20498 casos

'De' en la Biblia

los hijos de Pasur, mil doscientos cuarenta y siete;

los hijos de Harim, mil diecisiete.

Los levitas: los hijos de Jesúa y de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro.

Los hijos de los porteros: los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Acub, los hijos de Hatita, los hijos de Sobai, en total ciento treinta y nueve.

Los sirvientes del templo: los hijos de Ziha, los hijos de Hasufa, los hijos de Tabaot,

los hijos de Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón,

los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Acub,

los hijos de Hagab, los hijos de Salmai, los hijos de Hanán,

los hijos de Gidel, los hijos de Gahar, los hijos de Reaía,

los hijos de Rezín, los hijos de Necoda, los hijos de Gazam,

los hijos de Uza, los hijos de Paseah, los hijos de Besai,

los hijos de Asena, los hijos de Mehunim, los hijos de Nefusim,

los hijos de Bacbuc, los hijos de Hacufa, los hijos de Harhur,

los hijos de Bazlut, los hijos de Mehída, los hijos de Harsa,

los hijos de Barcos, los hijos de Sísara, los hijos de Tema,

los hijos de Nezía, los hijos de Hatifa.

Los hijos de los siervos de Salomón: los hijos de Sotai, los hijos de Soferet, los hijos de Peruda,

los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos de Gidel,

los hijos de Sefatías, los hijos de Hatil, los hijos de Poqueret-hazebaim, los hijos de Ami.

El total de los sirvientes del templo y de los hijos de los siervos de Salomón, {era de} trescientos noventa y dos.

Y estos {fueron} los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Addán {e} Imer, aunque no pudieron demostrar si sus casas paternas o su descendencia eran de Israel:

los hijos de Delaía, los hijos de Tobías, los hijos de Necoda, seiscientos cincuenta y dos;

y de los hijos de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos de Cos, los hijos de Barzilai, que había tomado por mujer a una de las hijas de Barzilai galaadita, con cuyo nombre fue llamado.

Estos buscaron {en} su registro de genealogías, pero no se hallaron, y fueron considerados inmundos y {excluidos} del sacerdocio.

Y el gobernador les dijo que no comieran de las cosas santísimas hasta que un sacerdote se levantara con Urim y Tumim.

Toda la asamblea reunida {era de} cuarenta y dos mil trescientos sesenta,

Y algunos de los jefes de {casas} paternas, cuando llegaron a la casa del SEÑOR que está en Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias en la casa de Dios para reedificarla sobre sus {mismos} cimientos.

Según sus medios dieron al tesoro para la obra sesenta y un mil dracmas de oro, cinco mil minas de plata y cien túnicas sacerdotales.

Y los sacerdotes y los levitas, algunos del pueblo, los cantores, los porteros y los sirvientes del templo habitaban en sus ciudades, y el resto de Israel en sus ciudades.

Cuando llegó el mes séptimo, y los hijos de Israel {estaban ya} en las ciudades, el pueblo se reunió como un solo hombre en Jerusalén.

Entonces Jesúa, hijo de Josadac, con sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel, hijo de Salatiel, con sus hermanos, se levantaron y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer holocaustos sobre él, como está escrito en la ley de Moisés, hombre de Dios.

Y asentaron el altar sobre su base, porque estaban aterrorizados a causa de los pueblos de aquellas tierras; y sobre él ofrecieron holocaustos al SEÑOR, los holocaustos de la mañana y de la tarde.

Y celebraron la fiesta de los tabernáculos como está escrito, con el número diario de holocaustos, conforme a lo prescrito para cada día;

y después {ofrecieron} el holocausto continuo, y los de las lunas nuevas, los de todas las fiestas señaladas del SEÑOR que habían sido consagradas, y los de todos aquellos que ofrecían una ofrenda voluntaria al SEÑOR.

Entonces dieron dinero a los canteros y a los carpinteros, y alimento, bebida y aceite a los sidonios y a los tirios para que trajeran madera de cedro desde el Líbano por mar hasta Jope, conforme al permiso que tenían de Ciro, rey de Persia.

