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'Su' en la Biblia

Y vosotros sabéis qué es lo que lo impide ahora, para que a su tiempo se manifieste.

Todos los que están debajo del yugo de servidumbre, tengan a sus señores por dignos de toda honra, para que no sea blasfemado el Nombre del Señor y su doctrina.

estando cierto que el tal es trastornado, y peca, siendo condenado de su propio juicio.

Entre tanto que se dice: Si oyereis HOY su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.

¿Y a cuáles juró que no entrarían en su Reposo, sino a aquellos que no obedecieron?

Temamos, pues, que alguna vez, dejando la promesa de la entrada en su Reposo, parezca alguno de vosotros haberse apartado.

Porque el que ha entrado en su Reposo, también él ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.

Porque la tierra que embebe el agua que muchas veces vino sobre ella, y que engendra hierba a su tiempo a aquellos de los cuales es labrada, recibe bendición de Dios.

porque aún Leví estaba en los lomos de su padre, cuando Melquisedec salió a recibirle.

El mandamiento precedente, cierto queda abolido por su flaqueza e inutilidad;

Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor de ellos hasta el mayor.

Tenía sin embargo el primero sus justificaciones del culto, y su santuario mundano.

Y sobre ella los querubines de la gloria que ponían su sombra sobre el asiento de la reconciliación, cosas de las cuales no se puede ahora hablar en detalle.

por el camino que él nos consagró nuevo, y vivo, por el velo, es a saber, por su carne,

Sabemos quién es el que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.

Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan su patria natural.

Porque salido el sol con ardor, la hierba se seca, y su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todos sus caminos.

Porque si alguno oye la Palabra, y no la pone por obra, este tal es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.

¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro Padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?

He aquí, nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y gobernamos todo su cuerpo.

Vuestro oro, y plata están corrompidos de orín, y su orín os será testimonio en contra, y comerá del todo vuestras carnes, como fuego. Habéis allegado tesoro para los postreros días.

(porque este justo, con ver y oír, morando entre ellos, afligía cada día su alma justa con los hechos de aquellos injustos);

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