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'Le' en la Biblia

Y oyeron esto algunos de los fariseos que estaban con él, y le dijeron: ¿Somos nosotros también ciegos?

Y cuando ha sacado fuera sus ovejas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.

Así que, el asalariado, huye, porque es asalariado, y las ovejas no le pertenecen.

Y muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿para qué le oís?

Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo quitas nuestra alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.

Le respondieron los judíos, diciendo: Por la buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.

María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos.

Le dicen los discípulos: Rabí, antes procuraban los Judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?

Le dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, salvo estará.

(Que aún no había llegado Jesús a la aldea, mas estaba en aquel lugar donde Marta le había salido a recibir.)

y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dicen: Señor, ven, y ve.

Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y quitarán nuestro lugar y la nación.

Y los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado mandamiento, que si alguno se enteraba dónde estaba, lo manifestara, para que le prendieran.

Y le hicieron allí una cena y Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa juntamente con él.

Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que le había de entregar:

Mas estas cosas no las entendieron sus discípulos primero; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de él, y que le hicieron estas cosas.

Y la multitud que estaba con él, daba testimonio de cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos.

Estos pues, se llegaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, querríamos ver a Jesús.

Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y {le} he glorificado, y de nuevo {le} glorificaré.

Y el pueblo que estaba presente, y la había oído, decía que había sido trueno. Otros decían: un ángel le ha hablado.

Le respondió el pueblo: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre, ¿cómo pues dices tú: Conviene que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre?

Y el que oyere mis palabras, y no creyere, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.

Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dice: ¿Señor, tú me lavas los pies?

Le dice Pedro: No me lavarás los pies jamás. Le respondió Jesús: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.

Le dice Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, mas aun las manos y la cabeza.

Le dice Jesús: El que está lavado, no necesita sino que se lave los pies, porque está todo limpio; y vosotros limpios sois, aunque no todos.

Por eso Simón Pedro le hizo* señas, y le dijo*: Di{nos} de quién habla.

El, entonces, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: Señor, ¿quién es?

Entonces Jesús respondió: ``Es aquél a quien Yo le dé el pedazo de pan que voy a mojar." Y después de mojar el pedazo de pan, lo tomó y se lo dio a Judas, {hijo} de Simón Iscariote.

Mas ninguno de los que estaban a la mesa entendió a qué propósito le dijo esto.

Porque los unos pensaban, porque Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diera algo a los pobres.

Si Dios es clarificado en él, Dios también le clarificará en sí mismo, y luego le clarificará.

Le dice Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Le respondió Jesús: Donde yo voy, no me puedes ahora seguir; mas me seguirás después.

Le dice Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo, pues, podemos saber el camino?

Le dice Felipe: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.

Le dice Judas, no el Iscariote: Señor, ¿qué hay porque te hayas de manifestar a nosotros, y no al mundo?

Y conoció Jesús que le querían preguntar, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros de esto que dije: Aún un poquito, y no me veréis después, y otra vez un poquito, y me veréis?

Le dicen sus discípulos: He aquí, ahora hablas claramente, y ningún proverbio dices.

Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar; porque muchas veces Jesús se juntaba allí con sus discípulos.

Jesús, pues, sabiendo todo lo que le iba a sobrevenir, salió y les dijo*: ¿A quién buscáis?

Le respondieron: A Jesús Nazareno. Les dice Jesús: YO SOY (Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba.)

Entonces Simón Pedro, que tenía espada, la sacó, e hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.

Entonces la compañía de los soldados y el tribuno, y los ministros de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron.

Y le llevaron primeramente a Anás; porque era suegro de Caifás, el cual era sumo sacerdote de aquel año, (y él le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.)

Jesús le respondió: Yo manifiestamente he hablado al mundo; yo siempre he enseñado en la sinagoga y en el Templo, donde se juntan todos los judíos, y nada he hablado en oculto.

Le respondió Jesús: Si he hablado mal, da testimonio del mal; y si bien, ¿por qué me hieres?

Y Anás le había enviado atado á Caifás pontífice.

Estaba pues Pedro en pie calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tú de sus discípulos? El negó, y dijo: No soy.

Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él?

Les dice entonces Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos es lícito matar a nadie;

Así que, Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús, y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos?

Le respondió Jesús: ¿Dices tú esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?

Jesús le respondió: ``Mi reino no es de este mundo. Si Mi reino fuera de este mundo, entonces Mis servidores pelearían para que Yo no fuera entregado a los Judíos. Pero ahora Mi reino no es de aquí."

Le dijo entonces Pilato: ¿Luego Rey eres tú? Respondió Jesús: Tú dices que YO SOY Rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la Verdad. Todo aquel que es de la Verdad, oye mi voz.

Le dice Pilato: ¿Qué cosa es la Verdad? Y como hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dice: Yo no hallo en él ningún crimen.

Entonces Pilato salió otra vez fuera, y díjoles: He aquí, os le traigo fuera, para que entendáis que ningún crimen hallo en él.

Y como le vieron los príncipes de los sacerdotes, y los servidores, dieron voces diciendo: Cuélguenle de un madero, cuélguenle de un madero. Les dice Pilato: Tomadle vosotros, y colgadle del madero; porque yo no hallo en él crimen.

Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta.

Entonces le dice Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo potestad para colgarte de un madero, y que tengo potestad para soltarte?

Así que entonces lo entregó a ellos para que fuera colgado de un madero. Y tomaron a Jesús, y le llevaron.

Y después de estas cosas, José de Arimatea, el cual era discípulo de Jesús, aunque secreto por miedo a los judíos, rogó a Pilato que le dejase quitar el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo permitió. Entonces vino, y quitó el cuerpo de Jesús.

Entonces corrió, y vino a Simón Pedro, y al otro discípulo, al cual amaba Jesús, y les dice: Han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto.

Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dice: Han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.

Le dice Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dice: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.

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