12837 casos

'La' en la Biblia

Y Booz subió a la puerta y allí se sentó, y he aquí que el pariente más cercano de quien Booz había hablado iba pasando, y le dijo: Eh, tú, ven acá y siéntate. Y él vino y se sentó.

Y {Booz} tomó diez hombres de los ancianos de la ciudad, y {les} dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron.

Entonces dijo al pariente más cercano: Noemí, que volvió de la tierra de Moab, tiene que vender la parte de la tierra que pertenecía a nuestro hermano Elimelec.

Y pensé informarte, diciéndo{te:} ``Cómpra{la} en presencia de los que están {aquí} sentados, y en presencia de los ancianos de mi pueblo. Si {la} vas a redimir, redíme{la}; y si no, díme{lo} para que yo {lo} sepa; porque no hay otro aparte de ti que {la} redima, y yo después de ti." Y él dijo: {La} redimiré.

Entonces Booz dijo: El día que compres el campo de manos de Noemí, debes adquirir también a Rut la moabita, viuda del difunto, a fin de conservar el nombre del difunto en su heredad.

Y el pariente más cercano respondió: No puedo redimir{la} para mí mismo, no sea que perjudique mi heredad. Redíme{la} para ti; {usa} tú mi derecho de redención, pues yo no puedo redimir{la.}

Y {la costumbre} en tiempos pasados en Israel tocante a la redención y el intercambio {de tierras} para confirmar cualquier asunto era ésta: uno se quitaba la sandalia y se la daba al otro; y esta era la {manera de} confirmar en Israel.

El pariente más cercano dijo a Booz: Cómpra{la} para ti. Y se quitó la sandalia.

Entonces Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos hoy que he comprado de la mano de Noemí todo lo que pertenecía a Elimelec y todo lo que pertenecía a Quelión y a Mahlón.

Además, he adquirido a Rut la moabita, la viuda de Mahlón, para que sea mi mujer a fin de preservar el nombre del difunto en su heredad, para que el nombre del difunto no sea cortado de sus hermanos, ni del atrio de su lugar {de nacimiento;} vosotros sois testigos hoy.

Y todo el pueblo que {estaba} en el atrio, y los ancianos, dijeron: Testigos {somos.} Haga el SEÑOR a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel; y que tú adquieras riquezas en Efrata y seas célebre en Belén.

Además, sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá, por medio de la descendencia que el SEÑOR te dará de esta joven.

Había un hombre de Ramataim de Zofim, de la región montañosa de Efraín, que se llamaba Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo.

Y tenía dos mujeres: el nombre de una {era} Ana y el de la otra Penina; y Penina tenía hijos, pero Ana no los tenía.

Esto sucedía año tras año; siempre que ella subía a la casa del SEÑOR, la otra la provocaba. Y {Ana} lloraba y no comía.

Pero Ana se levantó después de haber comido y bebido en Silo, y {mientras} el sacerdote Elí estaba sentado en la silla junto al poste de la puerta del templo del SEÑOR,

E hizo voto y dijo: Oh SEÑOR de los ejércitos, si tú te dignas mirar la aflicción de tu sierva, te acuerdas de mí y no te olvidas de tu sierva, sino que das un hijo a tu sierva, yo lo dedicaré al SEÑOR por todos los días de su vida y nunca pasará navaja sobre su cabeza.

Y mientras ella continuaba en oración delante del SEÑOR, Elí le estaba observando la boca.

Respondió Elí y dijo: Ve en paz; y que el Dios de Israel te conceda la petición que le has hecho.

Y ella dijo: Halle tu sierva gracia ante tus ojos. Y la mujer se puso en camino, comió y ya no estaba {triste} su semblante.

Y Elcana su marido le dijo: Haz lo que mejor te parezca. Quédate hasta que lo hayas destetado; solamente confirme el SEÑOR su palabra. La mujer se quedó y crió a su hijo hasta que lo destetó.

Después de haberlo destetado, lo llevó consigo, con un novillo de tres años, un efa de harina y un odre de vino, y lo trajo a la casa del SEÑOR en Silo, aunque el niño era pequeño.

Y ella dijo: ¡Oh señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti orando al SEÑOR.

Los que estaban saciados se alquilan por pan, y dejan {de tener hambre} los que estaban hambrientos. Aun la estéril da a luz a siete, mas la que tiene muchos hijos languidece.

Levanta del polvo al pobre, del muladar levanta al necesitado para hacer{los} sentar con los príncipes, y heredar un sitio de honor; pues las columnas de la tierra son del SEÑOR, y sobre ellas ha colocado el mundo.

