100 casos en 6 traducciones

'Setenta' en la Biblia

Y vivió Cainán setenta años, y engendró a Mahalaleel.

Y fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años; y murió.

Y vivió Taré setenta años, y engendró a Abram, y a Nacor, y a Harán.

Y se fue Abram, como el SEÑOR le dijo; y fue con él Lot; y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.

Y los hijos de José, que le nacieron en Egipto, dos personas. Todas las almas de la casa de Jacob, que entraron en Egipto, fueron setenta.

Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los días de los embalsamados, y lo lloraron los egipcios setenta días.

Y todas las almas de los que salieron del muslo de Jacob, fueron setenta. Y José estaba en Egipto.

Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmas; y se asentaron allí junto a las aguas.

Y dijo a Moisés: Sube al SEÑOR, tú, y Aarón, Nadab, y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y os inclinaréis desde lejos.

Y la plata de los contados de la congregación fue cien talentos, y mil setecientos setenta y cinco siclos, según el siclo del santuario:

Y de los mil setecientos setenta y cinco siclos hizo los capiteles de las columnas, y recubrió sus cabezas, y las ciñó.

Y el bronce de la ofrenda fue setenta talentos, y dos mil cuatrocientos siclos;

los contados de ellos, de la tribu de Judá, setenta y cuatro mil seiscientos.

Su hueste, con los contados de ellos, setenta y cuatro mil seiscientos.

Y todos los primogénitos varones, conforme a la cuenta de los nombres, de un mes arriba, conforme a su cuenta fueron veintidós mil doscientos setenta y tres.

Y por los rescates de los doscientos setenta y tres de los primogénitos de los hijos de Israel que exceden a los levitas;

Y fue su ofrenda un plato de plata de peso de ciento treinta siclos, y un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente;

Ofreció por su ofrenda un plato de plata de ciento treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente;

Y su ofrenda, un plato de plata de ciento treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente;

Y su ofrenda, un plato de plata de ciento treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente;

Y su ofrenda, un plato de plata de ciento treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente;

Y su ofrenda, un plato de plata de ciento treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente;

Y su ofrenda, un plato de plata de ciento treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente;

Y su ofrenda, un plato de plata de ciento treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente;

Y su ofrenda, un plato de plata de ciento treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente;

Y su ofrenda, un plato de plata de ciento treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente;

Y su ofrenda, un plato de plata de ciento treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente;

Y su ofrenda, un plato de plata de ciento treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente;

Cada plato de ciento treinta siclos, cada jarro de setenta; toda la plata de los vasos, dos mil cuatrocientos siclos, al siclo del santuario.

Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Júntame setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus príncipes; y tráelos a la puerta del tabernáculo del testimonio, y esperen allí contigo.

Y salió Moisés, y dijo al pueblo las palabras del SEÑOR; y juntó a los setenta varones de los ancianos del pueblo, y los hizo estar alrededor del tabernáculo.

Entonces el SEÑOR descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo dio a los setenta varones ancianos; y fue que, al reposar sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron.

Estas son las familias de Judá, por sus contados, setenta y seis mil quinientos.

Y fue la presa, el resto de la presa que tomaron los hombres de guerra, seiscientas setenta y cinco mil ovejas,

Y de los bueyes, treinta y seis mil; y de ellos el tributo para el SEÑOR, setenta y dos.

Y de los asnos, treinta mil y quinientos: y de ellos el tributo para Jehová, setenta y uno.

Y partiendo de Mara, vinieron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmas; y acamparon allí.

Con setenta almas descendieron tus padres a Egipto; y ahora el SEÑOR te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud.

Entonces dijo Adoni-bezec: Setenta reyes, con los pulgares de sus manos y de sus pies cortados cogían las migajas debajo de mi mesa; como yo lo hice, así me ha pagado Dios. Y le metieron en Jerusalén, donde murió.

y tomó a un joven de los de Sucot, y preguntándole, él le dio por escrito los principales de Sucot y sus ancianos, setenta y siete varones.

Y tuvo Gedeón setenta hijos que salieron de su muslo, porque tuvo muchas mujeres.

Yo os ruego que habléis a oídos de todos los señores de Siquem: ¿Qué os parece por mejor, que os señoreen setenta hombres, todos los hijos de Jerobaal; o que os señoree un varón? Acordaos que yo soy hueso vuestro, y carne vuestra.

Y le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-berit, con los cuales Abimelec alquiló varones vacíos y livianos, que le siguieron.

Y viniendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos los hijos de Jerobaal, setenta varones, sobre una piedra; mas quedó Jotam, el más pequeño hijo de Jerobaal, que se escondió.

y vosotros os levantasteis hoy contra la casa de mi padre, y matasteis a sus hijos, setenta varones, sobre una piedra; y habéis puesto por rey sobre los señores de Siquem a Abimelec, hijo de su criada, por cuanto es vuestro hermano);

para que el agravio de los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, viniera a ponerse sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los señores de Siquem que corroboraron las manos de él para matar a sus hermanos.

Este tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que cabalgaban sobre setenta asnos; y juzgó a Israel ocho años.

