'Ciudad' en la Biblia
Y le dijo el SEÑOR: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y pon una señal en la frente a los varones que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.
Y a los otros dijo a mis oídos: Pasad por la ciudad en pos de él, y herid; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia.
Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, e hirieron en la ciudad.
Y me dijo: La iniquidad de la Casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, porque la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad, porque han dicho: El SEÑOR ha dejado la tierra, y el SEÑOR no ve.
Y habló al varón vestido de lienzos, y le dijo: Entra en medio de las ruedas debajo de los querubines, y llena tus manos de carbones encendidos de entre los querubines, y derrama sobre la ciudad. Y entró a vista mía.
Y me dijo: Hijo de hombre, estos son los hombres que maquinan perversidad, y dan en esta ciudad mal consejo;
los cuales dicen: `` ¿No está cerca {el tiempo} de edificar casas? Esta {ciudad} es la olla y nosotros la carne."
Habéis multiplicado vuestros muertos en esta ciudad, y habéis llenado de muertos sus calles.
``Por tanto, así dice el Señor DIOS: `Vuestros muertos, los que habéis dejado en medio de la ciudad, son la carne, y ella es la olla; pero yo os sacaré de ella.
`Y os sacaré de en medio de la ciudad, os entregaré en manos de extraños y traeré juicios contra vosotros.
`Esta {ciudad} no será olla para vosotros, ni vosotros seréis carne en medio de ella; hacia los confines de Israel os juzgaré.
Y la gloria del SEÑOR se fue de en medio de la ciudad, y paró sobre el monte que está al oriente de la ciudad.
Arrancó el principal de sus renuevos, y lo llevó a la tierra de mercaderes, y lo puso en la ciudad de los negociantes.
Y tú, hijo de hombre, señálate dos caminos por donde venga la espada del rey de Babilonia; de una misma tierra salgan ambos: y pinta un ejército; en el principio del camino de la ciudad lo harás.
Y tú, hijo de hombre, ¿no juzgarás tú, no juzgarás tú a la ciudad derramadora de la sangre inocente, y le mostrarás todas sus abominaciones?
Dirás, pues: Así dijo el Señor DIOS: ¡Ciudad derramadora de sangre en medio de sí, para que venga su hora, y que hizo ídolos contra sí misma para contaminarse!
`Las que están cerca de ti y las que están lejos se burlarán de ti, {ciudad} de mala fama, llena de confusión.
~`Como se funde la plata en el horno, así serán fundidos ustedes en medio de la ciudad; y sabrán que Yo, el SEÑOR, he derramado Mi furor sobre ustedes.'"
"Sus príncipes en medio de la ciudad son como lobos que desgarran la presa, derramando sangre {y} destruyendo vidas para obtener ganancias injustas.
Pues así dijo el Señor DIOS: ¡Ay de la ciudad de sangre, de la olla no espumada, y cuya espuma no salió de ella! Por sus piezas, por sus piezas sácala; no caiga sobre ella suerte (de herencia).
Por tanto, así dijo el Señor DIOS: ¡Ay de la ciudad de sangre! Pues también haré yo gran hoguera,
Con la multitud de sus caballos te cubrirá el polvo de ellos; con el estruendo de los caballeros, y de las ruedas, y de los carros, temblarán tus muros, cuando entrare por tus puertas como por portillos de ciudad destruida.
Y levantarán sobre ti endechas, y te dirán: ¿Cómo pereciste tú, poblada en los mares? Ciudad que fue alabada, que fue fuerte en el mar, ella y sus habitantes, que ponían su espanto a todos sus moradores.
Porque así dijo el Señor DIOS: Yo te tornaré ciudad asolada, como las ciudades que no se habitan; haré subir sobre ti el abismo, y las muchas aguas te cubrirán.
Y en sus endechas levantarán sobre ti lamentaciones, y endecharán sobre ti diciendo: ¿Quién como Tiro, como la ciudad destruida en medio del mar?
Y aconteció en el año duodécimo de nuestro cautiverio, en el mes décimo, a los cinco del mes, que vino a mí un escapado de Jerusalén, diciendo: La ciudad ha sido herida.
Y también el nombre de la ciudad será Hamona; y limpiarán la tierra.
En el año veinticinco de nuestro cautiverio, al principio del año, a los diez del mes, a los catorce años después que la ciudad fue herida, en aquel mismo día fue sobre mí la mano del SEÑOR, y me llevó allá.
En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había como edificio de una ciudad al mediodía.
Y la visión que vi era como la visión, como aquella visión que vi cuando vine para destruir la ciudad; y las visiones eran como la visión que vi junto al río de Quebar; y caí sobre mi rostro.
