2795 casos

'Le' en la Biblia

Hijos míos, no os engañéis ahora, porque Jehová os ha escogido a vosotros para que estéis delante de Él, y le sirváis, y seáis sus ministros, y le queméis incienso.

Luego vinieron al rey Ezequías y le dijeron: Ya hemos limpiado toda la casa de Jehová, el altar del holocausto, y todos sus instrumentos, y la mesa de la proposición con todos sus utensilios.

Y Azarías, sumo sacerdote de la casa de Sadoc, le respondió: Desde que comenzaron a traer la ofrenda a la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha sobrado mucho; porque Jehová ha bendecido a su pueblo, y ha quedado esta gran provisión.

tuvo consejo con sus príncipes y con sus valientes, para cegar las fuentes de las aguas que estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron.

Ahora, pues, no os engañe Ezequías, ni os persuada tal cosa, ni le creáis; que si ningún dios de todas aquellas naciones y reinos pudo librar su pueblo de mis manos, y de las manos de mis padres, ¿cuánto menos vuestro Dios os podrá librar de mi mano?

Mas Ezequías no pagó conforme al bien que le había sido hecho; antes se enalteció su corazón, y fue la ira contra él, y contra Judá y Jerusalén.

Se hizo también ciudades, y rebaños de ovejas y de vacas en gran abundancia; porque Dios le había dado muchas posesiones.

Lo demás de los hechos de Manasés, y su oración a su Dios, y las palabras de los videntes que le hablaron en nombre de Jehová el Dios de Israel, he aquí todo está escrito en los hechos de los reyes de Israel.

Y Safán lo llevó al rey, y le contó el asunto, diciendo: Tus siervos han cumplido todo lo que les fue dado a cargo.

Mas al rey de Judá, que os ha enviado a consultar a Jehová, así le diréis: Jehová el Dios de Israel ha dicho así: Por cuanto oíste las palabras del libro,

Y él le envió embajadores, diciendo: ¿Qué tengo yo contigo, rey de Judá? Yo no vengo contra ti hoy, sino contra la casa que me hace guerra; y Dios me ha dicho que me apresure. Deja de meterte con Dios, quien está conmigo, no sea que Él te destruya.

Entonces sus siervos lo quitaron de aquel carro, y le pusieron en otro segundo carro que tenía, y lo llevaron a Jerusalén, y murió; y le sepultaron en los sepulcros de sus padres. Y todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por Josías.

Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y le hicieron rey en lugar de su padre en Jerusalén.

Y el rey de Egipto estableció a Eliaquim hermano de Joacaz por rey sobre Judá y Jerusalén, y le cambió el nombre en Joacim; y a Joacaz su hermano tomó Necao, y lo llevó a Egipto.

E hizo lo malo ante los ojos de Jehová su Dios, y no se humilló delante del profeta Jeremías, que le hablaba de parte de Jehová.

Así dice Ciro rey de Persia: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y Él me ha encargado que le edifique casa en Jerusalén, que es en Judá. ¿Quién hay de vosotros de todo su pueblo? Jehová su Dios sea con él, y suba.

Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá.

Le enviaron una carta, en la que estaba escrito de esta manera: Al rey Darío toda paz.

y le dijo: Toma estos vasos, ve, y ponlos en el templo que está en Jerusalén; y la casa de Dios sea reedificada en su lugar.

También es dado por mí mandamiento, que cualquiera que altere este decreto, le sea arrancado un madero de su casa, y alzado, sea colgado en él, y su casa sea hecha muladar por esto.

Este Esdras subió de Babilonia, el cual era escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado; y el rey le concedió todo lo que pidió, según la mano de Jehová su Dios era sobre él.

Y por mí el rey Artajerjes es dado mandamiento a todos los tesoreros que están al otro lado del río, que todo lo que os demandare Esdras sacerdote, escriba de la ley del Dios del cielo, se le conceda prestamente,

Y tú, Esdras, conforme a la sabiduría que tienes de tu Dios, pon jueces y gobernadores, que gobiernen a todo el pueblo que está del otro lado del río, a todos los que conocen las leyes de tu Dios; y al que no las conoce, le enseñarás.

Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le dejan.

Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios del cielo, Dios grande y terrible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos;

y dije al rey: Si le place al rey, y si tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que yo la reedifique.

Entonces el rey me dijo (y la reina estaba sentada junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y agradó al rey enviarme, y le señalé tiempo.

Y entendí que Dios no lo había enviado, sino que hablaba aquella profecía contra mí, porque Tobías y Sanbalat le habían alquilado por salario.

También contaban delante de mí las buenas obras de él, y a él le referían mis palabras. Y Tobías enviaba cartas para atemorizarme.

Tú, eres oh Jehová, el Dios que escogiste a Abram, y lo sacaste de Ur de los caldeos, y le pusiste el nombre Abraham;

y le había hecho una grande cámara, en la cual guardaban antes las ofrendas, y el perfume, y los vasos, y el diezmo del grano, y del vino y del aceite, que estaba mandado darse a los levitas, a los cantores, y a los porteros, y la ofrenda de los sacerdotes.

¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel; y aun a él le hicieron pecar las esposas extranjeras.

Y la joven agradó en sus ojos, y halló gracia delante de él; por lo que hizo que prestamente se le diesen sus atavíos para purificarse y sus raciones, y siete doncellas escogidas de la casa del rey; y la llevó con sus doncellas a lo mejor de la casa de las mujeres.

Esther no declaró cuál era su pueblo ni su parentela; porque Mardoqueo le había mandado que no lo declarase.

Y cada día Mardoqueo se paseaba delante del patio de la casa de las mujeres, por saber cómo le iba a Esther, y qué se hacía de ella.

entonces la doncella venía así al rey. Todo lo que ella pedía se le daba, para venir con ello de la casa de las mujeres hasta la casa del rey.

