, oh Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
Mas cuando Jesús resucitó por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de la cual había echado siete demonios.
Y cuando hubo pasado el sábado, María Magdalena, y María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para venir a ungirle.
Y uno de los escribas que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, vino y le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
Y después de algunos días entró otra vez en Capernaúm, y se oyó que estaba en casa.
Y si tu mano te es ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que nunca será apagado;
Y saliendo Él para continuar su camino, vino uno corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Por tanto os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
Y llamando a la multitud y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Y aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Y retuvieron la palabra entre sí, preguntándose entre ellos qué significaría eso de resucitar de los muertos.
Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
También les dijo: El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado.
Y aquel día, cuando cayó la tarde, les dijo: Pasemos al otro lado.
Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban.
Entonces se juntaron a Él los fariseos, y ciertos de los escribas, que habían venido de Jerusalén.
Porque ¿qué aprovechará el hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
Y salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
y si la mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.
¿No es Éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Jacobo, y de José, y de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de Él.
pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.
Entonces vinieron a Jericó; y saliendo Él de Jericó, con sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
Y él os mostrará un aposento alto ya dispuesto; preparad para nosotros allí.
Y les dijo: ¿Es lícito hacer bien en sábado, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban.
Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? Que interpretado, es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Y seis días después Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los sacó solos aparte a un monte alto; y fue transfigurado delante de ellos.
Y comiendo ellos, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
Y comenzó a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre padeciese mucho, y ser rechazado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.
Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.
Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó, porque no tenía profundidad de tierra;
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,
Y levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse.
Y viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tuviereis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en el cielo os perdone a vosotros vuestras ofensas.
Y estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca: y muchos ricos echaban mucho.
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación perversa y adúltera, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
Y respondiendo Jesús les dijo: Tened fe en Dios.
Y levantándose muy de mañana, mucho antes del amanecer, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
Y cuando llegaron cerca de Jerusalén a Betfagé y a Betania, al monte de los Olivos, Él envió a dos de sus discípulos,
Entonces los apóstoles se reunieron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.
Y otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y una gran multitud se reunió alrededor de Él; tanto que entró en una barca, y se sentó en ella en el mar, y toda la multitud estaba en tierra junto al mar.
Y entraron en Capernaúm; y luego en el día sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba.
Y vino a Él un leproso, rogándole; y arrodillándose ante Él, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para remisión de pecados.
También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.
Y al instante los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, fueron en pos de Él.
Y en seguida, saliendo de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan.
Yo a la verdad os he bautizado en agua; pero Él os bautizará con el Espíritu Santo.
tomarán serpientes; y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán.
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho.
Y viniendo los fariseos, para tentarle, le preguntaron: ¿Es lícito al marido divorciarse de su esposa?
Y Él les dijo: Cualquiera que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra ella;
Y dos días después era la fiesta de la pascua, y de los panes sin levadura; y los príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle por engaño y matarle.
Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, vinieron a Él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.
Como está escrito en los profetas: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti.
Y estando Él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado Él a la mesa, vino una mujer trayendo un frasco de alabastro de ungüento de nardo puro, de mucho precio, y quebrando el frasco de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.
Y viniendo ellos, le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que enseñas el camino de Dios en verdad: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?
Y cuando Jesús pasó otra vez en una barca al otro lado; una gran multitud se reunió alrededor de Él; y Él estaba junto al mar.
Y saliendo Él del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.
Y respondiendo Él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, pero su corazón lejos está de mí.
Y llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio potestad sobre los espíritus inmundos.
Y luego, subiendo del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre Él.
Mas cuando viereis la abominación desoladora, de que habló el profeta Daniel, que estará donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes;
Y el primer día de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos y preparemos para que comas la pascua?
Y luego por la mañana, tomando consejo los príncipes de los sacerdotes con los ancianos y con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato.
Y Juan le respondió, diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, el cual no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos sigue.
Y levantándose de allí, vino a las costas de Judea al otro lado del Jordán. Y volvió el pueblo a juntarse a Él, y otra vez les enseñaba como solía.
Y caminando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores.
Y aconteció que pasando Él por los sembrados en sábado, sus discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas.
Y fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como Él les había dicho, y prepararon la pascua.
Y dijo: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra;
Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?
Y vinieron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
pero cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que está en peligro de condenación eterna.
Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: Ve, vende todo lo que tienes y da a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo; y ven, toma tu cruz, y sígueme.