Y en el segundo año de su llegada a la casa de Dios en Jerusalén, en el mes segundo, Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jesúa, hijo de Josadac, y los demás de sus hermanos los sacerdotes y los levitas, y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén, comenzaron {la obra} y designaron a los levitas de veinte años arriba para dirigir la obra de la casa del SEÑOR.

Entonces Jesúa {con} sus hijos y sus hermanos, Cadmiel con sus hijos, los hijos de Judá {y} los hijos de Henadad {con} sus hijos y sus hermanos los levitas, se presentaron {todos} a una para dirigir a los obreros en la casa de Dios.

Cuando los albañiles terminaron de echar los cimientos del templo del SEÑOR, se presentaron los sacerdotes en sus vestiduras, con trompetas, y los levitas, hijos de Asaf, con címbalos, para alabar al SEÑOR conforme a las instrucciones del rey David de Israel.

Y cantaban, alabando y dando gracias al SEÑOR: Porque El es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba a gran voz alabando al SEÑOR porque se habían echado los cimientos de la casa del SEÑOR.

Pero muchos de los sacerdotes y levitas y jefes de {casas} paternas, los ancianos que habían visto el primer templo, cuando se echaban los cimientos de este templo delante de sus ojos, lloraban en alta voz mientras muchos daban gritos de alegría;

y el pueblo no podía distinguir entre el clamor de los gritos de alegría y el clamor del llanto del pueblo, porque el pueblo gritaba en voz alta, y se oía el clamor desde lejos.

Cuando se enteraron los enemigos de Judá y de Benjamín de que el pueblo del destierro estaba edificando un templo al SEÑOR, Dios de Israel,

se llegaron a Zorobabel y a los jefes de {casas} paternas, y les dijeron: Vamos a edificar con vosotros, porque, como vosotros, buscamos a vuestro Dios, y le hemos estado ofreciendo sacrificios desde los días de Esar-hadón, rey de Asiria, que nos trajo aquí.

Pero Zorobabel y Jesúa y los demás jefes de {casas} paternas de Israel les dijeron: No tenéis nada en común con nosotros para que {juntos} edifiquemos una casa a nuestro Dios, sino que nosotros unidos {la} edificaremos al SEÑOR, Dios de Israel, como nos ordenó el rey Ciro, rey de Persia.

y tomaron a sueldo contra ellos consejeros para frustrar sus propósitos, todos los días de Ciro, rey de Persia, hasta el reinado de Darío, rey de Persia.

En el reinado de Asuero, al principio de su reinado, escribieron una acusación contra los habitantes de Judá y de Jerusalén.

Y en los días de Artajerjes, Bislam, Mitrídates, Tabeel y sus demás compañeros escribieron a Artajerjes, rey de Persia, y el texto de la carta estaba en escritura aramea y traducido {del} arameo.

Rehum, el comandante, y Simsai, el escriba, escribieron una carta al rey Artajerjes contra Jerusalén, de esta manera:

Rehum, el comandante, Simsai, el escriba, y sus demás compañeros, los jueces y los gobernadores de menos categoría, los oficiales, los secretarios, los hombres de Erec, los babilonios, los hombres de Susa, es decir, los elamitas,

y las demás naciones que el grande y noble Asnapar deportó y estableció en la ciudad de Samaria, y en el resto {de la provincia} al otro lado del Río. Y ahora

esta es la copia de la carta que le enviaron: Al rey Artajerjes, de tus siervos, los hombres {de la provincia} al otro lado del Río: Y ahora

sepa el rey que los judíos que subieron de ti han venido a nosotros en Jerusalén; están reedificando la ciudad rebelde y perversa, y están terminando las murallas y reparando los cimientos.

Ahora sepa el rey, que si esa ciudad es reedificada y las murallas terminadas, ellos no pagarán tributo, ni impuesto, ni peaje, lo cual perjudicará los ingresos de los reyes.

a fin de que se investigue en el libro de las Memorias de tus padres. Y en el libro de las Memorias hallarás y sabrás que esa ciudad es una ciudad rebelde y perjudicial a los reyes y a las provincias, y que en tiempos pasados se han incitado rebeliones dentro de ella; por eso fue devastada esa ciudad.

el documento que nos enviasteis ha sido leído claramente delante de mí.

Ahora pues, proclamad un decreto para que estos hombres paren {la obra} y que esa ciudad no sea reedificada hasta que salga un decreto de mí.

Y cuidaos de no ser negligentes en cumplir este {asunto;} ¿por qué se ha de aumentar el daño en perjuicio de los reyes?

Entonces, tan pronto como la copia del documento del rey Artajerjes fue leída delante de Rehum, del escriba Simsai, y sus compañeros, fueron a toda prisa a Jerusalén, a los judíos, y los hicieron parar por la fuerza.

Entonces cesó la obra en la casa de Dios que {estaba} en Jerusalén, y quedó suspendida hasta el año segundo del reinado de Darío, rey de Persia.

Cuando los profetas Hageo y Zacarías, hijo de Iddo, profetizaron a los judíos que {estaban} en Judá y en Jerusalén, en el nombre del Dios de Israel que {estaba} sobre ellos,

Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jesúa, hijo de Josadac, se levantaron entonces y comenzaron a reedificar la casa de Dios en Jerusalén; y los profetas de Dios estaban con ellos apoyándolos.

En aquel tiempo Tatnai, gobernador de {la provincia} al otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros vinieron a ellos y les hablaron así: ¿Quién os dio orden de reedificar este templo y de terminar este edificio?

También les dijeron así: ¿Cuáles son los nombres de los hombres que están reedificando este edificio?

Pero el ojo de su Dios velaba sobre los ancianos de los judíos, y no les detuvieron {la obra} hasta que un informe llegara a Darío, y volviera una respuesta escrita tocante al asunto.

{Esta es} la copia de la carta que Tatnai, gobernador de {la provincia} al otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros los oficiales que {estaban} al otro lado del río, enviaron al rey Darío.

Sepa el rey que hemos ido a la provincia de Judá, a la casa del gran Dios, que está siendo edificada con piedras enormes y vigas empotradas en las paredes; y esta obra se adelanta con gran esmero y prospera en sus manos.

Entonces preguntamos a aquellos ancianos, {y} les dijimos así: `` ¿Quién os dio orden de reedificar este templo y de terminar este edificio?"

También les preguntamos sus nombres para informarte, {y} para dar por escrito los nombres de los hombres que eran sus jefes.

Y así nos respondieron, diciendo: ``Somos los siervos del Dios del cielo y de la tierra, y estamos reedificando el templo que fue construido hace muchos años, el cual un gran rey de Israel edificó y terminó.

Pero como nuestros padres provocaron a ira al Dios del cielo, El los entregó en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el caldeo, {quien} destruyó este templo, y deportó al pueblo a Babilonia.

Sin embargo, en el año primero de Ciro, rey de Babilonia, el rey Ciro proclamó un decreto de que se reedificara esta casa de Dios.

También los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor había sacado del templo que {estaba} en Jerusalén y llevado al templo de Babilonia, los sacó el rey Ciro del templo de Babilonia, y fueron entregados a Sesbasar, a quien había puesto por gobernador.

Y le dijo: ``Toma estos utensilios, ve {y} colócalos en el templo que {está} en Jerusalén, y que sea la casa de Dios reedificada en su lugar.

Entonces aquel Sesbasar vino {y} puso los cimientos de la casa de Dios que {está} en Jerusalén; y desde entonces hasta ahora se sigue construyendo, pero aún no está terminada."

Y ahora, si al rey {le parece} bien, que se busque en la casa del tesoro del rey que está allí en Babilonia, {a ver} si es que fue proclamado un decreto de parte del rey Ciro para reedificar esta casa de Dios en Jerusalén; y que se nos envíe la decisión del rey en cuanto a este {asunto.}

Y en Acmeta, en la fortaleza que está en la provincia de Media, hallaron un rollo en el que estaba escrito lo siguiente: Memorándum:

En el año primero del rey Ciro, el rey Ciro proclamó un decreto: ``{En cuanto} a la casa de Dios en Jerusalén, que sea reedificado el templo, el lugar donde se ofrecen los sacrificios, y que se conserven sus cimientos, con su altura de sesenta codos y su anchura de sesenta codos;

con tres hileras de piedras enormes y una hilera de madera; y que los gastos se paguen del tesoro real.

