4742 casos

'De' en la Biblia

Y Judas engendró de Thamar á Phares y á Zara: y Phares engendró á Esrom: y Esrom engendró á Aram:

Y Salmón engendró de Rachâb á Booz, y Booz engendró de Ruth á Obed y Obed engendró á Jessé:

Y Jessé engendró al rey David: y el rey David engendró á Salomón de la que fué mujer de Urías:

Y Josías engendró á Jechônías y á sus hermanos, en la transmigración de Babilonia.

Y después de la transmigración de Babilonia, Jechônías engendró á Salathiel: y Salathiel engendró á Zorobabel:

Y Jacob engendró á José, marido de María, de la cual nació Jesús, el cual es llamado el Cristo.

De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce generaciones: y desde David hasta la transmigración de Babilonia, catorce generaciones: y desde la transmigración de Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

Y ellos le dijeron: En Bethlehem de Judea; porque así está escrito por el profeta:

Y tú, Bethlehem, de tierra de Judá, No eres muy pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará á mi pueblo Israel.

Entonces Herodes, llamando en secreto á los magos, entendió de ellos diligentemente el tiempo del aparecimiento de la estrella;

Y ellos, habiendo oído al rey, se fueron: y he aquí la estrella que habían visto en el oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando, se puso sobre donde estaba el niño.

Y partidos ellos, he aquí el ángel del Señor aparece en sueños á José, diciendo: Levántate, y toma al niño y á su madre, y huye á Egipto, y estáte allá hasta que yo te lo diga; porque ha de acontecer, que Herodes buscará al niño para matarlo.

Y él despertando, tomó al niño y á su madre de noche, y se fué á Egipto;

Diciendo: Levántate, y toma al niño y á su madre, y vete á tierra de Israel; que muertos son los que procuraban la muerte del niño.

Entonces él se levantó, y tomó al niño y á su madre, y se vino á tierra de Israel.

Y oyendo que Archelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, temió ir allá: mas amonestado por revelación en sueños, se fué á las partes de Galilea.

Y vino, y habitó en la ciudad que se llama Nazaret: para que se cumpliese lo que fué dicho por los profetas, que había de ser llamado Nazareno.

Porque éste es aquel del cual fué dicho por el profeta Isaías, que dijo: Voz de uno que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor, Enderezad sus veredas.

Entonces salía á él Jerusalem, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán;

Y no penséis decir dentro de vosotros: á Abraham tenemos por padre: porque yo os digo, que puede Dios despertar hijos á Abraham aun de estas piedras.

Ahora, ya también la segur está puesta á la raíz de los árboles; y todo árbol que no hace buen fruto, es cortado y echado en el fuego.

Entonces Jesús vino de Galilea á Juan al Jordán, para ser bautizado de él.

Y dejando á Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y de Nephtalim:

La tierra de Zabulón, y la tierra de Nephtalim, Camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los Gentiles;

Y andando Jesús junto á la mar de Galilea, vió á dos hermanos, Simón, que es llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en la mar; porque eran pescadores.

Y pasando de allí vió otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en el barco con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes; y los llamó.

Y le siguieron muchas gentes de Galilea y de Decápolis y de Jerusalem y de Judea y de la otra parte del Jordán.

Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas sobre el candelero, y alumbra á todos los que están en casa.

De manera que cualquiera que infringiere uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare á los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos: mas cualquiera que hiciere y enseñare, éste será llamado grande en el reino de los cielos.

Por tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu hermano tiene algo contra ti,

De cierto te digo, que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.

Y si tu mano derecha te fuere ocasión de caer, córtala, y échala de ti: que mejor te es que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

Ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalem, porque es la ciudad del gran Rey.

O ¿cómo dirás á tu hermano: Espera, echaré de tu ojo la mota, y he aquí la viga en tu ojo?

Por sus frutos los conoceréis. ¿Cógense uvas de los espinos, ó higos de los abrojos?

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