2017 casos

'Me' en la Biblia

Y ni yo, ni mis hermanos, ni mis siervos, ni la gente de guardia que me seguía, desnudamos nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para lavarse.

También desde el día que me mandó el rey que fuera capitán de ellos en la tierra de Judá, desde el año veinte del rey Artajerjes hasta el año treinta y dos, doce años, ni yo, ni mis hermanos comimos el pan del capitán.

Cuatro veces me enviaron mensajes sobre el mismo asunto por cuatro veces, y yo les respondí de la misma manera.

Entonces Sanbalat me envió a su criado para decir lo mismo por quinta vez, con una carta abierta en su mano,

Vine luego en secreto a casa de Semaías hijo de Delaía, hijo de Mehetabel, porque él estaba encerrado; el cual me dijo: Juntémonos en la casa de Dios dentro del templo, y cerremos las puertas del templo, porque vienen para matarte; sí, esta noche vendrán a matarte.

Y me dolió en gran manera; y eché todas las alhajas de la casa de Tobías fuera de la cámara;

Mas todo esto nada me sirve cada vez que veo al judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey.

Porque vendidos estamos yo y mi pueblo, para ser destruidos, para ser muertos y echados a perder. Si para siervos y siervas fuéramos vendidos, me callaría, aunque el enemigo no compensara el daño al rey.

¿Por qué me previnieron las rodillas? ¿Y para qué los senos que mamare?

Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que temía.

Nunca tuve prosperidad, nunca me aseguré, ni nunca me reposé; y me vino turbación.

El negocio también me era a mí oculto; mas mi oído ha percibido algo de ello.

¡Quién me diera que viniera mi petición, y que Dios me diera lo que espero;

y que quisiera Dios quebrantarme; y que soltara su mano, y me despedazare!

Y en esto crecería aún consolación, si me asare con dolor sin haber misericordia; no que haya contradicho las palabras del que es Santo.

¿No me ayudo cuanto puedo, y con todo eso el poder me falta del todo?

Mis hermanos me han mentido como arroyo; se pasaron como las riberas impetuosas,

así poseo yo los meses de vanidad, y las noches de trabajo me dieron por cuenta.

Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Y mido la noche, y estoy harto de devaneos hasta el alba.

Los ojos de los que ahora me ven, no me verán más; tus ojos serán sobre mí, y dejaré de ser.

Por tanto yo no reprimiré mi boca; hablaré con la angustia de mi espíritu, y me quejaré con la amargura de mi alma.

Cuando digo: Mi cama me consolará, mi cama atenuará mis quejas;

entonces me quebrantarás con sueños, y me turbarás con visiones.

¿Hasta cuándo no me dejarás, ni me soltarás hasta que trague mi saliva?

Si he pecado, ¿qué te haré, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me has puesto contrario a ti, y que a mí mismo sea pesado?

¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, y si me buscares de mañana, ya no seré hallado.

Que si yo le invocare, y él me respondiera, aún no creeré que haya escuchado mi voz.

Porque me ha quebrado con tempestad, y ha aumentado mis heridas sin causa.

Que aún no me ha concedido que tome mi aliento; mas me ha llenado de amarguras.

Si habláramos de su potencia, fuerte por cierto es; si de su juicio, ¿quién me emplazará?

Si yo me justificare, me condenará mi boca; si me predicare perfecto, él me hará inicuo.

Si yo me predicare imperfecto, no conozco mi alma; condenaré mi vida.

Si digo: Quiero olvidar mi queja, dejaré mi aburrimiento, y me esforzaré.

Temo todos mis trabajos; sé que no me tendrás sin culpa.

aún me hundirás en el hoyo; y mis propios vestidos me abominarán.

Diré a Dios: No me condenes; hazme entender por qué pleiteas conmigo.

sobre saber tú que no soy impío, y que no hay quien de tu mano me libre?

Tus manos me formaron y me compusieron todo en contorno, ¿y así me deshaces?

¿No me fundiste como leche, y como un queso me cuajaste?

¿No son mis días poca cosa? Cesa pues, y déjame, para que me esfuerce un poco.

Escuchadme, y hablaré yo, y que me venga después lo que viniere.

Y él mismo me será salud, porque no entrará en su presencia el hipócrita.

He aquí ahora, si yo me apercibiere a juicio, sé que seré justificado.

Concédame por lo menos éstas dos cosas; y entonces no me esconderé de tu rostro:

¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo?

¿Por qué escribes contra mí amarguras, y me haces cargo de las iniquidades de mi juventud?

¿Y sobre éste abres tus ojos, y me traes a juicio contigo?

¡Oh quién me diera que me escondieras en el Seol, que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, que me pusieras plazo, y de mí te acordaras!

Pues ahora me cuentas los pasos, y no das dilación a mi pecado.

Pero ahora me ha fatigado; tú has asolado toda mi compañía.

me has arrugado; el testigo es mi delgadez, que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.

Su furor me arrebató, y me ha sido contrario; crujió sus dientes contra mí; contra mí aguzó sus ojos mi enemigo.

Me ha entregado Dios al mentiroso, y en las manos de los impíos me hizo temblar.

Próspero estaba, y me desmenuzó; me arrebató por la cerviz, y me despedazó, y me puso por blanco suyo.

Me cercaron sus flecheros, partió mis riñones, y no perdonó; mi hiel derramó por tierra.

Me quebrantó de quebranto sobre quebranto; corrió contra mí como un gigante.

El me ha puesto por refrán de los pueblos, y delante de ellos he sido como tamboril.

Ya me habéis vituperado diez veces; ¿no os avergonzáis de descomediros delante de mí?

sabed ahora que Dios me ha derribado, y me ha envuelto en su red.

Me arrancó por todos lados, y me sequé; y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.

E hizo inflamar contra mí su furor, y me contó para sí entre sus enemigos.

Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; forastero fui yo en sus ojos.

¿Por qué me perseguís como Dios, y no os saciáis de mis carnes?

Por cierto mis pensamientos me hacen responder, y por tanto me apresuro.

La reprensión de mi censura he oído, y me hace responder el espíritu de mi inteligencia.

Aun yo mismo, cuando me acuerdo, me asombro, y toma temblor mi carne.

¿Cómo, pues, me consoláis en vano, dado que vuestras respuestas quedan por mentira?

¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla.

Yo sabría lo que él me respondería, y entendería lo que me dijere.

Allí el recto disputaría con él; y escaparía para siempre del que me condena.

Mis pies tomaron su rastro; guardé su camino, y no me aparté.

Por tanto él acabará lo que me es necesario; y muchas cosas como éstas hay en él.

Por lo cual yo me espantaré delante de su rostro; consideraré, y lo temeré.

Dios ha enternecido mi corazón, y el Omnipotente me ha espantado.

El ojo del adúltero está aguardando la noche, diciendo: No me verá nadie; y esconde su rostro.

Y si no es así, ¿quién me desmentirá ahora, o reducirá a nada mis palabras?

Vive el Dios que me quitó mi derecho, y el Omnipotente, que amargó mi alma,

Nunca tal me acontezca que yo os justifique; hasta morir no quitaré de mí mi integridad.

Resultados de Búsqueda por Versiones

Resultados de Búsqueda por Libro

Todos los Libros

Biblia del Jubileo 2000 (Grátis) copyright