``Y que también se devuelvan los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del templo en Jerusalén y trajo a Babilonia, y que se lleven a sus lugares en el templo en Jerusalén y sean colocados en la casa de Dios."

Ahora pues, Tatnai, gobernador de {la provincia} al otro lado del río, Setar-boznai, y vuestros compañeros, los oficiales del otro lado del río, alejaos de allí.

No impidáis esta obra de la casa de Dios, y que el gobernador de los judíos y los ancianos de los judíos reedifiquen esta casa de Dios en su lugar.

Además, este es mi decreto en cuanto a lo que habéis de hacer por estos ancianos de Judá en la reedificación de esta casa de Dios: del tesoro real de los tributos del otro lado del río se han de pagar todos los gastos a este pueblo, y esto sin demora.

Y todo lo que se necesite: novillos, carneros y corderos para holocausto al Dios del cielo, {y} trigo, sal, vino y aceite de unción, según lo pidan los sacerdotes que {están} en Jerusalén, se les dará día por día sin falta,

para que puedan ofrecer sacrificios agradables al Dios del cielo y orar por la vida del rey y de sus hijos.

Y he proclamado un decreto de que cualquiera que quebrante este edicto, de su casa se arranque un madero, y levantándolo, sea colgado en él, y que su casa sea reducida a escombros a causa de esto.

Y que el Dios que ha hecho morar allí su nombre derribe a todo rey o pueblo que trate de cambiar{lo} para destruir esta casa de Dios en Jerusalén. Yo, Darío, he proclamado {este} decreto; que sea ejecutado con toda exactitud.

Entonces Tatnai, gobernador de {la provincia} al otro lado del río, Setar-boznai y sus compañeros ejecutaron {el decreto} con toda exactitud, tal como el rey Darío había ordenado.

Y los ancianos de los judíos tuvieron éxito en la edificación según la profecía del profeta Hageo y de Zacarías, hijo de Iddo. Y terminaron de edificar conforme al mandato del Dios de Israel y al decreto de Ciro, de Darío y de Artajerjes, rey de Persia.

Y este templo fue terminado el tercer día del mes de Adar; era el año sexto del reinado del rey Darío.

Y los hijos de Israel, los sacerdotes, los levitas y los demás desterrados, celebraron con júbilo la dedicación de esta casa de Dios.

Y para la dedicación de esta casa de Dios ofrecieron cien novillos, doscientos carneros, cuatrocientos corderos, y como ofrenda por el pecado por todo Israel, doce machos cabríos, conforme al número de las tribus de Israel.

Entonces asignaron a los sacerdotes en sus secciones y a los levitas en sus clases para el servicio de Dios en Jerusalén, como está escrito en el libro de Moisés.

Ya que los sacerdotes y los levitas se habían purificado juntamente, todos ellos estaban purificados, entonces mataron {al cordero} de la Pascua para todos los desterrados, tanto para sus hermanos los sacerdotes como para sí mismos.

Comieron {la Pascua} los hijos de Israel que habían vuelto del destierro y todos aquellos que se habían apartado de la impureza de las naciones de la tierra para {unirse} a ellos, para buscar al SEÑOR, Dios de Israel.

Y con gozo celebraron por siete días la fiesta de los panes sin levadura, porque el SEÑOR los había llenado de regocijo, y había vuelto hacia ellos el corazón del rey de Asiria para animarlos en la obra de la casa de Dios, el Dios de Israel.

Después de estas cosas, en el reinado de Artajerjes, rey de Persia, {subió} Esdras hijo de Seraías, hijo de Azarías, hijo de Hilcías,

hijo de Salum, hijo de Sadoc, hijo de Ahitob,

hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Meraiot,

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