740 casos

'Aquel' en la Biblia

Pase yo ahora, te ruego, y vea aquella tierra buena, que está al otro lado del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano.

A mí también me mandó el SEÑOR en aquel tiempo, que os enseñara los estatutos y derechos, para que los pusierais por obra en la tierra a la cual pasáis para poseerla.

En aquel tiempo el SEÑOR me dijo: Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube a mí al monte, y hazte un arca de madera;

En aquel tiempo apartó el SEÑOR la tribu de Leví, para que llevara el arca del pacto del SEÑOR, para que estuviera delante del SEÑOR para ministrarle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy.

y derribaréis sus altares, y quebraréis sus imágenes, y sus bosques consumiréis con fuego; y destruiréis las esculturas de sus dioses, y raeréis el nombre de ellas de aquel lugar.

Y ésta es la manera de la remisión: todo aquel que hizo préstamo de su mano, con que adeudó a su prójimo, lo soltará; no lo demandará más a su prójimo, o a su hermano; porque la remisión del SEÑOR es pregonada.

y el que fue con su prójimo al monte a cortar leña, y poniendo fuerza con su mano en el hacha para cortar algún leño, saltó el hierro del cabo, y dio contra su prójimo, y murió; aquel huirá a una de estas ciudades, y vivirá.

y los jueces inquirirán bien, y si pareciere ser aquel testigo falso, que testificó falsamente contra su hermano,

mas al hijo de la aborrecida se reconocerá por primogénito, para darle doble porción de todo lo que le fuere hallado; porque aquel es el principio de su fuerza, el derecho de la primogenitura es suyo.

Y mi furor se encenderá contra él en el mismo día; y yo los dejaré, y esconderé de ellos mi rostro, y serán consumidos; y le hallarán muchos males y angustias, y dirá en aquel día: ¿No me han hallado estos males porque no está mi Dios en medio de mí?

Pero yo esconderé ciertamente mi rostro en aquel día, por todo el mal que ellos habrán hecho, por haberse vuelto a dioses ajenos.

Y Moisés escribió este cántico aquel día, y lo enseñó a los hijos de Israel.

Y habló el SEÑOR a Moisés aquel mismo día, diciendo:

Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre manojos de lino que tenía puestos en aquel terrado.

En aquel día el SEÑOR engrandeció a Josué en ojos de todo Israel; y le temieron, como habían temido a Moisés, todos los días de su vida.

En aquel tiempo el SEÑOR dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel.

Y el SEÑOR dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy.

Y el maná cesó al día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.

Y en aquel tiempo Josué juró diciendo: Maldito sea delante del SEÑOR el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. En su primogénito eche sus cimientos, y en su menor asiente sus puertas.

y levantaron sobre ellos un gran montón de piedras, hasta hoy. Y el SEÑOR se tornó de la ira de su furor. Y por esto fue llamado aquel lugar el Valle de Acor, hasta hoy.

Y el número de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue doce mil, todos los varones de Hai.

Y Josué los constituyó aquel día por leñadores y aguadores para la congregación y para el altar del SEÑOR, en el lugar que él escogiera; lo que son hasta hoy.

Y nunca fue tal día antes ni después de aquel, escuchando el SEÑOR a la voz de un hombre; porque el SEÑOR peleaba por Israel.

En aquel mismo día tomó Josué a Maceda, y la puso a espada, y mató a su rey; a ellos y a todo lo que en ella tenía vida, sin quedar nada; mas al rey de Maceda hizo como había hecho al rey de Jericó.

Dame, pues, ahora este monte, del cual habló el SEÑOR en aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y grandes y fuertes ciudades. Por ventura el SEÑOR estará conmigo, y los echaré como el SEÑOR ha dicho.

mas aquel monte será tuyo; que bosque es, y tú lo cortarás, y serán tuyos sus términos; porque tú echarás al cananeo, aunque tenga carros herrados, y aunque sea fuerte.

