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'Tú' en la Biblia

¿Quién es ésta que sube del desierto, recostada sobre su amado? Debajo de un manzano te desperté; allí tuvo tu madre dolores, allí tuvo dolores la que te dio a luz.

Ponme como un sello sobre tu corazón, como un sello sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el amor; duro como el Seol los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.

Oh la que moras en los huertos, los compañeros escuchan tu voz; házmela oír.

y volveré mi mano sobre ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré todo tu estaño;

Cuando alguno tomare de la mano a su hermano, de la familia de su padre, y le dijere: ¿Qué vestido tienes? serás nuestro príncipe, y sea en tu mano esta ruina;

Tus varones caerán a espada, y tu fuerza en la guerra.

Y echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente sea llamado tu nombre sobre nosotras, quita nuestro oprobio.

Entonces dijo el SEÑOR a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz, , y Sear-jasub tu hijo, al extremo del conducto de la pesquera de arriba, en el camino de la heredad del Lavador,

y dile: Guarda, y repósate; no temas, ni se enternezca tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el furor de la ira de Rezín y del sirio, y del hijo de Remalías.

Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra que aborreces será dejada de sus dos reyes.

El SEÑOR hará venir sobre ti, y sobre tu pueblo, y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, es a saber, al rey de Asiria.

y pasando hasta Judá, inundará, y sobrepujará, y llegará hasta la garganta; y extendiendo sus alas, llenará la anchura de tu tierra, oh Emmanuel.

Multiplicaste la nación, aumentaste su alegría; se alegran en tu presencia como con la alegría de la cosecha, como se regocijan {los hombres} cuando se reparten el botín.

Porque quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián.

Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él se convertirá; la consumación fenecida inunda justicia.

Y será que en el día que el SEÑOR te diera reposo de tu trabajo, y de tu temor, y de la dura servidumbre en que te hicieron servir,

Aun las hayas se regocijaron a causa de ti, y los cedros del Líbano, diciendo: Desde que pereciste, no ha subido cortador contra nosotros.

El Seol abajo se espantó de ti; te despertó muertos que en tu venida salieran a recibirte, hizo levantar de sus tronos a todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de los gentiles.

Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿ también enfermaste como nosotros, y como nosotros fuiste?

que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios ensalzaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, y en los lados del aquilón;

Mas echado eres de tu sepulcro como tronco abominable; como vestido de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado.

No serás contado con ellos en la sepultura; porque destruiste tu tierra, mataste a tu pueblo. No será para siempre la simiente de los malignos.

no te alegres , toda Filistea, por haberse quebrado la vara del que te hería. Porque de la raíz de la culebra saldrá basilisco, y su fruto, serpiente voladora.

Y los primogénitos de los pobres serán apacentados, y los menesterosos se acostarán seguramente; y haré morir de hambre tu raíz, y tus reliquias matará.

Aúlla, oh puerta, clama, oh ciudad; desleída Filistea toda , porque humo vendrá del aquilón; no quedará uno solo en sus asambleas.

Reúne consejo, haz juicio; pon tu sombra en el mediodía como la noche; esconde los desterrados, no descubras al huido.

Por lo cual lamentaré con lloro a Jazer de la viña de Sibma; he de embriagarte de mis lágrimas oh Hesbón y Eleale; porque sobre tus cosechas y sobre tu siega cesará la canción.

Porque te olvidaste del Dios de tu salud; y no te acordaste de la Roca de tu fortaleza. Por tanto plantarás plantas hermosas, y sembrarás sarmiento extraño.

El día que las plantares, las harás crecer; y harás que tu simiente brote de mañana; mas en el día del coger, huirá la cosecha, y será dolor desesperado.

CARGA del valle de la visión. ¿Qué tienes ahora, que toda te has subido sobre los terrados?

, llena de alborotos, ciudad turbulenta, ciudad alegre; tus muertos no son muertos a espada, ni muertos en guerra.

Y has visto las brechas de la ciudad de David, que son muchas; y recogisteis las aguas del estanque de abajo.

¿Qué tienes aquí, o a quién tienes aquí, que labraste aquí sepulcro para ti, como el que en lugar alto labra su sepultura, o el que esculpe para sí morada en una peña?

Te echará a rodar con ímpetu, como a bola por tierra larga de términos; allá morirás, y allá fenecerán los carros de tu gloria, vergüenza de la casa de tu Señor.

Y lo vestiré de tus vestiduras, y le fortaleceré con tu talabarte; y entregaré en sus manos tu potestad; y será padre al morador de Jerusalén, y a la casa de Judá.

Pásate, como río, de tu tierra, oh hija de Tarsis; porque no tendrás ya más fortaleza.

Y dijo: No te alegrarás más, oh , oprimida virgen hija de Sidón. Levántate para pasar a Quitim y aun allí no tendrás reposo.

Porque has sido baluarte para el desvalido, baluarte para el necesitado en su angustia, refugio contra la tormenta, sombra contra el calor; pues el aliento de los crueles es como turbión {contra} el muro.

Como calor durante la sequía, aquietas el estruendo de los extranjeros; {como} el calor a la sombra de una nube, es acallado el cántico de los tiranos.

SEÑOR, cuando se levante tu mano, no verán; verán al cabo, y se avergonzarán con celo del pueblo. Y a tus enemigos fuego los consumirá.

