'Hígado' en la Biblia
Tomarás también toda la grosura que cubre los intestinos, la grosura que está sobre el hígado, los dos riñones y la grosura que está sobre ellos, y lo quemarás sobre el altar.
Luego tomarás del carnero la grosura, y la cola, y la grosura que cubre los intestinos, y la grosura del hígado, y los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y la espaldilla derecha; porque es carnero de consagraciones:
y los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y sobre los ijares, y con los riñones quitará el redaño que está sobre el hígado.
Asimismo los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y el que está sobre los ijares, y con los riñones quitará el redaño de sobre el hígado.
y los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y la que está sobre los ijares, y con los riñones quitará el redaño de sobre el hígado.
Y los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y la que está sobre los ijares, y con los riñones quitará el redaño de sobre el hígado,
Y los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y la que está sobre los ijares; y con los riñones quitará la grosura de sobre el hígado.
Después tomó toda la grosura que estaba sobre los intestinos, y el redaño del hígado, y los dos riñones, y la grosura de ellos, y Moisés lo hizo arder sobre el altar.
Y después tomó la grosura, y la cola, y toda la grosura que estaba sobre los intestinos, y el redaño del hígado, y los dos riñones, y la grosura de ellos, y la espaldilla derecha;
E hizo arder sobre el altar la grosura y los riñones y el redaño del hígado de la expiación, como Jehová lo había mandado a Moisés.
y las grosuras del buey y del carnero, la cola, lo que cubre las entrañas, los riñones y el redaño del hígado;
como el ave que se apresura a la red, y no sabe que es contra su vida, hasta que la saeta traspasa su hígado.
Mis ojos desfallecieron de lágrimas, se conmovieron mis entrañas, mi hígado se derramó por tierra por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo, cuando desfallecía el niño y el que mamaba, en las plazas de la ciudad.
Porque el rey de Babilonia se paró en una encrucijada, al principio de dos caminos, para tomar adivinación; acicaló las saetas, consultó en ídolos, miró el hígado.