Y fue el término de ellos al lado del norte desde el Jordán; y sube aquel término al lado de Jericó al norte; sube después al monte hacia el occidente, y viene a salir al desierto de Bet-avén;

y de allí pasa aquel término a Luz, por el lado de Luz (ésta es Bet-el) hacia el mediodía. Y desciende este término de Atarot-adar al monte que está al mediodía de Bet-horón la de abajo.

Y quedará en aquella ciudad hasta que comparezca en juicio delante de la congregación y hasta la muerte del sumo sacerdote que fuere en aquel tiempo; entonces el homicida podrá volver a su ciudad y a su casa y a la ciudad de donde huyó.

¿Por ventura no cometió Acán, hijo de Zera, prevaricación en el anatema, y vino ira sobre toda la congregación de Israel? Y aquel hombre no pereció solo en su iniquidad.

Y él les mostró la entrada a la ciudad, y la hirieron a filo de espada; mas dejaron a aquel hombre con toda su familia.

Y llamaron por nombre aquel lugar Boquim; y sacrificaron allí al SEÑOR.

Y cuando el SEÑOR les despertaba jueces, el SEÑOR era con el juez, y los libraba de mano de los enemigos todo el tiempo de aquel juez; porque el SEÑOR se arrepentía por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían.

Y en aquel tiempo hirieron de los moabitas como diez mil hombres, todos gruesos y todos hombres de guerra; no escapó varón.

Y Moab fue sujetado aquel día bajo la mano de Israel; y reposó la tierra ochenta años.

Y los hijos de Israel clamaron al SEÑOR, porque aquel tenía novecientos carros herrados; y había afligido en gran manera a los hijos de Israel por veinte años.

Y gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot.

Y aquel día sujetó Dios a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel.

Y aquel día cantó Débora, con Barac, hijo de Abinoam, diciendo:

Los montes se derritieron delante del SEÑOR, aquel Sinaí, delante del SEÑOR Dios de Israel.

Y entrando Gedeón aderezó un cabrito, y panes sin levadura de un efa de harina; y puso la carne en un canastillo, y el caldo en una olla, y sacándolo se lo presentó debajo de aquel alcornoque.

Y a la mañana, cuando los de la ciudad se levantaron, he aquí que el altar de Baal estaba derribado, y el bosque que estaba junto a él, cortado; y aquel segundo toro sacrificado en holocausto sobre el altar edificado de nuevo.

Y aquel día le llamó Jerobaal; porque dijo: Pleitee Baal contra el que derribó su altar.

Entonces llevó el pueblo a las aguas; y el SEÑOR dijo a Gedeón: Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua como lame el perro, aquel pondrás aparte; asimismo cualquiera que se doblare sobre sus rodillas para beber.

Y Gedeón hizo de ellos un efod, el cual hizo guardar en su ciudad de Ofra; y todo Israel fornicó tras de ese efod en aquel lugar; y fue por tropiezo a Gedeón y a su casa.

Y Zebul le respondió: ¿Dónde está ahora aquel dicho que decías: Quién es Abimelec para que le sirvamos? ¿No es éste el pueblo que tenías en poco? Sal pues ahora, y pelea con él.

Y después de combatir Abimelec la ciudad todo aquel día, la tomó, y mató al pueblo que en ella estaba, y asoló la ciudad, y la sembró de sal.

los cuales molieron y quebrantaron a los hijos de Israel en aquel tiempo por dieciocho años, a todos los hijos de Israel que estaban al otro lado del Jordán en la tierra del amorreo, que es en Galaad.

Si Quemos tu dios te echara alguno, ¿no lo poseerías tú? Así, poseeremos nosotros a todo aquel que echó el SEÑOR nuestro Dios de delante de nosotros.

Porque tú concebirás, y darás a luz un hijo; y no subirá navaja sobre su cabeza, porque aquel niño nazareo será de Dios desde el vientre, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos.

Y oró Manoa al SEÑOR, y dijo: Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, regrese ahora a nosotros, y nos enseñe lo que debemos hacer con el niño que ha de nacer.

