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'No' en la Biblia

Y aconteció que, hablándole cada día de esta manera, y no escuchándolos él, lo denunciaron a Amán, por ver si la palabra de Mardoqueo se mantendría firme; porque ya él les había declarado que era judío.

Y él no se contentó con echar mano sólo a Mardoqueo, pues le habían informado {cuál era} el pueblo de Mardoqueo; por tanto Amán procuró destruir a todos los judíos, el pueblo de Mardoqueo, que {estaban} por todo el reino de Asuero.

Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y dividido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no observan las leyes del rey; y al rey no viene provecho de dejarlos.

Y vino hasta delante de la puerta del rey; porque no era lícito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio.

Y vinieron las doncellas de Ester y sus eunucos, y se lo dijeron; y la reina tuvo gran dolor, y envió vestidos para hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio de sobre él; mas él no los recibió.

Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey saben, que todo varón o mujer que entra al rey al patio de adentro sin ser llamado, por una sola ley ha de morir; salvo aquel a quien el rey extendiere la vara de oro, el cual vivirá; y yo no he sido llamada para entrar al rey estos treinta días.

Entonces dijo Mardoqueo que respondieran a Ester: No pienses en tu alma, que escaparás en la casa del rey más que todos los judíos.

Ve, y junta a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche ni día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.

Y salió Amán aquel día contento y alegre de corazón; pero cuando vio a Mardoqueo a la puerta del rey, que no se levantaba ni se movía de su lugar, se llenó de ira contra Mardoqueo.

Y Amán añadió: Aun la reina Ester no permitió que nadie, excepto yo, viniera con el rey al banquete que ella había preparado; y también para mañana estoy invitado por ella junto con el rey.

Aquella noche el rey no podía dormir y dio orden que trajeran el libro de las Memorias, las crónicas, y que las leyeran delante del rey.

Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, toma el vestido y el caballo, como tú has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta del rey; no omitas nada de todo lo que has dicho.

Contó luego Amán a Zeres su mujer, y a todos sus amigos, todo lo que le había acontecido; y le dijeron sus sabios, y Zeres su mujer: Si de la simiente de los judíos es el Mardoqueo, delante de quien has comenzado a caer, no lo vencerás; antes caerás por cierto delante de él.

Porque vendidos estamos yo y mi pueblo, para ser destruidos, para ser muertos y echados a perder. Si para siervos y siervas fuéramos vendidos, me callaría, aunque el enemigo no compensara el daño al rey.

Escribid pues vosotros a los judíos como bien os pareciere en el nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey; porque la escritura que se escribe en el nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no es para revocarla.

diez hijos de Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos; mas en el despojo no metieron su mano.

Y los judíos que estaban en Susa, se juntaron también el catorce del mes de Adar, y mataron en Susa trescientos hombres; mas en el despojo no metieron su mano.

Y los otros judíos que estaban en las provincias del rey, también se juntaron y se pusieron en defensa de su vida, y tuvieron reposo de sus enemigos, y mataron de sus enemigos setenta y cinco mil; mas en el despojo no metieron su mano.

establecieron y tomaron los judíos sobre sí, y sobre su simiente, y sobre todos los allegados a ellos, y no será traspasado, el celebrar estos dos días según está escrito en orden a ellos, y conforme a su tiempo cada año;

y que estos dos días serían en memoria, y celebrados en todas las generaciones, familias, provincias, y ciudades. Estos días de Purim no pasarán de entre los judíos, y la memoria de ellos no cesará de su simiente.

Y toda la obra de su fortaleza, y de su valor, y la declaración de la grandeza de Mardoqueo, con que el rey le engrandeció, ¿no está escrito en el libro de los anales de los reyes de Media y de Persia?

Y el SEÑOR dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?

¿No le has tú cercado a él, y a su casa, y a todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra.

Y el SEÑOR dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado de mal, y que aún retiene su perfección, habiéndome tú incitado contra él, para que lo arruinara sin causa?

