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'Dios' en la Biblia

Así que el SEÑOR el Dios de Israel echó a los amorreos delante de su pueblo Israel; ¿y lo has de poseer tú?

Si Quemos tu dios te echara alguno, ¿no lo poseerías tú? Así, poseeremos nosotros a todo aquel que echó el SEÑOR nuestro Dios de delante de nosotros.

Porque tú concebirás, y darás a luz un hijo; y no subirá navaja sobre su cabeza, porque aquel niño nazareo será de Dios desde el vientre, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos.

Y la mujer vino y lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, terrible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre.

Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda; porque este niño desde el vientre será nazareo de Dios hasta el día de su muerte.

Y oró Manoa al SEÑOR, y dijo: Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, regrese ahora a nosotros, y nos enseñe lo que debemos hacer con el niño que ha de nacer.

Y el SEÑOR oyó la voz de Manoa; y el ángel de Dios volvió otra vez a la mujer, estando ella en el campo; mas su marido Manoa no estaba con ella.

Entonces quebró Dios una muela que estaba en la quijada, y salieron de allí aguas, y bebió, y recobró su espíritu, y vivió. Por tanto llamó el nombre de aquel lugar, En-hacore (fuente del que llama), el cual está en Lehi, hasta hoy.

Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y seré debilitado, y como todos los demás hombres.

Entonces los cardinales de los filisteos se juntaron para ofrecer un gran sacrificio a Dagón su dios, y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo.

Y viéndolo el pueblo, loaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros.

Entonces clamó Sansón al SEÑOR, y dijo: Señor DIOS, acuérdate ahora de mí, y esfuérzame ahora solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos, por mis dos ojos.

Y ellos le dijeron: Pregunta, pues, ahora a Dios, para que sepamos si ha de prosperar nuestro viaje que hacemos.

Cuando allá llegaréis, vendréis a una gente segura, y a una tierra de ancho asiento; pues que Dios la ha entregado en vuestras manos; lugar donde no hay falta de cosa que sea en la tierra.

Y levantaron la imagen de talla de Micaía, la cual él había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.

Y los cantones de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, se hallaron presentes en la reunión del pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres de a pie que sacaban espada.

Luego se levantaron los hijos de Israel, y subieron a la Casa de Dios, y consultaron a Dios, diciendo: ¿Quién subirá de nosotros el primero en la guerra contra los hijos de Benjamín? Y el SEÑOR respondió: Judá será el primero.

Entonces subieron todos los hijos de Israel, y todo el pueblo, y vinieron a la Casa de Dios; y lloraron, y se sentaron allí delante del SEÑOR, y ayunaron aquel día hasta la tarde; y sacrificaron holocaustos y pacíficos delante del SEÑOR.

Y los hijos de Israel preguntaron al SEÑOR, (porque el arca del pacto de Dios estaba allí en aquellos días,

Salieron los hijos de Benjamín contra el pueblo, y fueron alejados de la ciudad. Comenzaron como las otras veces a herir y a matar a algunos del pueblo por los caminos, uno de los cuales sube a Betel (Casa de Dios) y el otro a Guibeá, en campo abierto. Y {mataron a} unos treinta hombres de Israel.

Y vino el pueblo a la Casa de Dios, y se estuvieron allí hasta la tarde delante de Dios; y alzando su voz hicieron gran llanto, y dijeron:

Oh SEÑOR Dios de Israel, ¿por qué ha sucedido esto en Israel, que falte hoy de Israel una tribu?

Y dijeron: ``Cada año hay una fiesta del SEÑOR en Silo, que está al norte de Betel (Casa de Dios), al lado oriental del camino que sube de Betel a Siquem, y al sur de Lebona."

Y Rut respondió: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque dondequiera que tú fueres, iré yo; y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.

Y Elí respondió, y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.

Y a su debido tiempo, después de haber concebido, Ana dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel (Oído por Dios), {diciendo:} ``Porque se lo he pedido al SEÑOR."

Si un hombre peca contra otro, Dios mediará por él; pero si un hombre peca contra el SEÑOR, ¿quién intercederá por él? Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque el SEÑOR quería que murieran.

Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así dijo el SEÑOR: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón?

Por tanto, el SEÑOR el Dios de Israel dijo: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora dijo el SEÑOR: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me tuvieren en poco, serán viles.

Y verás a un enemigo en mi habitación, en todas las riquezas que Dios dará a Israel; y nunca habrá anciano en tu casa.

y antes que la lámpara de Dios fuera apagada, Samuel estaba durmiendo en el templo del SEÑOR, donde el arca de Dios estaba;

Y dijo: ¿Qué es la palabra que te habló el SEÑOR? Te ruego que no me la encubras. Así te haga Dios y así te añada, si me encubrieres palabra de todo lo que habló contigo.

Y envió el pueblo a Silo, y trajeron de allá el arca del pacto del SEÑOR de los ejércitos, quien tiene su morada entre los querubines; y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios.

Y los filisteos tuvieron miedo, porque decían: Ha venido Dios al campamento. Y dijeron: ¡Ay de nosotros! que ayer ni anteayer no fue así.