Y para la posesión de la ciudad daréis cinco mil de anchura y veinticinco mil de longitud, delante de lo que se apartó para el Santuario; esto será para toda la Casa de Israel.
Y la parte del Príncipe será junto al apartamiento del Santuario, de una parte y de la otra, y junto a la posesión de la ciudad, delante del apartamiento del Santuario, y delante de la posesión de la ciudad, desde el rincón occidental que está hacia el occidente, hasta el rincón oriental que está hacia el oriente; y la longitud será de una parte a la otra, desde el rincón del occidente hasta el rincón del oriente.
Y las cinco mil cañas de anchura que quedan de las veinticinco mil, serán profanas, para la ciudad, para habitación y para ejidos; y la ciudad estará en medio.
Y los ejidos de la ciudad será al norte de doscientas cincuenta cañas, y al occidente de doscientas cincuenta.
Y lo que quedare de longitud delante de la suerte santa, que son diez mil cañas al oriente y diez mil al occidente, que será lo que quedará de la suerte santa, será para sembrar pan para los que sirven a la ciudad.
Y los que servirán a la ciudad, serán de todas las tribus de Israel.
Todo el apartado de veinticinco mil cañas por veinticinco mil en cuadro, apartaréis por suerte para el santuario, y para la posesión de la ciudad.
Y del príncipe será lo que quedare de una parte y de la otra de la suerte santa, y de la posesión de la ciudad, es a saber, delante de las veinticinco mil cañas de la suerte santa hasta el término oriental, y al occidente delante de las veinticinco mil hasta el término occidental, delante de las partesdichas será del príncipe; y suerte santa será; y el Santuario de la Casa estará en medio de ella.
Y desde la posesión de los Levitas, y desde la posesión de la ciudad, en medio estará lo que pertenecerá al príncipe. Entre el término de Judá y el término de Benjamín estará la suerte del príncipe.
Y éstas son las salidas de la ciudad a la parte del norte, cuatro mil quinientas cañas por medida.
Y las puertas de la ciudad serán según los nombres de las tribus de Israel, tres puertas al norte: la puerta de Rubén, una; la puerta de Judá, otra; la puerta de Leví, otra.
En derredor tendrá dieciocho mil cañas. Y el nombre de la ciudad desde aquel día será EL SEÑOR ESTÁ AQUÍ.
Oh Señor, según toda tu justicia, apartese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la iniquidad de nuestros padres, Jerusalén y todo tu pueblo es dado en vergüenza a todos nuestros alrededores.
Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestros asolamientos, y la ciudad sobre la cual es llamado tu Nombre; porque no derramamos nuestros ruegos ante tu presencia confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias.
Oye, Señor. Perdona Señor. Está atento, Señor, y haz; no pongas dilación, por ti mismo, Dios mío; porque tu Nombre es llamado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para acabar la prevaricación, y concluir el pecado, y expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, y no por sí: y el pueblo de un príncipe que ha de venir, destruirá á la ciudad y el santuario; con inundación será el fin de ella, y hasta el fin de la guerra será talada con asolamiento
Vendrá pues el rey del norte, y fundará baluartes, y tomará la ciudad fuerte; y los brazos del mediodía no podrán permanecer, ni su pueblo escogido, ni habrá fortaleza que pueda resistir.
Galaad, ciudad de obradores de iniquidad, ensuciada de sangre.
No ejecutaré el furor de mi ira, no volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre; el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad.
Irán por la ciudad, correrán por el muro, subirán por las casas, entrarán por las ventanas a manera de ladrones.
¿Se tocará el shofar en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual el SEÑOR no haya hecho?
Y también yo os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió; y la parte sobre la cual no llovió, se secó.
Y venían dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban; con todo, no os tornasteis a mí, dijo el SEÑOR.
Porque así dijo el Señor DIOS: La ciudad que sacaba mil, quedará con ciento; y la que sacaba ciento, quedará con diez, en la casa de Israel.
Ellos odian en la puerta (de la ciudad) al que reprende, Y aborrecen al que habla {con} integridad.
Pues yo sé que muchas son sus transgresiones y graves sus pecados: Oprimen al justo, aceptan soborno Y rechazan a los pobres en la puerta (de la ciudad).
Aborrezcan el mal, amen el bien, Y establezcan la justicia (el derecho) en la puerta (de la ciudad). Tal vez el SEÑOR, Dios de los ejércitos, Sea misericordioso con el remanente de José.