Los cuales alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a voz en grito; y cada uno de ellos rasgó su manto, y esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.

Aquel día fuera tinieblas, y Dios no curara de él desde arriba, ni claridad resplandeciera sobre él.

Ocupe la oscuridad aquella noche; No sea contada entre los días del año, Ni venga en él número de los meses.

¡Oh, si fuere aquella noche solitaria, que no viniera en ella canción!

Las estrellas de su alba fueran oscurecidas; esperaran la luz, y no viniera, ni viera los párpados de la mañana;

por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, ni escondió de mis ojos la miseria.

Allí también reposaron los cautivos; no oyeron la voz del exactor.

Al hombre que no sabe por donde vaya, y que Dios lo encerró.

No he tenido paz, no me aseguré, ni me estuve reposado; Vínome no obstante turbación.

¿No es éste tu temor, tu confianza, tu esperanza, y la integridad de tus caminos?

Se paró un fantasma delante de mis ojos, cuyo rostro yo no conocí, y quedo, oí que decía:

¿Su hermosura, no se pierde con ellos mismos? Mueren, y no lo saben.

Sus hijos estarán lejos de la salud, y en la puerta serán quebrantados, y no habrá quien los libre.

Porque la iniquidad no sale del polvo, ni el castigo reverdece de la tierra.

Las cosas que mi alma no quería tocar antes, ahora por los dolores son mi comida.

Y en esto crecería aún consolación, si me asare con dolor sin haber misericordia; no que haya contradicho las palabras del que es Santo.

Para el abatido, {debe haber} compasión de parte de su amigo; no sea que abandone el temor del Todopoderoso.

¿No estáis pensando las palabras para reprender, y echáis al viento palabras perdidas?

Tornad ahora, y no haya iniquidad; volved aún a mirar por mi justicia en esto.

Si hay iniquidad en mi lengua; o si mi paladar no discierne los tormentos.

Acuérdate que mi vida es un viento, y que mis ojos no volverán para ver el bien.

Los ojos de los que ahora me ven, no me verán más; tus ojos serán sobre mí, y dejaré de ser.

no tornará más a su casa, ni su lugar le conocerá más.

Por tanto yo no reprimiré mi boca; hablaré con la angustia de mi espíritu, y me quejaré con la amargura de mi alma.

Abominé la vida; no quiero vivir para siempre; déjame, pues, que mis días son vanidad.

¿Hasta cuándo no me dejarás, ni me soltarás hasta que trague mi saliva?

¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, y si me buscares de mañana, ya no seré hallado.

¿Por ventura ellos no te enseñarán, te dirán, y de su corazón sacarán estas palabras?

Aun él en su verdor no será cortado, Y antes de toda hierba se secará.

El se apoyará sobre su casa, pero no permanecerá en pie; se asirá a ella, más no se afirmará.

Los que te odian serán cubiertos de vergüenza, y la tienda de los impíos no existirá más.

He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; y pasará, y no lo entenderé.

Dios no tornará atrás su ira, y debajo de él se encorvan los que ayudan a la soberbia.

Que aunque yo sea justo, no responderé; antes habré de rogar a mi juez.

Que si yo le invocare, y él me respondiera, aún no creeré que haya escuchado mi voz.

Que aún no me ha concedido que tome mi aliento; mas me ha llenado de amarguras.

La tierra es entregada en manos de los impíos, y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él el que lo hace, ¿quién es? ¿Dónde está?

Temo todos mis trabajos; sé que no me tendrás sin culpa.

No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano sobre ambos.

Y hablaré, y no le temeré; porque en este estado no estoy en mí.

sobre saber tú que no soy impío, y que no hay quien de tu mano me libre?

¿No me fundiste como leche, y como un queso me cuajaste?

`` ¿No me vestiste de piel y de carne, y me entretejiste con huesos y tendones?

Si fuere malo, ¡ay de mí! Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza, estando hastiado de deshonra, y de verme afligido.

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