6812 casos

'No' en la Biblia

Y David dijo: Bien; yo haré pacto contigo; mas una cosa te pido, y es que no me vengas a ver sin que primero traigas a Mical la hija de Saúl, cuando vinieres a verme.

Y he aquí los siervos de David y Joab, que venían del campo, y traían consigo gran presa. Mas Abner ya no estaba con David en Hebrón, pues ya lo había él despedido, y él se había ido en paz.

Tus manos no estaban atadas, ni tus pies ligados con grillos. Caíste como los que caen delante de malos hombres. Y todo el pueblo volvió a llorar sobre él.

Y todo el pueblo y aun todo Israel entendieron aquel día, que no había venido del rey que Abner hijo de Ner muriera.

Entonces el rey dijo a sus siervos: ¿No sabéis que ha caído hoy en Israel un príncipe, y un gran hombre?

¿Cuánto más a los malos hombres que mataron a un hombre justo en su casa, y sobre su cama? Ahora pues, ¿no he de demandar su sangre de vuestras manos, y quitaros de la tierra?

Entonces el rey y los suyos fueron a Jerusalén al jebuseo que habitaba en la tierra; el cual habló a David, diciendo: Tú no entrarás acá, si no echares a los ciegos y los cojos; pensando: No entrará acá David.

Y dijo David aquel día: ¿Quién llegará hasta los canales, y herirá al jebuseo, y a los cojos y ciegos, a los cuales el alma de David aborrece? Por esto se dijo: Ciego ni cojo no entrará en casa.

Y consultando David al SEÑOR, él le respondió: No subas; sino rodéalos, y vendrás a ellos por delante de los morales;

No quiso, pues, David traer a sí el arca del SEÑOR a la ciudad de David; mas la llevó David a casa de Obed-edom el geteo.

Ciertamente no he habitado en casas desde el día que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, sino que he andado en tienda y en tabernáculo.

Y en todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel, ¿he hablado palabra en alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado que apaciente mi pueblo de Israel, para decir: ¿Por qué no me habéis edificado casa de cedros?

pero mi misericordia no se apartará de él, como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti.

Por tanto tú te has engrandecido, SEÑOR Dios; por cuanto no hay otro como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.

Y el rey dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió al rey: Aun ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies.

Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te haré volver todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás pan a mi mesa perpetuamente.

los príncipes de los hijos de Amón dijeron a Hanún su señor: ¿Te parece que por honrar David a tu padre te ha enviado consoladores? ¿No ha enviado David sus siervos a ti para reconocer e inspeccionar la ciudad, para destruirla?

Mas Urías durmió a la puerta de la casa del rey con todos los siervos de su señor, y no descendió a su casa.

E hicieron saber esto a David, diciendo: Urías no ha descendido a su casa. Y dijo David a Urías: ¿No has venido de camino? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa?

Y Urías respondió a David: El arca, e Israel y Judá, están debajo de tiendas; y mi señor Joab, y los siervos de mi señor sobre la faz del campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa.

Y David lo convidó, y le hizo comer y beber delante de sí, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su casa.

si el rey comenzare a enojarse, y te dijere: ¿Por qué os acercasteis a la ciudad peleando? ¿No sabíais lo que suelen arrojar del muro?

¿Quién hirió a Abimelec hijo de Jerobaal? ¿No echó una mujer del muro un pedazo de una rueda de molino, y murió él en Tebes? ¿Por qué os habéis acercado tanto al muro? Entonces tú le dirás: También tu siervo Urías el heteo ha muerto.

Y David dijo al mensajero: Dirás así a Joab: No tengas pesar de esto, que de igual y semejante manera suele consumir la espada; esfuerza la batalla contra la ciudad, hasta que la derribes. Y tú aliéntale.

mas el pobre no tenía más que una sola cordera, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado, y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija.

Y vino uno de camino al hombre rico; y él no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar al caminante que había venido, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la aderezó para el varón que había venido.

y que él pagará la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo pesar.

Por lo cual ahora no se apartará la espada de tu casa perpetuamente; por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías el heteo para que fuera tu mujer.

Y levantándose los ancianos de su casa fueron a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan.

Y al séptimo día murió el niño; pero sus siervos no osaban hacerle saber que el niño había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño aun vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿pues cuánto más mal le hará, si le dijéremos que el niño ha muerto?

