Hasta el día en que, habiendo dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que escogió, fue recibido arriba;

Si alguno, a su parecer, es profeta, o espiritual, reconozca lo que os escribo, porque son mandamientos del Señor.

El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.

Vosotros sois mis amigos, si hiciereis las cosas que yo os mando.

Este es mi mandamiento: Que os ameis los unos a los otros, como yo os he amado.

Esto os mando: Que os ameis los unos a los otros.

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como os he amado, que también os améis los unos a los otros.

Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo, que habéis tenido desde el principio: el mandamiento antiguo es la Palabra que habéis oído desde el principio.

Y ahora te ruego, señora, (no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino aquel que nosotros hemos tenido desde el principio), que nos amemos unos a otros.

Otra vez os escribo un mandamiento nuevo, que es la verdad en él y en vosotros; porque las tinieblas son pasadas, y la verdadera luz ya alumbra.

Y éste es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.

Y esta es la caridad, que andemos según su mandamiento. Y el mandamiento es: Que andéis en él, como vosotros habéis oído desde el principio.

Porque ya sabéis qué mandamientos os dimos por el Señor Jesús.

Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; mas ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece el presente que mandó Moisés, para que les conste.

Entonces le apercibió, y le despidió luego,

Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.

Y les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.

Y como descendieron del monte, les mandó Jesús, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos.

Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijeran lo que habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiera resucitado de los muertos.

Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijeran que él era Jesús, el Cristo.

Mas él, conminándolos, mandó que a nadie dijeran esto;

A estos doce envió Jesús, a los cuales dio mandamiento, diciendo: Por el camino de los gentiles no iréis, y en ciudad de samaritanos no entréis;

Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si tú eres, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.

Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun a los espíritus inmundos manda, y le obedecen?

Jesús entonces parándose, mandó traerle a sí; y cuando él llegó, le preguntó,

Y juntándolos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperaran la Promesa del Padre, que oísteis, dijo, de mí.

Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.

para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y de nuestro mandamiento, que somos apóstoles del Señor y Salvador;

Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y echó de ellos los demonios con la palabra, y sanó a todos los enfermos;

Mas él les reñía mucho que no lo manifestaran.