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Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no estribes en tu prudencia.
Instruye al niño en su carrera: Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella.
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová: Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.
Mujer fuerte, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepuja largamente á la de piedras preciosas.
Hay camino que al hombre parece derecho; Empero su fin son caminos de muerte.
Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
Toda palabra de Dios es limpia: Es escudo á los que en él esperan.
Hierro con hierro se aguza; Y el hombre aguza el rostro de su amigo.
Sin profecía el pueblo será disipado: Mas el que guarda la ley, bienaventurado él.
Porque cual es su pensamiento en su alma, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no está contigo.
Para recibir el consejo de prudencia, Justicia, y juicio y equidad;
El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; Y la ciencia de los santos es inteligencia.
El corazón alegre produce buena disposición: Mas el espíritu triste seca los huesos.
Para dar sagacidad á los simples, Y á los jóvenes inteligencia y cordura.
El que encubre sus pecados, no prosperará: Mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia.
Encomienda á Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados.
El corazón del hombre piensa su camino: Mas Jehová endereza sus pasos.
Antes del quebrantamiento es la soberbia; Y antes de la caída la altivez de espíritu.
LA blanda respuesta quita la ira: Mas la palabra áspera hace subir el furor.
El que detiene el castigo, á su hijo aborrece: Mas el que lo ama, madruga á castigarlo.
En todo tiempo ama el amigo; Y el hermano para la angustia es nacido.
Honra á Jehová de tu sustancia, Y de las primicias de todos tus frutos;
El camino de los rectos es apartarse del mal: Su alma guarda el que guarda su camino.
Para entender parábola y declaración; Palabras de sabios, y sus dichos oscuros.
Sabiduría ante todo: adquiere sabiduría: Y ante toda tu posesión adquiere inteligencia.
Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;
HIJO mío, no te olvides de mi ley; Y tu corazón guarde mis mandamientos:
Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.
Engañosa es la gracia, y vana la hermosura: La mujer que teme á Jehová, ésa será alabada.
Todas ellas son rectas al que entiende, Y razonables á los que han hallado sabiduría.
HIJO mío, si tomares mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti,
Jehová me poseía en el principio de su camino, Ya de antiguo, antes de sus obras.
La muerte y la vida están en poder de la lengua; Y el que la ama comerá de sus frutos.
El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo: Y amigo hay más conjunto que el hermano.
EL vino es escarnecedor, la cerveza alborotadora; Y cualquiera que por ello errare, no será sabio.
Oye, hijo mío, la doctrina de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre:
Si dijeren: Ven con nosotros, Pongamos asechanzas á la sangre, Acechemos sin motivo al inocente;
El que carece de entendimiento, menosprecia á su prójimo: Mas el hombre prudente calla.
Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Mas el consejo de Jehová permanecerá.
Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, Y que obtiene la inteligencia:
El que halló esposa halló el bien, Y alcanzó la benevolencia de Jehová.
COMO los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová: A todo lo que quiere lo inclina.
El rico se enseñoreará de los pobres; Y el que toma prestado, siervo es del que empresta.
Los tragaremos vivos como el sepulcro, Y enteros, como los que caen en sima;
Mejor es lo poco con el temor de Jehová, Que el gran tesoro donde hay turbación.
DE más estima es la buena fama que las muchas riquezas; Y la buena gracia más que la plata y el oro.
El que anda con los sabios, sabio será; Mas el que se allega á los necios, será quebrantado.
La justicia engrandece la nación: Mas el pecado es afrenta de las naciones.
Hijo mío, está atento á mis palabras; Inclina tu oído á mis razones.
Abre tu boca por el mudo, En el juicio de todos los hijos de muerte.
EL que ama la corrección ama la sabiduría: Mas el que aborrece la reprensión, es ignorante.
Vena de vida es la boca del justo: Mas violencia cubrirá la boca de los impíos.
Porque Jehová juzgará la causa de ellos, Y despojará el alma de aquellos que los despojaren.
Hallaremos riquezas de todas suertes, Henchiremos nuestras casas de despojos;
La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la hará alejar de él.
Hijo mío, no andes en camino con ellos; Aparta tu pie de sus veredas:
la ley del sabio es manantial de vida, Para apartarse de los lazos de la muerte.
Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto.
La herencia adquirida de priesa al principio, Aun su postrimería no será bendita.
Echa tu suerte entre nosotros; Tengamos todos una bolsa:
El impío es enredado en la prevaricación de sus labios: Mas el justo saldrá de la tribulación.
Sus caminos son instables; no los conocerás, Si no considerares el camino de vida.
Prepara en el verano su comida Y allega en el tiempo de la siega su mantenimiento.
¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, Y los burladores desearán el burlar, Y los insensatos aborrecerán la ciencia?
No la dejes, y ella te guardará; Amala, y te conservará.
El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte: Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.
Recibid mi enseñanza, y no plata; Y ciencia antes que el oro escogido.
Mucho se alegrará el padre del justo: Y el que engendró sabio se gozará con él.
Volveos á mi reprensión: He aquí yo os derramaré mi espíritu, Y os haré saber mis palabras.
El hombre falto de entendimiento toca la mano, Fiando á otro delante de su amigo.
Clama en los principales lugares de concurso; En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones:
Tales son las sendas de todo el que es dado á la codicia, La cual prenderá el alma de sus poseedores.
El que anda en chismes, descubre el secreto: Mas el de espíritu fiel encubre la cosa.
El hombre será harto de bien del fruto de su boca: Y la paga de las manos del hombre le será dada.
Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, Que de buey engordado donde hay odio.
Por cuanto llamé, y no quisisteis: Extendí mi mano, y no hubo quien escuchase;
Porque será medicina á tu ombligo, Y tuétano á tus huesos.
El lebrel ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío; Y un rey contra el cual ninguno se levanta.
El sabio teme, y se aparta del mal: Mas el necio se arrebata, y confía.
La ciudad de los fuertes tomó el sabio, Y derribó la fuerza en que ella confiaba.
El cual pasaba por la calle, junto á la esquina de aquella, E iba camino de su casa,
Entonces me llamarán, y no responderé; Buscarme han de mañana, y no me hallarán:
Antes desechasteis todo consejo mío, Y mi reprensión no quisisteis:
También yo me reiré en vuestra calamidad, Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;
Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
El buen entendimiento conciliará gracia: Mas el camino de los prevaricadores es duro.
Porque por mí se aumentarán tus días, Y años de vida se te añadirán.
Como fuente turbia y manantial corrompido, Es el justo que cae delante del impío.
Mas los que lo reprenden, serán agradables, Y sobre ellos vendrá bendición de bien.
Comerán pues del fruto de su camino, Y se hartarán de sus consejos.
Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; Y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella.
Del fruto de la boca del hombre se hartará su vientre; Hartaráse del producto de sus labios.
Engrandécela, y ella te engrandecerá: Ella te honrará, cuando tú la hubieres abrazado.
Con ansiedad será afligido el que fiare al extraño: Mas el que aborreciere las fianzas vivirá confiado.
La mujer graciosa tendrá honra: Y los fuertes tendrán riquezas.
Yo, la sabiduría, habito con la discreción, Y hallo la ciencia de los consejos.
No digas, yo me vengaré; Espera á Jehová, y él te salvará.
Por cuanto aborrecieron la sabiduría, Y no escogieron el temor de Jehová,
Si como á la plata la buscares, Y la escudriñares como á tesoros;
Mejor es humillar el espíritu con los humildes, Que partir despojos con los soberbios.
Los sabios guardan la sabiduría: Mas la boca del loco es calamidad cercana.
A la tarde del día, ya que oscurecía, En la oscuridad y tiniebla de la noche.
El que cavare sima, caerá en ella: Y el que revuelva la piedra, á él volverá.
Porque al que ama castiga, Como el padre al hijo á quien quiere.
