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'Palabras' en la Biblia

Entonces el rey Ezequías y los príncipes dijeron a los levitas que alabaran al SEÑOR por las palabras de David y de Asaf vidente; y ellos alabaron con gran alegría, e inclinándose adoraron.

Con él es el brazo de carne, mas con nosotros el SEÑOR nuestro Dios para ayudarnos, y pelear nuestras batallas. Y se afirmó el pueblo sobre las palabras de Ezequías rey de Judá.

Los demás hechos de Manasés, y su oración a su Dios, y las palabras de los videntes que le hablaron en nombre del SEÑOR Dios de Israel, he aquí todo está escrito en los hechos de los reyes de Israel.

Su oración también, y cómo fue oído, todos sus pecados, y su prevaricación, los sitios donde edificó lugares altos y había puesto bosques e ídolos antes que se humillara, he aquí estas cosas están escritas en las palabras de los videntes.

Y cuando el rey oyó las palabras de la ley, rasgó sus vestidos;

Andad, y consultad al SEÑOR de mí, y del remanente de Israel y de Judá, acerca de las palabras del libro que se ha hallado; porque grande es el furor del SEÑOR que ha caído sobre nosotros, por cuanto nuestros padres no guardaron la palabra del SEÑOR, para hacer conforme a todas las cosas que está escrito en este libro.

Entonces Hilcías y los del rey fueron a Hulda, la profetisa, mujer de Salum, hijo de Ticva, hijo de Harhas, guarda de las vestimentas, la cual moraba en Jerusalén en la Casa de la doctrina; y le dijeron las palabras dichas.

Mas al rey de Judá, que os ha enviado a consultar al SEÑOR, así le diréis: El SEÑOR Dios de Israel ha dicho así: Por cuanto oíste las palabras del libro,

y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Dios oyendo sus palabras sobre este lugar, y sobre sus moradores; y te humillaste delante de mí, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, yo también te he oído, dice el SEÑOR.

Y subió el rey a la Casa del SEÑOR, y con él todos los varones de Judá, y los moradores de Jerusalén, y los sacerdotes, y los levitas, y todo el pueblo desde el mayor hasta el más pequeño; y leyó a oídos de ellos todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la Casa del SEÑOR.

Y estando el rey en pie en su sitio, hizo pacto delante del SEÑOR, que andaría en pos del SEÑOR, y que guardarían sus mandamientos, sus testimonios, y sus estatutos, de todo su corazón y de toda su alma, cumpliendo las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro.

Mas Josías no volvió su rostro de él, antes se disfrazó para darle batalla, y no escuchó las palabras de Necao, que eran de boca de Dios; y vino a darle la batalla en el campo de Meguido.

Y éste es el traslado de la carta que dio el rey Artajerjes a Esdras, sacerdote escriba; escriba de las palabras mandadas del SEÑOR, y de sus estatutos sobre Israel:

y los envié a Iddo, capitán en el lugar de Casifia, y puse en boca de ellos las palabras que habían de hablar a Iddo, y a sus hermanos los netineos en el lugar de Casifia, para que nos trajeran ministros para la Casa de nuestro Dios.

Y se juntaron a mí todos los temerosos de las palabras del Dios de Israel, a causa de la prevaricación de los de la transmigración; mas yo estuve sentado atónito hasta el sacrificio de la tarde.

Las palabras de Nehemías, hijo de Hacalías. Y acaeció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino,

Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios era buena sobre mí, y asimismo las palabras del rey, que me había dicho. Y dijeron: Levantémonos, y edifiquemos. Y confortaron sus manos para bien.

en la cual estaba escrito: Se ha oído entre los gentiles, y Gesem lo dice, que tú y los judíos pensáis rebelaros; y que por eso edificas tú el muro, con la mira, según estas palabras, de ser tú su rey;

y que has puesto profetas que prediquen de ti en Jerusalén, diciendo: ¡Rey en Judá! Y ahora serán oídas del rey las tales palabras; ven, por tanto, y consultemos juntos.

También contaban delante de mí sus buenas obras, y a él le referían mis palabras. Y enviaba Tobías cartas para atemorizarme.

Y Nehemías el Tirsata, el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían atento al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es al SEÑOR nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley.

Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, a enviar porciones, y a gozar de gran alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado.

Y al día siguiente se juntaron los príncipes de las familias de todo el pueblo, sacerdotes, y levitas, a Esdras escriba, para entender las palabras de la ley.

Y aconteció que, hablándole cada día de esta manera, y no escuchándolos él, denunciáronlo á Amán, por ver si las palabras de Mardochêo se mantendrían; porque ya él les había declarado que era Judío.

Regresó Hatac y contó a Ester las palabras de Mardoqueo.

Por esto llamaron a estos días Purim, del nombre Pur. Por todas las palabras pues de esta carta, y por lo que ellos vieron sobre esto, y lo que llegó a su noticia,

Y él envió cartas a todos los judíos, a las ciento veintisiete provincias del rey Asuero, con palabras de paz y de verdad,

para confirmar estos días del Purim en sus tiempos señalados, según les había constituido Mardoqueo judío y la reina Ester, y cómo habían ellos tomado sobre sí y sobre su simiente las palabras de los ayunos y de su clamor.

