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'Su' en la Biblia

Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo: porque tocó á Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo.

Y él pasó delante de ellos, y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano.

Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y a los niños, y dijo: ¿Quiénes son éstos {que vienen} contigo? Y él respondió: Son los hijos que Dios en su misericordia ha concedido a tu siervo.

Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso de la hacienda que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir.

Y Jacob partió a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado; por tanto llamó el nombre de aquel lugar Sucot.

Y compró una parte del campo, donde tendió su tienda, de mano de los hijos de Hamor, padre de Siquem, por cien corderas.

Y habló Siquem a Hamor su padre, diciendo: Tómame por mujer a esta joven.

Y oyó Jacob que Siquem había mancillado a Dina su hija; y estando sus hijos con su ganado en el campo, calló Jacob hasta que ellos vinieran.

"Así morarán con nosotros, y la tierra estará a su disposición. Habiten y comercien y adquieran propiedades en ella."

Siquem también dijo a su padre y a sus hermanos: Halle yo gracia en vuestros ojos, y daré lo que me dijereis.

Y respondieron los hijos de Jacob a Siquem y a Hamor su padre con engaño; y hablaron, por cuanto había mancillado a Dina su hermana.

Y no dilató el joven en hacer aquello, porque la hija de Jacob le había agradado; y él era el más honrado de toda la casa de su padre.

Entonces Hamor y Siquem su hijo vinieron a la puerta de su ciudad, y hablaron a los varones de su ciudad, diciendo:

Sus ganados, y su hacienda y todas sus bestias, serán nuestras; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros.

Y escucharon a Hamor y a Siquem su hijo todos los que salían por la puerta de la ciudad, y circuncidaron a todo varón, a cuantos salían por la puerta de su ciudad.

Y sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, los dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad animosamente, y mataron a todo varón.

Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de espada; y tomaron a Dina de casa de Siquem, y se fueron.

Y los hijos de Jacob vinieron a los muertos y saquearon la ciudad; por cuanto habían amancillado a su hermana.

y toda su hacienda; se llevaron cautivos a todos sus niños y sus mujeres, y robaron todo lo que había en casa.

Entregaron, pues, a Jacob todos los dioses extranjeros que {tenían} en su poder y los pendientes que {tenían} en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de la encina que {había} junto a Siquem.

y edificó allí un altar, y llamó el lugar El-betel, porque allí se le había aparecido Dios, cuando huía de su hermano.

Entonces murió Débora, ama de Rebeca, y fue sepultada a las raíces de Bet-el, debajo de un alcornoque; y se llamó su nombre Alón-bacut.

Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel.

Entonces Dios subió de su lado, en el lugar donde había hablado con él.

Y partieron de Bet-el, y había aún como media legua de tierra para llegar a Efrata, cuando dio a luz Raquel, y hubo trabajo en su parto.

Y aconteció, que como había trabajo en su parto, le dijo la partera: No temas, que también tendrás este hijo.

Y puso Jacob un título sobre su sepultura: éste es el título de la sepultura de Raquel hasta hoy.

Y salió Israel, y tendió su tienda más allá de la torre de Eder.

Y acaeció, morando Israel en aquella tierra, que fue Rubén y durmió con Bilha la concubina de su padre; lo cual oyó Israel. Y fueron los hijos de Israel doce:

Y vino Jacob a Isaac su padre a Mamre, a la ciudad de Arba, que es Hebrón, donde habitaron Abraham e Isaac.

Y Esaú tomó sus mujeres, y sus hijos, y sus hijas, y todas las personas de su casa, y sus ganados, y todas sus bestias, y toda su hacienda que había adquirido en la tierra de Canaán, y se fue a otra tierra de delante de Jacob su hermano.

Porque la hacienda de ellos era grande, y no podían habitar juntos, ni la tierra de su peregrinación los podía sostener a causa de sus ganados.

Y los hijos de Zibeón fueron Aja, y Aná. Este Aná es el que inventó los mulos en el desierto, cuando apacentaba los asnos de Zibeón su padre.

Bela, hijo de Beor, reinó en Edom: y el nombre de su ciudad fue Dinaba.

Y murió Bela, y reinó en su lugar Jobab, hijo de Zera, de Bosra.

Y murió Husam, y reinó por él Hadad, hijo de Bedad, el que hirió a Madián en el campo de Moab; y el nombre de su ciudad fue Avit.

Murió Saúl, y reinó en su lugar Baal-hanán, hijo de Acbor.

Y murió Baal-hanán, hijo de Acbor, y reinó por él Hadar en lugar suyo; y el nombre de su ciudad fue Pau; y el nombre de su mujer Mehetabel, hija de Matred, hija de Mezaab.