La prevaricación ama el que ama pleito; Y el que alza su portada, quebrantamiento busca.
Cuando viniere como una destrucción lo que teméis, Y vuestra calamidad llegare como un torbellino; Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.
El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.
La obra del justo es para vida; Mas el fruto del impío es para pecado.
En los labios del prudente se halla sabiduría: Y vara á las espaldas del falto de cordura.
El necio luego al punto da á conocer su ira: Mas el que disimula la injuria es cuerdo.
Camino á la vida es guardar la corrección: Mas el que deja la reprensión, yerra.
El que habla verdad, declara justicia; Mas el testigo mentiroso, engaño.
Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo:
Conmigo está el consejo y el ser; Yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza.
Y serán llenas tus trojes con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.
Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios.
El que presto se enoja, hará locura: Y el hombre malicioso será aborrecido.
A su alma hace bien el hombre misericordioso: Mas el cruel atormenta su carne.
El impío hace obra falsa: Mas el que sembrare justicia, tendrá galardón firme.
El que encubre el odio es de labios mentirosos; Y el que echa mala fama es necio.
El sabio de corazón es llamado entendido: Y la dulzura de labios aumentará la doctrina.
Ni quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensión mía:
El entendido en la palabra, hallará el bien: Y el que confía en Jehová, él es bienaventurado.
Zarcillo de oro en la nariz del puerco, Es la mujer hermosa y apartada de razón.
Besados serán los labios Del que responde palabras rectas.
Plata escogida es la lengua del justo: Mas el entendimiento de los impíos es como nada.
Abominación son á Jehová los perversos de corazón: Mas los perfectos de camino le son agradables.
Si fueres sabio, para ti lo serás: Mas si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.
Aunque llegue la mano á la mano, el malo no quedará sin castigo: Mas la simiente de los justos escapará.
Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que te engendró.
El que confía en sus riquezas, caerá: Mas los justos reverdecerán como ramos.
Mas el que me oyere, habitará confiadamente, Y vivirá reposado, sin temor de mal.
Ninguna adversidad acontecerá al justo: Mas los impíos serán llenos de mal.
El cuidado congojoso en el corazón del hombre, lo abate; Mas la buena palabra lo alegra.
Ciertamente el que exprime la leche, sacará manteca; Y el que recio se suena las narices, sacará sangre: Y el que provoca la ira, causará contienda.
Las riquezas del rico son su ciudad fuerte; Y el desmayo de los pobres es su pobreza.
Porque el reposo de los ignorantes los matará, Y la prosperidad de los necios los echará á perder.
Contentamiento es á los hombres hacer misericordia: Pero mejor es el pobre que el mentiroso.
Más preciosa es que las piedras preciosas; Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar á ella.
El temor de Jehová es para vida; Y con él vivirá el hombre, lleno de reposo; No será visitado de mal.
El mal mensajero caerá en mal: Mas el mensajero fiel es medicina.
Engaño hay en el corazón de los que piensan mal: Mas alegría en el de los que piensan bien.
La boca del justo producirá sabiduría: Mas la lengua perversa será cortada.
Porque no se harten los extraños de tu fuerza, Y tus trabajos estén en casa del extraño;
Lo que el impío teme, eso le vendrá: Mas á los justos les será dado lo que desean.
En el camino de la justicia está la vida; Y la senda de su vereda no es muerte.
Los labios del justo apacientan á muchos: Mas los necios por falta de entendimiento mueren.
La mano de los diligentes se enseñoreará: Mas la negligencia será tributaria.
Las riquezas y la honra están conmigo; Sólidas riquezas, y justicia.
Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo: Mas el que guarda la corrección, será honrado.
Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; Guarda la ley y el consejo;
Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecirá: Mas bendición será sobre la cabeza del que vende.
El justo hace ventaja á su prójimo: Mas el camino de los impíos les hace errar.
Largura de días está en su mano derecha; En su izquierda riquezas y honra.
Unas veces de fuera, ó bien por las plazas, Acechando por todas las esquinas.
El testigo falso que habla mentiras, Y el que enciende rencillas entre los hermanos.
El perverso de corazón nunca hallará bien: Y el que revuelve con su lengua, caerá en mal.
Porque su mercadería es mejor que la mercadería de la plata, Y sus frutos más que el oro fino.
El corazón apacible es vida de las carnes: Mas la envidia, pudrimiento de huesos.
El pobre habla con ruegos; Mas el rico responde durezas.
Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee: Mas la erudición de los necios es necedad.
El hombre iracundo mueve contiendas: Mas el que tarde se enoja, apaciguará la rencilla.
Por el camino de la sabiduría te he encaminado, Y por veredas derechas te he hecho andar.
Peca el que menosprecia á su prójimo: Mas el que tiene misericordia de los pobres, es bienaventurado.
Ten el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida.
Para llamar á los que pasan por el camino, Que van por sus caminos derechos.
La necedad es alegría al falto de entendimiento: Mas el hombre entendido enderezará su proceder.
La falsa lengua atormenta al que aborrece: Y la boca lisonjera hace resbaladero.
Cualquiera simple, dice, venga acá. A los faltos de cordura dijo:
Las aguas hurtadas son dulces, Y el pan comido en oculto es suave.
Alégrase el hombre con la respuesta de su boca: Y la palabra á su tiempo, cuán buena es!
Y he aquí, una mujer que le sale al encuentro Con atavío de ramera, astuta de corazón,
Ella es árbol de vida á los que de ella asen: Y bienaventurados son los que la mantienen.
Abominación son á Jehová las pesas dobles; Y el peso falso no es bueno.
El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría: Y delante de la honra está la humildad.
Mal perseguirá á los pecadores: Mas á los justos les será bien retribuído.
Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, Y la ciencia fuere dulce á tu alma,
El corazón del sabio hace prudente su boca; Y con sus labios aumenta la doctrina.
Por tanto su calamidad vendrá de repente; Súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.
El provee de sólida sabiduría á los rectos: Es escudo á los que caminan rectamente.
Rindiólo con la mucha suavidad de sus palabras, Obligóle con la blandura de sus labios.
En el temor de Jehová está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos.
El corazón del justo piensa para responder: Mas la boca de los impíos derrama malas cosas.
Pasé junto á la heredad del hombre perezoso, Y junto á la viña del hombre falto de entendimiento;
Es el que guarda las veredas del juicio, Y preserva el camino de sus santos.
Porque no aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma.
Corona de honra es la vejez, Que se hallará en el camino de justicia.
El consejo te guardará, Te preservará la inteligencia:
En toda labor hay fruto: Mas la palabra de los labios solamente empobrece.
El que tarde se aira, es grande de entendimiento: Mas el corto de espíritu engrandece el desatino.
¿No yerran los que piensan mal? Misericordia empero y verdad alcanzarán los que piensan bien.
Comer mucha miel no es bueno: Ni el buscar la propia gloria es gloria.
Porque largura de días, y años de vida Y paz te aumentarán.
No tendrás temor de pavor repentino, Ni de la ruina de los impíos cuando viniere:
El temor de Jehová aumentará los días: Mas los años de los impíos serán acortados.
En el rostro del entendido aparece la sabiduría: Mas los ojos del necio vagan hasta el cabo de la tierra.
Hacer abominación es como risa al insensato: Mas el hombre entendido sabe.
HIJO mío, si salieres fiador por tu amigo, Si tocaste tu mano por el extraño,
El hijo sabio alegra al padre: Mas el hombre necio menosprecia á su madre.
El que labra su tierra, se hartará de pan: Mas el que sigue los vagabundos es falto de entendimiento.
Lejos está Jehová de los impíos: Mas él oye la oración de los justos.
Las señales de las heridas son medicina para lo malo: Y las llagas llegan á lo más secreto del vientre.
Cuyas veredas son torcidas, Y torcidos sus caminos.
