'No' en la Biblia
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Y les juré en mi ira: No entrarán en mi Reposo.
Entre tanto que se dice: Si oyereis HOY su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.
Porque algunos de los que habían salido de Egipto con Moisés, habiendo oído, provocaron; aunque no todos.
Mas ¿con cuáles se enemistó por cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?
¿Y a cuáles juró que no entrarían en su Reposo, sino a aquellos que no obedecieron?
Y vemos que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.
Porque también a nosotros nos ha sido anunciado como a ellos; mas no les aprovechó el oír la palabra a los que la oyeron sin mezclar fe.
(Pero entramos en el Reposo los que hemos creído,) de la manera que dijo: Así que les juré en mi ira, no entrarán en mi Reposo, aun acabadas las obras desde el principio del mundo.
Y otra vez aquí: No entrarán en mi Reposo.
Así pues, resta que algunos han de entrar en él, y que aquellos a quienes primero fue anunciado, no entraron por causa de la desobediencia,
determina otra vez un cierto día, diciendo: HOY, por David tanto tiempo después, como está dicho: Si oyereis HOY su voz, no endurezcáis vuestros corazones.
Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes todas las cosas están desnudas y abiertas a sus ojos, de lo cual hablamos.
Porque no tenemos Sumo Sacerdote que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, PERO SIN PECADO.
Así también el Cristo no se glorificó a sí mismo haciéndose Sumo Sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy:
Porque debiendo ser ya maestros de otros, si miramos el tiempo, tenéis necesidad de volver a ser enseñados, de cuáles sean los primeros elementos de los oráculos de Dios, y sois hechos tales que tenéis necesidad de leche, y no de mantenimiento firme.
Por lo cual, dejando ya la palabra del comienzo en la institución del Cristo, vamos adelante a la perfección, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de las obras de muerte, y de la fe en Dios,
Porque Dios no es injusto que se olvide de vuestra obra y el trabajo de la caridad que habéis mostrado en su nombre, habiendo ayudado a los santos y ayudándoles.
que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
Porque prometiendo Dios a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo,
Mas aquel cuya genealogía no es contada en ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas.
Pues si la perfección era por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la Ley) ¿qué necesidad había aún de que se levantara otro sacerdote según el orden de Melquisedec, y que no fuera llamado según el orden de Aarón?
el cual no es hecho conforme a la ley del mandamiento carnal, sino por virtud de vida indisoluble;
Y tanto más en cuanto no es sin juramento,
porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; mas éste, con juramento por el que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá, que Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
Y, los otros, cierto, fueron muchos sacerdotes en cuanto por la muerte no podían permanecer;
Que no tiene necesidad cada día, como los otros sacerdotes, de ofrecer sacrificios primero por sus pecados, y luego por los del pueblo, porque esto lo hizo UNA VEZ ofreciéndose a sí mismo.
ministro del Santuario, y de aquel verdadero Tabernáculo que el Señor asentó, y no al hombre.
Porque si aquel primero fuera sin falta, ciertamente no se hubiera procurado lugar del segundo.
no como el testamento que hice a vuestros padres el día que los tomé por la mano que los sacaría de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron en mi testamento, y yo los menosprecié a ellos, dice el Señor;
Porque reconciliaré a sus iniquidades, y a sus pecados; y de sus iniquidades no me acordaré más.
Y sobre ella los querubines de la gloria que ponían su sombra sobre el asiento de la reconciliación, cosas de las cuales no se puede ahora hablar en detalle.
Mas en el segundo, sólo el sumo sacerdote entraba una vez en el año, no sin sangre, la cual ofrece por su propia ignorancia y la del pueblo.
Dando en esto a entender el Espíritu Santo, que aún no estaba descubierto camino para el Santuario, entre tanto que el primer Tabernáculo estuviera en pie.
Lo cual era figura de aquel tiempo presente, en el cual se ofrecían presentes y sacrificios que no podían hacer perfecto al que servía con ellos, en cuanto a la conciencia,
Mas Cristo ya estando presente, Sumo Sacerdote de los bienes que habían de venir, por otro más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es a decir, no de esta creación,
y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre entró una sola vez en el Santuario diseñado para eterna redención.
Porque el testamento con la muerte es confirmado; de otra manera no es válido entre tanto que el testador vive.
Y casi todo es purificado según la ley con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.
Por lo cual no entró Jesús en el santuario hecho de mano, (que es figura del verdadero,) sino en el mismo cielo para presentarse ahora por nosotros en la presencia de Dios.
Y no para ofrecerse muchas veces a sí mismo, (como entra el sumo sacerdote en el santuario una vez cada año con la sangre ajena.)
Porque la ley teniendo una sombra de los bienes venideros, no la representación misma de las cosas, nunca puede hacer perfectos a los que se allegan por los mismos sacrificios que ofrecen continuamente cada año.
