33 Versículo de la Biblia sobre La brujería y la magia
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y luz de lámpara no alumbrará más en ti; y voz de esposo y de esposa no será más oída en ti: cuyos mercaderes eran príncipes de la tierra: en cuyas hechicerías todos los gentiles han errado.
Porque las imágenes han hablado vanidad, y los adivinos han visto mentira, y han hablado sueños vanos, en vano consuelan; por lo cual se fueron ellos como ovejas, fueron humillados porque no tuvieron pastor.
Y si os dijeren: Preguntad a los pitones y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿Por ventura no consultará el pueblo a su Dios? ¿Apelará por los vivos a los muertos? ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.
Y pasó sus hijos por fuego en el valle de los hijos de Hinom; y miraba en los tiempos, miraba en agüeros, y era dado a adivinaciones, consultaba pitones y encantadores; multiplicó en hacer lo malo en ojos del SEÑOR, para irritarle.
Porque él reedificó los altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a los Baales, e hizo bosques, y adoró a todo el ejército de los cielos, y a él sirvió. Edificó también altares en la Casa del SEÑOR, de la cual había dicho el SEÑOR: En Jerusalén será mi Nombre perpetuamente. Edificó asimismo altares a todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la Casa del SEÑOR.
Porque él volvió a edificar los altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a Baal, e hizo bosque, como había hecho Acab rey de Israel; y adoró a todo el ejército del cielo, y sirvió a aquellas cosas. Asimismo edificó altares en la Casa del SEÑOR, de la cual el SEÑOR había dicho: Yo pondré mi nombre en Jerusalén. Y edificó altares para todo el ejército del cielo en los dos atrios de la casa del SEÑOR.
Entonces llamó también el Faraón sabios y encantadores; e hicieron también lo mismo los encantadores de Egipto con sus encantamientos;
Y los encantadores hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; mas no pudieron. Y había piojos así en los hombres como en las bestias.
Ven pues, ahora, te ruego, maldíceme este pueblo, porque es más fuerte que yo; por ventura podré yo herirlo, y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendijeres, será bendito, y el que tú maldijeres, será maldito.
Porque en Jacob no hay agüero, ni adivinación en Israel. Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: ¡Lo que ha hecho Dios!
Y pasó a su hijo por fuego, y miró en tiempos, y fue agorero, e instituyó pitones y adivinos, y multiplicó a hacer lo malo en ojos del SEÑOR, para provocarlo a ira.
Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez. En toda su perfección vendrán sobre ti, por la multitud de tus adivinanzas, y por la copia de tus muchos agüeros. Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría, y tu misma ciencia te engañó, ya que dijiste en tu corazón: Yo soy , y nadie más. Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y vendrá de repente sobre ti destrucción, la cual tú no conocerás.Leer más.
Estate ahora en tus adivinanzas, y en la multitud de tus agüeros, en los cuales te fatigaste desde tu niñez; quizá podrás mejorarte, quizá te fortificarás. Te has fatigado en la multitud de tus consejos: aparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los especuladores de las estrellas, los que enseñan los cursos de la luna, de lo que vendrá sobre ti.
Y había un hombre llamado Simón, el cual antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había asombrado la gente de Samaria, diciéndose ser algún grande; al cual oían todos atentamente, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Esta es la gran virtud de Dios. Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas los había asombrado mucho tiempo.
Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron un hombre sabio, falso profeta, judío, llamado Barjesús; el cual estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la Palabra de Dios. Pero les resistía Elimas, el sabio (que así se interpreta su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul.
Asimismo muchos de los que habían practicado vanas artes, trajeron los libros, y los quemaron delante de todos; y echada la cuenta del precio de ellos, hallaron ser cincuenta mil denarios.
Cuando hubieres entrado en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellos gentiles. No sea hallado en tu tierra quien haga pasar su hijo o su hija por el fuego, ni practicante de adivinaciones, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni fraguador de encantamientos, ni quien pregunte a pitón, ni mago, ni quien pregunte a los muertos.Leer más.
Porque es abominación al SEÑOR cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones el SEÑOR tu Dios los echó de delante de ti.
No comeréis cosa alguna con sangre. No seréis agoreros, ni adivinaréis.
Y vosotros no prestéis oído a vuestros profetas, ni a vuestros adivinos, ni a vuestros sueños, ni a vuestros agoreros, ni a vuestros encantadores, que os hablan diciendo: No serviréis al rey de Babilonia. Porque ellos os profetizan mentira, para haceros alejar de vuestra tierra, y para que yo os arroje y perezcáis.
Y di: Así dijo el Señor DIOS: ¡Ay de aquellas que cosen almohadillas a todos codos de manos, y hacen veletes sobre la cabeza de toda edad para cazar las almas! ¿Habéis de cazar las almas de mi pueblo, para mantener así vuestra propia vida?
Entonces llamó también el Faraón sabios y encantadores; e hicieron también lo mismo los encantadores de Egipto con sus encantamientos; pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron dragones; mas la vara de Aarón tragó las varas de ellos.
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu vara, y hiere el polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por toda la tierra de Egipto. Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, e hirió el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias; todo el polvo de la tierra se volvió piojos en toda la tierra de Egipto. Y los encantadores hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; mas no pudieron. Y había piojos así en los hombres como en las bestias.Leer más.
Entonces los magos dijeron al Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón del Faraón se endureció, y no los escuchó; como el SEÑOR lo había dicho.
Así dice el SEÑOR, Redentor tuyo, y Formador tuyo desde el vientre: Yo soy el SEÑOR, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo; que deshago las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros, que hago tornar atrás los sabios, y desvanezco su sabiduría;
Y la persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo.
Y haré destruir de tu mano las hechicerías, y no se hallarán en ti agoreros.
Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron un hombre sabio, falso profeta, judío, llamado Barjesús; el cual estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la Palabra de Dios. Pero les resistía Elimas, el sabio (que así se interpreta su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul.Leer más.
Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, poniendo en él los ojos, dijo: Oh, lleno de todo engaño y de todo libertinaje, hijo del diablo, enemigo de justicia, ¿no cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no veas el sol por algún tiempo. Y luego cayeron en él obscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quién le diese la mano.
Mas a los temerosos, e incrédulos, a los abominables, y homicidas, a los fornicarios y hechiceros, y a los idólatras, y a todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiendo de fuego y de azufre, que es la muerte segunda.
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas; de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios.
Y el hombre o la mujer en quienes hubiere espíritu pitónico o de adivinación, morirán; los apedrearán con piedras; su sangre será sobre ellos.
Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra el SEÑOR, contra la palabra del SEÑOR, la cual no guardó; y porque consultó al pitón, preguntándole, y no consultó al SEÑOR; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David, hijo de Isaí.
Y aconteció, que yendo nosotros a la oración, una muchacha que tenía espíritu pitónico, nos salió al encuentro, la cual daba grande ganancia a sus amos adivinando. Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Alto, los cuales os anuncian el camino de salud. Y esto hacía por muchos días; mas desagradando esto a Pablo, se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el Nombre de Jesús, el Cristo, que salgas de ella. Y salió en la misma hora.
Y muchos de los que habían creído, venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. Asimismo muchos de los que habían practicado vanas artes, trajeron los libros, y los quemaron delante de todos; y echada la cuenta del precio de ellos, hallaron ser cincuenta mil denarios.
Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar de la caridad de Dios, que es en el Ungido, Jesús, Señor nuestro.