134 casos

'Las' en la Biblia

Y vino un mensajero á Job, que le dijo: Estando arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,

Acometieron los Sabeos, y tomáronlos, é hirieron á los mozos á filo de espada: solamente escapé yo para traerte las nuevas.

Aun estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y los mozos, y los consumió: solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.

Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los Caldeos hicieron tres escuadrones, y dieron sobre los camellos, y tomáronlos, é hirieron á los mozos á filo de espada; y solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.

Y he aquí un gran viento que vino del lado del desierto, é hirió las cuatro esquinas de la casa, y cayó sobre los mozos, y murieron; y solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.

Oscurézcanse las estrellas de su alba; Espere la luz, y no venga, Ni vea los párpados de la mañana:

Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, Ni escondió de mis ojos la miseria.

¿Por qué me previnieron las rodillas? ¿Y para qué las tetas que mamase?

Si probáremos á hablarte, serte ha molesto; Mas ¿quién podrá detener las palabras?

He aquí, tú enseñabas á muchos, Y las manos flacas corroborabas;

Al que vacilaba, enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que decaían.

Su mies comerán los hambrientos, Y sacaránla de entre las espinas, Y los sedientos beberán su hacienda.

En el hambre te redimirá de la muerte, Y en la guerra de las manos de la espada.

Pues aun con las piedras del campo tendrás tu concierto, Y las bestias del campo te serán pacíficas.

Las cosas que mi alma no quería tocar, Por los dolores son mi comida.

Y sería aún mi consuelo, Si me asaltase con dolor sin dar más tregua, Que yo no he escondido las palabras del Santo.

Cuán fuertes son las palabras de rectitud! Mas ¿qué reprende el que reprende de vosotros?

¿Hay iniquidad en mi lengua? ¿No puede mi paladar discernir las cosas depravadas?

Y lo visites todas las mañanas, Y todos los momentos lo pruebes?

¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, Y las palabras de tu boca serán como un viento fuerte?

¿Las muchas palabras no han de tener respuesta? ¿Y el hombre parlero será justificado?

Prosperan las tiendas de los ladrones, Y los que provocan á Dios viven seguros; En cuyas manos él ha puesto cuanto tienen.

Y en efecto, pregunta ahora á las bestias, que ellas te enseñarán; Y á las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán;

Ciertamente el oído distingue las palabras, Y el paladar gusta las viandas.

He aquí, el detendrá las aguas, y se secarán; El las enviará, y destruirán la tierra.

El multiplica las gentes, y él las destruye: El esparce las gentes, y las torna á recoger.

El quita el seso de las cabezas del pueblo de la tierra, Y háceles que se pierdan vagueando sin camino:

Pones además mis pies en el cepo, y guardas todos mis caminos, Imprimiéndolo á las raíces de mis pies.

Las aguas de la mar se fueron, Y agotóse el río, secóse.

Y ciertamente el monte que cae se deshace, Y las peñas son traspasadas de su lugar;

Las piedras son desgastadas con el agua impetuosa, Que se lleva el polvo de la tierra: de tal manera haces tú perecer la esperanza del hombre.

¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios? ¿Tienes acaso alguna cosa oculta cerca de ti?

El no creerá que ha de volver de las tinieblas, Y está mirando al cuchillo.

El le acometerá en la cerviz, En lo grueso de las hombreras de sus escudos:

Y habitó las ciudades asoladas, Las casas inhabitadas, Que estaban puestas en montones.

Porque la sociedad de los hipócritas será asolada, Y fuego consumirá las tiendas de soborno.

Concibieron dolor, y parieron iniquidad; Y las entradas de ellos meditan engaño.

¿Tendrán fin las palabras ventosas? O ¿qué te animará á responder?

También yo hablaría como vosotros. Ojalá vuestra alma estuviera en lugar de la mía, Que yo os tendría compañía en las palabras, Y sobre vosotros movería mi cabeza.

Hame entregado Dios al mentiroso, Y en las manos de los impíos me hizo estremecer.

Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, Y mi testimonio en las alturas.

Si yo espero, el sepulcro es mi casa: Haré mi cama en las tinieblas.

¿Cuándo pondréis fin á las palabras? Entended, y después hablemos.

Oh tú, que despedazas tu alma con tu furor, ¿Será dejada la tierra por tu causa, Y serán traspasadas de su lugar las peñas?

Su memoria perecerá de la tierra, Y no tendrá nombre por las calles.

Ciertamente tales son las moradas del impío, Y este será el lugar del que no conoció á Dios.

Temed vosotros delante de la espada; Porque sobreviene el furor de la espada á causa de las injusticias, Para que sepáis que hay un juicio.

Si subiere su altivez hasta el cielo, Y su cabeza tocare en las nubes,

Devoró riquezas, mas vomitarálas; De su vientre las sacará Dios.

Cuando fuere lleno su bastimento, tendrá angustia: Las manos todas de los malvados vendrán sobre él.

Huirá de las armas de hierro, Y el arco de acero le atravesará.

Porque decís: ¿Qué es de la casa del príncipe, Y qué de la tienda de las moradas de los impíos?

Que el malo es reservado para el día de la destrucción? Presentados serán en el día de las iras.

Porque sacaste prenda á tus hermanos sin causa, E hiciste desnudar las ropas de los desnudos.

Las viudas enviaste vacías, Y los brazos de los huérfanos fueron quebrados.

¿No está Dios en la altura de los cielos? Mira lo encumbrado de las estrellas, cuán elevadas están.

Las nubes son su escondedero, y no ve; Y por el circuito del cielo se pasea.

¿Por qué no fuí yo cortado delante de las tinieblas, Y cubrió con oscuridad mi rostro?

De la ciudad gimen los hombres, Y claman las almas de los heridos de muerte: Mas Dios no puso estorbo.

En las tinieblas minan las casas, Que de día para sí señalaron; No conocen la luz.

Son instables más que la superficie de las aguas; Su porción es maldita en la tierra; No andarán por el camino de las viñas.

He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos.

Cosas inanimadas son formadas Debajo de las aguas, y los habitantes de ellas.

A las tinieblas puso término, Y examina todo á la perfección, Las piedras que hay en la oscuridad y en la sombra de muerte.

Mi raíz estaba abierta junto á las aguas, Y en mis ramas permanecía el rocío.

Eran echados de entre las gentes, Y todos les daban grita como al ladrón.

Habitaban en las barrancas de los arroyos, En las cavernas de la tierra, y en las rocas.

Bramaban entre las matas, Y se reunían debajo de las espinas.

A la mano derecha se levantaron los jóvenes; Empujaron mis pies, Y sentaron contra mí las vías de su ruina.

Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, Y qué heredad el Omnipotente de las alturas?

Porque quebrantaba á la gran multitud, Y el menosprecio de las familias me atemorizó, Y callé, y no salí de mi puerta:

Porque el oído prueba las palabras, Como el paladar gusta para comer.

Por tanto él hará notorias las obras de ellos, Cuando los trastornará en la noche, y serán quebrantados.

Porque á su pecado añadió impiedad: Bate las manos entre nosotros, Y contra Dios multiplica sus palabras.

A causa de la multitud de las violencias clamarán, Y se lamentarán por el poderío de los grandes.

Que nos enseña más que á las bestias de la tierra, Y nos hace sabios más que las aves del cielo?

Y si estuvieren prendidos en grillos, Y aprisionados en las cuerdas de aflicción,

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