Y la mujer corrió prontamente, y lo contó a su marido, diciéndole: Mira que se me ha aparecido aquel varón que vino hoy a mí.

Y se levantó Manoa, y siguió a su mujer; y así que llegó al varón y le dijo: ¿Eres tú aquel varón que hablaste a esta mujer? Y él dijo: Yo soy.

Y el ángel del SEÑOR respondió a Manoa: Aunque me detengas no comeré de tu pan; mas si quisieres hacer holocausto, sacrifícalo al SEÑOR. Y no sabía Manoa que aquel fuera el ángel del SEÑOR.

Mas su padre y su madre no sabían que esto venía del SEÑOR, y que él buscaba ocasión contra los filisteos; porque en aquel tiempo los filisteos dominaban sobre Israel.

Y acabando de hablar, echó de su mano la quijada, y llamó a aquel lugar Ramat-lehi. \'

Entonces quebró Dios una muela que estaba en la quijada, y salieron de allí aguas, y bebió, y recobró su espíritu, y vivió. Por tanto llamó el nombre de aquel lugar, En-hacore (fuente del que llama), el cual está en Lehi, hasta hoy.

Acordó, pues, el levita en morar con aquel hombre, y él lo tenía como a uno de sus hijos.

Y Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote, y estaba en casa de Micaía.

fueron y asentaron campamento en Quiriat-jearim, en Judá; de donde aquel lugar fue llamado el campamento de Dan, hasta hoy; está detrás de Quiriat-jearim.

Y he aquí un hombre viejo, que a la tarde venía del campo de trabajar; el cual era también del monte de Efraín, y moraba como peregrino en Gabaa, pero los moradores de aquel lugar eran hijos de Jemini (Benjamín).

Y alzando el viejo los ojos, vio a aquel viajante en la plaza de la ciudad, y le dijo: ¿A dónde vas, y de dónde vienes?

Mas aquellos hombres no le quisieron oír; por lo que tomando aquel hombre su concubina, se la sacó fuera; y ellos la conocieron, y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y la dejaron cuando apuntaba el alba.

Y antes que fuera de día la mujer vino, y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fue de día.

Y fueron contados en aquel tiempo los hijos de Benjamín de las ciudades, veintiséis mil hombres que sacaban espada, sin los que moraban en Gabaa, que fueron por cuenta setecientos varones escogidos.

Y aquel segundo día, saliendo Benjamín de Gabaa contra ellos, derribaron por tierra otros dieciocho mil hombres de los hijos de Israel, todos los cuales sacaban espada.

Entonces subieron todos los hijos de Israel, y todo el pueblo, y vinieron a la Casa de Dios; y lloraron, y se sentaron allí delante del SEÑOR, y ayunaron aquel día hasta la tarde; y sacrificaron holocaustos y pacíficos delante del SEÑOR.

E hirió el SEÑOR a Benjamín delante de Israel; y mataron los hijos de Israel aquel día veinticinco mil cien hombres de Benjamín, todos los cuales sacaban espada.

Así todos los que de Benjamín murieron aquel día, fueron veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de guerra.

El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer Noemí; y los nombres de sus dos hijos eran, Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se asentaron allí.

Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y cogeré espigas en pos de aquel en cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía.

Y le dijo su suegra: ¿Dónde has cogido hoy? ¿Y dónde has trabajado? Bendito sea el que te ha conocido. Y ella declaró a su suegra lo que le había acontecido con aquel, y dijo: El nombre del varón con quien hoy he trabajado es Booz.

Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito del SEÑOR, que aun no ha dejado su misericordia ni para con los vivos ni para con los muertos. Y le volvió a decir Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y es uno de los que tiene el derecho de redimirnos.

Reposa esta noche, y cuando sea de día, si aquel te redimiere, bien, redímate; mas si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive el SEÑOR. Reposa, pues, hasta la mañana.

