'Mar' en la Biblia
Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay;
Este los sacó, haciendo prodigios y milagros en la tierra de Egipto, y en el mar Bermejo, y en el desierto por cuarenta años.
Este posa en casa de un Simón, curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que te conviene hacer.
Envía pues a Jope, y haz venir a un Simón, que tiene por sobrenombre Pedro; éste posa en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; (el cual venido, te hablará).
y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, y el mar, y todo lo que está en ellos;
Pero luego los hermanos enviaron a Pablo que fuera hacia el mar; y Silas y Timoteo se quedaron allí.
Y embarcándonos en una nave adramitena que estaba para zarpar hacia las regiones de la costa de Asia, nos hicimos a la mar acompañados por Aristarco, un macedonio de Tesalónica.
Y habiendo pasado el mar de Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia.
Y como el puerto no era adecuado para invernar, la mayoría tomó la decisión de hacerse a la mar desde allí, por si les era posible arribar a Fenice, un puerto de Creta que mira hacia el nordeste y el sudeste, y pasar el invierno {allí.}
y al tercer día, con sus propias manos arrojaron al mar los aparejos de la nave.
Y venida la decimacuarta noche, y siendo llevados en el mar Adriático, los marineros a la medianoche sospecharon que estaban cerca de alguna tierra;
Entonces procurando los marineros huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentando como que querían largar las anclas de proa,
Y satisfechos de comida, aliviaban la nave, echando el grano al mar.
Alzando las anclas, se dejaron al mar, largando también las ataduras de los gobernalles; y alzada la vela mayor al soplo del aire, íbanse a la orilla.
Pero dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave; y la proa, hincada, estaba sin moverse, y la popa se abría con la fuerza del mar.
Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, estorbó este acuerdo, y mandó que los que pudiesen nadar, fuesen los primeros en echarse al mar, y saliesen a tierra;
Y cuando los bárbaros vieron la bestia venenosa colgando de su mano, decían los unos a los otros: Ciertamente este hombre es homicida, que escapado del mar, el castigo no lo deja vivir.
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