Mas nuestra vivienda es en los cielos; de donde también esperamos el Salvador, al Señor Jesús, el Cristo;

de tal manera que nada os falte en ningún don, esperando la manifestación del Señor nuestro, Jesús, el Cristo;

esperando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesús, el Cristo.

Y esperar a su Hijo de los cielos, al cual resucitó de los muertos: a Jesús, el cual nos libró de la ira que ha de venir.

Conservaos a vosotros mismos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesús, el Cristo, para vida eterna.

Y no sólo ellas, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos esperando la adopción, es a saber , la redención de nuestro cuerpo.

esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos siendo encendidos, serán deshechos, y los elementos siendo abrasados, se fundirán?

Pero esperamos cielos nuevos y tierra nueva, según sus Promesas, en los cuales mora la justicia.

y vosotros semejantes a hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere, y tocare, luego le abran.

Porque nosotros por el Espíritu aguardamos la esperanza de la justicia por la fe.

Porque la esperanza solícita de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios.