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'De' en la Biblia

dirás: Oh SEÑOR, tú has dicho contra este lugar que lo habías de talar, hasta no quedar en él morador, ni hombre, ni animal, sino que para siempre ha de ser asolado.

Y será que cuando acabares de leer este libro, le atarás una piedra, y lo echarás en medio del Eufrates,

y dirás: Así será anegada Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella; y serán rendidos. Hasta aquí son las profecías de Jeremías.

Era Sedequías de edad de veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Hamutal, hija de Jeremías, de Libna.

E hizo lo malo en los ojos de Jehová, conforme á todo lo que hizo Joacim.

Porque a causa de la ira del SEÑOR contra Jerusalén y Judá, hasta echarlos de su presencia, Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.

Aconteció por tanto a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, que vino Nabucodonosor rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalén, y asentaron sobre ella campo, y de todas partes edificaron sobre ella baluartes en todas partes.

En el mes cuarto, a los nueve del mes, prevaleció el hambre en la ciudad, hasta no haber pan para el pueblo de la tierra.

Y fue entrada la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron, y se salieron de la ciudad de noche por el camino del postigo que está entre los dos muros, que estaban cerca del jardín del rey, y se fueron por el camino del desierto, estando aún los caldeos junto a la ciudad alrededor.

Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y prendieron a Sedequías en los llanos de Jericó; y se esparció de él todo su ejército.

Prendieron pues, al rey, y le hicieron venir al rey de Babilonia, a Ribla en tierra de Hamat, y pronunció contra él sentencia.

Y degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías delante de sus ojos, y también degolló a todos los príncipes de Judá en Ribla.

Pero a Sedequías le sacó los ojos, y le puso en grillos, y el rey de Babilonia lo hizo llevar a Babilonia; y lo puso en la casa de la cárcel hasta el día en que murió.

Y en el mes quinto, a los diez del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, que solía estar delante del rey de Babilonia.

Y encendió a fuego la Casa del SEÑOR, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y toda casa grande quemó con fuego.

Y todo el ejército de los caldeos, que venía con el capitán de la guardia, destruyó todos los muros de Jerusalén en derredor.

E hizo transportar Nabuzaradán, capitán de la guardia, a los pobres del pueblo, y a toda la otra gente vulgar que en la ciudad habían quedado, y a los fugitivos que habían huido al rey de Babilonia, y a todo el resto de la multitud vulgar.

Mas de los pobres del país dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para viñadores y labradores.

Y los caldeos quebraron las columnas de bronce que estaban en la Casa del SEÑOR, y las basas, y el mar de bronce que estaba en la Casa del SEÑOR, y llevaron todo el bronce a Babilonia.

Se llevaron también los calderos, los badiles, los salterios, las bacines, los cucharros, y todos los vasos de bronce con que se servían.

Y las copas, incensarios, bacines, ollas, candeleros, escudillas, y tazas; lo que de oro de oro, y lo que de plata de plata, llevó el capitán de la guardia.

Dos columnas, un mar, y doce bueyes de bronce que estaban debajo de las basas, que hizo el rey Salomón en la Casa del SEÑOR; no se podía pesar el bronce de todos estos vasos.

En cuanto a las columnas, la altura de una columna era de dieciocho codos, y un hilo de doce codos la rodeaba; y su grueso era de cuatro dedos, de vaciadizo.

Y el capitel de bronce que estaba sobre ella, era de altura de cinco codos, con una red y granadas en el capitel alrededor, todo de bronce; y lo mismo era lo de la segunda columna con sus granadas.

Y había noventa y seis granadas que pendían; el total de las granadas {era} de cien en la malla alrededor.

Tomó también el capitán de la guardia a Seraías principal sacerdote, y a Sofonías segundo sacerdote, y tres guardas de la puerta.

Y de la ciudad tomó un eunuco que era capitán sobre los hombres de guerra, y siete hombres de los continuos del rey, que se hallaron en la ciudad; y al principal escribano de la guerra, que ponía por lista el pueblo de la tierra para la guerra; y sesenta hombres del vulgo de la tierra, que se hallaron dentro de la ciudad.

Los tomó Nabuzaradán, capitán de la guardia, y los llevó al rey de Babilonia a Ribla.

Y el rey de Babilonia los hirió, y los mató en Ribla en tierra de Hamat; y Judá fue transportado de su tierra.

En el año dieciocho hizo Nabucodonosor, transportar de Jerusalén ochocientas treinta y dos personas.

El año veintitrés de Nabucodonosor, transportó Nabuzaradán capitán de la guardia, setecientas cuarenta y cinco personas de los judíos; todas las personas son cuatro mil seiscientas.

Y acaeció que en el año treinta y siete de la cautividad de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veinticinco del mes, Evil-merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, alzó la cabeza de Joaquín rey de Judá y lo sacó de la casa de la cárcel;

y habló con él amigablemente, e hizo poner su silla sobre las sillas de los reyes que estaban con él en Babilonia.

Y le hizo mudar las ropas de su cárcel, y comía pan delante de él siempre todos los días de su vida.

Y continuamente se le daba ración por el rey de Babilonia, cada cosa en su día por todos los días de su vida, hasta el día en que murió.

(Compuestas por el orden alfabético Hebreo) Alef: ¡Cómo está sentada sola la Ciudad antes populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, la princesa de provincias es hecha tributaria.

Bet: Amargamente llora en la noche, y sus lágrimas están en sus mejillas; no tiene quien la consuele de todos sus amadores; todos sus amigos le faltaron, se le volvieron enemigos.

Guímel: Se fue Judá en cautiverio, a causa de la aflicción y de la grandeza de servidumbre. Ella mora entre los gentiles, y no halla descanso. Todos sus perseguidores la alcanzaron entre estrechuras.

Dálet: Las calzadas de Sion tienen luto, porque no hay quien venga a las solemnidades; todas sus puertas están asoladas, sus sacerdotes gimen, sus vírgenes afligidas, y ella tiene amargura.

He: Sus enemigos han sido hechos cabeza, sus aborrecedores fueron prosperados; porque el SEÑOR la afligió por la multitud de sus rebeliones; sus niños fueron en cautividad delante del enemigo.

Vau: Se fue de la hija de Sion toda su hermosura; sus príncipes fueron como ciervos que no hallan pasto, y anduvieron sin fortaleza delante del perseguidor.

Zain: Jerusalén, cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien le ayudara, entonces se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones, y de todas sus cosas deseables que tuvo desde los tiempos antiguos; la miraron los enemigos, y escarnecieron de sus sábados.

En gran manera ha pecado Jerusalén, por lo cual se ha vuelto cosa inmunda. Todos los que la honraban la desprecian porque han visto su desnudez, y ella gime y se vuelve de espaldas.

Tet: Sus inmundicias están en sus faldas; no se acordó de su postrimería; por tanto, ella ha descendido sorprendentemente, no tiene consolador. Mira, oh SEÑOR, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.

Yod: Extendió su mano el enemigo a todas sus cosas preciosas; y ella vio a los gentiles entrar en su santuario, de los cuales mandaste que no entraran en tu congregación.

Todo su pueblo gime buscando pan; han dado sus tesoros a cambio de comida para restaurar sus vidas. Mira, oh SEÑOR, y observa que me están despreciando.

Lámed: ¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino? Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido; porque el SEÑOR me ha angustiado en el día de la ira de su furor.

Nun: El yugo de mis rebeliones está ligado en su mano; entretejidas han subido sobre mi cerviz; ha hecho caer mis fuerzas; me ha entregado el Señor en manos de donde no podré levantarme.

Sámec: El Señor ha hollado todos mis fuertes en medio de mí; llamó contra mi compañía para quebrantar mis jóvenes, como lagar ha pisado el Señor a la Virgen hija de Judá.

Ayin: Por esta causa yo lloro; mis ojos, mis ojos fluyen aguas; porque se alejó de mí el consolador que dé reposo a mi alma. Mis hijos son destruidos, porque el enemigo prevaleció.

Sion extiende sus manos, no hay quien la consuele. El SEÑOR ha ordenado contra Jacob que los que lo rodean sean sus adversarios; Jerusalén se ha vuelto cosa inmunda en medio de ellos.

Llamé a mis amantes, {mas} ellos me han engañado. Mis sacerdotes y mis ancianos han perecido en la ciudad, cuando buscaban alimento para sí a fin de restaurar sus fuerzas.

Resh: Mira, oh SEÑOR, que estoy atribulada; mis entrañas rugen, mi corazón está trastornado en medio de mí; porque me rebelé desaforadamente; de fuera me desahijó la espada, de dentro aparece la muerte.

Oyeron que gemía, y no hay consolador para mí: Todos mis enemigos han oído mi mal, se han holgado de que tú lo hiciste. Harás venir el día que has anunciado, y serán como yo.

Tau: Entre delante de ti toda su maldad, y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis rebeliones. Porque muchos son mis suspiros, y mi corazón está dolorido.

Alef: ¡Cómo oscureció el Señor en su furor a la hija de Sion! Derribó del cielo a la tierra la hermosura de Israel, y no se acordó del estrado de sus pies en el día de su ira.

Bet: Destruyó el Señor, y no perdonó; destruyó en su furor todas las tiendas de Jacob; echó por tierra las fortalezas de la hija de Judá, contaminó el Reino y sus príncipes.

Guímel: Cortó con la ira de su furor todo el cuerno de Israel; hizo volver atrás su diestra delante del enemigo; y se encendió en Jacob como llama de fuego que ha devorado alrededor.

Dálet: Entesó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario, y mató toda cosa hermosa a la vista en la tienda de la hija de Sion; derramó como fuego su enojo.

He: Fue el Señor como enemigo; destruyó a Israel, destruyó todos sus palacios, disipó sus fortalezas, y multiplicó en la hija de Judá la tristeza y el luto.

Vau: Y traspasó como de huerto su tabernáculo, destruyó su congregación. El SEÑOR hizo olvidar en Sion solemnidades y sábados; y desechó en la ira de su furor rey y sacerdote.

Zain: Desechó el Señor su altar, menospreció su Santuario, entregó en mano del enemigo los muros de sus palacios; dieron grito en la Casa del SEÑOR como en día de fiesta.

Chet: El SEÑOR determinó destruir el muro de la hija de Sion; extendió el cordel, no retrajo su mano de destruir; se enlutó el antemuro y el muro; fueron destruidos juntamente.

Sus puertas fueron echadas por tierra, destruyó y quebrantó sus cerrojos: Su rey y sus príncipes están entre las gentes donde no hay ley; Sus profetas tampoco hallaron visión de Jehová.

Caf: Mis ojos desfallecieron de lágrimas, rugieron mis entrañas, mi hígado se derramó por tierra por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo, desfalleciendo el niño y el que mamaba, en las plazas de la ciudad.

Lámed: Decían a sus madres: ¿Dónde está el trigo y el vino? Desfalleciendo como muertos en las calles de la ciudad, derramando sus almas en el regazo de sus madres.

Mem: ¿Qué testigo te traeré, o a quién te haré semejante, oh hija de Jerusalén? ¿A quién te compararé para consolarte, oh Virgen hija de Sion? Porque grande es tu quebrantamiento como el mar; ¿quién te medicará?

Tus profetas tuvieron para ti visiones falsas y necias, y no manifestaron tu iniquidad para que regresaras de tu cautiverio, sino que vieron para ti oráculos falsos y engañosos.

Sámec: Todos los que pasaban por el camino, batieron las manos sobre ti. Silbaron, y movieron sus cabezas sobre la hija de Jerusalén, diciendo: ¿Es ésta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?

Ayin: El SEÑOR hizo lo que determinó, cumplió su palabra que él había mandado desde tiempo antiguo; destruyó, y no perdonó; y alegró sobre ti al enemigo, y enalteció el cuerno de tus adversarios.

Tsade: El corazón de ellos clamaba al Señor: Oh muro de la hija de Sion, echa lágrimas como un arroyo día y noche; no descanses, ni calle la niña de tu ojo.

Cof: Levántate, da voces en la noche, en el principio de las velas; derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; alza tus manos a él por la vida de tus pequeñitos, que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.

Resh: Mira, oh SEÑOR, y considera a quién has vendimiado así. ¿Han de comer las mujeres su fruto, los pequeñitos de sus crías? ¿Han de ser muertos en el Santuario del Señor el sacerdote y el profeta?

Sin: Niños y viejos yacían por tierra en las calles; mis vírgenes y mis jóvenes cayeron a espada. Mataste en el día de tu furor; degollaste, no perdonaste.

Tau: Llamaste, como a día de solemnidad, mis temores de todas partes; ni hubo en el día del furor del SEÑOR quien escapara ni quedara vivo; los que crié y mantuve, mi enemigo los acabó.

Alef: Yo soy un hombre que ve aflicción en la vara de su enojo.

Asentóme en oscuridades, como los ya muertos de mucho tiempo.

Zain: Acuérdate de mi aflicción y de mi lloro, del ajenjo y de la hiel.

Cof: Antes si afligiere, también se compadecerá según la multitud de sus misericordias.

Cof: Porque no aflige ni acongoja de su corazón a los hijos de los hombres.

Lámed: Para desmenuzar debajo de sus pies todos los encarcelados de la tierra,

Sámec: Te cubriste de nube, para que no pasara la oración nuestra.

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