El deseo de los justos es solamente bien: Mas la esperanza de los impíos es enojo.
Para librarte de la mujer extraña, De la ajena que halaga con sus palabras;
Detiene sus dichos el que tiene sabiduría: De prudente espíritu es el hombre entendido.
El caballo se apareja para el día de la batalla: Mas de Jehová es el salvar.
El que oprime al pobre, afrenta á su Hacedor: Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.
No entres por la vereda de los impíos, Ni vayas por el camino de los malos.
Aun el necio cuando calla, es contado por sabio: El que cierra sus labios es entendido.
El que camina en integridad, anda confiado: Mas el que pervierte sus caminos, será quebrantado.
Porque Jehová será tu confianza, Y él preservará tu pie de ser preso.
El indolente no chamuscará su caza: Mas el haber precioso del hombre es la diligencia.
El camino de la vida es hacia arriba al entendido, Para apartarse del infierno abajo.
Fortaleza es al perfecto el camino de Jehová: Mas espanto es á los que obran maldad.
Como pasa el torbellino, así el malo no permanece: Mas el justo, fundado para siempre.
El que turba su casa heredará viento; Y el necio será siervo del sabio de corazón.
Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; Y mi rédito mejor que la plata escogida.
Y he aquí que por toda ella habían ya crecido espinas, Ortigas habían ya cubierto su haz, Y su cerca de piedra estaba ya destruída.
Cierra sus ojos para pensar perversidades; Mueve sus labios, efectúa el mal.
Como el vinagre á los dientes, y como el humo á los ojos, Así es el perezoso á los que lo envían.
La integridad de los rectos los encaminará: Mas destruirá á los pecadores la perversidad de ellos.
En el bien de los justos la ciudad se alegra: Mas cuando los impíos perecen, hay fiestas.
Siéntase en una silla á la puerta de su casa, En lo alto de la ciudad,
Porque los rectos habitarán la tierra, Y los perfectos permanecerán en ella;
Cuando te acostares, no tendrás temor; Antes te acostarás, y tu sueño será suave.
El hombre cuerdo encubre la ciencia: Mas el corazón de los necios publica la necedad.
Eternalmente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra.
Y serán vida á tu alma, Y gracia á tu cuello.
En el barbecho de los pobres hay mucho pan: Mas piérdese por falta de juicio.
Los tesoros de maldad no serán de provecho: Mas la justicia libra de muerte.
Por lo cual su casa está inclinada á la muerte, Y sus veredas hacia los muertos:
No aprovecharán las riquezas en el día de la ira: Mas la justicia librará de muerte.
Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.
El camino del perezoso es como seto de espinos: Mas la vereda de los rectos como una calzada.
Apresta tu obra de afuera, Y disponla en tu heredad; Y después edificarás tu casa.
El temor de Jehová es manantial de vida, Para apartarse de los lazos de la muerte.
Cuando anduvieres no se estrecharán tus pasos; Y si corrieres, no tropezarás.
Las riquezas de los sabios son su corona: Mas es infatuación la insensatez de los necios.
Alborota su casa el codicioso: Mas el que aborrece las dádivas vivirá.
Cesa, hijo mío, de oir la enseñanza Que induce á divagar de las razones de sabiduría.
Abominación son á Jehová los pensamientos del malo: Mas las expresiones de los limpios son limpias.
El hijo necio es enojo á su padre, Y amargura á la que lo engendró.
El justo come hasta saciar su alma: Mas el vientre de los impíos tendrá necesidad.
Perversidades hay en su corazón, anda pensando mal en todo tiempo; Enciende rencillas.
Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida: Mas por la boca de los impíos ella será trastornada.
El justo eternalmente no será removido: Mas los impíos no habitarán la tierra.
El hipócrita con la boca daña á su prójimo: Mas los justos son librados con la sabiduría.
El bueno alcanzará favor de Jehová: Mas él condenará al hombre de malos pensamientos.
La esperanza de los justos es alegría; Mas la esperanza de los impíos perecerá.
Que dejan las veredas derechas, Por andar en caminos tenebrosos;
Ciertamente no es bueno condenar al justo, Ni herir á los príncipes que hacen lo recto.
Cuando muere el hombre impío, perece su esperanza; Y la espectativa de los malos perecerá.
Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente,
El que recoge en el estío es hombre entendido: El que duerme en el tiempo de la siega es hombre afrentoso.
Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; Cuando señalaba por compás la sobrefaz del abismo;
Que se alegran haciendo mal, Que se huelgan en las perversidades del vicio;
Mas al fin como serpiente morderá, Y como basilisco dará dolor:
Si caiste, fué porque te enalteciste; Y si mal pensaste, Pon el dedo sobre la boca.
Haciendo estar atento tu oído á la sabiduría; Si inclinares tu corazón á la prudencia;
En el corazón del cuerdo reposa la sabiduría; Y es conocida en medio de los necios.
Jehová no dejará hambrear el alma del justo: Mas la iniquidad lanzará á los impíos.
Mas los impíos serán cortados de la tierra, Y los prevaricadores serán de ella desarraigados.
El sabio de corazón recibirá los mandamientos: Mas el loco de labios caerá.
Por su maldad será lanzado el impío: Mas el justo en su muerte tiene esperanza.
La justicia del perfecto enderezará su camino: mas el impío por su impiedad caerá.
No digas á tu prójimo: Ve, y vuelve, Y mañana te daré; Cuando tienes contigo qué darle.
Ciertamente él escarnecerá á los escarnecedores, Y á los humildes dará gracia.
Antes de los abismos fuí engendrada; Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas.
Soberbio y presuntuoso escarnecedor es el nombre Del que obra con orgullosa saña.
De Jehová son los pasos del hombre: ¿Cómo pues entenderá el hombre su camino?
Oid, porque hablaré cosas excelentes; Y abriré mis labios para cosas rectas.
En la multitud de pueblo está la gloria del rey: Y en la falta de pueblo la flaqueza del príncipe.
El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal,
Los pensamientos de los justos son rectitud; Mas los consejos de los impíos, engaño.
En justicia son todas las razones de mi boca; No hay en ellas cosa perversa ni torcida.
Pues que los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, Y él considera todas sus veredas.
Bendiciones sobre la cabeza del justo: Mas violencia cubrirá la boca de los impíos.
Todos los que á ella entraren, no volverán, Ni tomarán las veredas de la vida.
No codicies su hermosura en tu corazón, Ni ella te prenda con sus ojos:
Y digas: Cómo aborrecí el consejo, Y mi corazón menospreció la reprensión;
La justicia de los rectos los librará: Mas los pecadores en su pecado serán presos.
El que engendra al necio, para su tristeza lo engendra: Y el padre del fatuo no se alegrará.
El hombre no se afirmará por medio de la impiedad: Mas la raíz de los justos no será movida.
Porque no duermen ellos, si no hicieren mal; Y pierden su sueño, si no han hecho caer.
Y serás como el que yace en medio de la mar, O como el que está en la punta de un mastelero.
Y no oí la voz de los que me adoctrinaban, Y á los que me enseñaban no incliné mi oído!
Para que andes por el camino de los buenos, Y guardes las veredas de los justos.
Porque los labios de la extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite;
Para que te guarden de la mala mujer, De la blandura de la lengua de la extraña.
Según su sabiduría es alabado el hombre: Mas el perverso de corazón será en menosprecio.
Y él me enseñaba, y me decía: Mantenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás:
Dios trastornará á los impíos, y no serán más: Mas la casa de los justos permanecerá.
Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de labios.
El camino de los impíos es como la oscuridad: No saben en qué tropiezan.
Prenderán al impío sus propias iniquidades, Y detenido será con las cuerdas de su pecado.
En los altos cabezos, junto al camino, A las encrucijadas de las veredas se para;
Con él estaba yo ordenándolo todo; Y fuí su delicia todos los días, Teniendo solaz delante de él en todo tiempo.
Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean ordenados.
No había aún hecho la tierra, ni las campiñas, Ni el principio del polvo del mundo.
El testigo perverso se burlará del juicio; Y la boca de los impíos encubrirá la iniquidad.
Mejor es el que es menospreciado y tiene servidores, Que el que se precia, y carece de pan.
En el lugar de las puertas, á la entrada de la ciudad, A la entrada de las puertas da voces:
Como cierva amada y graciosa corza, Sus pechos te satisfagan en todo tiempo; Y en su amor recréate siempre.
Antes que los montes fuesen fundados, Antes de los collados, era yo engendrada:
Las palabras de los impíos son para acechar la sangre: Mas la boca de los rectos los librará.
Porque yo fuí hijo de mi padre, Delicado y único delante de mi madre.
El pobre es odioso aun á su amigo: Pero muchos son los que aman al rico.
Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos.
Enlazado eres con las palabras de tu boca, Y preso con las razones de tu boca.
Y no saben que allí están los muertos; Que sus convidados están en los profundos de la sepultura.
Te guiarán cuando anduvieres; cuando durmieres te guardarán; Hablarán contigo cuando despertares.
Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, Ya que has caído en la mano de tu prójimo: Ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo.
Porque á causa de la mujer ramera es reducido el hombre á un bocado de pan; Y la mujer caza la preciosa alma del varón.
Los malos se inclinarán delante de los buenos, Y los impíos á las puertas del justo.
No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón.
Cuando ponía á la mar su estatuto, Y á las aguas, que no pasasen su mandamiento; Cuando establecía los fundamentos de la tierra;
No tienen en poco al ladrón, cuando hurtare Para saciar su alma teniendo hambre:
Escápate como el corzo de la mano del cazador, Y como el ave de la mano del parancero.
Mas su fin es amargo como el ajenjo, Agudo como cuchillo de dos filos.
Derrámense por de fuera tus fuentes, En las plazas los ríos de aguas.
No seas sin causa testigo contra tu prójimo; Y no lisonjees con tus labios.
El deseo del perezoso le mata, Porque sus manos no quieren trabajar.
No te apartes á diestra, ni á siniestra: Aparta tu pie del mal.
Vase en pos de ella luego, Como va el buey al degolladero, Y como el loco á las prisiones para ser castigado;
Sus pies descienden á la muerte; Sus pasos sustentan el sepulcro:
¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, Y abrazarás el seno de la extraña?
El deseo cumplido deleita el alma: Pero apartarse del mal es abominación á los necios.
Por tanto he salido á encontrarte, Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado.
Guarda mis mandamientos, y vivirás; Y mi ley como las niñas de tus ojos.
El que corrige al escarnecedor, afrenta se acarrea: El que reprende al impío, se atrae mancha.
Huélgome en la parte habitable de su tierra; Y mis delicias son con los hijos de los hombres.
Así el que entrare á la mujer de su prójimo; No será sin culpa cualquiera que la tocare.
Caminos del sepulcro son su casa, Que descienden á las cámaras de la muerte.
Da al sabio, y será más sabio: Enseña al justo, y acrecerá su saber.
No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en el vaso: Entrase suavemente;
Para que te guarden de la mujer ajena, Y de la extraña que ablanda sus palabras.
No reprendas al escarnecedor, porque no te aborrezca: Corrige al sabio, y te amará.
La maldición de Jehová está en la casa del impío; Mas él bendecirá la morada de los justos.
El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, y el mal camino Y la boca perversa, aborrezco.
A Jehová empresta el que da al pobre, Y él le dará su paga.
La oreja que escucha la corrección de vida, Entre los sabios morará.
El odio despierta rencillas: Mas la caridad cubrirá todas las faltas.
Como el ave que se apresura al lazo, Y no sabe que es contra su vida, Hasta que la saeta traspasó su hígado.
Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.
CUANDO te sentares á comer con algún señor, Considera bien lo que estuviere delante de ti;
La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella.
Lazo es al hombre el devorar lo santo, Y andar pesquisando después de los votos.
No rehuses la corrección del muchacho: Porque si lo hirieres con vara, no morirá.
Cuando faltaren las industrias, caerá el pueblo: Mas en la multitud de consejeros hay salud.
Torre fuerte es el nombre de Jehová: A él correrá el justo, y será levantado.
El hombre perverso levanta contienda; Y el chismoso aparta los mejores amigos.
EL hijo sabio toma el consejo del padre: Mas el burlador no escucha las reprensiones.
Vi entre los simples, Consideré entre los jóvenes, Un mancebo falto de entendimiento,
Porque el marido no está en casa, Hase ido á un largo viaje:
Porque á muchos ha hecho caer heridos; Y aun los más fuertes han sido muertos por ella.
Dejad las simplezas, y vivid; Y andad por el camino de la inteligencia.
El camino del necio es derecho en su opinión: Mas el que obedece al consejo es sabio.
No deseches, hijo mío, el castigo de Jehová; Ni te fatigues de su corrección:
Desea, y nada alcanza el alma del perezoso: Mas el alma de los diligentes será engordada.
Todos los caminos del hombre son limpios en su opinión: Mas Jehová pesa los espíritus.
Cuando los caminos del hombre son agradables á Jehová, Aun á sus enemigos pacificará con él.
El fruto del justo es árbol de vida: Y el que prende almas, es sabio.
No toma placer el necio en la inteligencia, Sino en lo que su corazón se descubre.
PALABRAS de Agur, hijo de Jachê: La profecía que dijo el varón á Ithiel, á Ithiel y á Ucal.
No trabajes por ser rico; Pon coto á tu prudencia.
El temor del hombre pondrá lazo: Mas el que confía en Jehová será levantado.
Envió sus criadas; Sobre lo más alto de la ciudad clamó:
Venid, comed mi pan, Y bebed del vino que yo he templado.
Hay camino que parece derecho al hombre, Mas su salida son caminos de muerte.
Si no tuvieres para pagar, ¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?
El justo que camina en su integridad, Bienaventurados serán sus hijos después de él.
Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; Mas en la multitud de consejeros se afirman.
También ella, como robador, acecha, Y multiplica entre los hombres los prevaricadores.
No detengas el bien de sus dueños, Cuando tuvieres poder para hacerlo.
El justo atiende á la vida de su bestia: Mas las entrañas de los impíos son crueles.
Mejor es vivir en un rincón de zaquizamí. Que con la mujer rencillosa en espaciosa casa.
Fieles son las heridas del que ama; Pero importunos los besos del que aborrece.
EL peso falso abominación es á Jehová: Mas la pesa cabal le agrada.
Todas las cosas ha hecho Jehová por sí mismo, Y aun al impío para el día malo.
Sea bendito tu manantial; Y alégrate con la mujer de tu mocedad.
La vara y la corrección dan sabiduría: Mas el muchacho consentido avergonzará á su madre.
Misericordia y verdad no te desamparen; Atalas á tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón:
El sacrificio de los impíos es abominación: Cuánto más ofreciéndolo con maldad!
MEJOR es un bocado seco, y en paz, Que la casa de contienda llena de víctimas.
Mejor es el que tarde se aira que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.
El alma liberal será engordada: Y el que saciare, él también será saciado.
Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra: Mas con los humildes es la sabiduría.
El que guarda su boca guarda su alma: Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.
La esperanza que se prolonga, es tormento del corazón: Mas árbol de vida es el deseo cumplido.
¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?
No hay sabiduría, ni inteligencia, Ni consejo, contra Jehová.
HUYE el impío sin que nadie lo persiga: Mas el justo está confiado como un leoncillo.
NO tengas envidia de los hombres malos, Ni desees estar con ellos:
Bienaventurado el hombre que me oye, Velando á mis puertas cada día, Guardando los umbrales de mis entradas.