Y otra vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano.
Y comenzó a hablarles por parábolas: Un hombre plantó una viña, y la cercó con vallado, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó a labradores, y partió lejos.
Y pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, que estaban también en la barca remendando sus redes.
Y dijo: Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; aparta de mí esta copa; pero no sea mi voluntad, sino la tuya.
Y vinieron al lugar que se llama Getsemaní; y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.
Y ellos saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con señales que les seguían. Amén.
Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor;
Y estaban también algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaba María Magdalena, y María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé;
Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase al mar.
Y enviaron a Él algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le prendiesen en alguna palabra.
Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio, y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso milagros obran en él.
Y enseguida el Espíritu le impulsó al desierto.
Y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
Entonces vienen sus hermanos y su madre, y estando afuera, envían a Él, llamándole.
Y oyéndolo Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos: No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
Finalmente se apareció a los once, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
Y cuando vino a sus discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.
Y luego entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.
Y mirándolos Jesús, dijo: Con los hombres es imposible; pero con Dios, no; porque con Dios todas las cosas son posibles.
Pero en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.
Pero Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que parecen ser príncipes de los gentiles, se enseñorean sobre ellos; y los que entre ellos son grandes, tienen potestad sobre ellos.
Y en seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de Él al otro lado, a Betsaida, entre tanto que Él despedía a la multitud.
Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con vestiduras largas, y aman las salutaciones en las plazas,
Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Y les dijo: A vosotros es dado el saber los misterios del reino de Dios; mas a los que están fuera, todo es hecho por parábolas;
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, éste la salvará.
Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os digo, que ninguno hay que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio,
Y obligaron a uno que pasaba, Simón cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, para que le llevase su cruz.
Y habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese.
Mas ¡ay de las que estén encinta, y de las que amamanten en aquellos días!
El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.
Y saliendo otra vez de la región de Tiro y de Sidón, vino al mar de Galilea, a través de las costas de Decápolis.
Y él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús el Nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; he aquí el lugar en donde le pusieron.
y el que esté sobre el terrado, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa;
Y los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Belcebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.
Y ordenó a doce, para que estuviesen con Él, y para enviarlos a predicar.
Y llegó a Capernaúm; y estando ya en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
Y al instante el padre del muchacho, clamando con lágrimas, dijo: Señor, creo, ayuda mi incredulidad.
Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, vino a ver si quizá hallaría en ella algo; y cuando vino a ella, nada halló sino hojas, porque no era tiempo de higos.
Y cuando ya atardecía, porque era la preparación, esto es, la víspera del sábado,
Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan, y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?
Y una mujer que padecía flujo de sangre por ya doce años,
E iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos; y estaban asombrados, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:
Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.
Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos.
Y Jesús les dijo: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
Y no pudiendo llegar a Él por causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.
Y cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
En aquellos días, siendo tan grande la multitud, y no teniendo qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
Mas Él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
Y les decía: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder, y viniendo en las nubes del cielo.
Porque haciendo a un lado el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres; el lavamiento de jarros, de copas; y hacéis muchas otras cosas semejantes.
Y le vistieron de púrpura; y tejiendo una corona de espinas, la pusieron sobre su cabeza.
Y respondiendo Él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; y como está escrito del Hijo del Hombre, que debe padecer mucho y ser tenido en nada.
Pero Él, conociendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme una moneda para que la vea.
Entonces los soldados le llevaron dentro de la sala que es llamada Pretorio; y convocaron a toda la cohorte.
Sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.
Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tengo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
Y ellos se la trajeron. Y les dijo: ¿De quién es esta imagen e inscripción? Y ellos le dijeron: De César.
Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.
Y saliendo los fariseos, en seguida tomaron consejo con los herodianos contra Él, de cómo le matarían.
Pero vosotros decís: Si un hombre dice a su padre o a su madre: Es corbán (que quiere decir, mi ofrenda) todo aquello con que pudiera ayudarte; quedará libre,
Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él.
Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto que brotó y creció; y produjo, una a treinta, otra a sesenta, y otra a ciento por uno.
y no consentía que nadie atravesase el templo llevando vaso alguno.
Y él respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi juventud.
Entonces vino Él, y tomándola de la mano la levantó; y al instante le dejó la fiebre, y ella les servía.
Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre, y le dijeron luego de ella.
Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, ninguna carne sería salva; mas por causa de los elegidos que Él escogió, acortó aquellos días.
