'Dios' en la Biblia
- 1.Gé 1:1-Gé 21:19
- 2.Gé 21:20-Gé 50:25
- 3.Éx 1:17-Levítico 18:30
- 4.Levítico 19:2-Deuteronomio 4:4
- 5.Deuteronomio 4:5-Deuteronomio 12:15
- 6.Deuteronomio 12:18-Deuteronomio 26:4
- 7.Deuteronomio 26:5-Josué 22:5
- 8.Josué 22:16-1 Samuel 5:7
- 9.1 Samuel 5:8-2 Samuel 15:29
- 10.2 Samuel 15:32-1 Reyes 20:35
- 11.1 Reyes 21:10-1 Crónicas 14:10
- 12.1 Crónicas 14:11-2 Crónicas 9:8
- 13.2 Crónicas 9:23-2 Crónicas 32:21
- 14.2 Crónicas 32:29-Esdras 9:15
- 15.Esdras 10:1-Job 9:13
- 16.Job 10:2-Salmos 7:1
- 17.Salmos 7:3-Salmos 50:1
- 18.Salmos 50:2-Salmos 68:19
- 19.Salmos 68:20-Salmos 89:7
- 20.Salmos 89:8-Eclesiastés 8:13
- 21.Eclesiastés 8:15-Isaías 60:19
- 22.Isaías 61:2-Jeremías 44:2
- 23.Jeremías 44:7-Daniel 10:12
- 24.Daniel 11:32-Zacarías 12:8
- 25.Zacarías 13:9-Marcos 14:25
- 26.Marcos 15:29-Lucas 18:24
- 27.Lucas 18:25-Hechos 2:30
- 28.Hechos 2:32-Hechos 15:12
- 29.Hechos 15:14-Romanos 4:20
- 30.Romanos 5:1-1 Corintios 1:27
- 31.1 Corintios 1:28-2 Corintios 5:5
- 32.2 Corintios 5:11-Efesios 6:6
- 33.Efesios 6:11-1 Timoteo 3:5
- 34.1 Timoteo 3:15-Hebreos 12:2
- 35.Hebreos 12:7-1 Juan 5:5
- 36.1 Juan 5:9-Apocalipsis 21:23
- 37.Apocalipsis 22:1-Apocalipsis 22:19
Si recibimos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios es mayor; porque éste es el testimonio de Dios que Él ha dado acerca de su Hijo.
El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso; porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado de su Hijo.
Y éste es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.
Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.
Si alguno ve a su hermano cometer pecado no de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; digo a los que pecan no de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.
Sabemos que cualquiera que es nacido de Dios, no peca, porque el que es engendrado de Dios, se guarda a sí mismo, y el maligno no le toca.
Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero yace en maldad.
Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el verdadero Dios, y la vida eterna.
Gracia sea con vosotros, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor.
Cualquiera que se rebela, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, el tal tiene al Padre y al Hijo.
los cuales han dado testimonio de tu amor en presencia de la iglesia; a los cuales si encaminares en su jornada como es digno según Dios, harás bien.
Amado, no sigas lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; mas el que hace lo malo, no ha visto a Dios.
Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados por Dios el Padre y preservados en Jesucristo:
Porque ciertos hombres han entrado encubiertamente, los cuales desde antes fueron ordenados para esta condenación, hombres impíos, que cambian la gracia de nuestro Dios en libertinaje, negando al único Señor Dios, y a nuestro Señor Jesucristo.
conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.
al único sabio Dios Salvador nuestro, sea gloria y majestad, dominio y potestad, ahora y siempre. Amén.
La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben acontecer pronto; y la declaró enviándola por su ángel a Juan su siervo,
el cual ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que él vio.
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios y su Padre; a Él sea la gloria y el poder por siempre jamás. Amén.
Yo Juan, que también soy vuestro hermano y compañero en la tribulación y en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla que es llamada Patmos, por la palabra de Dios y por el testimonio de Jesucristo.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
Y escribe al ángel de la iglesia en TIATIRA: El Hijo de Dios, que tiene sus ojos como llama de fuego, y sus pies semejantes al latón fino, dice estas cosas:
Y escribe al ángel de la iglesia en SARDIS: El que tiene los siete Espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice estas cosas: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios.
Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
Y escribe al ángel de la iglesia de los LAODICENSES: Estas cosas dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios:
Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete Espíritus de Dios.
Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas alrededor, y por dentro estaban llenos de ojos; y no reposaban día y noche, diciendo: Santo, santo, santo, Señor Dios Todopoderoso, que era, y que es, y que ha de venir.
Y miré; y, he aquí, en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados a toda la tierra.
Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que ellos tenían.
Y vi otro ángel que subía de donde nace el sol, teniendo el sello del Dios viviente. Y clamó con gran voz a los cuatro ángeles, a los cuales era dado hacer daño a la tierra y al mar,
diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes.
y aclamaban en alta voz, diciendo: Salvación a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero.
Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,
diciendo: Amén: La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por siempre jamás. Amén.
Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
Y vi los siete ángeles que estaban en pie delante de Dios; y les fueron dadas siete trompetas.
Y el humo del incienso subió de la mano del ángel delante de Dios con las oraciones de los santos.
Y les fue mandado que no hiciesen daño a la hierba de la tierra, ni a ninguna cosa verde, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tienen el sello de Dios en sus frentes.
Y el sexto ángel tocó la trompeta; y oí una voz de los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios,
Pero en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios será consumado, como Él lo anunció a sus siervos los profetas.
Y me fue dada una caña semejante a una vara, y el ángel se puso en pie diciendo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.
Éstos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.
Y después de tres días y medio el Espíritu de vida enviado de Dios, entró en ellos, y se alzaron sobre sus pies, y vino gran temor sobre los que los vieron.
Y en aquella hora fue hecho gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y siete mil hombres murieron en el terremoto; y los demás se espantaron, y dieron gloria al Dios del cielo.
Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus sillas, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,
Diciendo: Te damos gracias, oh Señor Dios Todopoderoso, que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.
Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto fue vista en su templo. Y hubo relámpagos, y voces, y truenos, y un terremoto, y grande granizo.
Y ella dio a luz un hijo varón, el cual había de regir todas las naciones con vara de hierro; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.
Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten mil doscientos sesenta días.
Y oí una gran voz en el cielo que decía: Ahora ha venido la salvación, y el poder, y el reino de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque el acusador de nuestros hermanos ha sido derribado, el cual los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
Entonces el dragón se enfureció contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el remanente de la simiente de ella, los cuales guardan los mandamientos de Dios, y tienen el testimonio de Jesucristo.
Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre y su tabernáculo, y a los que moran en el cielo.
Éstos son los que no fueron contaminados con mujeres; porque son vírgenes. Éstos son los que siguen al Cordero por dondequiera que Él va. Éstos fueron redimidos de entre los hombres por primicias para Dios y para el Cordero.
Y en sus bocas no fue hallado engaño; porque ellos son sin mácula delante del trono de Dios.
diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle gloria; porque la hora de su juicio ha venido; y adorad a Aquél que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de las aguas.
él también beberá del vino de la ira de Dios, el cual es vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles, y delante del Cordero.
Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
Y el ángel metió su hoz aguda en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y la echó en el gran lagar de la ira de Dios.
Y vi en el cielo otra señal, grande y admirable; siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas es consumada la ira de Dios.
Y vi como un mar de vidrio mezclado con fuego; y los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia, y sobre su imagen, y sobre su marca, y sobre el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios.
Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.
Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por siempre jamás.
Y el templo se llenó con el humo de la gloria de Dios, y de su poder; y nadie podía entrar en el templo, hasta que fuesen consumadas las siete plagas de los siete ángeles.
Y oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id, y derramad las copas de la ira de Dios sobre la tierra.
Y oí a otro que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
y blasfemaron contra el Dios del cielo por causa de sus dolores, y por sus plagas, y no se arrepintieron de sus obras.
porque son espíritus de demonios, haciendo milagros, que van a los reyes de la tierra y a todo el mundo, para congregarlos para la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.
Y la gran ciudad fue partida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del furor de su ira.
Y cayó del cielo sobre los hombres un grande granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron a Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue muy grande.
porque Dios ha puesto en sus corazones ejecutar su voluntad, y el ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que sean cumplidas las palabras de Dios.
porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de las maldades de ella.
Por lo cual en un día vendrán sus plagas, muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es el Señor Dios que la juzga.
Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos apóstoles y profetas; porque Dios os ha vengado en ella.
Y después de estas cosas oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder al Señor nuestro Dios.
Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra, y adoraron a Dios que estaba sentado sobre el trono, diciendo: Amén: Aleluya.
Y salió una voz del trono, que decía: Load a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.
Y oí como la voz de una gran multitud, y como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, diciendo: ¡Aleluya, porque reina el Señor Dios Todopoderoso!
Y él me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena del Cordero. Y me dijo: Éstas son palabras verdaderas de Dios.
Y yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.
Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es llamado EL VERBO DE DIOS.
Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones; y Él las regirá con vara de hierro; y Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que volaban por medio del cielo: Venid, y congregaos a la cena del gran Dios,
Y vi tronos, y a los que se sentaron sobre ellos les fue dado juicio; y vi las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús, y por la palabra de Dios, y que no habían adorado la bestia, ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos, y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos; sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años.
Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos, y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los devoró.
Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una novia ataviada para su marido.
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos, y será su Dios.
Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
El que venciere, heredará todas las cosas; y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo de Dios,
teniendo la gloria de Dios; y su luz era semejante a una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
Y no vi templo en ella; porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son el templo de ella.
Y la ciudad no tenía necesidad de sol ni de luna para que resplandezcan en ella; porque la gloria de Dios la iluminaba, y el Cordero es su luz.
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- 25.Zacarías 13:9-Marcos 14:25
- 26.Marcos 15:29-Lucas 18:24
- 27.Lucas 18:25-Hechos 2:30
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