'Sus' en la Biblia
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Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?
Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus vestidos sobre el pollino, subieron a Jesús encima.
Y yendo él, tendían sus vestidos por el camino.
Y no pudieron reprender sus palabras delante del pueblo; antes maravillados de su respuesta, callaron.
Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos:
Y mirando, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de la limosna.
"Por tanto, propónganse en sus corazones no preparar de antemano su defensa;
porque Yo les daré a ustedes palabras y sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
"Con su perseverancia ganarán sus almas.
``Estén alerta, no sea que sus corazones se carguen con disipación, embriaguez y con las preocupaciones de la vida, y aquel día venga súbitamente sobre ustedes como un lazo;
Y saliendo, se fue, como solía, al monte de las Olivas; y sus discípulos también le siguieron.
Y cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza;
Entonces Herodes, con sus soldados, después de tratarle con desprecio y burlarse de El, le vistió con un espléndido manto y le envió de nuevo a Pilato.
Pero ellos insistían, pidiendo a grandes voces que fuera crucificado. Y sus voces comenzaron a predominar.
Pero Jesús, volviéndose a ellas, dijo: ``Hijas de Jerusalén, no lloren por Mí; lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes.
Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían hiriendo sus pechos.
Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
y estando ellas aterrorizadas e inclinados sus rostros a tierra, ellos les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
Entonces ellas se acordaron de sus palabras,
Pero sus ojos estaban velados para que no le reconocieran.
Y ellos contaban sus experiencias en el camino, y cómo le habían reconocido en el partir del pan.
Y El les dijo: `` ¿Por qué están turbados, y por qué surgen dudas en sus corazones?
Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo.
El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.
Y fue también llamado Jesús y sus discípulos a las bodas.
Este principio de los señales hizo el Señor en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
Después de esto descendió a Capernaum, él, su madre, y sus hermanos, y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días.
Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu Casa me consumió.
Por tanto, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron que les había dicho esto; y creyeron a la Escritura, y a la palabra que Jesús había dicho.
Y esta es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas.
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece a la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean redargüidas.
Mas el que obra verdad, viene a la luz, para que sus obras sean manifestadas que son hechas en Dios.
Pasado esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea; y estaba allí con ellos, y bautizaba.
(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
(Porque sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.)
¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual él bebió, y sus hijos, y sus ganados?
Y en esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con aquella mujer; mas ninguno dijo: ¿Qué preguntas? O, ¿Qué hablas con ella?
" ¿No dicen ustedes: `Todavía faltan cuatro meses, y {después} viene la siega'? Pero Yo les digo: alcen sus ojos y vean los campos que {ya} están blancos para la siega.
Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.
Y mientras bajaba, sus siervos le salieron al encuentro y le dijeron que su hijo vivía.
Y si a sus escritos no creéis, ¿cómo creeréis a mis palabras?
Y le seguía grande multitud, porque veían sus señales que hacía en los enfermos.
Subió pues Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos.
Cuando Jesús alzó sus ojos, y vio una gran multitud que había venido a Él, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?
Le dice uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro:
Y cuando fueron saciados, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que han quedado, para que no se pierda nada.
Y como se hizo tarde, descendieron sus discípulos al mar;
El día siguiente, la multitud que estaba al otro lado del mar, como vio que no había allí otra navecilla sino una, en la cual habían entrado sus discípulos, y que Jesús no había entrado con sus discípulos en el navío, sino que sus discípulos se habían ido solos;
cuando vio pues la multitud que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron ellos en las navecillas, y vinieron a Capernaum buscando a Jesús.
Y muchos de sus discípulos oyéndolo, dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
Y sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os escandaliza?
Después de esto, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.
Y le dijeron sus hermanos: Pásate de aquí, y vete a Judea, para que tus discípulos también vean las obras que haces.
Porque ni aun sus hermanos creían en él.
No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo doy testimonio de él, que sus obras son malas.
Mas como sus hermanos hubieron subido, entonces él también subió al día de la Fiesta, no manifiestamente, sino como en cubierto.
"Por eso les dije que morirán en sus pecados; porque si no creen que Yo soy, morirán en sus pecados."
Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?
Respondió Jesús: Ni éste pecó, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.
Les respondieron sus padres y dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego;
Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos; porque ya los judíos habían conspirado, que si alguno confesaba ser él el Cristo, fuera expulsado de la sinagoga.
Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él.
Les respondió: Ya os lo he dicho, y lo habéis oído; ¿qué más queréis oír? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos?
A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.
Y cuando ha sacado fuera sus ovejas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
YO SOY el buen pastor; el buen pastor su alma da por sus ovejas.
Por eso procuraban otra vez prenderle; mas él se salió de sus manos;
(Y María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con ungüento, y limpió sus pies con sus cabellos).
Enviaron, pues, sus hermanas a él, diciendo: Señor, he aquí, el que amas está enfermo.
Luego, después de esto, dijo a sus discípulos: Vamos a Judea otra vez.
Sus discípulos le dijeron: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
Le dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, salvo estará.
Dijo entonces Tomás, el que se dice el Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.
Mas María, como vino donde estaba Jesús, viéndole, se derribó a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano.
Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto: Y Jesús alzando sus ojos, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído.
De manera que Jesús ya no andaba manifiestamente entre los judíos; mas se fue de allí a la tierra que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraín; y se estaba allí con sus discípulos.
Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo líquido, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y limpió sus pies con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del ungüento.
Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que le había de entregar:
Mas estas cosas no las entendieron sus discípulos primero; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de él, y que le hicieron estas cosas.
EL HA CEGADO SUS OJOS Y ENDURECIDO SU CORAZON, PARA QUE NO VEAN CON LOS OJOS Y ENTIENDAN CON EL CORAZON, Y SE CONVIERTAN Y YO LOS SANE.
{Jesús,} sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y que de Dios había salido y a Dios volvía,
Le dijo Jesús: El que ha sido lavado, no necesita sino que lave sus pies, porque está todo limpio; y vosotros sois limpios, aunque no todos.
Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba sentado en la mesa al lado de Jesús.
Nadie tiene mayor amor que éste, que ponga alguno su alma por sus amigos.
Entonces dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Aún un poquito, y no me veréis después; y otra vez un poquito, y me veréis; y, porque yo voy al Padre?
Le dicen sus discípulos: He aquí, ahora hablas claramente, y ningún proverbio dices.
Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos tras el arroyo de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró Jesús y sus discípulos.
Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar; porque muchas veces Jesús se juntaba allí con sus discípulos.
Y el sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
Estaba pues Pedro en pie calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tú de sus discípulos? El negó, y dijo: No soy.
Cuando los soldados hubieron colgado a Jesús del madero, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes (a cada soldado una parte); y la túnica; mas la túnica era sin costura, toda tejida desde arriba.
Los discípulos entonces se fueron de nuevo a sus casas.
Le dijeron pues los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Y él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
Y ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Vino Jesús, las puertas cerradas, y se puso en medio, y dijo: Paz tengáis.
También muchas otras señales, a la verdad, hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro.
Después se manifestó Jesús otra vez a sus discípulos en el mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, y Tomás, llamado el Dídimo, y Natanael, el que era de Caná de Galilea, y los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.
Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, habiendo resucitado de los muertos.
Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado; y una nube le recibió y le quitó de sus ojos.
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