Entonces Jesús respondiendo, dijo a la higuera: Nunca más coma nadie fruto de ti, por siempre. Y sus discípulos lo oyeron.
Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.
el cual, dondequiera que le toma, le desgarra; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.
Y otra parte cayó entre espinos; y crecieron los espinos y la ahogaron, y no dio fruto.
Y sentándose ellos a la mesa, mientras comían, Jesús dijo: De cierto os digo: Uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar.
Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muere, y deja esposa y no deja hijos, que su hermano tome su esposa y levante descendencia a su hermano.
Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí.
Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?
Y los discípulos se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.
Y en seguida todo el pueblo, al verle, se asombró, y corriendo hacia Él, le saludaron.
Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
Y se lo trajeron; y cuando le vio, al instante el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.
Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.
Y la tomó el segundo, y murió, y tampoco él dejó descendencia; y el tercero, de la misma manera.
Y los discípulos se asombraron de sus palabras. Pero Jesús, respondiendo otra vez, les dijo: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!
Hubo siete hermanos; y el primero tomó esposa; y murió sin dejar descendencia.
Y estaban sentados allí unos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones:
y de Jerusalén, y de Idumea, y del otro lado del Jordán, y los de alrededor de Tiro y de Sidón, una gran multitud, que oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron a Él.
Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.
Y lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y buscaban cómo le matarían; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina.
Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella provincia.
Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.
Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre apercibida una barca, por causa de la multitud, para que no le oprimiesen.
Y le herían en la cabeza con una caña, y escupían en Él, y arrodillándose le adoraban.
A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de Él; mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a tal hombre nunca haber nacido.
Y la tomaron los siete, y no dejaron descendencia; a la postre murió también la mujer.
Y así que hubo Él hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio.
Y Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste se ha secado.
Y Él les dijo: Vamos a las ciudades vecinas, para que predique también allí, porque para esto he venido.
Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDÍOS.
Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en el cielo os perdonará vuestras ofensas.
Y luego Jesús se los permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos (los cuales eran como dos mil); y el hato se precipitó al mar por un despeñadero; y en el mar se ahogaron.
Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de Él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?
Porque había sanado a muchos, de manera que por tocarle, caían sobre Él todos los que tenían plagas.
Y respondiendo Él, les dijo: Es uno de los doce, que moja conmigo en el plato.
Y respondiendo Él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tengo que soportar? Traédmele.
Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas.
y le dijo: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos.
Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y los pecadores, dijeron a sus discípulos: ¿Qué es esto, que Él come y bebe con publicanos y pecadores?
Y Jesús preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño:
Y al instante él se levantó, y tomando su lecho, salió delante de todos; de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: ¡Nunca tal hemos visto!
Y éstos son los de junto al camino; en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás y quita la palabra que fue sembrada en sus corazones.
Y tomando la copa, habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos.
Y ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, entonces, podrá ser salvo?
Y predicaba en las sinagogas de ellos por toda Galilea, y echaba fuera los demonios.
y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio la autoridad para hacer estas cosas?
Y Jesús respondiendo, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento,
Él no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.
Y si dijéremos: De los hombres, tememos al pueblo; porque todos tenían a Juan como un verdadero profeta.
Y Jesús le dijo: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes de que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.
Porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni habrá.
Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
Y cuando Jesús lo entendió, les dijo: ¿Por qué discutís, porque no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?
Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, mas yo no.
Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propias vestiduras, y le sacaron para crucificarle.
Y vinieron a Jesús, y vieron al que había sido poseído del demonio y había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
Y Herodías le aborrecía, y deseaba matarle, pero no podía;
y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino una carne.
Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.
Y apartado de la multitud, habiendo entrado en casa, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola.
Y procuraban prenderle, porque sabían que decía contra ellos aquella parábola; pero temían al pueblo, y dejándole se fueron.
El sembrador es el que siembra la palabra.
Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle uno tras otro: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?
E inmediatamente se juntaron muchos, tanto que ya no había lugar, ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra.
De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama enternece, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca:
Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, y como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.
Porque los fariseos y todos los judíos, guardando la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido.
Nadie cose remiendo de paño nuevo en vestido viejo, de otra manera el remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura.
los hurtos, las avaricias, las maldades, los engaños, las lascivias, el ojo maligno, la blasfemia, la soberbia, la insensatez.
Y Jesús les dijo: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, mientras el esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar.