Así que vino a su suegra, ésta le dijo: ¿Qué pues, hija mía? Y le declaró ella todo lo que con aquel varón le había acontecido.

Entonces ella dijo: Reposa, hija mía, hasta que sepas como cae la cosa; porque aquel hombre no reposará hasta que hoy concluya el negocio.

Y Booz subió a la puerta y se sentó allí: y he aquí pasaba aquel redentor del cual Booz había hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate. Y él vino, y se sentó.

Y subía aquel varón todos los años de su ciudad, a adorar y sacrificar al SEÑOR de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes del SEÑOR.

Aquel día yo despertaré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa. Cuando comenzare, también acabaré.

Y Samuel habló a todo Israel. Por aquel tiempo salió Israel a encontrar en batalla a los filisteos, y asentó campamento junto a Eben-ezer (la piedra de la ayuda), y los filisteos asentaron el suyo en Afec.

Y corriendo de la batalla un varón de Benjamín, vino aquel día a Silo, rotos sus vestidos y tierra sobre su cabeza;

y cuando llegó, he aquí Elí que estaba sentado sobre una silla atalayando junto al camino; porque su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios. Y cuando aquel hombre llegó a la ciudad, a dar las nuevas, toda la ciudad gritó.

Y cuando Elí oyó el estruendo de la gritería, dijo: ¿Qué estruendo de alboroto es éste? Y aquel hombre vino aprisa, y dio las nuevas a Elí.

Dijo, pues, aquel varón a Elí: Yo vengo de la batalla, he huido hoy de la batalla. Y él le dijo: ¿Qué ha acontecido, hijo mío?

Y los levitas bajaron el arca del SEÑOR, y la caja que estaba junto a ella, en la cual estaban las alhajas de oro, y las pusieron sobre aquella gran piedra; y los varones de Bet-semes sacrificaron holocaustos y mataron víctimas al SEÑOR en aquel día.

Y juntándose en Mizpa, sacaron agua, y la derramaron delante del SEÑOR, y ayunaron aquel día, y dijeron allí: Contra el SEÑOR hemos pecado. Y juzgó Samuel a los hijos de Israel en Mizpa.

Y aconteció que estando Samuel sacrificando el holocausto, los filisteos llegaron para pelear con Israel. Mas el SEÑOR tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, y los quebrantó, y fueron vencidos delante de Israel.

Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas el SEÑOR no os oirá en aquel día.

Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y la puso delante de Saúl. Y Samuel dijo: He aquí lo que estaba reservado; ponlo delante de ti, y come; porque para este tiempo se guardó para ti, cuando dije: Yo he convidado al pueblo. Y Saúl comió aquel día con Samuel.

Y aconteció que cuando él volteó su hombro para partirse de Samuel, le mudó Dios su corazón; y todas estas señales acaecieron en aquel día.

Preguntaron, pues, otra vez al SEÑOR, si había aún de venir allí aquel varón. Y respondió el SEÑOR: He aquí que él está escondido entre el bagaje.

Y Samuel clamó al SEÑOR; y el SEÑOR dio truenos y lluvias en aquel día; y todo el pueblo temió en gran manera al SEÑOR y a Samuel.

Y un día aconteció, que Jonatán hijo de Saúl dijo a su criado que le traía las armas: Ven, y pasemos a la guarnición de los filisteos, que está a aquel lado. Y no lo hizo saber a su padre.

Así salvó el SEÑOR a Israel aquel día. Y llegó el alcance hasta Bet-avén.

Pero los varones de Israel fueron puestos en apuro aquel día; porque Saúl había conjurado al pueblo, diciendo: Cualquiera que comiere pan hasta la tarde, hasta que haya tomado venganza de mis enemigos, sea maldito. Y todo el pueblo no había gustado pan.

Y aquel ejército de toda la tierra llegó a un bosque, donde había miel en la superficie del campo.

E hirieron aquel día a los filisteos desde Micmas hasta Ajalón; mas el pueblo se cansó mucho.

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