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre:
Hay quienes reparten, y les es añadido más: Y hay quienes son escasos más de lo que es justo, mas vienen á pobreza.
Disminuiránse las riquezas de vanidad: Empero multiplicará el que allega con su mano.
Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan; Y si tuviere sed, dale de beber agua:
Las sentencias de Salomón. EL hijo sabio alegra al padre; Y el hijo necio es tristeza de su madre.
Gloria de Dios es encubrir la palabra; Mas honra del rey es escudriñar la palabra.
LA mujer sabia edifica su casa: Mas la necia con sus manos la derriba.
Con misericordia y verdad se corrige el pecado: Y con el temor de Jehová se apartan del mal los hombres.
La mano negligente hace pobre: Mas la mano de los diligentes enriquece.
MEJOR es el pobre que camina en su sencillez, Que el de perversos labios y fatuo.
Ciertamente el justo será pagado en la tierra: Cuánto más el impío y el pecador!
Yo amo á los que me aman; Y me hallan los que madrugando me buscan.
Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra: Mas cuando domina el impío, el pueblo gime.
Como perro que vuelve á su vómito, Así el necio que repite su necedad.
Hay quienes hablan como dando estocadas de espada: Mas la lengua de los sabios es medicina.
Para entender sabiduría y doctrina; Para conocer las razones prudentes;
Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan que he menester;
Castiga á tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se excite tu alma para destruirlo.
Los ojos de Jehová están en todo lugar, Mirando á los malos y á los buenos.
Tus ojos miren lo recto, Y tus párpados en derechura delante de ti.
Con sabiduría se edificará la casa, Y con prudencia se afirmará;
Candela de Jehová es el alma del hombre, Que escudriña lo secreto del vientre.
El testigo mentiroso perecerá: Mas el hombre que oye, permanecerá en su dicho.
¿Para quién será el ay? ¿para quién el ay? ¿para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos?
Riquezas, y honra, y vida, Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.
El que oprime al pobre para aumentarse él, Y que da al rico, ciertamente será pobre.
Como ciudad derribada y sin muro, Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.
El sacrificio de los impíos es abominación á Jehová: Mas la oración de los rectos es su gozo.
Jehová con sabiduría fundó la tierra; Afirmó los cielos con inteligencia.
Los pensamientos del solícito ciertamente van á abundancia; Mas todo presuroso, indefectiblemente á pobreza.
El que responde palabra antes de oir, Le es fatuidad y oprobio.
No te entrometas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos;
Todo camino del hombre es recto en su opinión: Mas Jehová pesa los corazones.
Abrió su boca con sabiduría: Y la ley de clemencia está en su lengua.
El avisado ve el mal, y escóndese: Mas los simples pasan, y reciben el daño.
El alma sin ciencia no es buena; Y el presuroso de pies peca.
La luz de los ojos alegra el corazón; Y la buena fama engorda los huesos.
La gloria de los jóvenes es su fortaleza, Y la hermosura de los viejos la vejez.
No traspases el término antiguo Que pusieron tus padres.
Dad la cerveza al desfallecido, Y el vino á los de amargo ánimo:
Bebe el agua de tu cisterna, Y los raudales de tu pozo.
Si dejares de librar los que son tomados para la muerte, Y los que son llevados al degolladero;
Compra la verdad, y no la vendas; La sabiduría, la enseñanza, y la inteligencia.
No estés con los bebedores de vino, Ni con los comedores de carne:
El que cubre la prevaricación, busca amistad: Mas el que reitera la palabra, aparta al amigo.
En las muchas palabras no falta pecado: Mas el que refrena sus labios es prudente.
Aun el muchacho es conocido por sus hechos, Si su obra fuere limpia y recta.
Los labios del necio vienen con pleito; Y su boca á cuestiones llama.
El corazón de su marido está en ella confiado, Y no tendrá necesidad de despojo.
¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, Limpio estoy de mi pecado?
DEL hombre son las disposiciones del corazón: Mas de Jehová la respuesta de la lengua.
Porque siete veces cae el justo, y se torna á levantar; Mas los impíos caerán en el mal.
Fortaleza y honor son su vestidura; Y en el día postrero reirá.
No seas sabio en tu opinión: Teme á Jehová, y apártate del mal;
La insensatez del hombre tuerce su camino; Y contra Jehová se aira su corazón.
De sus caminos será harto el apartado de razón: Y el hombre de bien estará contento del suyo.
El que camina en su rectitud teme á Jehová: Mas el pervertido en sus caminos lo menosprecia.
Corona de los viejos son los hijos de los hijos; Y la honra de los hijos, sus padres.
Todos los días del afligido son trabajosos: Mas el de corazón contento tiene un convite continuo.
El que aparta su oído para no oir la ley, Su oración también es abominable.
El que confía en su corazón es necio; Mas el que camina en sabiduría, será salvo.
Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; Y adquirir inteligencia vale más que la plata.
El primero en su propia causa parece justo; Y su adversario viene, y le sondea.
La casa y las riquezas herencia son de los padres: Mas de Jehová la mujer prudente.
La suerte se echa en el seno: Mas de Jehová es el juicio de ella.
El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído.
Abominación es á Jehová todo altivo de corazón: Aunque esté mano sobre mano, no será reputado inocente.
Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, No consientas.
TAMBIÉN estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezechîas, rey de Judá.
El que maldice á su padre ó á su madre, Su lámpara será apagada en oscuridad tenebrosa.
Levantáronse sus hijos, y llamáronla bienaventurada; Y su marido también la alabó.
Del señor que escucha la palabra mentirosa, Todos sus ministros son impíos.
Oirá el sabio, y aumentará el saber; Y el entendido adquirirá consejo;
No robes al pobre, porque es pobre, Ni quebrantes en la puerta al afligido:
El hombre malo lisonjea á su prójimo, Y le hace andar por el camino no bueno:
Panal de miel son los dichos suaves. Suavidad al alma y medicina á los huesos.
El que roba á su padre y ahuyenta á su madre, Hijo es avergonzador y deshonrador.
La memoria del justo será bendita: Mas el nombre de los impíos se pudrirá.
Nunca respondas al necio en conformidad á su necedad, Para que no seas tú también como él.
El que sigue la justicia y la misericordia, Hallará la vida, la justicia, y la honra.
El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones: Mas el que se apresura á enriquecer, no será sin culpa.
El que justifica al impío, y el que condena al justo, Ambos á dos son abominación á Jehová.
El corazón alegre hermosea el rostro: Mas por el dolor de corazón el espíritu se abate.
No añadas á sus palabras, porque no te reprenda, Y seas hallado mentiroso.
Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; Y arroyo revertiente, la fuente de la sabiduría.
Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde.
Vete de delante del hombre necio, Porque en él no advertirás labios de ciencia.
Alta está para el insensato la sabiduría: En la puerta no abrirá él su boca.
OID, hijos, la doctrina de un padre, Y estad atentos para que conozcáis cordura.
El que menosprecia la palabra, perecerá por ello: Mas el que teme el mandamiento, será recompensado.
Ciertamente la soberbia parirá contienda: Mas con los avisados es la sabiduría.
EL hombre que reprendido endurece la cerviz, De repente será quebrantado; ni habrá para él medicina.
El bueno dejará herederos á los hijos de los hijos; Y el haber del pecador, para el justo está guardado.
La sana lengua es árbol de vida: Mas la perversidad en ella es quebrantamiento de espíritu.
El hombre iracundo levanta contiendas; Y el furioso muchas veces peca.
La soberbia del hombre le abate; Pero al humilde de espíritu sustenta la honra.
Porque el mandamiento es antorcha, y la enseñanza luz; Y camino de vida las reprensiones de la enseñanza:
Mas el que comete adulterio con la mujer, es falto de entendimiento: Corrompe su alma el que tal hace.