El duque Magdiel, y el duque Iram. Estos fueron los duques de Edom por sus habitaciones en la tierra de su heredad. Este es el Esaú, padre de Edom.

Y habitó Jacob en la tierra donde peregrinó su padre, en la tierra de Canaán.

Estas fueron las generaciones de Jacob. José, siendo de edad de diecisiete años apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha, y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos.

Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es éste que soñaste? ¿Hemos de venir yo y tu madre, y tus hermanos, a inclinarnos a ti a tierra?

Y fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem.

Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre.

Y sucedió que, cuando llegó José a sus hermanos, ellos hicieron desnudar a José su ropa, la ropa de colores que tenía sobre sí;

Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho el que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte?

y enviaron la ropa de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esta hemos hallado, reconoce ahora si es o no la ropa de tu hijo.

Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso tomar consolación, y dijo: Porque yo descenderé a mi hijo enlutado hasta la sepultura. Y lo lloró su padre.

la cual concibió, y dio a luz un hijo; y llamó su nombre Er.

Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Onán.

Y volvió a concebir, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Sela. Y estaba en Quezib cuando lo dio a luz.

Y sabiendo Onán que la simiente no había de ser suya, sucedía que cuando entraba a la mujer de su hermano corrompía en tierra, por no dar simiente a su hermano.

Y Judá dijo a Tamar su nuera: Estate viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela mi hijo; porque dijo: Que por ventura no muera él también como sus hermanos. Y se fue Tamar, y estuvo en casa de su padre.

Y pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, mujer de Judá; y Judá se consoló, y subía a los trasquiladores de sus ovejas a Timnat, él y su amigo Hira el adulamita.

Entonces quitó ella de sobre sí los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la puerta de las aguas que están junto al camino de Timnat; porque veía que había crecido Sela, y ella no era dada a él por mujer.

Y la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque ella había cubierto su rostro.

Y se apartó del camino hacia ella, y le dijo: Ea, pues, ahora entraré a ti; porque no sabía que era su nuera; y ella dijo: ¿Qué me has de dar, si entrares a mí?

Y se levantó, y se fue; y se quitó el velo de sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez.

Y Judá envió el cabrito de las cabras por mano de su amigo el adulamita, para que tomara la prenda de mano de la mujer; mas no la halló.

Y ella cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta; y dijo más: Conoce ahora cuyas son estas cosas, el anillo, y el manto, y el bordón.

Y aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí había dos en su vientre.

Y sucedió, cuando dio a luz, que sacó la mano el uno, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este salió primero.

Y aconteció que tornando él a meter la mano, he aquí su hermano salió; y ella dijo: ¿Por qué has hecho sobre ti rotura? Y llamó su nombre Fares.

Y después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zara.

Y vio su señor que el SEÑOR estaba con él, y que todo lo que él hacía, el SEÑOR lo hacía prosperar en su mano.

Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa, y entregó en su poder todo lo que tenía.

Y aconteció que, desde cuando le dio el encargo de su casa, y de todo lo que tenía, el SEÑOR bendijo la casa del egipcio a causa de José; y la bendición del SEÑOR fue sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo.

Y él no quiso, y dijo a la mujer de su señor: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene.

No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer, ¿cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría contra Dios?

Aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí en casa.

Y acaeció que cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera,

llamó a los hombres de su casa y les dijo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que se burle de nosotros; vino a mí para acostarse conmigo, pero yo grité a gran voz.

y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó, y salió.

Y ella puso junto a sí la ropa de él, hasta que vino su señor a su casa.

y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí, y huyó fuera.

Y sucedió que cuando oyó su señor las palabras que su mujer le hablara, diciendo: Así me ha tratado tu siervo; se encendió su furor.

Y tomó su señor a José, y le puso en la casa de la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la casa de la cárcel.

Mas el SEÑOR estaba con José, y extendió a él su misericordia, y le dio gracia en ojos del príncipe de la casa de la cárcel.

No veía el príncipe de la cárcel cosa alguna que en su mano estaba; porque el SEÑOR era con él, y lo que él hacía, el SEÑOR lo prosperaba.

Y aconteció después de estas cosas, que el maestresala del rey de Egipto, y el panadero, habían pecado contra su señor el rey de Egipto.

Y ambos, el maestresala y el panadero del rey de Egipto, que estaban presos en la cárcel, soñaron un sueño, cada uno su sueño en una misma noche, cada uno conforme a la declaración de su sueño.

Y él preguntó a aquellos oficiales del Faraón, que estaban con él en la cárcel de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros rostros?

Entonces el principal de los maestresalas contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí,

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