'Se' en la Biblia
- 1.Gé 1:2-Gé 29:27
- 2.Gé 29:34-Éx 5:22
- 3.Éx 7:9-Éx 32:14
- 4.Éx 32:22-Levítico 14:7
- 5.Levítico 14:8-Números 5:27
- 6.Números 5:29-Deuteronomio 2:14
- 7.Deuteronomio 2:16-Deuteronomio 32:35
- 8.Deuteronomio 32:36-Jueces 7:2
- 9.Jueces 7:3-1 Samuel 3:13
- 10.1 Samuel 3:18-1 Samuel 24:22
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- 12.2 Samuel 19:18-1 Reyes 13:3
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- 15.2 Crónicas 9:11-Esdras 3:2
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- 29.Ezequiel 28:15-Daniel 5:11
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- 33.Mateo 11:11-Mateo 25:8
- 34.Mateo 25:10-Marcos 8:38
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- 39.Hechos 7:39-Hechos 21:6
- 40.Hechos 21:18-1 Corintios 7:33
- 41.1 Corintios 7:36-1 Tesalonicenses 1:8
- 42.1 Tesalonicenses 2:4-Santiago 5:8
- 43.1 Pedro 1:24-Apocalipsis 21:1
Y mientras que ellas iban á comprar, vino el esposo; y las que estaban apercibidas, entraron con él á las bodas; y se cerró la puerta.
Y á éste dió cinco talentos, y al otro dos, y al otro uno: á cada uno conforme á su facultad; y luego se partió lejos.
Y el que había recibido cinco talentos se fué, y granjeó con ellos, é hizo otros cinco talentos.
Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria.
Sabéis que dentro de dos días se hace la pascua, y el Hijo del hombre es entregado para ser crucificado.
Entonces los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos del pueblo se juntaron al patio del pontífice, el cual se llamaba Caifás;
Y decían: No en el día de la fiesta, porque no se haga alboroto en el pueblo.
Lo cual viendo sus discípulos, se enojaron, diciendo: ¿Por qué se pierde esto?
Porque esto se podía vender por gran precio, y darse á los pobres.
Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fué á los príncipes de los sacerdotes,
Y como fué la tarde del día, se sentó á la mesa con los doce.
Entonces llegó Jesús con ellos á la aldea que se llama Gethsemaní, y dice á sus discípulos: Sentaos aquí, hasta que vaya allí y ore.
Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando, y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este vaso; empero no como yo quiero, sino como tú.
¿Cómo, pues, se cumplirían las Escrituras, que así conviene que sea hecho?
Mas todo esto se hace, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos huyeron, dejándole.
Y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se llegaban; mas á la postre vinieron dos testigos falsos,
Y Pedro estaba sentado fuera en el patio: y se llegó á él una criada, diciendo: Y tú con Jesús el Galileo estabas.
Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices.
Y se acordó Pedro de las palabras de Jesús, que le dijo: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliéndose fuera, lloró amargamente.
Diciendo: Yo he pecado entregando la sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué se nos da á nosotros? Viéras lo tú.
Y arrojando las piezas de plata en el templo, partióse; y fué, y se ahorcó.
Entonces se cumplió lo que fué dicho por el profeta Jeremías, que dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, que fué apreciado por los hijos de Israel;
Y no le respondió ni una palabra; de tal manera que el presidente se maravillaba mucho,
Y tenían entonces un preso famoso que se llamaba Barrabás.
Y juntos ellos, les dijo Pilato; ¿Cuál queréis que os suelte? ¿á Barrabás ó á Jesús que se dice el Cristo?
Pilato les dijo: ¿Qué pues haré de Jesús que se dice el Cristo? Dícenle todos: Sea crucificado.
Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo veréis lo vosotros.
Y saliendo, hallaron á un Cireneo, que se llamaba Simón: á éste cargaron para que llevase su cruz.
Y como llegaron al lugar que se llamaba Gólgotha, que es dicho, El lugar de la calavera,
Y después que le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando suertes: para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta: Se repartieron mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.
Y he aquí, el velo del templo se rompió en dos, de alto á bajo: y la tierra tembló, y las piedras se hendieron;
Y abriéronse los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús: entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo.
Y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña: y revuelta una grande piedra á la puerta del sepulcro, se fué.