Los labios mentirosos son abominación á Jehová: Mas los obradores de verdad su contentamiento.
El labio de verdad permanecerá para siempre: Mas la lengua de mentira por un momento.
Y hallarás gracia y buena opinión En los ojos de Dios y de los hombres.
El crisol para la plata, y la hornaza para el oro: Mas Jehová prueba los corazones.
Tesoro codiciable y pingüe hay en la casa del sabio; Mas el hombre insensato lo disipará.
El hombre perverso cava el mal; Y en sus labios hay como llama de fuego.
Oye á tu padre, á aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.
El necio da suelta á todo su espíritu; Mas el sabio al fin le sosiega.
La mujer virtuosa corona es de su marido: Mas la mala, como carcoma en sus huesos.
Honra es del hombre dejarse de contienda: Mas todo insensato se envolverá en ella.
Escucha el consejo, y recibe la corrección, Para que seas sabio en tu vejez.
Si fueres flojo en el día de trabajo, Tu fuerza será reducida.
¿Has visto hombre solícito en su obra? delante de los reyes estará; No estará delante de los de baja suerte.
Inclina tu oído, y oye las palabras de los sabios, Y pon tu corazón á mi sabiduría:
Sin leña se apaga el fuego: Y donde no hay chismoso, cesa la contienda.
El ojo misericordioso será bendito, Porque dió de su pan al indigente.
Gotera continua en tiempo de lluvia, Y la mujer rencillosa, son semejantes:
La lengua de los sabios adornará la sabiduría: Mas la boca de los necios hablará sandeces.
Echa fuera al escarnecedor, y saldrá la contienda, Y cesará el pleito y la afrenta.
Mejor es morar en tierra del desierto, Que con la mujer rencillosa é iracunda.
El ungüento y el perfume alegran el corazón: Y el amigo al hombre con el cordial consejo.
Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; Pon tu corazón á tus rebaños:
No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, Ni de los príncipes la cerveza.
Hiere al escarnecedor, y el simple se hará avisado; Y corrigiendo al entendido, entenderá ciencia.
El que descubre el secreto, en chismes anda: No te entrometas, pues, con el que lisonjea con sus labios.
El que da al pobre, no tendrá pobreza: Mas el que aparta sus ojos, tendrá muchas maldiciones.
Cuando cayere tu enemigo, no te huelgues; Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón:
Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, Y antes de la honra es el abatimiento.
Para los que se detienen mucho en el vino, Para los que van buscando la mistura.
COMO la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, Así conviene al necio la honra.
Dadle el fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos.
La sanguijuela tiene dos hijas que se llaman, Trae, trae. Tres cosas hay que nunca se hartan; Aun la cuarta nunca dice, Basta:
Como el agua fría al alma sedienta, Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.
Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre: Mas el hombre entendido lo alcanzará.
Hacer justicia y juicio es á Jehová Más agradable que sacrificio.
También el que es negligente en su obra Es hermano del hombre disipador.
¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque hacerse han alas, Como alas de águila, y volarán al cielo.
La ciencia del cuerdo es entender su camino: Mas la indiscreción de los necios es engaño.
Dolor es para su padre el hijo necio; Y gotera continua las contiendas de la mujer.
El que labra su tierra, se hartará de pan: Mas el que sigue los ociosos, se hartará de pobreza.
Hombre necesitado será el que ama el deleite: Y el que ama el vino y ungüentos no enriquecerá.
Darále ella bien y no mal, Todos los días de su vida.
Conoce el justo la causa de los pobres: Mas el impío no entiende sabiduría.
El que escarnece al pobre, afrenta á su Hacedor: Y el que se alegra en la calamidad, no quedará sin castigo.
El testigo falso no quedará sin castigo; Y el que habla mentiras no escapará.
Del fruto de su boca el hombre comerá bien: Mas el alma de los prevaricadores hallará mal.
El sepulcro y la perdición nunca se hartan: Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.
El presente del hombre le ensancha el camino, Y le lleva delante de los grandes.
El necio menosprecia el consejo de su padre: Mas el que guarda la corrección, vendrá á ser cuerdo.
El que tiene en poco la disciplina, menosprecia su alma: Mas el que escucha la corrección, tiene entendimiento.
El ojo que escarnece á su padre, Y menosprecia la enseñanza de la madre, Los cuervos lo saquen de la arroyada, Y tráguenlo los hijos del águila.
Jehová asolará la casa de los soberbios: Mas él afirmará el término de la viuda.
Ahora pues, hijos, oidme: Y bienaventurados los que guardaren mis caminos.
El rey con el juicio afirma la tierra: Mas el hombre de presentes la destruirá.
No tenga tu corazón envidia de los pecadores, Antes persevera en el temor de Jehová todo tiempo:
El testigo verdadero no mentirá: Mas el testigo falso hablará mentiras.
Mas el que peca contra mí, defrauda su alma: Todos los que me aborrecen, aman la muerte.
El ánimo del hombre soportará su enfermedad: Mas ¿quién soportará al ánimo angustiado?
Allegar tesoros con lengua de mentira, Es vanidad desatentada de aquellos que buscan la muerte.
Sin bueyes el granero está limpio: Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan.
El corazón del entendido adquiere sabiduría; Y el oído de los sabios busca la ciencia.
El infierno y la perdición están delante de Jehová: Cuánto más los corazones de los hombres!
Hay quienes se hacen ricos, y no tienen nada: Y hay quienes se hacen pobres, y tienen muchas riquezas.
El corazón entendido busca la sabiduría: Mas la boca de los necios pace necedad.
El que comienza la pendencia es como quien suelta las aguas: Deja pues la porfía, antes que se enmarañe.
Alargó su mano al pobre, Y extendió sus manos al menesteroso.
Como bramido de cachorro de león es el terror del rey: El que lo hace enfurecerse, peca contra su alma.
Las palabras del chismoso parecen blandas, Y descienden hasta lo íntimo del vientre.
Los necios se mofan del pecado: Mas entre los rectos hay favor.
El escarnecedor no ama al que le reprende; Ni se allega á los sabios.
Porque el bebedor y el comilón empobrecerán: Y el sueño hará vestir vestidos rotos.
Y pon cuchillo á tu garganta, Si tienes gran apetito.
Aparejados están juicios para los escarnecedores, Y azotes para los cuerpos de los insensatos.
Porque el que me hallare, hallará la vida, Y alcanzará el favor de Jehová.
El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia Que el que lisonjea con la lengua.
Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, Así la maldición sin causa nunca vendrá.
Mejor es lo poco con justicia, Que la muchedumbre de frutos sin derecho.
Muchos hombres publican cada uno su liberalidad: Mas hombre de verdad, ¿quién lo hallará?
El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés, Para que se dé á los pobres lo allega.
El avisado ve el mal, y escóndese, Mas los simples pasan, y llevan el daño.
Porque el perverso es abominado de Jehová: Mas su secreto es con los rectos.
No conviene al necio la altilocuencia: Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
¿Hallaste la miel? come lo que te basta; No sea que te hartes de ella, y la vomites.
El justo aborrece la palabra de mentira: Mas el impío se hace odioso é infame.
Con larga paciencia se aplaca el príncipe; Y la lengua blanda quebranta los huesos.
Busca el escarnecedor la sabiduría, y no la halla: Mas la sabiduría al hombre entendido es fácil.
Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra, Y las mismas son más sabias que los sabios:
Peso y balanzas justas son de Jehová: Obra suya son todas las pesas de la bolsa.
Conocido es su marido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
Sima profunda es la boca de las extrañas: Aquel contra el cual estuviere Jehová airado, caerá en ella.
Cruel es la ira, é impetuoso el furor; Mas ¿quién parará delante de la envidia?
Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y el brillo de los impíos, son pecado.
Un poco de sueño, cabeceando otro poco, Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir;
El perezoso no ara á causa del invierno; Pedirá pues en la siega, y no hallará.