Y se cumplió la Escritura que dice: Y con los transgresores fue contado.
En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será esposa? Porque los siete la tuvieron por esposa.
Y éstos son los que fueron sembrados entre espinos; los que oyen la palabra,
Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.
Mas oyéndolo Herodes, dijo: Es Juan, al que yo decapité, él ha resucitado de los muertos.
Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan sin lavarse las manos?
Y volviendo del mercado, si no se lavan, no comen. Y muchas otras cosas hay que han recibido para guardar, como el lavar las copas, los jarros, los vasos de bronce, y las mesas.
Y los que pasaban le injuriaban, meneando sus cabezas y diciendo: ¡Ah! Tú que derribas el templo de Dios y en tres días lo reedificas,
Porque nada hay oculto que no haya de ser manifestado; ni secreto, que no haya de ser descubierto.
Y Jesús fue con él, y mucha gente le seguía, y le apretaban.
Y entonces enviará sus ángeles, y reunirá a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Y le acechaban, si en sábado le sanaría, para poder acusarle.
Y cuando vieron a algunos de sus discípulos comer pan con manos inmundas, es decir, no lavadas, los condenaban.
Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.
Pero Jesús le dijo: Deja que primero se sacien los hijos, porque no está bien quitar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántos canastos llenos de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete.
Pero viniendo un día oportuno, en que Herodes, en su cumpleaños, hizo una cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea;
Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántos canastos llenos de los pedazos alzasteis? Y le dijeron: Doce.
Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la esposa de tu hermano.
Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.
Y los que iban delante y los que seguían detrás, aclamaban, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
¡Bendito el reino de nuestro padre David, que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
Y de igual modo, éstos son los que son sembrados en pedregales; quienes habiendo oído la palabra, al momento la reciben con gozo;
Y llegado el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene Éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, que tales maravillas son hechas por sus manos?
Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra; los que oyen la palabra y la reciben, y llevan fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento por uno.
El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa en nuestros ojos?
Y al tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de los labradores del fruto de su viña.
Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, oyendo de Él, vino y se postró a sus pies.
y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas.
Pero él, en cuanto salió, comenzó a publicarlo mucho, y a divulgar el hecho, de manera que Jesús ya no podía entrar abiertamente a la ciudad, sino que se estaba fuera en los lugares desiertos; y venían a Él de todas partes.
pero no tienen raíz en sí, sino que duran poco tiempo; pero luego, cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, enseguida se escandalizan.
Nadie puede entrar en la casa del hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no ata al hombre fuerte, y entonces podrá saquear su casa.
cómo entró en la casa de Dios, en los días de Abiatar el sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y dio aun a los que con él estaban?
y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre se ha sentado; desatadlo y traedlo.
porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba; y cuando le oía, él hacía muchas cosas, y le oía de buena gana.
Y saliendo Él de la barca, en seguida le salió al encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,
Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.
Y que tuviesen poder para sanar enfermedades y para echar fuera demonios:
Tengo compasión de la multitud, porque son ya tres días que están conmigo, y no tienen qué comer;
Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua para matarle; pero si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros, y ayúdanos.
Y Él les dijo: ¿No habéis leído qué hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y los que con él estaban;
Y el amarle con todo el corazón, y con todo el entendimiento, y con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.
Y los que lo habían visto les contaron cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos.
Y llamándoles, les dijo en parábolas: ¿Cómo puede Satanás, echar fuera a Satanás?
Y crucificaron con Él a dos ladrones, uno a su derecha, y otro a su izquierda.
Entonces dijo al hombre que tenía seca la mano: Levántate y ponte en medio.
Y entrando Él en la barca, el que había estado poseído del demonio le rogaba que le dejase estar con Él.
Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
Entonces tomando de la mano al ciego, lo condujo fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniendo sus manos sobre él, le preguntó si veía algo.
Y yéndose, comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho con él; y todos se maravillaban.
Y ellos respondieron: Juan el Bautista; y otros: Elías; y otros: Alguno de los profetas.
entrando la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la damisela: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.
y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está a punto de morir; ven y pon tus manos sobre ella para que sea sana, y vivirá.
Y sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra las puede hacer tan blancas.
Pero aquellos labradores dijeron entre sí: Éste es el heredero, venid, matémosle, y la heredad será nuestra.
Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.
y aconteció que al sembrar, una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo y la devoraron.
Mas él con más vehemencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.
