12341 casos

'La' en la Biblia

Y los hijos de Israel subieron, y lloraron delante del SEÑOR hasta la tarde, y consultaron con el SEÑOR, diciendo: ¿Volveré a pelear con los hijos de Benjamín mi hermano? Y el SEÑOR les respondió: Subid contra él.

Entonces subieron todos los hijos de Israel, y todo el pueblo, y vinieron a la Casa de Dios; y lloraron, y se sentaron allí delante del SEÑOR, y ayunaron aquel día hasta la tarde; y sacrificaron holocaustos y pacíficos delante del SEÑOR.

Subiendo entonces los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín el tercer día, ordenaron la batalla delante de Gabaa, como las otras veces.

Y saliendo los hijos de Benjamín contra el pueblo, alejados de la ciudad, comenzaron a herir algunos del pueblo, matando como las otras veces por los caminos, uno de los cuales sube a Bet-el, y el otro a Gabaa por el campo; y mataron unos treinta hombres de Israel.

Y los hijos de Benjamín decían: Vencidos son delante de nosotros, como antes. Mas los hijos de Israel decían: Huiremos, y los alejaremos de la ciudad hasta los caminos.

Y vinieron contra Gabaa diez mil hombres escogidos de todo Israel, y la batalla comenzó a agravarse; mas ellos no sabían que el mal se acercaba sobre ellos.

Entonces los hombres de las emboscadas acometieron prestamente Gabaa, y se extendieron, y pasaron a cuchillo toda la ciudad.

Ya los israelitas estaban concertados con los hombres de las emboscadas, que hiciesen mucho fuego , para que subiese gran humo de la ciudad.

Luego, pues, que los de Israel volvieron la espalda en la batalla, y los de Benjamín habían comenzado a derribar heridos de Israel unos treinta hombres, de tal manera que ya decían: Ciertamente ellos han caído delante de nosotros, como en la primera batalla.

Mas cuando el humo comenzó a subir de la ciudad, Benjamín tornó a mirar atrás; y he aquí que el fuego de la ciudad subía al cielo.

Y volvieron la espalda delante de Israel hacia el camino del desierto; mas el escuadrón los alcanzó, y los salidos de las ciudades los mataban en medio de ellos,

Volviéndose luego, huyeron hacia el desierto, a la peña de Rimón, y de ellos rebuscaron cinco mil hombres en los caminos; y fueron siguiéndolos hasta Gidom, y mataron de ellos otros dos mil hombres.

Y se volvieron y huyeron al desierto a la peña de Rimón seiscientos hombres, los cuales estuvieron en la peña de Rimón cuatro meses.

Y los varones de Israel volvieron contra los hijos de Benjamín, y los pasaron a cuchillo, a hombres y bestias en la ciudad, y todo lo que fue hallado; asimismo pusieron fuego a todas las ciudades que hallaban.

Y vino el pueblo a la Casa de Dios, y se estuvieron allí hasta la tarde delante de Dios; y alzando su voz hicieron gran llanto, y dijeron:

Y dijeron los hijos de Israel: ¿Quién de todas las tribus de Israel no subió a la reunión delante del SEÑOR? Porque se había hecho gran juramento contra el que no subiese al SEÑOR en Mizpa, diciendo: Sufrirá muerte.

Y dijeron: ¿Hay alguno de las tribus de Israel que no haya subido al SEÑOR en Mizpa? Y hallaron que ninguno de Jabes-galaad había venido al campamento ni a la reunión.

Entonces la congregación envió allá doce mil hombres de los más valientes, y les mandaron, diciendo: Id y pasad a cuchillo a los moradores de Jabes-galaad, con las mujeres y los niños.

Y hallaron de los moradores de Jabes-galaad cuatrocientas doncellas que no habían conocido varón en ayuntamiento de varón, y las trajeron al campamento en Silo, que es en la tierra de Canaán.

Toda la congregación envió luego a hablar a los hijos de Benjamín que estaban en la peña de Rimón, y los llamaron en paz.

Entonces los ancianos de la congregación dijeron: ¿Qué haremos acerca de mujeres para los que han quedado? Porque el sexo de las mujeres había sido raído de Benjamín.

Y dijeron: Que se salva la heredad de Benjamín, para que no sea una tribu raída de Israel.

Y cuando vinieren los padres de ellas o sus hermanos a demandárnoslo, nosotros les diremos: Tened piedad de nosotros en lugar de ellos; pues que nosotros en la guerra no tomamos mujeres para todos; y pues que vosotros no se las habéis dado, para que ahora seáis culpables.

Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá, fue a peregrinar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos.

los cuales tomaron para sí mujeres de Moab, el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí como diez años.

Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, y la mujer quedó desamparada de sus dos hijos y de su marido.

Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá.

Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre: El SEÑOR haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo.

¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais vosotras de quedaros sin casar por amor de ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, porque la mano del SEÑOR ha salido contra mí.

Donde tú murieres, moriré yo , y allí seré sepultada; así me haga el SEÑOR, y así me dé, que sólo la muerte hará separación entre mí y ti.

Anduvieron pues ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que entrando en Belén, toda la ciudad se conmovió por razón de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí?

Así volvió Noemí y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y llegaron a Belén en el principio de la siega de las cebadas.

Tenía Noemí un pariente de su marido, varón valiente y de esfuerzo, de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz.

Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y cogeré espigas en pos de aquel en cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía.

Fue pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció a caso, que la suerte (o heredad ) del campo era de Booz, el cual era de la parentela de Elimelec.

Y el criado, que estaba puesto sobre los segadores, respondió y dijo: Es la joven de Moab, que volvió con Noemí de los campos de Moab;

y ha dicho: Te ruego que me dejes coger y juntar espigas tras los segadores entre las gavillas: entró pues , y está desde por la mañana hasta ahora, menos un poco que ha estado en casa.

Y respondiendo Booz, le dijo: De cierto me ha sido declarado todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido; que dejando a tu padre y a tu madre, y la tierra de tu natural has venido a pueblo que no conociste llegando hace tres días.

Y Booz le dijo a la hora de comer: Allégate aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y se sentó ella junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació y le sobró.

Luego se levantó para espigar. Y Booz mandó a sus criados, diciendo: Que coja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis;

antes echaréis a sabiendas de los manojos, y la dejaréis que coja, y no la reprendáis.

Y cogió en el campo hasta la tarde, y desgranó lo que había cogido, y fue como un efa de cebada.

Y lo tomó, y se fue a la ciudad; y su suegra vio lo que había cogido. Sacó también luego lo que le había sobrado después de haber quedado saciada, y se lo dio.

Y Rut la moabita dijo: Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criados, hasta que hayan acabado toda mi siega.

Y así ella se juntó con las criadas de Booz cogiendo, hasta que la siega de las cebadas y la de los trigos fue acabada; mas con su suegra habitó.

¿No es Booz nuestro pariente, con cuyas criadas tú has estado? He aquí que él avienta esta noche la parva de las cebadas.

Te lavarás pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era; mas no te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber.

Y descendiendo a la era, hizo todo lo que su suegra le había mandado.

Y aconteció, que a la medianoche el varón se estremeció, y palpó; y he aquí, la mujer que estaba acostada a sus pies.

Y él dijo: Bendita seas tú del SEÑOR, hija mía; que has hecho mejor tu postrera gracia que la primera, no yendo tras los jóvenes, sean pobres o ricos.

Ahora pues, no temas, hija mía, yo haré contigo todo lo que tú dijeres, pues que toda la puerta de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.

Reposa esta noche, y cuando sea de día, si aquel te redimiere, bien, redímate; mas si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive el SEÑOR. Reposa, pues, hasta la mañana.

Y reposó a sus pies hasta la mañana, y se levantó antes que nadie pudiese conocer a otro. Y él dijo: Que no se sepa que la mujer haya venido a la era.

Y le dijo a ella : Llega el lienzo que traes sobre ti, y ten de él. Y teniéndolo ella , él midió seis medidas de cebada, y se las puso a cuestas; y ella se fue a la ciudad.

Entonces ella dijo: Reposa, hija mía, hasta que sepas como cae la cosa; porque aquel hombre no reposará hasta que hoy concluya el negocio.

Y Booz subió a la puerta y se sentó allí: y he aquí pasaba aquel redentor del cual Booz había hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate. Y él vino, y se sentó.

Entonces él tomó diez varones de los ancianos de la ciudad, y dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron.

Y dijo al redentor: Una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec, vendió Noemí, la que volvió del campo de Moab;

Entonces replicó Booz: El mismo día que tomares las tierras de mano de Noemí, tomarás también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que levantes el nombre del muerto sobre su posesión.

Había ya de largo tiempo esta costumbre en Israel en la redención o contrato, que para la confirmación de cualquier negocio, el uno se quitaba el zapato y lo daba a su compañero; y éste era el testimonio en Israel.

Y que también tomo por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para que yo levante el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se pierda de entre sus hermanos y de la puerta (o congregación ) de su lugar. Vosotros seréis hoy testigos.

