'Sinaí' en la Biblia
Y partiendo de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del mes segundo después que salieron de la tierra de Egipto.
En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en ese mismo día llegaron al desierto de Sinaí.
Porque partieron de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte.
Y estén apercibidos para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá, a ojos de todo el pueblo, sobre el monte de Sinaí.
Y todo el monte de Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego: y el humo de él subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremeció en gran manera.
Y descendió Jehová sobre el monte de Sinaí, sobre la cumbre del monte: y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.
Y Moisés dijo a Jehová: El pueblo no podrá subir al monte de Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala términos al monte, y santifícalo.
Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días: y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube.
Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.
Apercíbete, pues, para mañana, y sube por la mañana al monte de Sinaí, y preséntate allí ante mí, sobre la cumbre del monte.
Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó por la mañana, y subió al monte de Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra.
Y aconteció, que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, mientras descendía del monte, no sabía él que la tez de su rostro resplandecía, después que hubo con Él hablado.
Y después se acercaron todos los hijos de Israel, a los cuales mandó todas las cosas que Jehová le había dicho en el monte de Sinaí.
la cual Jehová mandó a Moisés, en el monte de Sinaí, el día que mandó a los hijos de Israel que ofreciesen sus ofrendas a Jehová en el desierto de Sinaí.
Éstos son los decretos, derechos y leyes que estableció Jehová entre sí y los hijos de Israel en el monte de Sinaí por mano de Moisés.
Éstos son los mandamientos que ordenó Jehová a Moisés, para los hijos de Israel, en el monte de Sinaí.
Y Jehová habló a Moisés en el desierto de Sinaí, en el tabernáculo de la congregación, en el primer día del mes segundo, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, diciendo:
como Jehová lo había mandado a Moisés; y los contó en el desierto de Sinaí.
Y éstas son las generaciones de Aarón y de Moisés, desde que Jehová habló a Moisés en el monte de Sinaí.
Mas Nadab y Abiú murieron delante de Jehová, cuando ofrecieron fuego extraño delante de Jehová, en el desierto de Sinaí: y no tuvieron hijos: y Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio delante de Aarón su padre.
Y Jehová habló a Moisés en el desierto de Sinaí, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, en el mes primero, diciendo:
E hicieron la pascua en el mes primero, a los catorce días del mes, entre las dos tardes, en el desierto de Sinaí; conforme a todas las cosas que mandó Jehová a Moisés, así hicieron los hijos de Israel.
Y partieron los hijos de Israel del desierto de Sinaí según el orden de marcha; y la nube se detuvo en el desierto de Parán.
Y entre éstos ninguno hubo de los contados por Moisés y Aarón el sacerdote, los cuales contaron a los hijos de Israel en el desierto de Sinaí.
Es holocausto continuo, que fue hecho en el monte de Sinaí en olor grato, ofrenda encendida a Jehová.
Y dijo: Jehová vino de Sinaí, y de Seir les esclareció; resplandeció del monte de Parán, y vino con diez mil santos; a su diestra la ley de fuego para ellos.
Los montes se derritieron delante de Jehová, aun aquel Sinaí, delante de Jehová Dios de Israel.
Y sobre el monte de Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y les diste juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos:
La tierra tembló; también destilaron los cielos a la presencia de Dios; aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel.
Los carros de Dios son veinte mil, y más millares de ángeles. El Señor está entre ellos, como en el Sinaí, así en el santuario.
Y pasados cuarenta años, el Ángel del Señor le apareció en el desierto del monte Sinaí, en una llama de fuego en una zarza.
Éste es aquél que estuvo en la iglesia en el desierto con el Ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres; y recibió los oráculos de vida para dárnoslos:
Lo cual es una alegoría; porque éstos son los dos pactos; el uno del monte Sinaí, el cual engendra para servidumbre; el cual es Agar.
Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, que corresponde a la que ahora es Jerusalén, y está en servidumbre con sus hijos.