'Al' en la Biblia
- 1.Gé 1:26-Gé 39:10
- 2.Gé 40:13-Éx 20:20
- 3.Éx 21:2-Levítico 9:8
- 4.Levítico 9:9-Números 7:79
- 5.Números 7:85-Números 35:15
- 6.Números 35:19-Deuteronomio 27:1
- 7.Deuteronomio 27:11-Josué 15:21
- 8.Josué 16:1-Jueces 18:13
- 9.Jueces 18:27-1 Samuel 18:6
- 10.1 Samuel 18:27-2 Samuel 14:29
- 11.2 Samuel 14:32-1 Reyes 6:5
- 12.1 Reyes 6:8-2 Reyes 5:15
- 13.2 Reyes 6:2-1 Crónicas 7:23
- 14.1 Crónicas 9:18-2 Crónicas 24:17
- 15.2 Crónicas 24:22-Nehemías 4:14
- 16.Nehemías 4:15-Job 30:5
- 17.Job 30:19-Salmos 40:1
- 18.Salmos 41:1-Salmos 101:5
- 19.Salmos 102:6-Proverbios 19:17
- 20.Proverbios 19:25-Isaías 1:26
- 21.Isaías 2:3-Isaías 59:7
- 22.Isaías 59:10-Jeremías 49:8
- 23.Jeremías 49:19-Ezequiel 35:7
- 24.Ezequiel 36:29-Daniel 3:24
- 25.Daniel 4:17-Habacuc 3:11
- 26.Habacuc 3:14-Mateo 16:21
- 27.Mateo 16:26-Marcos 10:2
- 28.Marcos 10:6-Lucas 12:32
- 29.Lucas 12:42-Juan 8:28
- 30.Juan 9:11-Hechos 7:21
- 31.Hechos 7:24-Hechos 25:17
- 32.Hechos 25:21-2 Corintios 8:5
- 33.2 Corintios 8:18-Hebreos 12:9
- 34.Hebreos 12:11-Apocalipsis 17:3
- 35.Apocalipsis 18:6-Apocalipsis 21:18
Hiere al escarnecedor, y el simple se hará avisado; Y corrigiendo al entendido, entenderá ciencia.
Quítale su ropa al que salió por fiador del extraño; Y tómale prenda al que fía la extraña.
Sabroso es al hombre el pan de mentira; Mas después su boca será llena de cascajo.
La herencia adquirida de priesa al principio, Aun su postrimería no será bendita.
Lazo es al hombre el devorar lo santo, Y andar pesquisando después de los votos.
Misericordia y verdad guardan al rey; Y con clemencia sustenta su trono.
Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; Y cuando se amonestare al sabio, aprenderá ciencia.
El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído.
Alegría es al justo hacer juicio; Mas quebrantamiento á los que hacen iniquidad.
Instruye al niño en su carrera: Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella.
El ojo misericordioso será bendito, Porque dió de su pan al indigente.
Echa fuera al escarnecedor, y saldrá la contienda, Y cesará el pleito y la afrenta.
El que oprime al pobre para aumentarse él, Y que da al rico, ciertamente será pobre.
No robes al pobre, porque es pobre, Ni quebrantes en la puerta al afligido:
¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque hacerse han alas, Como alas de águila, y volarán al cielo.
Oye tú, hijo mío, y sé sabio, Y endereza tu corazón al camino.
No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en el vaso: Entrase suavemente;
Mas al fin como serpiente morderá, Y como basilisco dará dolor:
Al que piensa mal hacer Le llamarán hombre de malos pensamientos.
Si dejares de librar los que son tomados para la muerte, Y los que son llevados al degolladero;
Si dijeres: Ciertamente no lo supimos; ¿No lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, Y dará al hombre según sus obras.
Tal será el conocimiento de la sabiduría á tu alma: Si la hallares tendrá recompensa, Y al fin tu esperanza no será cortada.
Teme á Jehová, hijo mío, y al rey; No te entrometas con los veleidosos:
El que dijere al malo, Justo eres, Los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones:
No digas: Como me hizo, así le haré; Daré el pago al hombre según su obra.
Quita las escorias de la plata, Y saldrá vaso al fundidor.
Aparta al impío de la presencia del rey, Y su trono se afirmará en justicia.
No salgas á pleito presto, No sea que no sepas qué hacer al fin, Después que tu prójimo te haya dejado confuso.
Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.
Como frío de nieve en tiempo de la siega, Así es el mensajero fiel á los que lo envían: Pues al alma de su señor da refrigerio.
El que canta canciones al corazón afligido, Es como el que quita la ropa en tiempo de frío, ó el que sobre el jabón echa vinagre.
Como el agua fría al alma sedienta, Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.
COMO la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, Así conviene al necio la honra.
Nunca respondas al necio en conformidad á su necedad, Para que no seas tú también como él.
Responde al necio según su necedad, Porque no se estime sabio en su opinión.
Como quien liga la piedra en la honda, Así hace el que al necio da honra.
El grande cría todas las cosas; y da la paga al insensato, Y la da á los transgresores.
El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno, Es como el que toma al perro por las orejas.
Otro parece en los labios al que aborrece; Mas en su interior pone engaño.
La falsa lengua atormenta al que aborrece: Y la boca lisonjera hace resbaladero.