Y el mandamiento de Ester confirmó estas palabras del Purim, y fue escrito en el libro.

Si probáremos a hablarte, te será molesto; pero ¿quién podrá detener las palabras?

Al que vacilaba, enderezaban tus palabras, y las rodillas de los que arrodillaban esforzabas.

Porque mi tormento pesaría más que la arena del mar; y por tanto mis palabras son tragadas.

Y en esto crecería aún consolación, si me asare con dolor sin haber misericordia; no que haya contradicho las palabras del que es Santo.

¡Cuán fuertes son las palabras de rectitud! Mas ¿qué reprende el argumento de vosotros?

¿No estáis pensando las palabras para reprender, y echáis al viento palabras perdidas?

¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, y las palabras de tu boca serán como un viento fuerte?

¿Por ventura ellos no te enseñarán, te dirán, y de su corazón sacarán estas palabras?

¿Cuánto menos le responderé yo, y eligiré mis palabras con él?

¿Las muchas palabras no han de tener respuesta? ¿Y el hombre que habla mucho será justificado?

Ciertamente el oído prueba las palabras, y el paladar gusta las viandas.

Escuchad atentamente mis palabras, y que mi declaración {llene} vuestros oídos.

¿Disputará con palabras inútiles, y con razones sin provecho?

que respondas a Dios con tu espíritu, y sacas tales palabras de tu boca?

¿Tendrán fin las palabras ventosas? O ¿qué es lo que te anima a responder?

También yo hablaría como vosotros. Deseo que vuestra alma estuviera en lugar de la mía, que yo os tendría compañía en las palabras, y sobre vosotros movería mi cabeza.

¿Cuándo pondréis fin a las palabras? Entended, y después hablemos.

¡Quién diera ahora que mis palabras fueran escritas! ¡Quién diera que se escribieran en un libro!

Escuchad atentamente mis palabras, y que sea éste vuestro consuelo para mí.

Aprendería yo las palabras {que} El me respondiera, y entendería lo que me dijera.

Y si no es así, ¿quién me desmentirá ahora, o reducirá a nada mis palabras?

¿A quién has anunciado palabras, y de quién es el espíritu que de ti sale?

Los príncipes detenían sus palabras; ponían la mano sobre su boca;

Después de mis palabras no hablaban de nuevo, y sobre ellos caía gota a gota mi discurso.

en lugar de trigo me nazcan espinos, y abrojos en lugar de cebada. Se acaban las palabras de Job.

He aquí yo he esperado a vuestras palabras, he escuchado vuestros argumentos, entre tanto que buscábais palabras.

os presté además mucha atención. He aquí, no hubo ninguno que refutara a Job, ninguno de vosotros que respondiera a sus palabras.

Ahora bien, él no dirigió a mí sus palabras, ni yo le responderé con vuestras razones.

Se espantaron, no respondieron más; se les fueron las palabras.

Porque lleno estoy de palabras, y el espíritu de mi vientre me constriñe.

Por tanto, Job, oye ahora mis razones, y escucha todas mis palabras.

Mis palabras {proceden de} la rectitud de mi corazón, y con sinceridad mis labios hablan lo que saben.

Si pudieres, respóndeme; dispón tus palabras, estás delante de mí.

De cierto tú dijiste a oídos míos, y yo oí la voz de tus palabras que decían:

¿Por qué tomaste pleito contra él? Porque él no contestará todas sus palabras.

Y si tuvieres palabras, respóndeme; habla, porque yo te quiero justificar.

Oíd, sabios, mis palabras; y vosotros, doctos, estadme atentos.

Porque el oído prueba las palabras, como el paladar gusta para comer.

Si pues hay en ti entendimiento, oye esto: Escucha la voz de mis palabras.

Porque a su pecado añadió rebelión; bate las manos entre nosotros, y contra Dios multiplica sus palabras.

¿Acaso te hará muchas súplicas, o te hablará palabras sumisas?

Y aconteció que después que habló el SEÑOR estas palabras a Job, el SEÑOR dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros, porque no habéis hablado por mí con rectitud, como mi siervo Job.

Escucha, oh SEÑOR, mis palabras. Considera la meditación mía.

Sigaión de David, que cantó á Jehová sobre las palabras de Cus, hijo de Benjamín. JEHOVA Dios mío, en ti he confiado: Sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame;

Al Músico principal: Salmo de David, siervo de Jehová, el cual profirió á Jehová las palabras de este cántico el día que le libró Jehová de mano de todos sus enemigos, y de mano de Saúl. Entonces dijo: AMARTE he, oh Jehová, fortaleza mía.

Este es el camino de los insensatos, y de los que después de ellos aprueban sus palabras. (Selah)

Has amado toda suerte de palabras perniciosas, engañosa lengua.

Escucha mi oración, oh Dios, presta oído a las palabras de mi boca.

Ablandan más que manteca su boca, pero guerra hay en su corazón; enternecen sus palabras más que el aceite, mas ellas son espadas.

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