Los que contienden con el SEÑOR serán quebrantados, El tronará desde los cielos contra ellos. El SEÑOR juzgará los confines de la tierra, a su rey dará fortaleza, y ensalzará el poder de su ungido.

ni la costumbre de los sacerdotes con el pueblo: cuando algún hombre ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote con un tenedor de tres dientes en su mano mientras se cocía la carne,

lo introducía en la cazuela, la olla, la caldera o el caldero, y todo lo que el tenedor sacaba, lo tomaba el sacerdote para sí. Así hacían en Silo con todos los israelitas que allí iban.

Asimismo, antes de quemar la grosura, el criado del sacerdote venía y decía al hombre que ofrecía sacrificio: Da al sacerdote carne para asar, pues no aceptará de ti carne cocida, sino solamente cruda.

Y si el hombre le decía: Ciertamente deben quemar primero la grosura y después toma todo lo que quieras; él respondía: No, sino que {me la} darás ahora, y si no la tomaré por la fuerza.

El pecado de los jóvenes era muy grande delante del SEÑOR, porque los hombres menospreciaban la ofrenda del SEÑOR.

Elí {era ya} muy anciano; oyó todo lo que sus hijos estaban haciendo a todo Israel, y cómo se acostaban con las mujeres que servían a la entrada de la tienda de reunión,

Si un hombre peca contra otro, Dios mediará por él; pero si un hombre peca contra el SEÑOR, ¿quién intercederá por él? Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque el SEÑOR quería que murieran.

Entonces un hombre de Dios vino a Elí y le dijo: Así dice el SEÑOR: `` ¿{No} me revelé ciertamente a la casa de tu padre cuando ellos estaban en Egipto, {esclavos} de la casa de Faraón?

`` ¿{No} los escogí de entre todas las tribus de Israel para ser mis sacerdotes, para subir a mi altar, para quemar incienso, para llevar un efod delante de mí? ¿{No} di a la casa de tu padre todas las ofrendas encendidas de los hijos de Israel?

Por tanto, el SEÑOR, Dios de Israel, declara: ``Ciertamente yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí para siempre"; pero ahora el SEÑOR declara: ``Lejos esté esto de mí, porque yo honraré a los que me honran, y los que me menosprecian serán tenidos en poco.

``Y verás la angustia de {mi} morada, a {pesar de} todo el bien que hago a Israel; y nunca habrá anciano en tu casa.

``Sin embargo, a algunos de los tuyos no cortaré de mi altar para que tus ojos se consuman {llorando} y tu alma sufra; pero todos los nacidos en tu casa morirán en la flor de la juventud.

``Y para ti, ésta será la señal que vendrá en cuanto a tus dos hijos, Ofni y Finees: en el mismo día morirán los dos.

El joven Samuel servía al SEÑOR en presencia de Elí. La palabra del SEÑOR escaseaba en aquellos días, las visiones no eran frecuentes.

cuando la lámpara de Dios aún no se había apagado y Samuel estaba acostado en el templo del SEÑOR donde {estaba} el arca de Dios,

Y Samuel no conocía aún al SEÑOR, ni se le había revelado aún la palabra del SEÑOR.

Y el SEÑOR dijo a Samuel: He aquí, estoy a punto de hacer una cosa en Israel la cual hará retiñir ambos oídos a todo aquel que la oiga.

Porque le he hecho saber que estoy a punto de juzgar su casa para siempre a causa de la iniquidad que él conocía, pues sus hijos trajeron sobre sí una maldición, y él no los reprendió.

Por eso he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de su casa no será expiada jamás, ni por sacrificio ni por ofrenda.

Samuel se acostó hasta la mañana; entonces abrió las puertas de la casa del SEÑOR; pero Samuel temía contar la visión a Elí.

Y {Elí} dijo: ¿Cuál es la palabra que {el S{EÑOR}} te habló? Te ruego que no me la ocultes. Así te haga Dios, y aún más, si me ocultas algo de todas las palabras que te habló.

Y el SEÑOR se volvió a aparecer en Silo; porque el SEÑOR se revelaba a Samuel en Silo por la palabra del SEÑOR.

Y llegaba la palabra de Samuel a todo Israel. Y salió Israel para enfrentarse en batalla con los filisteos y acampó junto a Eben-ezer, mientras que los filisteos habían acampado en Afec.

