97 casos en 6 traducciones

'Sacerdotes' en la Biblia

cómo entró en la Casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no le era lícito comer, ni a los que estaban con él, sino sólo a los sacerdotes?

Mas los príncipes de los sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! Se indignaron,

Y como vino al Templo, se acercaron a él cuando estaba enseñando, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo, diciendo: ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te dio esta autoridad?

Oyendo los príncipes de los sacerdotes y los fariseos sus parábolas, entendieron que hablaba de ellos.

Entonces los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos del pueblo se juntaron en el patio del sumo sacerdote, el cual se llamaba Caifás;

Y hablando aún él, he aquí Judas, uno de los doce, vino, y con él muchas personas con espadas y bastones, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los ancianos del pueblo.

Mas los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, persuadieron al pueblo que pidiera a Barrabás, y a Jesús matara.

Y el siguiente día, que es el segundo día de la preparación, se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los fariseos a Pilato,

Y yendo ellas, he aquí unos de la guardia vinieron a la ciudad, y dieron aviso a los príncipes de los sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido.

cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y aun dio a los que con él estaban?

He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes, y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;

Y volvieron a Jerusalén; y andando él por el Templo, vienen a él los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos;

Y dos días después era la Pascua y los días de los panes sin levadura; y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas cómo le prenderían por engaño, y le matarían.

Y luego, aún hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos.

Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban algún testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban.

Y de esta manera también los príncipes de los sacerdotes escarneciendo, decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.

siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.

cómo entró en la Casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, y comió, y dio también a los que estaban con él, a los cuales no era lícito comer, sino sólo a los sacerdotes?

Y aconteció un día, que enseñando él al pueblo en el Templo, y anunciando el Evangelio, llegaron los príncipes de los sacerdotes y los escribas, con los ancianos;

Y uno de ellos hirió al siervo del príncipe de los sacerdotes, y le quitó la oreja derecha.

Y Jesús dijo a los que habían venido a él, a los príncipes de los sacerdotes, y a los capitanes del Templo, y a los ancianos: ¿Cómo a ladrón habéis salido con espadas y con bastones?

Y prendiéndole le trajeron, y le metieron en casa del príncipe de los sacerdotes. Y Pedro le seguía de lejos.

Y Pilato dijo a los príncipes de los sacerdotes, y a la multitud: Ninguna culpa hallo en este hombre.

Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuera colgado de un madero. Y las voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecían.

Los fariseos oyeron al pueblo que murmuraba de él estas cosas; y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos enviaron servidores que le prendieran.

Y los servidores vinieron a los sumo sacerdotes y a los fariseos; y ellos les dijeron: ¿Por qué no le trajisteis?

Y los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado mandamiento, que si alguno se enteraba dónde estaba, lo manifestara, para que le prendieran.

Judas pues tomando una compañía de soldados, y ministros de los sumos sacerdotes y de los fariseos, vino allí con linternas y antorchas, y con armas.

Y como le vieron los príncipes de los sacerdotes, y los servidores, dieron voces diciendo: Cuélguenle de un madero, cuélguenle de un madero. Les dice Pilato: Tomadle vosotros, y colgadle del madero; porque yo no hallo en él crimen.

Pero ellos dieron voces: Quita, quita, cuélguenle de un madero. Les dice Pilato: ¿A vuestro Rey he de colgar de un madero? Respondieron los sumos sacerdotes: No tenemos rey sino a César.

Y decían a Pilato los sumos sacerdotes de los judíos: No escribas, Rey de los Judíos; sino, que él dijo: YO SOY Rey de los Judíos.

Y hablando ellos al pueblo, sobrevinieron los sacerdotes, y el magistrado del Templo, y los saduceos,

y Anás, príncipe de los sacerdotes, y Caifás, y Juan y Alejandro, y todos los que eran del linaje sacerdotal;

Y sueltos, vinieron a los suyos, y contaron todo lo que los príncipes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho.

Y cuando hubieron oído esto, entraron de mañana en el Templo, y enseñaban. Entre tanto, viniendo el príncipe de los sacerdotes, y los que estaban con él, convocaron el concilio, y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fueran traídos.

Y cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el capitán del Templo y los príncipes de los sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello.

Y cuando los trajeron, los presentaron en el concilio; y el príncipe de los sacerdotes les preguntó,

Y Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al príncipe de los sacerdotes,

y aun aquí tiene facultad de los príncipes de los sacerdotes de prender a todos los que invocan tu Nombre.

Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este Nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos a los príncipes de los sacerdotes?

(Y había siete hijos de un tal Esceva, judío, príncipe de los sacerdotes, que hacían esto.)

como también el príncipe de los sacerdotes me es testigo, y todos los ancianos; de los cuales también tomando letras a los hermanos, iba a Damasco para traer presos a Jerusalén aun a los que estuvieran allí, para que fueran castigados.

Y al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por qué era acusado de los judíos, le soltó de las prisiones, y mandó venir a los príncipes de los sacerdotes, y a todo su concilio; y sacando a Pablo, le presentó delante de ellos.

El príncipe de los sacerdotes, Ananías, mandó entonces a los que estaban delante de él, que le hirieran en la boca.

los cuales se fueron al príncipe de los sacerdotes y a los ancianos, y dijeron: Nosotros hemos hecho voto de anatema, que no hemos de gustar nada hasta que hayamos matado a Pablo.

Y cinco días después descendió el príncipe de los sacerdotes, Ananías, con algunos de los ancianos, y un cierto Tértulo, orador; y comparecieron delante del gobernador contra Pablo.

Y vinieron a él el príncipe de los sacerdotes y los principales de los judíos contra Pablo; y le rogaron,

sobre el cual, cuando fui a Jerusalén, vinieron a mí los príncipes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo venganza contra él;

lo cual también hice en Jerusalén, y yo encerré en cárceles a muchos de los santos, recibida potestad de los príncipes de los sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto.

En lo cual ocupado, yendo a Damasco con potestad y comisión de los príncipes de los sacerdotes,

Porque es evidente que nuestro Señor descendió de Judá, una tribu de la cual Moisés no dijo nada tocante a sacerdotes.

porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; mas éste, con juramento por el que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá, que Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.

Porque la ley constituye sacerdotes a hombres débiles; mas la palabra del juramento después de la ley, al Hijo, hecho perfecto eternalmente.

Así que si estuviera sobre la tierra, ni aun sería sacerdote, estando aún los otros sacerdotes que ofrecen los presentes según la Ley.

Y con estas cosas así ordenadas, en el primer Tabernáculo siempre entraban los sacerdotes para hacer los oficios de los sacrificios.

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