'Vuestros' en la Biblia
Y hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día que yo hago, dijo el SEÑOR de los ejércitos.
Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os calumnian y os persiguen;
Y si abrazareis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los publicanos?
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos, dará buenas cosas a los que le piden?
Y viendo Jesús sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensáis malas cosas en vuestros corazones?
No proveáis oro, ni plata, ni dinero en vuestros cintos;
Y cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies.
Pues aun vuestros cabellos están todos contados.
Y si yo por Beelzebú echo fuera los demonios, ¿vuestros hijos por quién los echan? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.
Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de vuestros corazones cada uno a su hermano sus ofensas.
¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres!
Y conociendo luego Jesús en su Espíritu que pensaban esto dentro de sí, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?
Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio a ellos. De cierto os digo que será más tolerable para los de Sodoma y Gomorra en el día del juicio, que para aquella ciudad.
Y le preguntaron también los soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No oprimáis, ni acuseis falsamente a nadie; y estad contentos con vuestros salarios.
Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.
Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué pensáis en vuestros corazones?
Mas a vosotros los que oís, digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen;
Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno aun para con los ingratos y malos.
Y todos los que no os recibieren, saliéndoos de aquella ciudad, aun el polvo sacudid de vuestros pies en testimonio contra ellos.
Poned vosotros en vuestros oídos estas palabras; porque ha de acontecer que el Hijo del hombre será entregado en manos de hombres.
Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren de él?
Pues si yo echo fuera los demonios en Beelzebú, ¿vuestros hijos en quién los echan fuera? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.
Y El dijo: ¿Ay también de vosotros, intérpretes de la ley!, porque cargáis a los hombres con cargas difíciles de llevar, y vosotros ni siquiera tocáis las cargas con uno de vuestros dedos.
¡Ay de vosotros! Que edificáis los sepulcros de los profetas, y los mataron vuestros padres.
De cierto dais testimonio que consentís en los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, mas vosotros edificáis sus sepulcros.
Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas;
Y les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.
Poned pues en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder;
porque yo os daré palabras y sabiduría que ninguno de vuestros adversarios podrá resistir ni refutar.
Mas seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros.
Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
Cuando estaba con vosotros cada día en el templo, no me echasteis mano; pero esta hora y el poder de las tinieblas son vuestros.
Mas Jesús, vuelto a ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no me lloréis a mí, mas llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos.
Mas él les dice: ¿Por qué estáis turbados, y suben pensamientos a vuestros corazones?
¿No decís vosotros que aún hay cuatro meses y la siega viene? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad el campo, porque ya está blanco para la siega.
Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y son muertos.
Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y son muertos; el que come de este pan, vivirá eternamente.
Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creyereis que YO SOY, en vuestros pecados moriréis.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavar los pies los unos de los otros.
Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; y vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros viejos soñarán sueños.
Y Pedro les {dijo:} Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque a vosotros es la promesa, y a vuestros hijos, y a todos los que están lejos; a cualesquiera que el Señor nuestro Dios llamare.
Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros príncipes.
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; pues que los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor son venidos;
Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará un profeta de vuestros hermanos, como yo; a él oiréis haciendo conforme a todas las cosas que os hablare,
Vosotros sois los hijos de los profetas y del pacto que Dios hizo con vuestros padres, al decir a Abraham: Y EN TU SIMIENTE SERAN BENDITAS TODAS LAS FAMILIAS DE LA TIERRA.
Este es el Moisés, el cual dijo a los hijos de Israel: Un profeta os levantará el Señor Dios vuestro de vuestros hermanos, como yo; a él oiréis.
Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.
¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que antes anunciaron la venida del Justo, del cual vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores;
Mirad, oh menospreciadores, y entonteceos, y desvaneceos; porque yo hago una obra en vuestros días, obra que no creeréis, si alguien os la contare.
y sin embargo, no dejó de dar testimonio de sí mismo, haciendo bien y dándoos lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y de alegría.
porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Aquel pues, que vosotros honráis sin conocerle, a éste os anuncio yo.
porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como también algunos de vuestros poetas dijeron: Porque linaje de éste somos también.