Y aconteció que cuando el arca del pacto del SEÑOR entró al campamento, todo Israel gritó con voz tan fuerte que la tierra vibró.

¿Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a los egipcios en el desierto con toda {clase de} plagas.

Y pelearon los filisteos, Israel fue derrotado y cada cual huyó a su tienda; la mortandad fue muy grande, pues de Israel cayeron treinta mil soldados de a pie.

Cuando llegó, he aquí que Elí estaba sentado en {su} asiento junto al camino esperando ansiosamente, porque su corazón temblaba por causa del arca de Dios. Así pues, el hombre fue a anunciar{lo} en la ciudad, y toda la ciudad prorrumpió en gritos.

Cuando Elí oyó el ruido de los gritos, dijo: ¿Qué {significa} el ruido de este tumulto? Entonces el hombre se acercó apresuradamente y dio la noticia a Elí.

Respondió el que trajo la noticia y dijo: Israel ha huido delante de los filisteos, además ha habido gran matanza entre el pueblo, también han muerto tus dos hijos, Ofni y Finees, y el arca de Dios ha sido tomada.

Y sucedió que cuando mencionó el arca de Dios, {Elí} cayó de su asiento hacia atrás, junto a la puerta, se rompió la nuca y murió, pues {era} entrado en años y pesaba mucho. Había juzgado a Israel cuarenta años.

Y su nuera, la mujer de Finees, estaba encinta y a punto de dar a luz, y al oír la noticia que el arca de Dios había sido tomada y que su suegro y su marido habían muerto, se arrodilló y dio a luz, porque le sobrevinieron los dolores.

Y llamó al niño Icabod, diciendo: ¡Se ha ido la gloria de Israel!, por haber sido tomada el arca de Dios, y por {la muerte de} su suegro y de su marido.

Y dijo: Se ha ido la gloria de Israel, porque el arca de Dios ha sido tomada.

Los filisteos tomaron el arca de Dios y la llevaron de Eben-ezer a Asdod.

Entonces tomaron los filisteos el arca de Dios y la introdujeron en el templo de Dagón, y la pusieron junto a Dagón.

A la mañana siguiente, cuando los de Asdod se levantaron temprano, he aquí que Dagón había caído rostro en tierra delante del arca del SEÑOR. Y tomaron a Dagón y lo pusieron otra vez en su lugar.

Pero al levantarse temprano al día siguiente, he aquí que Dagón había caído rostro en tierra delante del arca del SEÑOR. Y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos {estaban} cortadas sobre el umbral; sólo el tronco le quedaba a Dagón.

Y la mano del SEÑOR se hizo pesada sobre los de Asdod, y los desoló y los hirió con tumores, tanto a Asdod como a sus territorios.

Y sucedió que cuando la habían trasladado, la mano del SEÑOR estuvo contra la ciudad {causando} gran confusión; e hirió a los hombres de la ciudad, desde el menor hasta el mayor, saliéndoles tumores.

Enviaron, pues, y reunieron a todos los príncipes de los filisteos, y dijeron: Sacad de aquí el arca del Dios de Israel, y que vuelva a su sitio, para que no nos mate a nosotros y a nuestro pueblo. Porque había un pánico mortal por toda la ciudad; la mano de Dios se hizo muy pesada allí.

Y los hombres que no murieron fueron heridos con tumores, y el clamor de la ciudad subió hasta el cielo.

El arca del SEÑOR estuvo en la tierra de los filisteos siete meses.

Entonces los filisteos llamaron a los sacerdotes y a los adivinos, diciendo: ¿Qué haremos con el arca del SEÑOR? Decidnos cómo la hemos de enviar a su lugar.

Y ellos dijeron: Si enviáis el arca del Dios de Israel, no la enviéis vacía; sino que ciertamente devolveréis a El una ofrenda por la culpa. Entonces seréis sanados y conoceréis por qué su mano no se ha apartado de vosotros.

Y {los filisteos} preguntaron: ¿Cuál será la ofrenda por la culpa que hemos de devolverle? Y ellos dijeron: Cinco tumores de oro y cinco ratones de oro {conforme} al número de los príncipes de los filisteos, porque la misma plaga {estuvo} sobre todos vosotros y sobre vuestros príncipes.

Haréis, pues, semejanzas de vuestros tumores, y semejanzas de vuestros ratones que asolan la tierra, y daréis gloria al Dios de Israel; quizá El aliviará su mano de sobre vosotros, de sobre vuestros dioses y de sobre vuestra tierra.