Junta pues ahora el pueblo que queda, y asienta campamento contra la ciudad, y tómala; para que tomando yo la ciudad, no se llame de mi nombre.

Y éste le dijo: Hijo del rey, ¿por qué de día en día vas así enflaqueciendo? ¿No me lo descubrirás a mí? Y Amnón le respondió: Yo amo a Tamar la hermana de Absalón mi hermano.

Tomó luego la sartén, y las sacó delante de él; mas él no quiso comer. Y dijo Amnón: Echad fuera de aquí a todos. Y todos se salieron de allí.

Ella entonces le respondió: No, hermano mío, no me hagas fuerza; porque no se hace así en Israel. No hagas tal locura.

Porque, ¿dónde iría yo con mi deshonra? Y aun tú serías estimado como uno de los locos de Israel. Te ruego, pues, ahora que hables al rey, que no me negará a ti.

Mas él no la quiso oír; antes pudiendo más que ella la forzó, y se echó con ella.

Y ella le respondió: No hay razón; mayor mal es éste de echarme, que el que me has hecho. Mas él no la quiso oír;

Y le dijo su hermano Absalón: ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía; tu hermano es; no pongas tu corazón en este negocio. Y se quedó Tamar desconsolada en casa de Absalón su hermano.

Mas Absalón no habló con Amnón ni malo ni bueno, bien que Absalón aborrecía a Amnón, porque había forzado a Tamar su hermana.

Y respondió el rey a Absalón: No, hijo mío, no vamos todos, para que no te seamos gravosos. Y aunque porfió con él, no quiso ir, mas lo bendijo.

Entonces dijo Absalón: Si no, te ruego que venga con nosotros Amnón mi hermano. Y el rey le respondió: ¿Para qué ha de ir contigo?

Y había Absalón dado orden a sus criados, diciendo: Ahora bien, mirad cuando el corazón de Amnón estará alegre del vino, y cuando yo os dijere: Herid a Amnón, entonces matadle, y no temáis; que yo os lo he mandado. Esforzaos pues, y sed valientes.

Y Jonadab, hijo de Simea hermano de David, habló y dijo: No diga mi señor que han matado a todos los jóvenes hijos del rey, ya que sólo Amnón ha muerto; porque en la boca de Absalón estaba puesto desde el día que Amnón forzó a Tamar su hermana.

Por tanto, ahora no ponga mi señor el rey en su corazón tal palabra que dice: Todos los hijos del rey han muerto; porque sólo Amnón ha muerto.

envió Joab a Tecoa, y tomó de allá una mujer astuta, y le dijo: Yo te ruego que te enlutes, y te vistas de ropas de luto, y no te unjas con óleo, antes sé como mujer que hace mucho tiempo que trae luto por algún muerto;

Y tu sierva tenía dos hijos y los dos riñeron en el campo; y no habiendo quien los separara, hirió el uno al otro, y lo mató.

Y he aquí toda la parentela se ha levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al que mató a su hermano, para que le hagamos morir por la vida de su hermano a quien él mató, y quitemos también el heredero. Así apagarán el ascua que me ha quedado, no dejando a mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra.

Y el rey dijo: Al que hablare contra ti, tráelo a mí, que no te tocará más.

Dijo ella entonces: Te ruego, oh rey, que te acuerdes del SEÑOR tu Dios, que no dejes a los vengadores \'

Entonces la mujer dijo: ¿Por qué pues piensas tú otro tanto contra el pueblo de Dios? Que hablando el rey esta palabra, es como culpado, por cuanto el rey no hace volver a su fugitivo.

Porque de cierto morimos, y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver a recogerse; ni Dios hace acepción de personas, mas busca la manera para no echar de si al desechado.

Entonces el rey respondió, y dijo a la mujer: Yo te ruego que no me encubras nada de lo que yo te preguntare. Y la mujer dijo: Hable mi señor el rey.

Y el rey dijo: ¿No ha sido la mano de Joab contigo en todas estas cosas? Y la mujer respondió y dijo: Por la vida de tu alma, rey señor mío, que no hay que apartarse a derecha ni a izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado; porque tu siervo Joab, él me mandó, y él puso en boca de tu sierva todas estas palabras;

Mas el rey dijo: Váyase a su casa, y no vea mi rostro. Y Absalón volvió a su casa, y no vio el rostro del rey.