Y al no estar de acuerdo entre sí, comenzaron a marcharse después de que Pablo dijo una {última} palabra: Bien habló el Espíritu Santo a vuestros padres por medio de Isaías el profeta,
ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por instrumentos de iniquidad; antes presentaos a Dios como resucitados de los muertos, y vuestros miembros a Dios, por instrumentos de justicia.
Humana cosa digo, por la flaqueza de vuestra carne; que como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santidad, presentéis vuestros miembros para servir a la justicia.
Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Jesús, el Cristo de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto.
Y el Dios de paz quebrante presto a Satanás debajo de vuestros pies. La gracia del Señor nuestro, Jesucristo, sea con vosotros.
Mas vosotros hacéis la injuria, y defraudáis, y esto a vuestros hermanos.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré pues los miembros de Cristo, y los haré miembros de una ramera? De ninguna manera.
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, (el cual está) en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer (fiel), y la mujer incrédula en el marido (fiel); de otra manera ciertamente vuestros hijos serían inmundos; pero ahora son santos.
Y si el Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; y aún estáis en vuestros pecados.
Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor; y nosotros, vuestros siervos por Jesús.
No estáis limitados por nosotros, sino que estáis limitados en vuestros sentimientos.
Mas temo que como la serpiente engañó a Eva con su astucia, sean corrompidos así vuestros sentidos en alguna manera, y caigan de la simplicidad que es en el Cristo.
Y por cuanto sois hijos, Dios envió el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones, el cual clama: Abba, Padre.
¿Dónde está pues vuestra bienaventuranza? Porque yo os doy testimonio que si se pudiera hacer, os hubierais sacado vuestros ojos para dármelos.
Y él os hizo vivir a vosotros, estando muertos en vuestros delitos y pecados,
Que habite el Cristo por la fe en vuestros corazones; para que, arraigados y fundados en caridad,
hablando entre vosotros con salmos, y con himnos, y canciones espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;
Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres; porque esto es justo.
Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos; sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
Siervos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como al Cristo;
Estad pues firmes, ceñidos vuestros lomos de la verdad, y vestidos de la cota de justicia.
y calzados vuestros pies con el apresto del evangelio de paz.
al cual os he enviado para esto mismo, para que entendáis lo tocante a nosotros, y que consuele vuestros corazones.
de ninguna manera amedrentados por {vuestros} adversarios, lo cual es señal de perdición para ellos, pero de salvación para vosotros, y esto, de Dios.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en el Cristo Jesús.
Y cuando estabais muertos en vuestros delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con El, habiéndonos perdonado todos los delitos,
Mortificad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra: fornicación, inmundicia, deleite carnal, mala concupiscencia, y avaricia, la cual es servicio de ídolos;
Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, en la cual asimismo sois llamados en un cuerpo; y sed agradecidos.
La palabra del Cristo habite en vosotros en abundancia en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos los unos a los otros con salmos e himnos y canciones espirituales, con gracia cantando en vuestros corazones al Señor.
Casadas, estad sujetas a vuestros propios maridos, como conviene en el Señor.
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo; porque esto agrada al Señor.
Padres, no irritéis a vuestros hijos, para que no se vuelvan de poco ánimo.
Siervos, oigan en todo a vuestros amos carnales, no sirviendo al ojo, como los que agradan solamente a los hombres, sino con sencillez de corazón, temiendo a Dios;
Amos, haced lo que es justo y derecho con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis amo en los cielos.
el cual os he enviado a esto mismo, para que entienda vuestros negocios, y consuele vuestros corazones;
Pues vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea, porque también vosotros padecisteis los mismos sufrimientos a manos de vuestros propios compatriotas, tal como ellos {padecieron} a manos de los judíos,
para que sean confirmados vuestros corazones en santidad, irreprensibles delante del Dios y Padre nuestro, para la venida del Señor nuestro, Jesús el Cristo, con todos sus santos.
y que procuréis tener quietud, y hacer vuestros negocios, y que obréis con vuestras manos de la manera que os hemos mandado;
consuele vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.
Y el Señor enderece vuestros corazones en la caridad de Dios, y en la esperanza del Cristo.
no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto,
donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras, cuarenta años.
Entre tanto que se dice: Si oyereis HOY su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.
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