El alma harta huella el panal de miel; Mas al alma hambrienta todo lo amargo es dulce.
El ungüento y el perfume alegran el corazón: Y el amigo al hombre con el cordial consejo.
No dejes á tu amigo, ni al amigo de tu padre; Ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejano.
Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, Y tendré qué responder al que me deshonrare.
Quítale su ropa al que fió al extraño; Y al que fió á la extraña, tómale prenda.
Como un agua se parece á otra, Así el corazón del hombre al otro.
El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro: Y al hombre la boca del que lo alaba.
Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo á pisón majados, No se quitará de él su necedad.
El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia Que el que lisonjea con la lengua.
El que da al pobre, no tendrá pobreza: Mas el que aparta sus ojos, tendrá muchas maldiciones.
Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto: Mas los rectos buscan su contentamiento.
El necio da suelta á todo su espíritu; Mas el sabio al fin le sosiega.
La soberbia del hombre le abate; Pero al humilde de espíritu sustenta la honra.
Abominación es á los justos el hombre inicuo; Y abominación es al impío el de rectos caminos.
¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?
No acuses al siervo ante su señor, Porque no te maldiga, y peques.
Dad la cerveza al desfallecido, Y el vino á los de amargo ánimo:
Aplicó sus manos al huso, Y sus manos tomaron la rueca.
Alargó su mano al pobre, Y extendió sus manos al menesteroso.
Hizo telas, y vendió; Y dió cintas al mercader.
El viento tira hacia el mediodía, y rodea al norte; va girando de continuo, y á sus giros torna el viento de nuevo.
Los ríos todos van á la mar, y la mar no se hinche; al lugar de donde los ríos vinieron, allí tornan para correr de nuevo.
A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?
Después torné yo á mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; (porque ¿qué hombre hay que pueda seguir al rey en lo que ya hicieron?)
El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas: empero también entendí yo que un mismo suceso acaecerá al uno que al otro.
Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio me sucederá también á mí: ¿para qué pues he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.
Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría y ciencia y gozo, mas al pecador da trabajo, el que allegue y amontone, para que dé al que agrada á Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay tiempo á todo lo que se quiere y sobre todo lo que se hace.
Y tuve por mejor que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.
Dulce es el sueño del trabajador, ora coma mucho ó poco; mas al rico no le deja dormir la hartura.
Este también es un gran mal, que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar al viento?
Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?
Ciertamente la opresión hace enloquecer al sabio: y el presente corrompe el corazón.
La sabiduría fortifica al sabio más que diez poderosos la ciudad en que fueron.
He aquí, solamente he hallado esto: que Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas cuentas.
No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte: y no valen armas en tal guerra; ni la impiedad librará al que la posee.
Todo acontece de la misma manera á todos: un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno y al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica: como el bueno, así el que peca; el que jura, como el que teme el juramento.
LAS moscas muertas hacen heder y dar mal olor el perfume del perfumista: así una pequeña locura, al estimado por sabiduría y honra.
Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán: y si el árbol cayere al mediodía, ó al norte, al lugar que el árbol cayere, allí quedará.
El que al viento mira, no sembrará; y el que mira á las nubes, no segará.
Y cuanto más sabio fué el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; é hizo escuchar, é hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.
Hazme saber, ó tú á quien ama mi alma, Dónde repastas, dónde haces tener majada al medio día: Porque, ¿por qué había yo de estar como vagueando Tras los rebaños de tus compañeros?
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalem, Por las gamas y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor Hasta que quiera.
Mi amado es semejante al gamo, ó al cabrito de los ciervos. Helo aquí, está tras nuestra pared, Mirando por las ventanas, Mostrándose por las rejas.
Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, Tórnate, amado mío; sé semejante al gamo, ó al cabrito de los ciervos, Sobre los montes de Bether.
POR las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma: Busquélo, y no lo hallé.
Levantaréme ahora, y rodearé por la ciudad; Por las calles y por las plazas Buscaré al que ama mi alma: Busquélo, y no lo hallé.
Halláronme los guardas que rondan la ciudad, Y díjeles: ¿Habéis visto al que ama mi alma?
Pasando de ellos un poco, Hallé luego al que mi alma ama: Trabé de él, y no lo dejé, Hasta que lo metí en casa de mi madre, Y en la cámara de la que me engendró.
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalem, Por las gamas y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.
Salid, oh doncellas de Sión, y ved al rey Salomón Con la corona con que le coronó su madre el día de su desposorio, Y el día del gozo de su corazón.
Hasta que apunte el día y huyan las sombras, Iréme al monte de la mirra, Y al collado del incienso.
Al huerto de los nogales descendí A ver los frutos del valle, Y para ver si brotaban las vides, Si florecían los granados.
Conjúroos, oh doncellas de Jerusalem, Que no despertéis, ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.
Huye, amado mío; Y sé semejante al gamo, ó al cervatillo, Sobre las montañas de los aromas.
Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron á Jehová, provocaron á ira al Santo de Israel, tornáronse atrás.
Aprended á hacer bien: buscad juicio, restituid al agraviado, oid en derecho al huérfano, amparad á la viuda.
Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones: todos aman las dádivas, y van tras las recompensas: no oyen en juicio al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.
Y restituiré tus jueces como al principio, y tus consejeros como de primero: entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel.
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