De cierto os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo beberé nuevo en el reino de Dios.
Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que enseguida lo devolverá.
Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.
Y enseguida Jesús, sabiendo en sí mismo el poder que había salido de Él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mi manto?
Y cuando ella llegó a su casa, halló que el demonio había salido, y a su hija acostada sobre la cama.
Entonces respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres tabernáculos; uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.
Por último, teniendo aún un hijo, su amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo.
Y Jesús, respondiendo, les dijo: Yo también os haré una pregunta; y respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas:
Y comieron, y se saciaron; y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete canastos.
Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer.
y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin saber él cómo.
¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros.
y si los envío en ayunas a sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos.
Y cuando Él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?
Y volvió a enviarles otro siervo, mas ellos apedreándole, le hirieron en la cabeza, y le enviaron afrentado.
Entonces mandó a la multitud que se sentase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud.
Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga.
Entonces vinieron a Él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:
Entonces los fariseos le dijeron: Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?
Porque decían: Tiene espíritu inmundo.
Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron.
Y muchos tendían sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino.
Y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo contentamiento.
Y siempre, de día y de noche, andaba en los montes y en los sepulcros, dando voces e hiriéndose con piedras.
Entonces el espíritu, clamando y desgarrándole mucho, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.
Entonces ella entró apresuradamente ante el rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
Y en seguida el rey envió a un verdugo, y mandó que fuese traída su cabeza; y el verdugo fue y le decapitó en la cárcel,
Y volvió a enviar a otro, y a éste mataron; y a otros muchos, hiriendo a unos y matando a otros.
que tenía su morada entre los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas.
Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos, y nadie le podía domar.
Y cuando ha dado el fruto, en seguida se mete la hoz, porque la siega es llegada.
Y ella respondió y le dijo: Sí, Señor, pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, antes ha llegado su fin.
cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud y tocó su manto.
Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino hasta que el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos.
Y fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, donde se unían dos caminos, y le desataron.
Y saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan el Bautista.
Y sentándose en el monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte:
Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?
Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas seréis azotados; y delante de gobernadores y de reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio contra ellos.
y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y no había mejorado, antes le iba peor,
Y les dijo: ¿Se trae el candil para ponerse debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerse en el candelero?
Y si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer.
Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.
Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.
Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?
Y cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron el cuerpo y lo pusieron en un sepulcro.
Y trajeron a Jesús ante el sumo sacerdote; y estaban reunidos con él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas.
Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.
Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo testamento, que por muchos es derramada.
Y el rey se entristeció mucho, mas por causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla.
Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?
Y vino y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora?
diciendo: ¡Déjanos! ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.
Y al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba sana de aquel azote.
Y dijo: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola le compararemos?
Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor: Enderezad sus sendas.
Y ellas se fueron aprisa, huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.
Y volvió a irse al mar; y toda la multitud venía a Él, y les enseñaba.
Y cuando el centurión que estaba delante de Él, vio que así clamando entregó el espíritu, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.
Y entonces verán al Hijo del Hombre, viniendo en las nubes con gran poder y gloria.
Porque Herodes mismo había enviado y prendido a Juan, y le había atado en la cárcel a causa de Herodías, esposa de Felipe su hermano; pues se había casado con ella.
Y Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.
Y luego, mirando alrededor, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo.
Entonces Jesús les dijo: Todos seréis escandalizados de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán dispersadas las ovejas.
Mirad, velad y orad, porque no sabéis cuándo es el tiempo.
De cierto os digo que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y cuando estuvo solo, los que estaban cerca de Él con los doce le preguntaron sobre la parábola.
Entonces mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y su mano le fue restaurada sana como la otra.
y trajo su cabeza en un plato, y la dio a la damisela, y la damisela la dio a su madre.
Y Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, y ni aun tenían tiempo para comer.
Y había en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual dio voces,
Y a la caída la tarde, cuando el sol se puso, le trajeron a todos los enfermos, y a los endemoniados;
Y vinieron de nuevo a Jerusalén; y andando Él por el templo, vienen a Él los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y los ancianos,
Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa, casa de oración será llamada por todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Y pasando, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió.
Y enseñando en el templo, respondió Jesús y dijo: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
Y cuando os llevaren y entregaren, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo premeditéis; sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.
Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.
Y en ese momento, mientras Él aún hablaba, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una gran multitud con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas y de los ancianos.
Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día.