El Señor DIOS juró por su alma, el SEÑOR Dios de los ejércitos dijo: Tengo en abominación la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios; y la ciudad y su plenitud entregaré al enemigo.
Por tanto, así dijo el SEÑOR: Tu mujer fornicará en la ciudad, y tus hijos y tus hijas caerán a espada, y tu tierra será partida por suertes; y tú morirás en tierra inmunda, e Israel será traspasado de su tierra.
Levántate, y ve a Nínive, ciudad grande, y pregona contra ella; porque su maldad ha subido delante de mí.
Levántate, y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y predique en ella la predicación que yo te diré.
Y se levantó Jonás, y fue a Nínive, conforme a la palabra del SEÑOR. Y era Nínive ciudad grande a Dios, de tres días de camino.
Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.
Y salió Jonás de la ciudad, y se asentó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una choza, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué sería de la ciudad.
¿y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil hombres que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?
Duélete y gime, hija de Sion como mujer de parto; porque ahora saldrás de la ciudad, y morarás en el campo, y llegarás hasta Babilonia; allí serás librada, allí te redimirá el SEÑOR de la mano de tus enemigos.
La voz del SEÑOR clama a la ciudad; y el varón de sabiduría verá tu Nombre. Oíd la vara, y a quien lo establece.
Porque los ricos {de la ciudad} están llenos de violencia, sus habitantes hablan mentiras y su lengua es engañosa en su boca.
¡Ay de la ciudad de sangre, toda llena de mentira y de rapiña, no se aparta de ella el robo!
¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que funda la villa con iniquidad!
Porque la violencia contra el Líbano te cubrirá, y el exterminio de las fieras te aterrará, a causa del derramamiento de sangre humana y la violencia {hecha} a la tierra, a la ciudad y a todos los que habitan en ella.
Esta es la ciudad alegre que estaba confiada, la que decía en su corazón: Yo soy, y no hay más. ¡Cómo fue tornada en asolamiento, en cama de bestias! Cualquiera que pasare junto a ella silbará, y meneará su mano.
¡Ay de la ciudad ensuciada y contaminada y opresora!
Así dijo el SEÑOR: Yo restituiré a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de Verdad, y el monte del SEÑOR de los ejércitos, monte de Santidad.
Y las calles de la ciudad serán llenas de muchachos y muchachas, que jugarán en ellas.
y vendrán los moradores de una ciudad a la otra, y dirán: Vamos a orar a la faz del SEÑOR, y busquemos al SEÑOR de los ejércitos. (Y el otro responderá:) Yo también iré.
Porque yo reuniré a todos los gentiles en batalla contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y las casas serán saqueadas, y las mujeres serán forzadas; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el remanente del pueblo no será talado de la ciudad.
Después de nacer Jesús en Belén (Casa del Pan) de Judea, en tiempos del rey Herodes (el Grande), unos sabios (magos) del oriente llegaron a Jerusalén (Ciudad de Paz), preguntando:
Y vino, y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliera lo que fue dicho por los profetas, que había de ser llamado Nazareno.
Entonces el diablo le pasa a la Santa ciudad, y le pone sobre las almenas del Templo,
y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y de Neftalí:
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.
Y los porqueros huyeron, y viniendo a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los endemoniados.
Y he aquí, toda la ciudad salió a encontrar a Jesús. Y cuando le vieron, le rogaban que se fuera de sus términos.
Entonces entrando en un barco, pasó al otro lado, y vino a su ciudad.
A estos doce envió Jesús, a los cuales dio mandamiento, diciendo: Por el camino de los gentiles no iréis, y en ciudad de samaritanos no entréis;
Mas en cualquier ciudad, o aldea donde entréis, buscad con diligencia quién sea en ella digno, y reposad allí hasta que salgáis.
Y cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies.
De cierto os digo, que el castigo será más tolerable a la tierra de los de Sodoma y de los de Gomorra en el día del juicio, que a aquella ciudad.
Mas cuando os persiguieren en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de andar todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del hombre.
Y Jesús, como sabía los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado; y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá.
Y entrando él en Jerusalén, toda la ciudad se alborotó, diciendo: ¿Quién es éste?
Y dejándolos, se marchó fuera de la ciudad, a Betania; y posó allí.
Y por la mañana volviendo a la ciudad, tuvo hambre.
Y el rey, oyendo esto, se enojó y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y puso fuego a su ciudad.
Por tanto, he aquí, yo envío a vosotros profetas, y sabios, y escribas; y de ellos, a unos mataréis y colgaréis de un madero, y a otros de ellos azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad.
Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa haré la Pascua con mis discípulos.
y salidos de los sepulcros, después de su resurrección, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.
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