Y tomad el arca del SEÑOR y colocadla en el carro; y poned en una caja a su lado los objetos de oro que le entregaréis como ofrenda por la culpa. Luego, dejadla ir, y que se vaya.

Y observad: si sube por el camino de su territorio a Bet-semes, entonces El nos ha hecho este gran mal. Pero si no, entonces sabremos que no fue su mano la que nos hirió; nos sucedió por casualidad.

Colocaron el arca del SEÑOR en el carro, y la caja con los ratones de oro y las semejanzas de sus tumores.

Y las vacas tomaron el camino recto en dirección a Bet-semes; iban por el camino, mugiendo mientras iban, y no se desviaron ni a la derecha ni a la izquierda. Y los príncipes de los filisteos las siguieron hasta el límite de Bet-semes.

{El pueblo de} Bet-semes estaba segando el trigo en el valle, y alzaron sus ojos y vieron el arca, y se alegraron al ver{la.}

Y el carro llegó al campo de Josué el bet-semita y se detuvo allí donde {había} una gran piedra; y ellos partieron la madera del carro y ofrecieron las vacas en holocausto al SEÑOR.

Los levitas bajaron el arca del SEÑOR y la caja que estaba con ella, en la cual estaban los objetos de oro, y las colocaron sobre la gran piedra; y los hombres de Bet-semes ofrecieron holocaustos e hicieron sacrificios aquel día al SEÑOR.

Estos son los tumores de oro que los filisteos entregaron como ofrenda por la culpa al SEÑOR: uno por Asdod, uno por Gaza, uno por Ascalón, uno por Gat y uno por Ecrón;

y ratones de oro {conforme} al número de todas las ciudades de los filisteos que pertenecían a los cinco príncipes, tanto de ciudades fortificadas como de aldeas sin murallas. La gran piedra sobre la cual colocaron el arca del SEÑOR {es testigo} hasta el día de hoy en el campo de Josué el bet-semita.

Y vinieron los hombres de Quiriat-jearim, tomaron el arca del SEÑOR y la llevaron a la casa de Abinadab en la colina, y consagraron a Eleazar su hijo para que guardara el arca del SEÑOR.

Y sucedió que pasó mucho tiempo, veinte años, desde el día en que el arca quedó en Quiriat-jearim; y toda la casa de Israel añoraba al SEÑOR.

Entonces Samuel habló a toda la casa de Israel, diciendo: Si os volvéis al SEÑOR con todo vuestro corazón, quitad de entre vosotros los dioses extranjeros y las Astorets, y dirigid vuestro corazón al SEÑOR, y servidle sólo a El; y El os librará de la mano de los filisteos.

Y se reunieron en Mizpa, y sacaron agua y {la} derramaron delante del SEÑOR, ayunaron aquel día y dijeron allí: Hemos pecado contra el SEÑOR. Y Samuel juzgó a los hijos de Israel en Mizpa.

Entonces los hijos de Israel dijeron a Samuel: No dejes de clamar al SEÑOR nuestro Dios por nosotros, para que El nos libre de la mano de los filisteos.

Entonces Samuel tomó una piedra y la colocó entre Mizpa y Sen, y la llamó Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ha ayudado el SEÑOR.

Los filisteos fueron sometidos y no volvieron más dentro de los límites de Israel. Y la mano del SEÑOR estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel.

Las ciudades que los filisteos habían tomado de Israel fueron restituidas a Israel, desde Ecrón hasta Gat, e Israel libró su territorio de la mano de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y los amorreos.

Y el SEÑOR dijo a Samuel: Escucha la voz del pueblo en cuanto a todo lo que te digan, pues no te han desechado a ti, sino que me han desechado a mí para que no sea rey sobre ellos.

No obstante, el pueblo rehusó oír la voz de Samuel, y dijeron: No, sino que habrá rey sobre nosotros,

Y {Saúl} pasó por la región montañosa de Efraín y recorrió la tierra de Salisa, pero no {las} hallaron. Luego pasaron por la tierra de Saalim, mas no {estaban allí.} Después atravesaron la tierra de los benjamitas, pero no {las} encontraron.

Cuando llegaron a la tierra de Zuf, Saúl dijo al criado que estaba con él: Ven, regresemos, no sea que mi padre deje {de preocuparse} por las asnas y se angustie por nosotros.

Y él le respondió: He aquí que hay un hombre de Dios en esta ciudad, el cual es tenido en alta estima; todo lo que él dice se cumple sin falta. Vayamos ahora, quizá pueda orientarnos acerca de la jornada que hemos emprendido.

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