6675 casos

'Del' en la Biblia

Aborrecí por tanto la vida, porque toda obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo era vanidad y aflicción de espíritu.

Yo asimismo aborrecí todo mi trabajo que había puesto por obra debajo del sol; el cual dejaré a otro que vendrá después de mí.

¿Y quién sabe si será sabio, o loco, el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que me hice sabio debajo del sol? Esto también es vanidad.

Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que trabajé, y en que me hice sabio debajo del sol.

Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí la impiedad; y en lugar de la justicia, allí la iniquidad.

Porque el suceso de los hijos de los hombres, y el suceso del animal, el mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.

Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, y que no tienen consolador; y que la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.

Y tuve por mejor que ellos al que no ha sido aún, porque no ha visto las malas obras que se hacen debajo del sol.

He visto asimismo que todo trabajo y toda rectitud de obras mueve la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

Yo me volví otra vez, y vi otra vanidad debajo del sol.

Es el hombre solo y sin sucesor; que ni tiene hijo ni hermano; mas nunca cesa de trabajar, ni aun sus ojos se sacian de sus riquezas, ni piensa: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.

Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; mas ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.

Vi a todos los vivientes debajo del sol caminando con el niño, sucesor, que estará en lugar de aquel.

No sueltes tu boca para hacer pecar a tu carne; ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se aíre a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?

Hay otra enfermedad maligna que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal;

Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.

He aquí pues el bien que yo he visto: Que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque ésta es su parte.

Hay otro mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres:

El del hombre a quien Dios dio riquezas, y hacienda, y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; mas Dios no le dio facultad de comer de ello, sino que los extraños se lo comen. Esto vanidad es, y enfermedad maligna.

Más vale gozar del bien presente que el deseo errante. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.

Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales el hace que sean como sombra? Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?

El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los locos, en la casa del placer.

Porque la risa del loco es como el estrépito de las espinas debajo de la olla. Y también la risa o la prosperidad del loco es vanidad.

No seas muy listo a condenar, ni seas loco; ¿por qué morirás en medio del hilo de tus empresas?

Yo he rodeado con mi corazón por saber, y examinar, e inquirir la sabiduría, y la razón; y por saber la maldad de la locura, y el desvarío del error;

Yo te aviso que guardes el mandamiento del rey y la palabra del pacto que hiciste con Dios.

El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio conoce el tiempo y el juicio.

Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que se hace debajo del sol; el tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo.

Por tanto alabé yo la alegría; que no tenga el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba, y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le dio debajo del sol.

Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que todos tengan un mismo suceso, y también que el corazón de los hijos de los hombres esté lleno de mal, y de enloquecimiento en su corazón durante su vida; y después, a los muertos.

Aun su amor, y su odio y su envidia, fenecieron ya; ni tienen ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace debajo del sol.

Goza de la vida con la esposa que amas, todos los días que has de vivir en este lago de vanidad, que te son dados; todos los días de tu vanidad debajo del sol; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo en que trabajas debajo del sol.

Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes la gracia; sino que tiempo y ocasión acontece a todos.

También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me es importante:

Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fortaleza; aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras.

Las palabras del sabio con reposo son oídas, más que el clamor del señor entre los locos.

Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al ungüento del perfumador; así una pequeña locura, al que es estimado por sabio y honorable.

Si el espíritu del señor se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará reposar grandes pecados.

Hay otro mal que debajo del sol he visto; como salido de delante del gobernador por yerro:

Las palabras de la boca del sabio son gracia; mas los labios del loco lo echan a perder.

Como tú no sabes cuál es el camino del espíritu, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.

y las puertas de afuera se cerrarán, por la bajeza de la voz de la muela; y se levantará a la voz del ave, y todas las hijas de canción serán humilladas;

El fin de todo el sermón es oído: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es toda la felicidad del hombre.

Atráeme en pos de ti, correremos. El rey me ha metido en sus cámaras; nos gozaremos y alegraremos en ti; acordarémonos de tus amores más que del vino. Los rectos te aman.

Si tú no lo sabes, ¡oh hermosa entre las mujeres!, sal, yéndote por las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.

Yo soy el Lirio del campo (de Sarón), y la rosa de los valles.

Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por las gamas y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor hasta que él quiera.

Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por las gamas y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que él quiera.

¿Quién es ésta que sube del desierto como columnas de humo, sahumada de mirra y de incienso, y de todos los polvos aromáticos?

El rey Salomón se hizo un tálamo de madera del Líbano.

Salid, oh doncellas de Sion, y ved al rey Salomón con la corona con que le coronó su madre el día de su desposorio, y el día del gozo de su corazón.

Tus dientes, como manadas de trasquiladas ovejas, que suben del lavadero, todas con crías mellizas, y ninguna entre ellas estéril.

Hasta que apunte el día y huyan las sombras, me iré al monte de la mirra, y al collado del incienso.

Conmigo del Líbano, oh esposa, conmigo vendrás del Líbano; mirarás desde la cumbre de Amana, desde la cumbre del Senir y del Hermón; desde las guaridas de los leones, desde los montes de los tigres.

Panal de miel destilan tus labios, oh esposa; miel y leche hay debajo de tu lengua; y el olor de tus vestidos es como el olor del Líbano.

Fuente de huertos, pozo de aguas vivas, que corren del Líbano.

Yo me levanté para abrir a mi amado, y mis manos gotearon mirra, y mis dedos mirra que corría sobre las aldabas del candado.

Mi amado es blanco y rubio, señalado entre los diez millares del ejército.

Hermosa eres tú, oh compañera mía, como Tirsa; de desear, como Jerusalén; imponente como el portador del estandarte del ejército.

Tus dientes, son como manada de ovejas que suben del lavadero, todas con crías mellizas, y estéril no hay entre ellas.

¿Quién es ésta que se muestra como el alba, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como el portador del estandarte del ejército?

Al huerto de los nogales descendí a ver los frutos del valle, y para ver si florecían las vides, si florecían los granados.

Tu cuello, es como torre de marfil; tus ojos, como las pesqueras de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim; tu nariz, como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.

Tu cabeza sobre ti, es como la grana; y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey ligada en los corredores.

¡Que yo te llevara, que yo te metiera en casa de mi madre; que me enseñaras, que te hiciera beber vino adobado del mosto de mis granadas!

¿Quién es ésta que sube del desierto, recostada sobre su amado? Debajo de un manzano te desperté; allí tuvo tu madre dolores, allí tuvo dolores la que te dio a luz.

Príncipes de Sodoma, oíd la palabra del SEÑOR; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.

si no quisiereis, y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada, porque la boca del SEÑOR lo ha dicho.

Y acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el Monte de la Casa del SEÑOR por cabeza de los montes; y será ensalzado sobre los collados; y correrán a él todos los gentiles;

Venid, oh casa de Jacob, y caminemos a la luz del SEÑOR.

La altivez de los ojos del hombre será abatida; y la soberbia de los hombres será humillada; y solo el SEÑOR será ensalzado en aquel día.

Porque día del SEÑOR de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, y sobre todo ensalzado; y será abatido;

y sobre todos los cedros del Líbano altos y sublimes; y sobre todos los alcornoques de Basán;

Y la altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo el SEÑOR será ensalzado en aquel día.

Y se meterán en las cavernas de las peñas, y en las aberturas de la tierra, por la presencia espantosa del SEÑOR, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levantará para herir la tierra.

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