'La' en la Biblia
Y dijo Jehová á Satán: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.
Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?
¿No le has tú cercado á él, y á su casa, y á todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra.
Y he aquí un gran viento que vino del lado del desierto, é hirió las cuatro esquinas de la casa, y cayó sobre los mozos, y murieron; y solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.
Y dijo Jehová á Satán: ¿De dónde vienes? Respondió Satán á Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.
Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado de mal, y que aun retiene su perfección, habiéndome tú incitado contra él, para que lo arruinara sin caus
Y salió Satán de delante de Jehová, é hirió á Job de una maligna sarna desde la planta de su pie hasta la mollera de su cabeza.
Perezca el día en que yo nací, Y la noche que se dijo: Varón es concebido.
Ocupe la oscuridad aquella noche; No sea contada entre los días del año, Ni venga en él número de los meses.
Oscurézcanse las estrellas de su alba; Espere la luz, y no venga, Ni vea los párpados de la mañana:
Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, Ni escondió de mis ojos la miseria.
¿Por qué no morí yo desde la matriz, O fuí traspasado en saliendo del vientre?
Con los reyes y con los consejeros de la tierra, Que edifican para sí los desiertos;
Allí asimismo reposan los cautivos; No oyen la voz del exactor.
Que esperan la muerte, y ella no llega, Aunque la buscan más que tesoros;
¿Es este tu temor, tu confianza, Tu esperanza, y la perfección de tus caminos?
Como yo he visto, los que aran iniquidad Y siembran injuria, la siegan.
El bramido del león, y la voz del león, Y los dientes de los leoncillos son quebrantados.
Cuánto más en los que habitan en casas de lodo, Cuyo fundamento está en el polvo, Y que serán quebrantados de la polilla!
De la mañana á la tarde son quebrantados, Y se pierden para siempre, sin haber quien lo considere.
Es cierto que al necio la ira lo mata, Y al codicioso consume la envidia.
Yo he visto al necio que echaba raíces, Y en la misma hora maldije su habitación.
Sus hijos estarán lejos de la salud, Y en la puerta serán quebrantados, Y no habrá quien los libre.
Porque la iniquidad no sale del polvo, Ni la molestia brota de la tierra.
Empero como las centellas se levantan para volar por el aire, Así el hombre nace para la aflicción.
Que da la lluvia sobre la haz de la tierra, Y envía las aguas por los campos:
Que prende á los sabios en la astucia de ellos, Y el consejo de los perversos es entontecido;
Y libra de la espada al pobre, de la boca de los impíos, Y de la mano violenta;
Pues es esperanza al menesteroso, Y la iniquidad cerrará su boca.
He aquí, bienaventurado es el hombre á quien Dios castiga: Por tanto no menosprecies la corrección del Todopoderoso.
Porque él es el que hace la llaga, y él la vendará: El hiere, y sus manos curan.
En seis tribulaciones te librará, Y en la séptima no te tocará el mal.
En el hambre te redimirá de la muerte, Y en la guerra de las manos de la espada.
Del azote de la lengua serás encubierto; Ni temerás de la destrucción cuando viniere.
De la destrucción y del hambre te reirás, Y no temerás de las bestias del campo:
Asimismo echarás de ver que tu simiente es mucha, Y tu prole como la hierba de la tierra.
Y vendrás en la vejez á la sepultura, Como el montón de trigo que se coge á su tiempo.
Porque pesaría aquél más que la arena del mar: Y por tanto mis palabras son cortadas.
¿Acaso gime el asno montés junto á la hierba? ¿Muge el buey junto á su pasto?
¿Comeráse lo desabrido sin sal? ¿O habrá gusto en la clara del huevo?
¿Es mi fortaleza la de las piedras? ¿O mi carne, es de acero?
Que están escondidas por la helada, Y encubiertas con nieve;
Apártanse de la senda de su rumbo, Van menguando y piérdense.
Y libradme de la mano del opresor, Y redimidme del poder de los violentos?
CIERTAMENTE tiempo limitado tiene el hombre sobre la tierra, Y sus días son como los días del jornalero.
Como el siervo anhela la sombra, Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo:
Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Y mide mi corazón la noche, Y estoy harto de devaneos hasta el alba.
Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, Y fenecieron sin esperanza.
La nube se consume, y se va: Así el que desciende al sepulcro no subirá;
Por tanto yo no reprimiré mi boca; Hablaré en la angustia de mi espíritu, Y quejaréme con la amargura de mi alma.