Pero no será así entre vosotros; antes el que quisiere ser grande entre vosotros, será vuestro servidor;
Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz, y queda sana de tu azote.
Entonces sentándose, llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos porque eran como ovejas que no tenían pastor, y comenzó a enseñarles muchas cosas.
Entonces vinieron a Él unos trayendo a un paralítico, que era cargado por cuatro.
Pues siempre tenéis a los pobres con vosotros, y cuando quisiereis, les podéis hacer bien; pero a mí no siempre me tenéis.
Y aconteció que estando Jesús a la mesa en su casa, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa con Jesús y sus discípulos; porque eran muchos, y le seguían.
Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro, que Él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.
Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.
Y salía a él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalén, y eran todos bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
Y Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiendo Él, le dijo: Tú lo dices.
Por tanto, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.
Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, que es un cuadrante.
Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante recibió su vista, y seguía a Jesús en el camino.
Y vinieron los fariseos y comenzaron a altercar con Él, y tentándole, le pedían señal del cielo.
Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en diversos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos.
Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, porque hay un Dios, y no hay otro fuera de Él.
Y estando Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote;
Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió una gran multitud de Galilea, y de Judea,
Y cierto joven le seguía, cubierta su desnudez con una sábana; y los jóvenes le prendieron.
Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones.
Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y portaba un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre.
Y he aquí, vino uno de los príncipes de la sinagoga llamado Jairo, y luego que le vio, se postró a sus pies,
Y respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de Él.
pero los afanes de este mundo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
Porque cuando resuciten de entre los muertos, no se casarán, ni se darán en casamiento, mas serán como los ángeles que están en el cielo.
invalidando la palabra de Dios por vuestra tradición que disteis. Y muchas cosas hacéis semejantes a éstas.
Buena es la sal; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será sazonada? Tened sal en vosotros mismos, y tened paz los unos con los otros.
Y entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.
Y no pudo hacer allí una gran obra, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sus manos sobre ellos.
Y Jesús, teniendo compasión de él, extendió su mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.
Y Él les dijo: Este género por nada puede salir, sino por oración y ayuno.
para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan y les sean perdonados sus pecados.
Y de que los muertos hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?
De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren;
Y muy de mañana, el primer día de la semana, a la salida del sol, vinieron al sepulcro.
De esta manera también los príncipes de los sacerdotes escarneciendo, decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.
Ahora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.
Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al fuego del infierno,
el cual compró una sábana, y bajándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una roca, y rodó una piedra a la puerta del sepulcro.
Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
que no haya de recibir cien tantos ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna.
El Cristo, el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con Él le injuriaban.
José de Arimatea, consejero honorable, que también esperaba el reino de Dios, vino, y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?
Nada hay fuera del hombre que entrando en él, le pueda contaminar, mas lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.
Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados (dijo al paralítico):
Velad, pues, porque no sabéis cuándo el señor de la casa ha de venir; si a la tarde, o a la media noche, o al canto del gallo, o al amanecer;
Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;
Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento. Y se hizo grande bonanza.
Y cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis; porque es necesario que así acontezca; pero aún no es el fin.
Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad.
Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldijere a su padre o a su madre, muera de muerte.
Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.
El que recibiere en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí, sino al que me envió.
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Y otra vez se agolpó la multitud, de manera que ellos ni aun podían comer pan.
que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Éstos recibirán mayor condenación.
Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa;
Y les dijo: Mirad lo que oís; porque con la medida que medís, se os medirá, y a vosotros los que oís, más os será añadido.
¿Por qué habla Éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?
Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.
Ésta ha hecho lo que podía; y se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.
Y vino una nube que les cubrió de sombra, y desde la nube una voz que decía: Éste es mi Hijo amado; a Él oíd.
Y decían: No en el día de la fiesta, para que no se haga alboroto del pueblo.
De cierto os digo: Dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, lo que ella ha hecho, también será contado para memoria de ella.
Mientras Él aún hablaba, vinieron unos de la casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?
Y Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y despertándole, le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?
Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los príncipes de los sacerdotes para entregárselo.
Y algunos comenzaron a escupirle, y a cubrir su rostro, y a abofetearle, diciéndole: Profetiza; y los siervos le herían a bofetadas.
Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina, limpiando todas las viandas.
Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.
Y cualquiera que os dé un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
Y todos estaban maravillados, de tal manera que se preguntaban entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?
Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.
Y el hermano entregará a muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los harán morir.