Y el arca de Dios fue tomada, y murieron los dos hijos de Elí, Ofni y Finees.

y cuando llegó, he aquí Elí que estaba sentado sobre una silla atalayando junto al camino; porque su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios. Y cuando aquel hombre llegó a la ciudad, a dar las nuevas, toda la ciudad gritó.

Y el mensajero respondió, y dijo: Israel huyó delante de los filisteos, y también fue hecha gran mortandad en el pueblo; y también tus dos hijos, Ofni y Finees, murieron, y el arca de Dios fue tomada.

Y aconteció que cuando él hizo mención del arca de Dios, Elí cayó hacia atrás de la silla junto al lugar de la puerta, y se le quebró la cerviz, y murió; porque era hombre viejo y pesado. Y había juzgado a Israel cuarenta años.

Y su nuera, la mujer de Finees, que estaba encinta, cercana al parto, oyendo el rumor que el arca de Dios era tomada, y habían muerto su suegro y su marido, se encorvó y dio a luz; porque sus dolores se habían ya derramado por ella.

Y llamó al niño Icabod, diciendo: ¡Traspasada es la gloria de Israel! (por el arca de Dios que fue tomada, y por la muerte de su suegro, y su marido.)

Dijo pues: Traspasada es la gloria de Israel; porque el arca de Dios fue tomada.

Y los filisteos, tomada el arca de Dios, la trajeron desde Eben-ezer a Asdod.

Y tomaron los filisteos el arca de Dios, y la metieron en la casa de Dagón, y la pusieron junto a Dagón.

Y viendo esto los de Asdod, dijeron: No quede con nosotros el arca del Dios de Israel, porque su mano es dura sobre nosotros, y sobre nuestro dios Dagón.

Enviaron, pues, a juntar a sí todos los cardinales de los filisteos, y dijeron: ¿Qué haremos del arca del Dios de Israel? Y ellos respondieron: Pásese el arca del Dios de Israel a Gat. Y pasaron allá el arca del Dios de Israel.

Entonces enviaron el arca de Dios a Ecrón. Y cuando el arca de Dios vino a Ecrón, los ecronitas dieron voces diciendo: Han pasado a mí el arca del Dios de Israel para matarme a mí y a mi pueblo.

Y enviaron a juntar todos los cardinales de los filisteos, diciendo: Despachad el arca del Dios de Israel, y vuélvase a su lugar, y no me mate a mí ni a mi pueblo; porque había quebrantamiento de muerte en toda la ciudad, y la mano de Dios se había allí agravado.

Y ellos dijeron: Si enviáis el arca del Dios de Israel, no la enviéis vacía; mas le pagaréis la expiación de la culpa; y entonces seréis sanos, y conoceréis por qué no se apartó de vosotros su mano.

Haréis, pues, las formas de vuestras hemorroides, y las formas de vuestros ratones que destruyen la tierra, y daréis gloria al Dios de Israel; por ventura aliviará su mano de sobre vosotros, y de sobre vuestros dioses, y de sobre vuestra tierra.

Entonces hirió Dios de los de Bet-semes, porque habían mirado el arca del SEÑOR; hirió en el pueblo setenta varones y cincuenta mil hombres. Y el pueblo se puso de luto, porque el SEÑOR había herido al pueblo de tan gran plaga.

Y dijeron los de Bet-semes: ¿Quién podrá estar delante del SEÑOR el Dios santo? ¿Y a quién subirá desde nosotros?

Y dijeron los hijos de Israel a Samuel: No ceses de clamar por nosotros al SEÑOR nuestro Dios, que nos salve de la mano de los filisteos.

Y él le respondió: He aquí ahora que en esta ciudad esta el varón de Dios, que es varón insigne; todas las cosas que él dijere, sin duda vendrán. Vamos, ahora, allá; por ventura nos enseñará nuestro camino por donde hayamos de ir.

Y Saúl respondió a su criado: Vamos pues; ¿mas qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué presentar al varón de Dios. ¿Qué tenemos?

Entonces volvió el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; esto daré al varón de Dios, para que nos declare nuestro camino.

(Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos hasta el vidente; porque el que ahora se llama profeta, antiguamente era llamado vidente).

Dijo entonces Saúl a su criado: Bien dices; ea pues, vamos. Y fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios.

Y descendiendo ellos al límite de la ciudad, dijo Samuel a Saúl: Di al criado que vaya delante, (y se adelantó el criado); mas espera tú un poco para que te declare palabra de Dios.

Y como de allí irás más adelante, llegarás a la campiña de Tabor, te saldrán al encuentro tres varones que suben a Dios en Bet-el, llevando uno tres cabritos, el otro tres tortas de pan, y el tercero un cántaro de vino.

De allí vendrás al collado de Dios donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entres allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, adufe, flauta, y arpa, y ellos profetizando.

Y cuando te hubieren sobrevenido estas señales, haz según lo que te encontrare a la mano, porque Dios está contigo.

Y aconteció que cuando él volteó su hombro para partirse de Samuel, le mudó Dios su corazón; y todas estas señales acaecieron en aquel día.

