44 casos

'Aguas' en la Biblia

Hizo de las tinieblas su escondedero, su pabellón en derredor de sí; oscuridad de aguas, nubes de los cielos.

Entonces aparecieron los senderos de las aguas, y se descubrieron los cimientos del mundo, a tu reprensión, oh Jehová, por el soplo del aliento de tu nariz.

Estoy derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron: Mi corazón es como cera, derretido en medio de mis entrañas.

«Al Músico principal: Masquil para los hijos de Coré» Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

Escúrranse como aguas que se van de suyo; al entesar sus saetas, luego sean hechas pedazos.

«Al Músico principal: sobre Sosanim: Salmo de David» Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma.

Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo sentar pie; he venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado.

Sácame del lodo, y no sea yo sumergido; sea yo libertado de los que me aborrecen, y de lo profundo de las aguas.

Por eso su pueblo vuelve aquí, y aguas de abundancia son extraídas para ellos.

Te vieron las aguas, oh Dios; te vieron las aguas, y temieron; y temblaron los abismos.

En el mar fue tu camino, y tus sendas en las muchas aguas; y tus pisadas no fueron conocidas.

pues sacó de la peña corrientes, e hizo descender aguas como ríos.

He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas, y arroyos salieron ondeando: ¿Podrá también dar pan? ¿Podrá proveer carne para su pueblo?

Los haces pasar como avenida de aguas; son como un sueño; como la hierba que crece en la mañana.

que establece sus aposentos entre las aguas; el que hace de las nubes su carruaje, el que anda sobre las alas del viento;

Con el abismo, como con vestido, la cubriste; sobre los montes estaban las aguas.

Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los sequedales como un río.

Cubrieron las aguas a sus enemigos; no quedó ni uno de ellos.

También le irritaron en las aguas de Meriba; y le fue mal a Moisés por causa de ellos;

Él convierte los ríos en desierto, y los manantiales de las aguas en sequedales;

El cual cambió la peña en estanque de aguas, y en fuente de aguas la roca.

Entonces nos habrían inundado las aguas; sobre nuestra alma hubiera pasado el torrente:

Hubieran entonces pasado sobre nuestra alma las aguas soberbias.

Al que extendió la tierra sobre las aguas, porque para siempre es su misericordia;

Extiende tu mano desde lo alto; Rescátame, y líbrame de las muchas aguas, de la mano de los hijos de extraños;

Alabadle, cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los cielos.

Reina Valera Gómez (© 2010)