'Nos' en la Biblia
Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos, Y has avergonzado á los que nos aborrecían.
En Dios nos gloriaremos todo tiempo, Y para siempre loaremos tu nombre. (Selah.)
Empero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar; Y no sales en nuestros ejércitos.
Nos hiciste retroceder del enemigo, Y saqueáron nos para sí los que nos aborrecían.
Pusístenos por vergüenza á nuestros vecinos, Por escarnio y por burla á los que nos rodean.
Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti; Y no hemos faltado á tu pacto.
Cuando nos quebrantaste en el lugar de los dragones, Y nos cubriste con sombra de muerte,
Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios, O alzado nuestras manos á dios ajeno,
Empero por tu causa nos matan cada día; Somos tenidos como ovejas para el matadero.
El nos elegirá nuestras heredades; La hermosura de Jacob, al cual amó. (Selah.)
Porque este Dios es Dios nuestro eternalmente y para siempre: El nos capitaneará hasta la muerte.
Al Músico principal: sobre Susan-Heduth: Michtam de David, para enseñar, cuando tuvo guerra contra Aram-Naharaim y contra Aram de Soba, y volvió Joab, é hirió de Edom en el valle de las Salina doce mil. OH Dios, tú nos has desechado, nos disipaste; Te has
Ciertamente, tú, oh Dios, que nos habías desechado; Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos.
Con tremendas cosas, en justicia, nos responderás tú, Oh Dios de nuestra salud, Esperanza de todos los términos de la tierra, Y de los más remotos confines de la mar.
Volvió la mar en seco; Por el río pasaron á pie; Allí en él nos alegramos.
Porque tú nos probaste, oh Dios: Ensayástenos como se afina la plata.
Nos metiste en la red; Pusiste apretura en nuestros lomos.
Al Músico principal: en Neginoth: Salmo: Cántico. DIOS tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; Haga resplandecer su rostro sobre nosotros (Selah);
La tierra dará su fruto: Nos bendecirá Dios, el Dios nuestro.
Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios El Dios de nuestra salud. (Selah.)
Masquil de Asaph. ¿POR qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué ha humeado tu furor contra las ovejas de tu dehesa?
¿Hasta cuándo, oh Dios, el angustiador nos afrentará? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?
Las cuales hemos oído y entendido; Que nuestros padres nos las contaron.
Así no nos volveremos de ti: Vida nos darás, é invocaremos tu nombre.
Oración de Moisés varón de Dios. SEÑOR, tú nos has sido refugio En generación y en generación.
Sácianos presto de tu misericordia: Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.
Alégranos conforme á los días que nos afligiste, Y los años que vimos mal.
Reconoced que Jehová él es Dios: El nos hizo, y no nosotros á nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
No ha hecho con nosotros conforme á nuestras iniquidades; Ni nos ha pagado conforme á nuestros pecados.
Sálvanos, Jehová Dios nuestro, Y júntanos de entre las gentes, Para que loemos tu santo nombre, Para que nos gloriemos en tus alabanzas.
Ciertamente tú, oh Dios, que nos habías desechado; Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos.
Jehová se acordó de nosotros: nos bendecirá: Bendecirá á la casa de Israel; Bendecirá á la casa de Aarón.
Este es el día que hizo Jehová Nos gozaremos y alegraremos en él.
Dios es Jehová que nos ha resplandecido: Atad víctimas con cuerdas á los cuernos del altar.
Vivos nos habrían entonces tragado, Cuando se encendió su furor en nosotros.
Entonces nos habrían inundado las aguas; Sobre nuestra alma hubiera pasado el torrente:
Bendito Jehová, Que no nos dió por presa á sus dientes.
Y nos rescató de nuestros enemigos, Porque para siempre es su misericordia.
JUNTO á los ríos de Babilonia, Allí nos sentábamos, y aun llorábamos, Acordándonos de Sión.
Y los que allí nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, Y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:
Hija de Babilonia destruída, Bienaventurado el que te diere el pago De lo que tú nos hiciste.
¿Hay algo de que se pueda decir: He aquí esto es nuevo? Ya fué en los siglos que nos han precedido.
Llévame en pos de ti, correremos. Metióme el rey en sus cámaras: Nos gozaremos y alegraremos en ti; Acordarémonos de tus amores más que del vino: Los rectos te aman.
¿Qué es tu amado más que otro amado, Oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, Que así nos conjuras?
Si Jehová de los ejércitos no hubiera hecho que nos quedasen muy cortos residuos, como Sodoma fuéramos, y semejantes á Gomorra.
Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, á la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalem la palabra de Jehová.
Y ECHARAN mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente sea llamado tu nombre sobre nosotras, quita nuestro oprobio.
Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién nos irá? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame á mí.
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro: y llamaráse su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.
Al tiempo de la tarde he aquí turbación; y antes de la mañana ya no es. Esta es la parte de los que nos huellan, y la suerte de los que nos saquean.
Y dirá en aquel día el morador de esta isla: Mirad qué tal fué nuestra esperanza, donde nos acogimos por socorro para ser libres de la presencia del rey de Asiria: ¿y cómo escaparemos?
Y se dirá en aquel día: He aquí este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová á quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salud.
Jehová, tú nos depararás paz; porque también obraste en nosotros todas nuestras obras.
Jehová Dios nuestro, señores se han enseñoreado de nosotros fuera de ti; mas en ti solamente nos acordaremos de tu nombre.
Porque habéis dicho: Concierto tenemos hecho con la muerte, é hicimos acuerdo con la sepultura; cuando pasare el turbión del azote, no llegará á nosotros, pues que hemos puesto nuestra acogida en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos:
Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo, y sus obras son en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?
Que dicen á los videntes: No veáis; y á los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras;
Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey, él mismo nos salvará.