Y cuando llegaron allá al collado, he aquí la compañía de los profetas que venía a encontrarse con él, y el Espíritu de Dios lo prosperó, y profetizó entre ellos.

y dijo a los hijos de Israel: Así dijo el SEÑOR el Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, y os libré de mano de los egipcios, y de mano de todos los reinos que os afligieron.

Mas vosotros habéis desechado hoy a vuestro Dios, que os salva de todas vuestras aflicciones y angustias, diciendo: No, sino pon rey sobre nosotros. Ahora, pues, poneos delante del SEÑOR por vuestras tribus y por vuestros millares.

Y envió Samuel a todo el pueblo cada uno a su casa. Y Saúl también se fue a su casa en Gabaa, y fueron con él algunos del ejército, el corazón de los cuales Dios había tocado.

Y olvidaron al SEÑOR su Dios, y él los vendió en la mano de Sísara capitán del ejército de Hazor, y en la mano de los filisteos, y en la mano del rey de Moab, los cuales les hicieron guerra.

Y habiendo visto que Nahas rey de lo hijos de Amón venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino rey reinará sobre nosotros; siendo vuestro Rey el SEÑOR vuestro Dios.

Si temiereis al SEÑOR y le sirviereis, y oyereis su voz, y no fuereis rebeldes a la palabra del SEÑOR, así vosotros como el rey que reina sobre vosotros, seréis en pos del SEÑOR vuestro Dios.

Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: Ruega por tus siervos al SEÑOR tu Dios, que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros.

Y Saúl escogió para sí 3,000 hombres de Israel, de los cuales 2,000 estaban con Saúl en Micmas y en la región montañosa de Betel (Casa de Dios), y 1,000 estaban con Jonatán en Geba de Benjamín. Y al resto del pueblo lo despidió, cada uno a su tienda.

Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento del SEÑOR tu Dios, que él te había mandado; porque ahora el SEÑOR hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.

Y hubo miedo en el real y por la tierra, y por todo el pueblo de la guarnición; y los que habían ido a destruir la tierra, también ellos temblaron, y la tierra fue alborotada, y hubo miedo de Dios.

Y Saúl dijo a Ahías: Trae el arca de Dios. Porque el arca de Dios estaba entonces con los hijos de Israel.

Y dijo Saúl: Descendamos de noche contra los filisteos, y los saquearemos hasta la mañana, y no dejaremos de ellos ninguno. Y ellos dijeron: Haz lo que bien te pareciere. Dijo luego el sacerdote: Acerquémonos aquí a Dios.

Y Saúl consultó a Dios: ¿Descenderé tras los filisteos? ¿Los entregarás en mano de Israel? Mas el SEÑOR no le dio respuesta aquel día.

Entonces dijo Saúl al SEÑOR Dios de Israel: Muestra quien está sin mancha. Y fueron tomados Jonatán y Saúl, y el pueblo salió libre.

Y Saúl respondió: Así me haga Dios y así me añada, que sin duda morirás, Jonatán.

Entonces el pueblo dijo a Saúl: ¿Ha pues de morir Jonatán, el que ha hecho esta salud grande en Israel? No será así. Vive el SEÑOR, que no ha de caer un cabello de su cabeza en tierra, pues que ha obrado hoy con Dios. Así rescató el pueblo a Jonatán, para que no muriera.

Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas al SEÑOR tu Dios; pero lo demás lo destruimos.

Mas el pueblo tomó del despojo ovejas y vacas, las primicias del anatema, para sacrificarlas al SEÑOR tu Dios en Gilgal.

Y él dijo: Yo he pecado; mas te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo, y delante de Israel; y vuelve conmigo para que adore al SEÑOR tu Dios.

Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, que un espíritu malo de parte de Dios te atormenta.

Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen alguno que sepa tocar el arpa; para que cuando fuere sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él taña con su mano, y tengas alivio.

Y cuando el espíritu malo de parte de Dios era sobre Saúl, David tomaba el arpa, y tañía con su mano; y Saúl tenía refrigerio, y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.

Entonces habló David a los que junto a él estaban, diciendo: ¿Qué harán a aquel varón que venciere a este filisteo, y quitare la deshonra de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que deshonre a los escuadrones del Dios viviente?

Fuera león, fuera oso, tu siervo lo mataba; pues este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha deshonrado al ejército del Dios viviente.

Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y escudo; mas yo vengo a ti en el nombre del SEÑOR de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, que tú has deshonrado.

El SEÑOR te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y quitaré tu cabeza de ti; y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y sabrá toda la tierra que hay Dios en Israel.

al día siguiente aconteció que el espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y profetizaba dentro de su casa; y David tañía con su mano como los otros días, y estaba una lanza a mano de Saúl.

Y envió Saúl mensajeros que trajeran a David, los cuales vieron una compañía de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba señalado para presidirlos. Y vino el Espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl, y ellos también profetizaron.

Y fue allá a Naiot en Ramá; y también vino sobre él el Espíritu de Dios, e iba profetizando, hasta que llegó a Naiot en Ramá.

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Reina Valera Gómez (© 2010)