47 Versículos de la Biblia sobre La enseñanza de Cristo
Versículos Más Relevantes
Y como vino al Templo, se acercaron a él cuando estaba enseñando, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo, diciendo: ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te dio esta autoridad?
En aquella hora dijo Jesús a la multitud: ¿Como a ladrón habéis salido con espadas y con bastones a prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el Templo, y no me prendisteis.
Y respondiendo Jesús decía, enseñando en el Templo: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
Y enseñaba cada día en el Templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle.
Y aconteció un día, que enseñando él al pueblo en el Templo, y anunciando el Evangelio, llegaron los príncipes de los sacerdotes y los escribas, con los ancianos;
Y enseñaba de día en el Templo; y de noche saliendo, se estaba en el monte que se llama de las Olivas.
Entonces clamaba Jesús en el Templo, enseñando y diciendo: Y a mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; pero no he venido de mí mismo; mas el que me envió es verdadero, al cual vosotros no ignoráis.
Estas palabras habló Jesús en el lugar de las limosnas, enseñando en el Templo; y nadie le prendió; porque aún no había venido su hora.
Cada día estaba con vosotros enseñando en el Templo, y no me tomasteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.
Y rodeó Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda flaqueza en el pueblo.
Y recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y todo flaqueza en el pueblo.
Y venido a su tierra, les enseñó en la sinagoga de ellos, de tal manera que ellos estaban fuera de sí, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría, y estas maravillas?
Entraron en Capernaum; y luego los sábados, entrando en la sinagoga, enseñaba.
Llegado el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, y tales maravillas que por sus manos son hechas?
Y él enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado de todos. Y vino a Nazaret, donde había sido criado; y entró, conforme a su costumbre, el día del sábado en la sinagoga, y se levantó a leer.
Y aconteció también en otro sábado, que él entró en la sinagoga y enseñó; y estaba allí un hombre que tenía la mano derecha seca.
Jesús le respondió: Yo manifiestamente he hablado al mundo; yo siempre he enseñado en la sinagoga y en el Templo, donde se juntan todos los judíos, y nada he hablado en oculto.
Y fue, que acabando Jesús de dar mandamientos a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos.
Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y rodeaba las aldeas de alrededor, enseñando.
Y volvió a salir al mar, y toda la multitud venía a él, y les enseñaba.
Y saliendo Jesús vio gran multitud, y tuvo misericordia de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y les comenzó a enseñar muchas cosas.
Y partiendo de allí, vino a los términos de Judea y tras el Jordán; y volvió la multitud a juntarse a él; y les volvió a enseñar como acostumbraba.
Otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y se juntó a él gran multitud; tanto, que entrando él en un barco, se sentó en el mar; y toda la multitud estaba en tierra junto al mar.
Y entrado en uno de estos barcos, el cual era de Simón, le rogó que lo desviara de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde el barco a la multitud.
Porque iba enseñando a sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre es entregado en manos de hombres, y le matarán; mas muerto él, resucitará al tercer día.
Y aconteció que estando él orando en un lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
Y aconteció un día, que él estaba enseñando, y los fariseos y doctores de la ley estaban sentados, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y la virtud del Señor estaba allí para sanarlos.
Primero hemos hablado, oh Teófilo, de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,
Y cuando Jesús acabó estas palabras, la multitud se admiraba de su doctrina;
Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene potestad, y no como los escribas.
Y lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y procuraban cómo le matarían; porque le tenían miedo, porque toda la multitud estaba maravillada de su doctrina.
Y luego se juntaron a él muchos, que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la Palabra.
Y envían a él los discípulos de ellos, con los de Herodes, diciendo: Maestro, sabemos que eres amador de verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te curas de nadie, porque no tienes acepción de persona de hombres.
Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, ya sabemos que eres hombre de verdad, y que no te cuidas de nadie; porque no miras a la apariencia de hombres, antes con verdad enseñas el camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?
Los cuales le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas bien, y que no tienes respeto a persona; antes enseñas el camino de Dios con verdad.
Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste;
Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿A dónde se ha de ir éste que no le hallemos? ¿Se ha de ir a los esparcidos entre los griegos, y a enseñar a los griegos?