Y no había varón en todo Israel tan hermoso como Absalón, de alabar en gran manera; desde la planta de su pie hasta la coronilla no había en él defecto.

Y estuvo Absalón por espacio de dos años en Jerusalén, y no vio el rostro del rey.

Y mandó Absalón por Joab, para enviarlo al rey; mas no quiso venir a él; ni aunque envió por segunda vez, quiso él venir.

Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien te oiga por el rey.

Entonces David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos, y huyamos, porque no podremos escapar de otra manera delante de Absalón; daos prisa a andar, no sea que apresurándose él nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad a filo de espada.

Y si dijere: No me agradas; aquí estoy, haga de mí lo que bien le pareciere.

Dijo aún el rey a Sadoc sacerdote: ¿No eres tú el vidente? Vuélvete en paz a la ciudad; y con vosotros vuestros dos hijos, tu hijo Ahimaas, y Jonatán hijo de Abiatar.

¿No estarán allí contigo Sadoc y Abiatar sacerdotes? Por tanto, todo lo que oyeres en la casa del rey, darás aviso de ello a Sadoc y a Abiatar sacerdotes.

Y Absalón dijo a Husai: ¿Esta es tu misericordia para con tu amigo? ¿Por qué no fuiste con tu amigo?

Y Husai respondió a Absalón: No; antes al que eligiere el SEÑOR y este pueblo y todos los varones de Israel, de aquel seré yo, y con aquel me quedaré.

¿Y a quién había yo de servir? ¿No es a su hijo? Como he servido delante de tu padre, así seré delante de ti.

Y cuando Husai vino a Absalón, le habló Absalón, diciendo: Así ha dicho Ahitofel; ¿seguiremos su consejo, o no? Di tú.

Entonces Husai dijo a Absalón: El consejo que ha dado esta vez Ahitofel no es bueno.

Y añadió Husai: Tú sabes que tu padre y los suyos son hombres valientes, y que están ahora con amargura de ánimo, como la osa en el campo cuando le han quitado los hijos. Además, tu padre es hombre de guerra, y no pasará la noche con el pueblo.

Por tanto enviad inmediatamente, y dad aviso a David, diciendo: No te quedes esta noche en los llanos del desierto, sino pasa luego el Jordán, para que el rey no sea consumido, y todo el pueblo que con él está.

Y Jonatán y Ahimaas estaban junto a la fuente de Rogel, porque no podían ellos mostrarse viniendo a la ciudad; y fue allá una criada, la cual les dio el aviso; y ellos fueron, y dieron aviso al rey David.

Y tomando la mujer de la casa una manta, la extendió sobre la boca del pozo, y tendió sobre ella del trigo majado, para que el negocio no fuera entendido.

Llegando luego los criados de Absalón a la casa a la mujer, le dijeron: ¿Dónde están Ahimaas y Jonatán? Y la mujer les respondió: Ya han pasado el vado de las aguas. Y como ellos los buscaron y no los hallaron volvieron a Jerusalén.

Entonces David se levantó, y todo el pueblo que estaba con él, y pasaron el Jordán antes que amaneciera; ni siquiera faltó uno que no pasara el Jordán.

Y Ahitofel, viendo que no se había seguido su consejo, enalbardó su asno, y se levantó, y se fue a su casa en su ciudad; y ordenó su casa, y se ahorcó y murió, y fue sepultado en el sepulcro de su padre.

Mas el pueblo dijo: No saldrás; porque si nosotros huyéremos, no harán caso de nosotros; y aunque la mitad de nosotros muera, no harán caso de nosotros; mas tú ahora vales tanto como diez mil de nosotros. Por tanto, será mejor que tú nos des ayuda desde la ciudad.

Y Joab respondió al hombre que le daba la nueva: Y viéndolo tú, ¿por qué no le heriste luego allí echándole a tierra? Y sobre mí, que te hubiera dado diez siclos de plata, y un talabarte.

Y el hombre dijo a Joab: Aunque yo me pesara en mis manos mil siclos de plata, no extendería yo mi mano contra el hijo del rey; porque nosotros lo oímos cuando el rey te mandó a ti, a Abisai y a Itai, diciendo: Mirad que ninguno toque al joven Absalón.

Y respondió Joab: No es razón que yo te ruegue. Y tomando tres dardos en su mano, los hincó en el corazón de Absalón, que aun estaba vivo en medio del alcornoque.