Y el siguiente día, que es después de la preparación, se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos á Pilato,
Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; porque no vengan sus discípulos de noche, y le hurten, y digan al pueblo: Resucitó de los muertos. Y será el postrer error peor que el primero.
Y de miedo de él los guardas se asombraron, y fueron vueltos como muertos.
Y respondiendo el ángel, dijo á las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis á Jesús, que fué crucificado.
He aquí, Jesús les sale al encuentro, diciendo: Salve. Y ellas se llegaron y abrazaron sus pies, y le adoraron.
Mas los once discípulos se fueron á Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado.
Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene potestad, y no como los escribas.
Diciendo: Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido á destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.
Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun á los espíritus inmundos manda, y le obedecen?
Y cuando fué la tarde, luego que el sol se puso, traían á él todos los que tenían mal, y endemoniados;
Y toda la ciudad se juntó á la puerta.
Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche, salió y se fué á un lugar desierto, y allí oraba.
Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano, y le tocó, y le dice: Quiero, sé limpio.
Y así que hubo él hablado, la lepra se fué luego de aquél, y fué limpio.
Y ENTRO otra vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa.
Y luego se juntaron á él muchos, que ya no cabían ni aun á la puerta; y les predicaba la palabra.
Entonces él se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron á Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto.
Nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo; de otra manera el mismo remiendo nuevo tira del viejo, y la rotura se hace peor.
Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.
Mas Jesús se apartó á la mar con sus discípulos: y le siguió gran multitud de Galilea, y de Judea.
Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
Y si Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere dividido, no puede permanecer; antes tiene fin.
Y OTRA vez comenzó á enseñar junto á la mar, y se juntó á él mucha gente; tanto, que entrándose él en un barco, se sentó en la mar: y toda la gente estaba en tierra junto á la mar.
Mas salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó.
Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo, oigan y no entiendan: porque no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.
Mas no tienen raíz en sí, antes son temporales, que en levantándose la tribulación ó la persecución por causa de la palabra, luego se escandalizan.
Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
Y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece como él no sabe.
Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega es llegada.
Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra;
Mas después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las legumbres, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo puedan morar bajo su sombra.
Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las olas en el barco, de tal manera que ya se henchía.
Y luego Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en la mar; los cuales eran como dos mil; y en la mar se ahogaron.
Y comenzaron á rogarle que se fuese de los términos de ellos.
Y se fué, y comenzó á publicar en Decápolis cuan grandes cosas Jesús había hecho con él: y todos se maravillaban.
Y pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte, se juntó á él gran compañía; y estaba junto á la mar.
Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vió, se postró á sus pies,
Y luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.
Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.
Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente.
Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años. Y se espantaron de grande espanto.
¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, y de José, y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros, sus hermanas? Y se escandalizaban en él.
Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.
Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el que bautizaba, ha resucitado de los muertos, y por tanto, virtudes obran en él.
Y el rey se entristeció mucho; mas á causa del juramento, y de los que estaban con él á la mesa, no quiso desecharla.
Y los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.
Y se fueron en un barco al lugar desierto aparte.
Y los vieron ir muchos, y le conocieron; y concurrieron allá muchos á pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron á él.
Y se recostaron por partidas, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.
Y comieron todos, y se hartaron.
Y después que los hubo despedido, se fué al monte á orar.
Porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Alentaos; yo soy, no temáis.
Y subió á ellos en el barco, y calmó el viento: y ellos en gran manera estaban fuera de sí, y se maravillaban:
Y SE juntaron á él los Fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalem;
(Porque los Fariseos y todos los Judíos, teniendo la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen. Y otras muchas cosas hay, que tomaron para guardar, como las lavaduras de los vasos de beber, y de los jarros, y de los vasos de metal, y de los lechos.)
Y levantándose de allí, se fué á los términos de Tiro y de Sidón; y entrando en casa, quiso que nadie lo supiese; mas no pudo esconderse.
Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se echó á sus pies.
Y mirando al cielo, gimió, y le dijo: Ephphatha: que es decir: Sé abierto.
Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo: hace á los sordos oir, y á los mudos hablar.
Entonces mandó á la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dió á sus discípulos que los pusiesen delante: y los pusieron delante á la multitud.
Y comieron, y se hartaron: y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete espuertas.
Y gimiendo en su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal á esta generación.
Y dejándolos, volvió á entrar en el barco, y se fué de la otra parte.
Y se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en el barco.
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
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