No ames el sueño, porque no te empobrezcas; Abre tus ojos, y te hartarás de pan.
También estas cosas pertenecen á los sabios. Tener respeto á personas en el juicio no es bueno.
¿De qué sirve el precio en la mano del necio para comprar sabiduría, No teniendo entendimiento?
Aun en la risa tendrá dolor el corazón; Y el término de la alegría es congoja.
Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos: Mas por el hombre entendido y sabio permanecerá sin mutación.
No comas pan de hombre de mal ojo, Ni codicies sus manjares:
¿Has visto hombre sabio en su opinión? Más esperanza hay del necio que de él.
El hombre sabio es fuerte; Y de pujante vigor el hombre docto.
El que sembrare iniquidad, iniquidad segará: Y consumiráse la vara de su ira.
La pereza hace caer en sueño; Y el alma negligente hambreará.
Tú lo herirás con vara, Y librarás su alma del infierno.
Teme á Jehová, hijo mío, y al rey; No te entrometas con los veleidosos:
El altivo de ánimo suscita contiendas: Mas el que en Jehová confía, medrará.
El oído que oye, y el ojo que ve, Ambas cosas ha igualmente hecho Jehová.
El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno, Es como el que toma al perro por las orejas.
Los pensamientos con el consejo se ordenan: Y con industria se hace la guerra.
El corazón conoce la amargura de su alma; Y extraño no se entrometerá en su alegría.
Porque con ingenio harás la guerra: Y la salud está en la multitud de consejeros.
Y dirás: Hiriéronme, mas no me dolió; Azotáronme, mas no lo sentí; Cuando despertare, aun lo tornaré á buscar.
Los labios del justo conocerán lo que agrada: Mas la boca de los impíos habla perversidades.
Bienaventurado el hombre que siempre está temeroso: Mas el que endurece su corazón, caerá en mal.
El que bendice á su amigo en alta voz, madrugando de mañana, Por maldición se le contará.
Corrige á tu hijo, y te dará descanso, Y dará deleite á tu alma.
Si dijeres: Ciertamente no lo supimos; ¿No lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, Y dará al hombre según sus obras.
Espinas y lazos hay en el camino del perverso: El que guarda su alma se alejará de ellos.
Los sabios heredarán honra: Mas los necios sostendrán ignominia.
El que guarda el mandamiento, guarda su alma: Mas el que menospreciare sus caminos, morirá.
Aprovecha la reprensión en el entendido, Más que si cien veces hiriese en el necio.
Abominación es á los reyes hacer impiedad: Porque con justicia será afirmado el trono.
Abominación es á Jehová el camino del impío: Mas él ama al que sigue justicia.
El de grande ira llevará la pena: Y si usa de violencias, añadirá nuevos males.
Sabroso es al hombre el pan de mentira; Mas después su boca será llena de cascajo.
La reconvención es molesta al que deja el camino: Y el que aborreciere la corrección, morirá.
Consideró la heredad, y compróla; Y plantó viña del fruto de sus manos.
Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, Y del panal dulce á tu paladar:
Mejor es el pobre que camina en su integridad, Que el de perversos caminos, y rico.
Como escoria de plata echada sobre el tiesto, Son los labios enardecidos y el corazón malo.
El malo está atento al labio inicuo; Y el mentiroso escucha á la lengua detractora.
En la boca del necio está la vara de la soberbia: Mas los labios de los sabios los guardarán.
Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú las sobrepujaste á todas.
Hay generación que maldice á su padre, Y á su madre no bendice.
No traspases el término antiguo, Ni entres en la heredad de los huérfanos:
No acuses al siervo ante su señor, Porque no te maldiga, y peques.
El hombre que se extravía del camino de la sabiduría, Vendrá á parar en la compañía de los muertos.
El que guarda la ley es hijo prudente: Mas el que es compañero de glotones, avergüenza á su padre.
El látigo para el caballo, y el cabestro para el asno, Y la vara para la espalda del necio.
Como nubes y vientos sin lluvia, Así es el hombre que se jacta de vana liberalidad.
No tendrá temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
Apresúrase á ser rico el hombre de mal ojo; Y no conoce que le ha de venir pobreza.
Levantóse aun de noche, Y dió comida á su familia, Y ración á sus criadas.
No des á las mujeres tu fuerza, Ni tus caminos á lo que es para destruir los reyes.
Ciñó sus lomos de fortaleza, Y esforzó sus brazos.
Tener respeto á la persona del impío, Para hacer caer al justo de su derecho, no es bueno.
No dejes á tu amigo, ni al amigo de tu padre; Ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejano.
Las riquezas del rico son la ciudad de su fortaleza, Y como un muro alto en su imaginación.
El que posee entendimiento, ama su alma: El que guarda la inteligencia, hallará el bien.
Mejor es se encuentre un hombre con una osa á la cual han robado sus cachorros, Que con un fatuo en su necedad.
El siervo prudente se enseñoreará del hijo que deshonra, Y entre los hermanos partirá la herencia.
Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.
La justicia guarda al de perfecto camino: Mas la impiedad trastornará al pecador.
Atended el consejo, y sed sabios, Y no lo menospreciéis.
Los que dejan la ley, alaban á los impíos: Mas los que la guardan, contenderán con ellos.
Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, Y tendré qué responder al que me deshonrare.
Las riquezas allegan muchos amigos: Mas el pobre, de su amigo es apartado.
El que ama la limpieza de corazón, Por la gracia de sus labios su amigo será el rey.
No salgas á pleito presto, No sea que no sepas qué hacer al fin, Después que tu prójimo te haya dejado confuso.
Quítale su ropa al que salió por fiador del extraño; Y tómale prenda al que fía la extraña.
El testigo falso no quedará sin castigo; Y el que habla mentiras, perecerá.
El viento del norte ahuyenta la lluvia, Y el rostro airado la lengua detractora.
Las hormigas, pueblo no fuerte, Y en el verano preparan su comida;
León rugiente y oso hambriento, Es el príncipe impío sobre el pueblo pobre.
Doble pesa y doble medida, Abominación son á Jehová ambas cosas.
No hables á oídos del necio; Porque menospreciará la prudencia de tus razones.
Alegría es al justo hacer juicio; Mas quebrantamiento á los que hacen iniquidad.
Responde al necio según su necedad, Porque no se estime sabio en su opinión.
Martillo y cuchillo y saeta aguda, Es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.
El que canta canciones al corazón afligido, Es como el que quita la ropa en tiempo de frío, ó el que sobre el jabón echa vinagre.
Muchos rogarán al príncipe: Mas cada uno es amigo del hombre que da.
Piedra preciosa es el cohecho en ojos de sus dueños: A donde quiera que se vuelve, da prosperidad.
El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro: Y al hombre la boca del que lo alaba.
Hay generación limpia en su opinión, Si bien no se ha limpiado su inmundicia.
Como frío de nieve en tiempo de la siega, Así es el mensajero fiel á los que lo envían: Pues al alma de su señor da refrigerio.
No conviene al necio el deleite: Cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes!
El que en integridad camina, será salvo; Mas el de perversos caminos caerá en alguno.
En la casa del justo hay gran provisión; Empero turbación en las ganancias del impío.
Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, También á mí se me alegrará el corazón;
El pensamiento del necio es pecado: Y abominación á los hombres el escarnecedor.
Dice el perezoso: El león está en el camino; El león está en las calles.
El que guarda la higuera, comerá su fruto; Y el que guarda á su señor, será honrado.
Gustó que era buena su granjería: Su candela no se apagó de noche.
El hombre que ama la sabiduría, alegra á su padre: Mas el que mantiene rameras, perderá la hacienda.
Diente quebrado y pie resbalador, Es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia.
Porque el defensor de ellos es el Fuerte, El cual juzgará la causa de ellos contra ti.