Y en vida Absalón había tomado y levantado una columna, la cual está en el valle del rey; porque había dicho entre si: Yo no tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre. Y llamó aquella columna de su nombre; y así se llamó el Lugar \'

Y respondió Joab: Hoy no llevarás las nuevas; las llevarás otro día; no darás hoy la nueva, porque el hijo del rey ha muerto.

Entonces Ahimaas hijo de Sadoc volvió a decir a Joab: Sea lo que fuere, yo correré ahora tras Cusi. Y Joab dijo: Hijo mío, ¿para qué has tú de correr, pues que no hallarás premio por las nuevas?

Y el rey dijo: ¿El joven Absalón tiene paz? Y Ahimaas respondió: Yo vi un grande alboroto cuando Joab envió al siervo del rey y a mí tu siervo; mas no sé qué era.

amando a los que te aborrecen, y aborreciendo a los que te aman; porque hoy has declarado que no estimas tus príncipes y siervos; porque yo entiendo hoy que si Absalón viviera, y todos nosotros todos estuviéramos muertos hoy, entonces esto sería recto en tus ojos.

Levántate pues ahora, y sal fuera, y habla al corazón de tus siervos; porque juro por el SEÑOR, que si no sales, ni aun uno quede contigo esta noche; y de esto te pesará más que de todos los males que te han sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.

Asimismo diréis a Amasa: ¿No eres tú también hueso mío y carne mía? Así me haga Dios, y así me añada, si no fueres general del ejército delante de mí para siempre, en lugar de Joab.

Y dijo al rey: No me impute mi señor mi iniquidad, ni tengas memoria de los males que tu siervo hizo el día que mi señor el rey salió de Jerusalén, para guardarlos el rey en su corazón;

Y Abisai hijo de Sarvia respondió y dijo: ¿No ha de morir por esto Simei, que maldijo al ungido del SEÑOR?

David entonces dijo: ¿Qué tenéis vosotros conmigo, hijos de Sarvia, que me habéis de ser hoy adversarios? ¿Ha de morir hoy alguno en Israel? ¿No conozco yo que hoy soy rey sobre Israel?

Y dijo el rey a Simei: No morirás. Y el rey se lo juró.

También Mefi-boset hijo de Saúl descendió a recibir al rey; no había lavado sus pies, ni había cortado su barba, ni tampoco había lavado sus vestidos, desde el día que el rey salió hasta el día que vino en paz.

Y luego que vino él a Jerusalén a recibir al rey, el rey le dijo: Mefi-boset, ¿por qué no fuiste conmigo?

Yo soy hoy día de edad de ochenta años, que ya no haré diferencia entre lo bueno y lo malo. ¿Tomará gusto ahora tu siervo en lo que comiere o bebiere? ¿Oiré más la voz de los cantores y de las cantoras? ¿Para qué, pues, sería aún tu siervo molesto a mi señor el rey?

Entonces respondieron los varones de Israel, y dijeron a los de Judá: Nosotros tenemos en el rey diez partes, y en el mismo David más que vosotros; ¿por qué pues nos habéis tenido en poco? ¿No hablamos nosotros primero en volver a nuestro rey? Mas al fin la razón de los varones de Judá fue más fuerte que el de los varones de Israel.

Y acaeció estar allí un varón de Belial que se llamaba Seba, hijo de Bicri, varón de Jemini, el cual tocó el shofar diciendo: No tenemos nosotros parte en David, ni heredad en el hijo de Jessé. Israel, ¡cada uno a sus estancias!

Y dijo David a Abisai: Seba hijo de Bicri nos hará ahora más mal que Absalón; toma pues tú los siervos de tu señor, y ve tras él, no sea que halle las ciudades fortificadas, y se nos vaya de delante.

Y Amasa no se cuidó de la espada que Joab tenía en la mano; y él le hirió con la espada en la quinta costilla, y derramó sus entrañas por tierra, y cayó muerto sin darle segundo golpe. Después Joab y su hermano Abisai persiguieron a Seba hijo de Bicri.

La cosa no es así; mas un hombre del monte de Efraín, que se llama Seba hijo de Bicri, ha levantado su mano contra el rey David; entregad a ese solamente, y me iré de la ciudad. Y la mujer dijo a Joab: He aquí su cabeza te será echada desde el muro.

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