14369 casos

'Que' en la Biblia

Y otro ángel vino, y se paró delante del altar, teniendo un incensario de oro; y le fue dado mucho incienso de las oraciones de todos los santos para que los pusiera sobre el altar de oro, el cual está delante del trono.

Y el cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas; de tal manera que se oscureció la tercera parte de ellos, y no alumbraba la tercera parte del día, y lo mismo de la noche.

Y miré, y oí un ángel volar por medio del cielo, diciendo a alta voz: ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡De los que moran en la tierra, por causa de las otras voces de trompeta de los tres ángeles que han de tocar sus trompetas!

Y el quinto ángel tocó la trompeta; y vi una estrella que cayó del cielo en la tierra; y le fue dada la llave del pozo sin fondo del abismo.

Y les fue mandado que no hicieran daño a la hierba de la tierra, ni a ninguna cosa verde, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tienen la señal de Dios en sus frentes.

Y les fue dado que no los mataran, sino que los atormentaran cinco meses. Y su tormento era como tormento de escorpión, cuando hiere al hombre.

Y tenían corazas como corazas de hierro; y el estruendo de sus alas, como el ruido de carros, que con muchos caballos corren a la batalla.

diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata los cuatro ángeles que están atados en el gran río Eufrates.

Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban aparejados para la hora y el día y el mes y el año, para matar la tercera parte de los hombres.

Y así vi los caballos en la visión; y los que estaban sentados sobre ellos tenían corazas de fuego, de jacinto, y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de la boca de ellos salía fuego, humo y azufre.

De estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres: del fuego, y del humo, y del azufre que salían de la boca de ellos.

Porque su potencia está en su boca y en sus colas. Porque sus colas eran semejantes a serpientes que tienen cabezas, y por ellas dañan.

Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, no se enmendaron de las obras de sus manos, para que no adoraran a los demonios, y a las imágenes de oro, y de plata, y de metal, y de piedra, y de madera; las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar.

Y cuando los siete truenos hubieron hablado sus voces, yo iba a escribir, y oí una voz del cielo, que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han hablado, y no las escribas.

y juró por el que vive para siempre jamás, que ha creado el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no será más;

Y oí una voz del cielo que hablaba otra vez conmigo, y me decía: Anda ve, y toma el libro abierto en la mano del ángel que está sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diera el librito; y él me dijo: Toma, y trágalo; y él te hará amargar tu vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Y él me dice: Necesario es que otra vez profetices referente a muchos pueblos y naciones y lenguas y reyes.

Y echa fuera el patio que está dentro del templo, y no lo midas, porque es dado a los gentiles; y hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.

Estas son las dos olivas, y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra.

Y si alguno les quisiere dañar, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno les quisiere hacer daño, es necesario que él sea así muerto.

Estos tienen potestad de cerrar el cielo, que no llueva en los días de su profecía, y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quisieren.

Y sus cuerpos serán echados en las plazas de la gran ciudad, que espiritualmente es llamada Sodoma, y Egipto; donde también nuestro Señor fue colgado en el madero.

Y los de los linajes, y de los pueblos, y de las lenguas, y de los gentiles verán los cuerpos de ellos por tres días y medio, y no permitirán que sus cuerpos sean puestos en sepulcros.

Y los moradores de la tierra se gozarán sobre ellos, y se alegrarán, y se enviarán dones los unos a los otros; porque estos dos profetas han atormentado a los que moran sobre la tierra.

Y después de tres días y medio, el Espíritu de vida, enviado de Dios entró en ellos, y se alzaron sobre sus pies, y vino gran temor sobre los que los vieron.

Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron.

Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,

Y los gentiles se han airado, y tu ira es venida, y el tiempo de los muertos para que sean juzgados, y para que des el galardón a tus siervos los profetas, y a los santos, y a los que temen tu Nombre, a los pequeñitos y a los grandes, y para que destruyas los que destruyen la tierra.

Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las echó en tierra. Y el dragón se paró delante de la mujer que estaba de parto, a fin de devorar a su hijo cuando hubiera nacido.

Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar aparejado de Dios, para que allí la mantengan mil doscientos sesenta días.

Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! Porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.

Y cuando vio el dragón que él había sido derribado en tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz el hijo varón.

Y fueron dadas a la mujer dos alas del gran águila, para que de la presencia de la serpiente volara al desierto a su lugar, donde es mantenida por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.

Y la tierra ayudó a la mujer; y la tierra abrió su boca, y sorbió el río que había echado el dragón de su boca.

Y yo me paré sobre la arena del mar, y vi una bestia subir del mar, que tenía siete cabezas y diez cuernos; y sobre sus cuernos diez diademas; y sobre las cabezas de ella nombre de blasfemia.

Y la bestia que vi, era semejante a un leopardo, y sus pies como pies de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder, y su trono, y gran potestad.

Y adoraron al dragón que había dado la potestad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién es semejante a la bestia, y quién podrá lidiar con él?

Y le fue dada boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y le fue dada potencia de obrar cuarenta y dos meses.

Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su Nombre, y su Tabernáculo, y los que moran en el cielo.

El que lleva en cautividad, va en cautividad; el que a espada matare, es necesario que a espada sea muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos.

Y engaña a los moradores de la tierra por las señales que le ha sido dado hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que hagan una imagen de la bestia que tiene la herida de espada, y vivió.

y que ninguno pueda comprar o vender, sino el que tiene la marca, o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.

Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia; porque el número es de hombre, y el número de él es seiscientos sesenta y seis.

Y oí una voz del cielo como ruido de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y oí una voz de tañedores de arpas que tañían con sus arpas.

Y miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro, y en su mano una hoz aguda.

Y otro ángel salió del templo, clamando con alta voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar te es venida, porque la mies de la tierra está seca.

Y el que estaba sentado sobre la nube echó su hoz sobre la tierra, y la tierra fue segada.

Y otro ángel salió del altar, el cual tenía poder sobre el fuego, y clamó con gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra; porque están maduras sus uvas.

Y vi así como un mar de vidrio mezclado con fuego; y vi los que habían alcanzado la victoria de la bestia, y de su imagen, y de su marca, y del número de su nombre, estar sobre el mar semejante al vidrio, teniendo las arpas de Dios.

Y salieron del Templo los siete ángeles, que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y blanco, y ceñidos alrededor de los pechos con cintos de oro.

Y fue el templo lleno de humo por la majestad de Dios, y por su potencia; y ninguno podía entrar en el templo, hasta que fueran consumadas las siete plagas de los siete ángeles.

Y oí al ángel de las aguas, que decía: Señor, tú eres justo, que eres y que eras el Santo, porque has juzgado estas cosas;

Y oí a otro del altar, que decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.

Y el cuarto ángel derramó su copa contra el sol, y le fue dado que afligiera a los hombres con calor por fuego.

Entonces fueron hechos relámpagos y voces y truenos; y hubo un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no fue jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.

Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo, diciéndome: Ven, y te mostraré la condenación de la gran ramera, la cual está sentada sobre muchas aguas;

con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los que moran en la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación.

Y me llevó en el espíritu al desierto; y vi una mujer sentada sobre una bestia de color de grana, que estaba llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos.

Y el ángel me dijo: ¿Por qué te maravillas? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene siete cabezas y diez cuernos.

La bestia que has visto, fue, y ya no es; y ha de subir del abismo, y ha de ir a perdición; y los moradores de la tierra, (cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo,) se maravillarán viendo la bestia que era, y no es, aunque es.

Y aquí hay sentido que tiene sabiduría. Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se asienta la mujer.

Y son siete reyes. Los cinco son caídos; el uno es; el otro aun no es venido; y cuando fuere venido, es necesario que dure breve tiempo.

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