Y dijeron todos los del pueblo que estaban a la puerta con los ancianos: Testigos somos . El SEÑOR haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales dos edificaron la casa de Israel; y tú seas ilustre en Efrata, y tengas nombradía en Belén;

tu casa sea como la casa de Fares, al que Tamar dio a luz a Judá, de la simiente que el SEÑOR te diere de esta joven.

El cual será restaurador de tu alma, y el que sustentará tu vejez; pues que tu nuera, la cual te ama, le ha dado a luz; y ella te vale más que siete hijos.

Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el nombre de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.

Y su competidora la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque el SEÑOR había cerrado su matriz.

Y así hacía cada año; cuando subía a la Casa del SEÑOR, la otra la enojaba así; por lo cual ella lloraba, y no comía.

e hizo voto, diciendo: El SEÑOR de los ejércitos, si te dignares mirar la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, mas dieres a tu sierva simiente de varón, yo lo dedicaré al SEÑOR todos los días de su vida, y no subirá navaja sobre su cabeza.

Y fue que como ella orase largamente delante del SEÑOR, Elí estaba observando la boca de ella.

No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.

Y Elí respondió, y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.

Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.

Y Elcana su marido le respondió: Haz lo que bien te pareciere; quédate hasta que lo destetes; solamente el SEÑOR cumpla su palabra. Y se quedó la mujer, y crió su hijo hasta que lo destetó.

Y después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y un odre de vino, y lo trajo a la Casa del SEÑOR en Silo; y el niño era aún pequeño.

Los saciados se alquilaron por pan, y cesaron los hambrientos; hasta dar a luz siete la estéril, y la que tenía muchos hijos enfermó.

El levanta del polvo al pobre, y al menesteroso ensalza del estiércol, para asentarlo con los príncipes; y hace que tengan por heredad asiento de honra. Porque del SEÑOR son las columnas de la tierra, y él asentó sobre ellas el mundo.

SEÑOR, serán quebrantados sus adversarios; y sobre ellos tronará desde los cielos. El SEÑOR juzgará los términos de la tierra, y dará fortaleza a su Rey, y ensalzará el cuerno de su Mesías.

Era la costumbre de los sacerdotes con el pueblo que , cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras la carne estaba a cocer, trayendo en su mano un garfio de tres ganchos;

y hería con él en la caldera, o en la olla, o en el caldero, o en el pote; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían a todo israelita que venía a Silo.

Y si le respondía el varón: Quemen luego el sebo hoy, y después tome tanta como quisieres; él respondía: No, sino ahora la has de dar; de otra manera yo la tomaré por fuerza.

Elí empero era muy viejo, y oía todo lo que sus hijos hacían a todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo del testimonio.

No, hijos míos; porque no es buena fama la que yo oigo; que hacéis pecar al pueblo del SEÑOR.

Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra el SEÑOR, ¿quién rogará por él? Mas ellos no oyeron la voz de su padre, porque el SEÑOR ya había decidido matarlos.

Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así dijo el SEÑOR: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón?

Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todos los sacrificios de los hijos de Israel.

Por tanto, el SEÑOR el Dios de Israel dijo: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora dijo el SEÑOR: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me tuvieren en poco, serán viles.

Y no te cortaré del todo varón de mi altar, para hacerte marchitar tus ojos, y llenar tu ánimo de dolor; mas toda la cría de tu casa morirá en la edad varonil.

Y el joven Samuel ministraba al SEÑOR delante de Elí; y la palabra del SEÑOR era de estima en aquellos días; no había visión manifiesta.

y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, Samuel estaba durmiendo en el templo del SEÑOR, donde el arca de Dios estaba;

Mas Samuel aún no conocía al SEÑOR, ni le había sido revelada la palabra del SEÑOR.

El SEÑOR, pues, llala tercera vez a Samuel. Y él levantándose vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces Elí entendió que el SEÑOR llamaba al joven.

Y el SEÑOR dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos.

Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos se han envilecido, y él no los ha estorbado.

Y por tanto yo he jurado a la casa de Elí, que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con presentes.

Y Samuel estuvo acostado hasta la mañana, y abrió las puertas de la casa del SEÑOR. Y Samuel temía descubrir la visión a Elí.

Y dijo: ¿Qué es la palabra que te habló el SEÑOR ? Te ruego que no me la encubras. Así te haga Dios y así te añada, si me encubrieres palabra de todo lo que habló contigo.

Y Samuel habló a todo Israel. Por aquel tiempo salió Israel a encontrar en batalla a los filisteos, y asentó campamento junto a Eben-ezer (la piedra de la ayuda ), y los filisteos asentaron el suyo en Afec.

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