¿Soy yo la mar, ó ballena, Que me pongas guarda?
Y así mi alma tuvo por mejor el ahogamiento, Y quiso la muerte más que mis huesos.
¿Acaso pervertirá Dios el derecho, O el Todopoderoso pervertirá la justicia?
Si fueres limpio y derecho, Cierto luego se despertará sobre ti, Y hará próspera la morada de tu justicia.
Porque pregunta ahora á la edad pasada, Y disponte para inquirir de sus padres de ellos;
Pues nosotros somos de ayer, y no sabemos, Siendo nuestros días sobre la tierra como sombra.
Tales son los caminos de todos los que olvidan á Dios: Y la esperanza del impío perecerá:
Ciertamente éste será el gozo de su camino; Y de la tierra de donde se traspusiere, nacerán otros.
He aquí, Dios no aborrece al perfecto, Ni toma la mano de los malignos.
Los que te aborrecen, serán vestidos de confusión; Y la habitación de los impíos perecerá.
Que remueve la tierra de su lugar, Y hace temblar sus columnas:
El que extiende solo los cielos, Y anda sobre las alturas de la mar:
Si azote mata de presto, Ríese de la prueba de los inocentes.
La tierra es entregada en manos de los impíos, Y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él, ¿quién es? ¿dónde está?
Pasaron cual navíos veloces: Como el águila que se arroja á la comida.
Aunque me lave con aguas de nieve, Y limpie mis manos con la misma limpieza,
¿Parécete bien que oprimas, Que deseches la obra de tus manos, Y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?
¿Por qué me sacaste de la matriz? Habría yo espirado, y no me vieran ojos.
Fuera, como si nunca hubiera sido, Llevado desde el vientre á la sepultura.
Antes que vaya para no volver, A la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;
Tierra de oscuridad, lóbrega Como sombra de muerte, sin orden, Y que aparece como la oscuridad misma.
Y que te declarara los arcanos de la sabiduría, Que son de doble valor que la hacienda! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos que tu iniquidad merece.
¿Alcanzarás tú el rastro de Dios? ¿Llegarás tú á la perfección del Todopoderoso?
Su dimensión es más larga que la tierra, Y más ancha que la mar.
Porque él conoce á los hombres vanos: Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?
Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, Y no consintieres que more maldad en tus habitaciones;
Y en mitad de la siesta se levantará bonanza; Resplandecerás, y serás como la mañana:
Ciertamente que vosotros sois el pueblo; Y con vosotros morirá la sabiduría.
O habla á la tierra, que ella te enseñará; Los peces de la mar te lo declararán también.
¿Qué cosa de todas estas no entiende Que la mano de Jehová la hizo?
En los viejos está la ciencia, Y en la larga edad la inteligencia.
Con Dios está la sabiduría y la fortaleza; Suyo es el consejo y la inteligencia.
He aquí, el detendrá las aguas, y se secarán; El las enviará, y destruirán la tierra.
Con él está la fortaleza y la existencia; Suyo es el que yerra, y el que hace errar.
El suelta la atadura de los tiranos, Y ata el cinto á sus lomos.
El derrama menosprecio sobre los príncipes, Y enflaquece la fuerza de los esforzados.
El descubre las profundidades de las tinieblas, Y saca á luz la sombra de muerte.
El quita el seso de las cabezas del pueblo de la tierra, Y háceles que se pierdan vagueando sin camino:
Vuestras memorias serán comparadas á la ceniza, Y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo.
¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y á una arista seca has de perseguir?
Que sale como una flor y es cortado; Y huye como la sombra, y no permanece.
Si se envejeciere en la tierra su raíz, Y su tronco fuere muerto en el polvo,
Las aguas de la mar se fueron, Y agotóse el río, secóse.
Aficionado á la obra de tus manos, Llamarás, y yo te responderé.
Las piedras son desgastadas con el agua impetuosa, Que se lleva el polvo de la tierra: de tal manera haces tú perecer la esperanza del hombre.
Tú también disipas el temor, Y menoscabas la oración delante de Dios.
¿Oíste tú el secreto de Dios, Que detienes en ti solo la sabiduría?
¿Cuánto menos el hombre abominable y vil, Que bebe la iniquidad como agua?
A los cuales solos fué dada la tierra, Y no pasó extraño por medio de ellos:)
Estruendos espantosos hay en sus oídos; En la paz le vendrá quien lo asuele.
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