Ni os haga Ezechîas confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente Jehová nos librará: no será entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria.
Mirad no os engañe Ezechîas diciendo: Jehová nos librará. ¿Libraron los dioses de las gentes cada uno á su tierra de la mano del rey de Asiria?
Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses; ó á lo menos haced bien, ó mal, para que tengamos qué contar, y juntamente nos maravillemos.
Congréguense á una todas las gentes, y júntense todos los pueblos: ¿quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oir las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan: Verdad.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Por esto se alejó de nosotros el juicio, y no nos alcanzó justicia: esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad.
De las misericordias de Jehová haré memoria, de las alabanzas de Jehová, conforme á todo lo que Jehová nos ha dado, y de la grandeza de su beneficencia hacia la casa de Israel, que les ha hecho según sus misericordias, y según la multitud de sus miseracio
Tú empero eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, é Israel no nos conoce: tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.
¿Por qué, oh Jehová, nos has hecho errar de tus caminos, y endureciste nuestro corazón á tu temor? Vuélvete por amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad.
Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.
Y nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para tenerte; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.
Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros lodo, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos, todos nosotros.
¿Te estarás quieto, oh Jehová, sobre estas cosas? ¿callarás, y nos afligirás sobremanera?
Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová, que nos hizo subir de tierra de Egipto, que nos hizo andar por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre?
Yacemos en nuestra confusión, y nuestra afrenta nos cubre: porque pecamos contra Jehová nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde nuestra juventud y hasta este día; y no hemos escuchado la voz de Jehová nuestro Dios.
Y no dijeron en su corazón: Temamos ahora á Jehová Dios nuestro, que da lluvia temprana y tardía en su tiempo; los tiempos establecidos de la siega nos guarda.
¿Sobre qué nos aseguramos? Juntaos, y entrémonos en las ciudades fuertes, y allí reposaremos: porque Jehová nuestro Dios nos ha hecho callar, y dádonos á beber bebida de hiel, porque pecamos contra Jehová.
Porque voz de endecha fué oída de Sión: Cómo hemos sido destruídos! en gran manera hemos sido confundidos. ¿Por qué dejamos la tierra? ¿por qué nos han echado de sí nuestras moradas?
¿Por qué has de ser como hombre atónito, y como valiente que no puede librar? tú empero estás entre nosotros, oh Jehová, y sobre nosotros es invocado tu nombre; no nos desampares.
¿Has desechado enteramente á Judá? ¿ha aborrecido tu alma á Sión? ¿Por qué nos hiciste herir sin que nos quede cura? Esperamos paz, y no hubo bien; tiempo de cura, y he aquí turbación.
Por amor de tu nombre no nos deseches, ni trastornes el trono de tu gloria: acuérdate, no invalides tu pacto con nosotros.
Y dijeron los príncipes y todo el pueblo á los sacerdotes y profetas. No ha incurrido este hombre en pena de muerte, porque en nombre de Jehová nuestro Dios nos ha hablado.
Mas habéis dicho: Jehová nos ha suscitado profetas en Babilonia.
Porque por eso nos envió á decir en Babilonia: Largo va el cautiverio: edificad casas, y morad; plantad huertos, y comed el fruto de ellos.
Mas ellos dijeron: No beberemos vino; porque Jonadab hijo de Rechâb nuestro padre nos mandó, diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos:
Y nosotros hemos obedecido á la voz de Jonadab nuestro padre, hijo de Rechâb, en todas las cosas que nos mandó, de no beber vino en todos nuestros días, nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos, ni nuestras hijas;
Moramos pues en tiendas, y hemos obedecido y hecho conforme á todas las cosas que nos mandó Jonadab nuestro padre.
Sucedió, empero, que cuando Nabucodonosor rey de Babilonia subió á la tierra, dijimos: Venid, y entrémonos en Jerusalem, de delante del ejército de los Caldeos y de delante del ejército de los de Siria: y en Jerusalem nos quedamos.
Y juró el rey Sedechîas en secreto á Jeremías, diciendo: Vive Jehová que nos hizo esta alma, que no te mataré, ni te entregaré en mano de estos varones que buscan tu alma.
Y si los príncipes oyeren que yo he hablado contigo, y vinieren á ti y te dijeren: Decláranos ahora qué hablaste con el rey, no nos lo encubras, y no te mataremos; asimismo qué te dijo el rey;
Mas entre aquellos fueron hallados diez hombres que dijeron á Ismael: No nos mates; porque tenemos en el campo tesoros de trigos, y cebadas, y aceite, y miel. Y dejólos, y no los mató entre sus hermanos.
Y dijeron á Jeremías profeta: Caiga ahora nuestro ruego delante de ti, y ruega por nosotros á Jehová tu Dios, por todo este resto, (pues hemos quedado unos pocos de muchos, como nos ven tus ojos,)
Para que Jehová tu Dios nos enseñe camino por donde vayamos, y lo que hemos de hacer.
Y diciendo: No, antes nos entraremos en tierra de Egipto, en la cual no veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta, ni tendremos hambre de pan, y allá moraremos:
La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no oímos de ti:
Mas desde que cesamos de ofrecer sahumerios á la reina del cielo, y de derramarle libaciones, nos falta todo, y á cuchillo y á hambre somos consumidos.
Nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales; tú no perdonaste.
Desplegaste la ira, y nos perseguiste; mataste, no perdonaste.
Raedura y abominación nos tornaste en medio de los pueblos.
Aun nos han desfallecido nuestros ojos tras nuestro vano socorro: En nuestra esperanza aguardamos gente que no puede salvar.
Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo: Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscada.
ACUÉRDATE, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido: Ve y mira nuestro oprobio.
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