Entonces hirió Dios de los de Bet-semes, porque habían mirado el arca del SEÑOR; hirió en el pueblo setenta varones y cincuenta mil hombres. Y el pueblo se puso de luto, porque el SEÑOR había herido al pueblo de tan gran plaga.

Y envió el SEÑOR pestilencia en Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado; y murieron del pueblo, desde Dan hasta Beerseba, setenta mil hombres.

Tenía también Salomón setenta mil que llevaban las cargas, y ochenta mil cortadores en el monte;

Y tenía Acab en Samaria setenta hijos; y escribió letras Jehú, y las envió a Samaria a los príncipes de Jezreel, a los ancianos y a los ayos de Acab, diciendo:

El entonces les escribió la segunda vez diciendo: Si sois míos, y queréis escuchar mi voz, tomad las cabezas de los varones hijos de vuestro señor, y venid mañana a estas horas a mí a Jezreel. Y los hijos del rey, setenta varones, estaban con los principales de la ciudad, que los criaban.

Y cuando las letras llegaron a ellos, tomaron a los hijos del rey, y degollaron setenta varones, y pusieron sus cabezas en canastillos, y se las enviaron a Jezreel.

Y se halló en todo Israel que sacaban espada, once veces cien mil; y de Judá cuatrocientos setenta mil hombres que sacaban espada.

Así el SEÑOR dio pestilencia en Israel, y cayeron de Israel setenta mil hombres.

Y contó Salomón setenta mil hombres que llevaran cargas, y ochenta mil hombres que cortaran en el monte, y tres mil seiscientos que los gobernaran.

Y señaló de ellos setenta mil para llevar cargas, y ochenta mil que cortaran piedra en el monte, y tres mil seiscientos por sobrestantes para hacer trabajar al pueblo.

Y fue el número de los holocaustos que trajo la congregación, setenta bueyes, cien carneros, doscientos corderos; todo para el holocausto del SEÑOR.

para que se cumpliera la palabra del SEÑOR por la boca de Jeremías, hasta que la tierra cumpliera sus sábados; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.

Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos;

Los sacerdotes: los hijos de Jedaías, de la casa de Jesúa, novecientos setenta y tres;

Los levitas: los hijos de Jesúa y de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro.

de los hijos de Elam, Jesaías, hijo de Atalías, y con él setenta varones;

y de los hijos de Bigvai, Utai y Zabud, y con ellos setenta varones.

Los que habían venido de la cautividad, los hijos de la transmigración, ofrecieron holocaustos al Dios de Israel, doce becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, doce machos cabríos como pecado; todo en holocausto al SEÑOR.

Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos;

Los sacerdotes: los hijos de Jedaía, de la casa de Jesúa, novecientos setenta y tres;

Los levitas: los hijos de Jesúa, de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro.

Todos los hijos de Phares que moraron en Jerusalem, fueron cuatrocientos setenta y ocho hombres fuertes.

Y los porteros, Acub, Talmón, y sus hermanos, guardas en las puertas, ciento setenta y dos.

Y los otros judíos que estaban en las provincias del rey, también se juntaron y se pusieron en defensa de su vida, y tuvieron reposo de sus enemigos, y mataron de sus enemigos setenta y cinco mil; mas en el despojo no metieron su mano.

Y acontecerá en aquel día, que Tiro será puesta en olvido por setenta años, como días de un rey. Después de los setenta años, cantará Tiro canción como de ramera.

Y acontecerá, que al fin de los setenta años visitará el SEÑOR a Tiro; y se tornará a su ganancia; y otra vez fornicará con todos los reinos de la tierra sobre la faz de la tierra.

Y toda esta tierra será puesta en soledad, en espanto; y servirán estos gentiles al rey de Babilonia setenta años.

Y será que, cuando fueren cumplidos los setenta años, visitaré sobre el rey de Babilonia y sobre aquella gente su iniquidad, dijo el SEÑOR, y sobre la tierra de los caldeos; y yo la pondré en desiertos para siempre.

Porque así dijo el SEÑOR: Cuando en Babilonia se cumplieren los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para tornaros a este lugar.

Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la Casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán estaba en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y del sahumerio subía espesura de niebla.

Y el edificio que estaba delante del apartamiento al lado hacia el occidente era de setenta codos; y la pared del edificio, de cinco codos de anchura alrededor, y noventa codos de largo.

en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años, del cual habló el SEÑOR al profeta Jeremías, que había de concluir la asolación de Jerusalén en setenta años.

En una semana (son ya setenta) confirmará el pacto por muchos, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y el presente; y a causa de la multitud de las abominaciones vendrá desolamiento, hasta que perfecto acabamiento se derrame sobre el pueblo abominable.

Y respondió el ángel del SEÑOR, y dijo: Oh SEÑOR de los ejércitos, ¿hasta cuándo tendrás piedad de Jerusalén, y de las ciudades de Judá, con las cuales has estado airado por espacio de setenta años?

Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí?

Y enviando José, hizo venir a su padre Jacob, y a toda su parentela, en número de setenta y cinco personas.

Y llamados dos centuriones, les mandó que apercibieran doscientos soldados, que fueran hasta Cesarea, y setenta de a caballo con los doscientos lanceros, que lo acompañaran desde la hora tercera de la noche.

Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis.

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