Y cuando le hubieron crucificado, repartieron sus vestiduras echando suertes sobre ellas, para ver qué llevaría cada uno.
Porque el Hijo del Hombre es como el hombre que partió lejos, el cual dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.
Y temieron en gran manera, y se decían el uno al otro: ¿Qué clase de hombre es Éste, que aun el viento y el mar le obedecen?
Y tan pronto como Jesús oyó la palabra que fue dicha, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente.
De cierto os digo que no pasará esta generación, hasta que todo esto acontezca.
Y entonces si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, no le creáis; o: Mirad, allí está, no le creáis.
Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas Él no lo tomó.
Entonces Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.
y alzando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata; que es: Sé abierto.
a Andrés, a Felipe, a Bartolomé, a Mateo, a Tomás, a Jacobo, hijo de Alfeo, a Tadeo, a Simón el cananita,
Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo de debajo de vuestros pies para testimonio contra ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad.
Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de Él aquella hora.
Y se levantó una gran tempestad de viento, y las olas azotaban la barca, de manera que ya se anegaba.
Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
y le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en Él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.
Y después de esto, apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo.
porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.
Porque todo aquel que hiciere la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.
Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle,
Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa;
Y habiendo pasado al otro lado, vinieron a tierra de Genezaret, y tomaron puerto.
Y cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.
Pero Él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: Quítate de delante de mí, Satanás; porque no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y alzando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante de ellos; y repartió los dos peces entre todos.
Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
Y le llevaron al lugar llamado Gólgota, que interpretado es: El lugar de la Calavera.
Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra;
Mas Jesús, clamando a gran voz, entregó el espíritu.
Porque podía esto haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella.
Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.
a Jacobo, hijo de Zebedeo, a Juan hermano de Jacobo, a quienes puso por sobrenombre Boanerges, que es, Hijos del trueno;
donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
Entonces todos dejándole, huyeron.
Y sin parábola no les hablaba, mas a sus discípulos en privado les aclaraba todas las cosas.
Y vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya y descansad; basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.
Y hubo algunos que se indignaron dentro de sí, y dijeron: ¿Por qué se ha hecho este desperdicio de ungüento?
Y ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron.
Y al ver que se fatigaban remando, porque el viento les era contrario, como a la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería pasarlos de largo.
Nosotros le oímos decir: Yo derribaré este templo que es hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano.
Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro tomándole aparte, comenzó a reprenderlo.
Y con muchas parábolas semejantes les hablaba la palabra, conforme ellos podían oír.
Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque no conocéis las Escrituras, ni el poder de Dios?
Y no permitió que le siguiese nadie, salvo Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.
Y decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la puerta del sepulcro?
Y respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Señor, que reciba la vista.
Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.
Y cuando el día era ya muy avanzado, sus discípulos se acercaron a Él y le dijeron: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada.
Y cuando oyó que era Jesús el Nazareno, comenzó a dar voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
Y el gallo cantó la segunda vez. Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.
Los mandamientos sabes: No adulteres: No mates: No hurtes: No des falso testimonio: No defraudes: Honra a tu padre y a tu madre.
Y al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño, y no sabían qué responderle.
Y viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.
Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín, que habían cometido homicidio en una insurrección.
Y les dijo: ¿También vosotros estáis sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre no le puede contaminar?
Y predicaba, diciendo: Viene tras mí uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
Y al instante la muchacha se levantó y anduvo; porque tenía doce años. Y estaban atónitos, muy asombrados.
Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle.
Y uno de los que estaban allí, sacó una espada, he hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja.
Y en la mañana, pasando por allí, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
Y le trajeron a uno que era sordo y tartamudo, y le rogaron que pusiera su mano sobre él.
Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar tan siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos.
Y tomando la mano de la muchacha, le dijo: Talita cumi; que es si lo interpretares: Muchacha, a ti te digo: Levántate.
Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo:
Y Pilato se maravilló de que ya hubiese muerto; y llamando al centurión, le preguntó si ya había muerto.
Y Pilato queriendo agradar al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.
¿Ni aun esta Escritura habéis leído: La piedra que desecharon los edificadores, ha venida a ser cabeza del ángulo:
Y cuando vio a Jesús de lejos, corrió y le adoró.
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.
Y ella fue y lo hizo saber a los que habían estado con Él, que estaban tristes y llorando.
Porque aún no habían entendido el milagro de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.