SEÑOR, nos depararás paz; porque también obraste en nosotros todas nuestras obras.

SEÑOR Dios nuestro, señores se han enseñoreado de nosotros sin ti; mas en ti solamente nos acordaremos de tu nombre.

has engrandecido la nación, oh Jehová, has engrandecido la nación; te hiciste glorioso; la has extendido hasta todos los términos de la tierra.

Oh SEÑOR, en la angustia te buscaron; apenas susurraban una oración, cuando tu castigo estaba sobre ellos.

Entonces serás humillada; hablarás desde la tierra, y tu habla saldrá del polvo; y será tu voz de la tierra, como voz de espiritista; y tu habla susurrará desde el polvo.

Ciertamente el pueblo morará en Sion, en Jerusalén; nunca más llorarás; el que tiene misericordia tendrá misericordia de ti; al oír la voz de tu clamor te responderá.

Entonces profanarás la cobertura de tus esculturas de plata, y la protección de tu vaciadizo de oro; las apartarás como trapo de menstruo; ¡Sal fuera! les dirás.

¡Ay de ti, que saqueas, y nunca fuiste saqueado; el que haces deslealtad, y que nadie la hizo contra ti! Cuando acabares de saquear, serás también saqueado; y cuando acabares de hacer deslealtad, se hará también contra ti.

Oh SEÑOR, ten misericordia de nosotros, a ti esperamos; que fuiste fortaleza de su pueblo al principio, sé también nuestra salud en tiempo de la tribulación.

Tu corazón imaginará el espanto, y dirá: ¿Qué es del escriba? ¿Qué es del pesador del tributo? ¿Qué es del que pone en lista las casas más insignes?

Y el Rabsaces les dijo: Decid ahora a Ezequías: ``Así dice el gran rey, el rey de Asiria: ` ¿Qué confianza es ésta que tienes?

Digo, alegas , (empero palabras vanas) que tengo consejo y fortaleza para la guerra. Ahora bien, ¿en quién confías que te rebelas contra mí?

`He aquí, confías en el báculo de esta caña quebrada, {es decir,} en Egipto, en el cual, si un hombre se apoya, penetrará en su mano y la traspasará. Así es Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él.

Ahora, pues, yo te ruego que des rehenes al rey de Asiria mi señor; y yo te daré dos mil caballos, si pudieres dar caballeros que cabalguen sobre ellos.

Y dijo Rabsaces: ¿Me envió mi señor a ti y a tu señor, a que dijera estas palabras, o a los hombres, que están sobre el muro para comer su estiércol, y beber su orina con vosotros?

Quizá oirá el SEÑOR tu Dios las palabras de Rabsaces, al cual envió el rey de Asiria su señor a blasfemar al Dios vivo, y a reprender con las palabras, que oyó el SEÑOR tu Dios; alza pues, oración por el remanente que aún ha quedado.

Diréis así a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios, en quien confías, diciendo: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria.

He aquí, que oíste lo que hicieron los reyes de Asiria a todas las tierras, como las destruyeron; ¿y escaparás ?

Inclina, oh SEÑOR, tu oído, y oye; abre, oh SEÑOR, tus ojos, y mira; y oye todas las palabras de Senaquerib, el cual ha enviado sus mensajeros a blasfemar al Dios viviente.

Ahora pues, SEÑOR Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan, que solo , oh SEÑOR, eres Dios.

¿A quién injuriaste, y a quién blasfemaste? ¿Contra quién has alzado tu voz, y levantado tus ojos en alto? Contra el Santo de Israel.

¿Acaso no has oído decir que desde hace mucho tiempo yo lo hice, que desde los días de la antigüedad lo he formado? Lo he hecho venir ahora, y serás para que tornes ciudades fortificadas en montones de ruinas.

He entendido tu estado, tu salida y tu entrada: y tu furor contra mí.

Porque contra mí te airaste, y tu estruendo ha subido a mis oídos. Pondré, pues, mi anzuelo en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré tornar por el camino por donde viniste.

Ve, y di a Ezequías: El SEÑOR Dios de David tu padre dice así: Tu oración he oído, y tus lágrimas he visto; he aquí que yo añado a tus días quince años.

Como golondrina, {como} grulla, así me quejo, gimo como una paloma; mis ojos miran ansiosamente a las alturas. Oh Señor, estoy oprimido, sé mi ayudador.

Oh Señor, sobre ellos vivirán tus piedades, Y á todos diré consistir en ellas la vida de mi espíritu; Pues me restablecerás, y me harás que viva.

He aquí, por {mi} bienestar tuve gran amargura; eres quien ha guardado mi alma del abismo de la nada, porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados.

Dijo entonces: ¿Qué han visto en tu casa? Y dijo Ezequías: Todo lo que hay en mi casa han visto; y ninguna cosa hay en mis tesoros, que no les haya mostrado.

He aquí, que vienen días, en que todo lo que hay en tu casa, sea llevado a Babilonia, y todo lo que tus padres han guardado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice el SEÑOR.

Súbete sobre un monte alto, oh Sion anunciadora; levanta fuertemente tu voz anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas. Di a las ciudades de Judá: ¡Veis aquí el Dios vuestro!

Porque te eché mano de los extremos de la tierra, y de sus mojones te llamé, y te dije: Mi siervo serás , te escogí, y no te deseché.

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