El aparcero del ladrón aborrece su vida; Oirá maldiciones, y no lo denunciará.
Los labios de los sabios esparcen sabiduría: Mas no así el corazón de los necios.
Porque los celos son el furor del hombre, Y no perdonará en el día de la venganza.
El alma harta huella el panal de miel; Mas al alma hambrienta todo lo amargo es dulce.
¿Has visto hombre ligero en sus palabras? Más esperanza hay del necio que de él.
Porque su corazón piensa en robar, E iniquidad hablan sus labios.
Detén tu pie de la casa de tu vecino, Porque harto de ti no te aborrezca.
El príncipe falto de entendimiento multiplicará los agravios: Mas el que aborrece la avaricia, prolongará sus días.
Hay oro y multitud de piedras preciosas: Mas los labios sabios son vaso precioso.
Mejor es estar en un rincón de casa, Que con la mujer rencillosa en espaciosa casa.
Como el bramido del cachorro de león es la ira del rey; Y su favor como el rocío sobre la hierba.
Los labios justos son el contentamiento de los reyes; Y aman al que habla lo recto.
El rastro del águila en el aire; El rastro de la culebra sobre la peña; El rastro de la nave en medio de la mar; Y el rastro del hombre en la moza.
Los hombres malos no entienden el juicio: Mas los que buscan á Jehová, entienden todas las cosas.
El que da mal por bien, No se apartará el mal de su casa.
Tal es el rastro de la mujer adúltera: Come, y limpia su boca, Y dice: No he hecho maldad.
El que dijere al malo, Justo eres, Los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones:
Tal será el conocimiento de la sabiduría á tu alma: Si la hallares tendrá recompensa, Y al fin tu esperanza no será cortada.
El presente en secreto amansa el furor, Y el don en el seno, la fuerte ira.
Para que tu confianza sea en Jehová, Te las he hecho saber hoy á ti también.
Cuando viene el impío, viene también el menosprecio, Y con el deshonrador la afrenta.
La redención de la vida del hombre son sus riquezas: Pero el pobre no oye censuras.
El hombre que hace violencia con sangre de persona, Huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá.
Las palabras del chismoso parecen blandas; Mas ellas entran hasta lo secreto del vientre.
Por la aborrecida cuando se casare; Y por la sierva cuando heredare á su señora.
Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; Y cuando se amonestare al sabio, aprenderá ciencia.
Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo á pisón majados, No se quitará de él su necedad.
Los hombres escarnecedores enlazan la ciudad: Mas los sabios apartan la ira.
El grande cría todas las cosas; y da la paga al insensato, Y la da á los transgresores.
El que hace errar á los rectos por el mal camino, Él caerá en su misma sima: Mas los perfectos heredarán el bien.
El hombre rico es sabio en su opinión: Mas el pobre entendido lo examinará.
Pesada es la piedra, y la arena pesa; Mas la ira del necio es más pesada que ambas cosas.
Oh impío, no aceches la tienda del justo, No saquees su cámara;
El carbón para brasas, y la leña para el fuego: Y el hombre rencilloso para encender contienda.
En la alegría del rostro del rey está la vida; Y su benevolencia es como nube de lluvia tardía.
La boca del necio es quebrantamiento para sí, Y sus labios son lazos para su alma.
El camino del hombre perverso es torcido y extraño: Mas la obra del limpio es recta.
Así vendrá como caminante tu necesidad, Y tu pobreza como hombre de escudo.
Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos, Para devorar á los pobres de la tierra, y de entre los hombres á los menesterosos.
Los ojos de Jehová miran por la ciencia; Mas él trastorna las cosas de los prevaricadores.
El siervo no se corregirá con palabras: Porque entiende, mas no corresponde.
Considera el justo la casa del impío: Cómo los impíos son trastornados por el mal.
Tener acepción de personas, no es bueno: Hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre.
El rey que juzga con verdad á los pobres, Su trono será firme para siempre.
Porque ciertamente hay fin, Y tu esperanza no será cortada.
Cual ave que se va de su nido, Tal es el hombre que se va de su lugar.
El que compra dice: Malo es, malo es: Mas en apartándose, se alaba.
No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová? O no sea que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.
Porque las riquezas no son para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas generaciones?
Todos los hermanos del pobre le aborrecen: Cuánto más sus amigos se alejarán de él! Buscará la palabra y no la hallará.
El que roba á su padre ó á su madre, y dice que no es maldad, Compañero es del hombre destruidor.
Trata tu causa con tu compañero Y no descubras el secreto á otro.
Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto: Mas los rectos buscan su contentamiento.
Cuando los impíos son muchos, mucha es la prevaricación; Mas los justos verán la ruina de ellos.
Los conejos, pueblo nada esforzado, Y ponen su casa en la piedra;
Porque ascuas allegas sobre su cabeza, Y Jehová te lo pagará.
Cuando los justos se alegran, grande es la gloria; Mas cuando los impíos son levantados, es buscado el hombre.
Como el que se corta los pies y bebe su daño, Así es el que envía algo por mano de un necio.
Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra, Y para el corazón de los reyes, no hay investigación.
Quítale su ropa al que fió al extraño; Y al que fió á la extraña, tómale prenda.
En la prevaricación del hombre malo hay lazo: Mas el justo cantará y se alegrará.
Mis entrañas también se alegrarán, Cuando tus labios hablaren cosas rectas.
El sepulcro, y la matriz estéril, La tierra no harta de aguas, Y el fuego que jamás dice, Basta.
Para hacerte saber la certidumbre de las razones verdaderas, Para que puedas responder razones de verdad á los que á ti enviaren?
Saldrá la grama, aparecerá la hierba, Y segaránse las hierbas de los montes.
Porque para el malo no habrá buen fin, Y la candela de los impíos será apagada.
Y con ciencia se henchirán las cámaras De todo bien preciado y agradable.
La araña, ase con las manos, Y está en palacios de rey.
Como quien liga la piedra en la honda, Así hace el que al necio da honra.
No sea que bebiendo olviden la ley, Y perviertan el derecho de todos los hijos afligidos.
Abominación es á los justos el hombre inicuo; Y abominación es al impío el de rectos caminos.
Porque es cosa deleitable, si las guardares en tus entrañas; Y que juntamente sean ordenadas en tus labios.
El que pretende contenerla, arresta el viento: O el aceite en su mano derecha.
Aparta al impío de la presencia del rey, Y su trono se afirmará en justicia.
Espinas hincadas en mano del embriagado, Tal es el proverbio en la boca de los necios.
Muchos buscan el favor del príncipe: Mas de Jehová viene el juicio de cada uno.
Si el hombre sabio contendiere con el necio, Que se enoje ó que se ría, no tendrá reposo.
La rapiña de los impíos los destruirá; Por cuanto no quisieron hacer juicio.
Cuando hablare amigablemente, no le creas; Porque siete abominaciones hay en su corazón.
Porque su quebrantamiento se levantará de repente; Y el quebrantamiento de ambos, ¿quién lo comprende?
La benevolencia del rey es para con el ministro entendido: Mas su enojo contra el que lo avergüenza.
Tal es el hombre que daña á su amigo, Y dice: Ciertamente me chanceaba.
Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa, Y para sustento de tus criadas.
Encúbrese el odio con disimulo; Mas su malicia será descubierta en la congregación.
Beban, y olvídense de su necesidad, Y de su miseria no más se acuerden.
Por el siervo cuando reinare; Y por el necio cuando se hartare de pan;
No tendrá respeto á ninguna redención; Ni querrá perdonar, aunque multipliques los dones.
Cuando los impíos son levantados, esconderáse el hombre: Mas cuando perecen, los justos se multiplican.
Porque mejor es que se te diga, Sube acá, Que no que seas humillado delante del príncipe Que miraron tus ojos.