Y Esther, según le tenía mandado Mardoqueo, aún no había declarado su nación ni su pueblo; porque Esther hacía lo que decía Mardoqueo, como cuando con él se educaba.

Pero tuvo en poco meter mano sólo en Mardoqueo; pues ya le habían declarado el pueblo de Mardoqueo; y procuró Amán destruir a todos los judíos que había en el reino de Asuero, al pueblo de Mardoqueo.

Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y dividido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no observan las leyes del rey; y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir.

y le dijo: La plata propuesta sea para ti, y asimismo el pueblo, para que hagas de él lo que bien te pareciere.

Y Mardoqueo le declaró todo lo que le había acontecido, y de la suma de la plata que Amán había prometido que pagaría a los tesoros del rey por la destrucción de los judíos.

También le dio la copia de la escritura del decreto que había sido dado en Susán para que fuesen destruidos, a fin de que la mostrara a Esther y se lo declarase, y le encargara que fuese al rey a suplicarle, y a pedir delante de él por su pueblo.

Entonces Esther dijo a Atac, y le mandó decir a Mardoqueo:

Entonces se fue Mardoqueo, e hizo conforme a todo lo que le mandó Esther.

Y Esther dijo: Si al rey place, venga hoy el rey con Amán al banquete que le he hecho.

Y les refirió Amán la gloria de sus riquezas, y la multitud de sus hijos, y todas las cosas con que el rey le había engrandecido y con que le había enaltecido sobre los príncipes y siervos del rey.

Y le dijo Zeres su esposa, y todos sus amigos: Hagan una horca alta de cincuenta codos, y mañana di al rey que cuelguen a Mardoqueo en ella; y entra alegre con el rey al banquete. Y el consejo agradó a Amán, e hizo preparar la horca.

Aquella noche se le fue el sueño al rey, y dijo que le trajesen el libro de las memorias y las crónicas; y las leyeron delante del rey.

Entonces dijo el rey: ¿Quién está en el patio? Y Amán había venido al patio de afuera de la casa del rey, para decir al rey que hiciese colgar a Mardoqueo en la horca que él le tenía preparada.

Y los servidores del rey le respondieron: He aquí Amán está en el patio. Y el rey dijo: Que entre.

Entró, pues, Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey hacer honra más que a mí?

Contó luego Amán a Zeres su esposa, y a todos sus amigos, todo lo que le había acontecido; y le dijeron sus sabios, y Zeres su esposa: Si Mardoqueo, delante de quien has comenzado a caer, es de la simiente de los judíos, no lo vencerás; antes caerás por cierto delante de él.

Ese mismo día el rey Asuero dio a la reina Esther la casa de Amán enemigo de los judíos; y Mardoqueo vino delante del rey, porque Esther le declaró lo que él era respecto de ella.

Y todos los hechos de su poder y autoridad, y la declaración de la grandeza de Mardoqueo, con que el rey le engrandeció, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia?

¿No le has tú cercado a él, y a su casa, y a todo lo que tiene en derredor? El trabajo de sus manos has bendecido, y su hacienda ha crecido sobre la tierra.

y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,

Y tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían concertado de venir juntos para condolerse de él y para consolarle.

Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.

No volverá más a su casa, ni su lugar le conocerá más.

Si le arrancaren de su lugar, éste le negará entonces, diciendo: Nunca te vi.

¿Cuánto menos le responderé yo, y hablaré con Él palabras escogidas?

Que si yo le invocara, y Él me respondiese, aún no creeré que haya escuchado mi voz.

Entonces yo hablaría, y no le temería; mas no es así conmigo.

Yo soy uno de quien su amigo se mofa, que invoca a Dios, y Él le responde; con todo, el justo y perfecto es escarnecido.

He aquí, Él derriba, y no será reedificado; Encierra al hombre, y no habrá quien le abra.

Tribulación y angustia le aterrarán, y se esforzarán contra él como un rey dispuesto para la batalla.

Él le acometerá en la cerviz, en lo grueso de las hombreras de sus escudos:

De todas partes lo asombrarán temores, y le harán huir desconcertado.

Su confianza será arrancada de su tienda, y le conducirá esto, al rey de los espantos.

No tendrá hijo ni nieto en su pueblo, ni quien le suceda en sus moradas.

Llamé a mi siervo, y no respondió; de mi propia boca le suplicaba.

Mi aliento vino a ser extraño a mi esposa, aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.

como su estiércol perecerá para siempre; los que le hubieren visto, dirán: ¿Qué es de él?

El ojo que le vio, nunca más le verá; ni su lugar le contemplará ya más.

si le parecía bien, y no lo dejaba, sino que lo detenía en su paladar;

Huirá de las armas de hierro, pero el arco de acero le atravesará.

Ésta es la porción de Dios para el hombre impío, y la herencia que Dios le ha señalado.

¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos? ¿Y de qué nos aprovechará que oremos a Él?

Dios guardará la iniquidad para los hijos de ellos: Él le dará su pago, para que conozca.

¿Quién le denunciará en su cara su camino? Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago?

Los terrones del valle le serán dulces; y tras de él será llevado todo hombre, y antes de él han ido innumerables.

Las densas nubes le cubren, y no ve; y por el circuito del cielo se pasea.

Pero si Él determina una cosa, ¿quién le hará desistir? Lo que su alma desea, eso hace.

Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso, ¿Por qué los que le conocen no ven sus días?

Batirán sus manos sobre él, y desde su lugar le silbarán.

¿qué haré yo cuando Dios se levante? Y cuando Él me pida cuentas, ¿qué le responderé yo?

Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal

Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me presentaría ante Él.

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