De otra manera cesarían de ofrecerse, porque los que sacrificaran, limpios de una vez, no tendrían más conciencia de pecado.
Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
Por lo cual, entrando en el mundo, dice: Sacrificio y Presente no quisiste; mas me apropiaste el cuerpo;
holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
Diciendo arriba: Sacrificio y presente, y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron, las cuales cosas se ofrecen según la Ley,
Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
no dejando nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre, mas exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado,
No perdáis pues ésta vuestra confianza, que tiene gran remuneración de galardón;
Porque aún, un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.
Mas el justo vivirá por la fe; mas el que se retirare, no agradará a mi alma.
Pero nosotros no somos tales que nos retiremos para perdición, sino fieles para ganancia del alma.
Es pues la fe, la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.
Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía.
Por la fe, Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuera traspuesto tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
Por la fe, Noé habiendo recibido revelación de cosas que aun no se veían, aparejó con mucho cuidado el arca en que su casa se salvara; arca por la cual condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que es por la fe.
mas empero deseaban la mejor, es a saber, la celestial, por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les había aparejado ciudad.
Por la fe, Moisés, nacido, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron hermoso niño; y no temieron el mandamiento del rey.
Por la fe, dejó a Egipto no temiendo la ira del rey; porque como aquel que ve al Invisible se esforzó.
Por la fe, celebró la pascua y el derramamiento de la sangre, para que el que mataba los primogénitos no los tocara.
Por la fe, Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes habiendo recibido a los espías con paz.
de los cuales el mundo no era digno; errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
Y todos éstos, aprobados por testimonio de la fe, no recibieron la promesa,
proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, que aquellos no fueran perfeccionados sin nosotros.
Traed pues muchas veces a vuestro pensamiento a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que no os fatiguéis en vuestros ánimos desmayando.
Que aún no habéis resistido hasta la sangre combatiendo contra el pecado;
y estáis ya olvidados de la consolación que como con hijos habla con vosotros, (diciendo): Hijo mío, no menosprecies el castigo del Señor, ni desmayes cuando eres de él redargüido;
Si sufrís el castigo, Dios se os presenta como a hijos, porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no castiga?
Mas si estáis fuera del castigo, del cual todos los hijos han sido hechos participantes, luego adulterinos sois y no hijos.
Además, tuvimos por castigadores a los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos: ¿por qué no seamos sujetos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
Y haced derechos pasos a vuestros pies, para que lo que es cojo no salga fuera de camino; antes sea sanado.
Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue reprobado, que no halló lugar de arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
Porque no os habéis llegado al monte que se podía tocar, y al fuego encendido, y al turbión, y a la oscuridad, y a la tempestad,
y al sonido de la trompeta, y a la voz de las palabras, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablara más;
(porque no podían tolerar lo que se decía: y, si una bestia tocare al monte, será apedreada, o pasada con dardo;
Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que hablaba en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros, si desechamos al que habla desde los cielos.
La voz del cual entonces conmovió la tierra; mas ahora ha denunciado, diciendo: Aún una vez, y yo conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.
No olvidéis la hospitalidad, porque por ésta algunos, habiendo hospedado ángeles, fueron guardados.
Sean las costumbres vuestras sin avaricia, contentos de lo presente (porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.)
De tal manera que digamos confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me hará el hombre.
No seáis sacados del camino por doctrinas diversas y extrañas, porque buena cosa es afirmar el corazón en la gracia, no en viandas, que nunca aprovecharon a los que anduvieron en ellas.
Tenemos un altar, del cual no tienen facultad de comer los que sirven al Tabernáculo.
Porque no tenemos aquí ciudad permanente, mas buscamos la por venir.
Y, del hacer bien y de la confraternidad no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.
Escuchad a vuestros pastores, y no resistáis a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como aquellos que han de dar la cuenta; para que lo hagan con alegría, y no gimiendo; porque esto no os es útil.
Pero pida en fe, no dudando nada; porque el que duda, es semejante a la onda del mar, que es movida del viento, y es echada de una parte a otra.
Ciertamente no piense el tal hombre que recibirá ninguna cosa del Señor.
Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de Dios; porque Dios no puede ser tentado de los males, ni él tienta a alguno;
Hermanos míos muy amados, no erréis.
Toda buena dádiva, y todo don perfecto es de lo alto, que desciende del Padre de las lumbres, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.
Mas sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
Porque si alguno oye la Palabra, y no la pone por obra, este tal es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.
Mas el que hubiere mirado atentamente en la Ley de perfecta libertad, y hubiere perseverado en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este tal será bienaventurado en su hecho.
Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.
Hermanos míos, no tengáis la fe de nuestro Señor, Jesús el Cristo glorioso, en acepción de personas.
¿vosotros no juzgáis en vosotros mismos, y sois hechos jueces de pensamientos malos?
Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe, y herederos del Reino que prometió a los que le aman?
Mas vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos con tiranía, y ellos os llevan con violencia a los juzgados?
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