Y ellos, al oírlo, se regocijaron, y prometieron darle dinero. Y buscaba cómo poder entregarle.
Y si tu pie te es ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar en la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que nunca será apagado,
Y tomándole aparte de la multitud, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua;
Y los príncipes de los sacerdotes le acusaban mucho, mas Él no respondía nada.
Y la multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan.
Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no está muerta, sino duerme.
Y se maravillaban en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; hace a los sordos oír y a los mudos hablar.
Pero Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?
Y si David mismo le llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo? Y el pueblo común le oía de buena gana.
Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es, prendedle, y llevadle con seguridad.
y donde él entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?
Y uno de la multitud respondiendo, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,
Pero la gente les vio partir, y muchos le reconocieron, y corrieron allá a pie de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a Él.
Y ellos discutían entre sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?
pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no es mío darlo, sino que será dado a aquellos para quienes está preparado.
las cuales, cuando estuvo en Galilea, le habían seguido, y le servían; y muchas otras que habían subido con Él a Jerusalén.
Pero ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, de quién había de ser el mayor.
Y despidiendo a la multitud, le recibieron como estaba en la barca; y había también con Él otras barcas.
Y habiéndoles despedido se fue al monte a orar.
porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.
Y tomándolos en sus brazos, poniendo sus manos sobre ellos, los bendecía.
Y cuando lo oyeron los diez, comenzaron a indignarse contra Jacobo y contra Juan.
y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;
Pero ellos no entendían este dicho, y tenían miedo de preguntarle.
Porque él sabía que los príncipes de los sacerdotes por envidia le habían entregado.
Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca;
Mas los príncipes de los sacerdotes incitaron a la multitud, para que les soltase más bien a Barrabás.
Y al anochecer, la barca estaba en medio del mar, y Él solo en tierra.
Y Pedro le siguió de lejos hasta adentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los siervos, calentándose al fuego.
Y vino a casa del príncipe de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho.
Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí.
pero después de sembrado, crece, y se hace la más grande de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de manera que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra.
Y respondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?
Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.
Y mirando alrededor a los que estaban sentados en derredor de Él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos le condenaron a ser culpable de muerte.
Y ellos fueron, y lo hicieron saber a los demás; y ni aun a ellos creyeron.
Pero Jesús ni aun con eso respondió nada; de modo que Pilato se maravillaba.
Y al instante sus oídos fueron abiertos, y fue suelta la atadura de su lengua, y hablaba bien.
Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle a muerte, mas no lo hallaban.
Y cuando vino, enseguida se acercó a Él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó.
Respondiendo Él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?
Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde.
Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de Él, y le dijo toda la verdad.
Y Pilato le preguntó otra vez, diciendo: ¿No respondes nada? Mira cuántas cosas testifican contra ti.
Y viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y dieron voces;
Y Él les encargó mucho que nadie lo supiese, y mandó que se le diese de comer.
Y él lo negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí, dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos, porque eres galileo, y tu hablar es semejante.
Pero él lo negó, diciendo: No le conozco, ni entiendo lo que dices. Y salió al portal; y cantó el gallo.
Y subió a ellos en la barca, y cesó el viento, y ellos estaban asombrados sobremanera, y se maravillaban.
Entonces él comenzó a maldecir y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis.
Y ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
Y ellos, respondiendo, dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.
Y Pilato les respondió, diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?
Y se burlaban de Él. Pero Él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban con Él, y entró a donde la muchacha yacía.
porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos y les dijo: Tened buen ánimo, yo soy, no temáis.
Y la multitud, gritando, comenzó a pedir que hiciera como siempre les había hecho.
Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.
Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, beberéis de la copa de que yo bebo, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;
Entonces Pilato les dijo: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más: ¡Crucifícale!
Y muchos le reprendían para que callara; pero él, mucho más gritaba: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como contra un ladrón habéis venido con espadas y palos para prenderme?
Despídelos para que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor, y compren pan para sí; porque no tienen qué comer.
Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.
Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.
Él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y enterándose, dijeron: Cinco, y dos peces.
Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?
Porque muchos decían falso testimonio contra Él; pero sus testimonios no concordaban.
Entonces el sumo sacerdote rasgando su vestidura, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos?
Y la criada, viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Éste es de ellos.
y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándole, dijo: Y tú también estabas con Jesús el Nazareno.
y corriendo a través de toda la región de alrededor, comenzaron a traer en lechos a los que estaban enfermos, a donde oían que estaba.