Daniel 10:8

Me quedé solo viendo esta gran visión; no me quedaron fuerzas, y mi rostro se demudó, desfigurándose, sin retener yo fuerza alguna.

Daniel 7:28

Hasta aquí la revelación. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron en gran manera y mi rostro palideció, pero guardé el asunto en mi corazón.

Daniel 8:27

Yo, Daniel, me sentí agotado y enfermo algunos días. Después me levanté y atendí los asuntos del rey; pero yo estaba espantado a causa de la visión, y no había nadie que {la} interpretara.

Habacuc 3:16

Oí, y se estremecieron mis entrañas; a {tu} voz temblaron mis labios. Entra podredumbre en mis huesos, y tiemblo donde estoy. Tranquilo espero el día de la angustia, al pueblo que se levantará para invadirnos.

Génesis 32:24-25

Jacob se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba.

Génesis 32:31

Y le salió el sol al cruzar Peniel, y cojeaba de su muslo.

Éxodo 3:3

Entonces dijo Moisés: Me acercaré ahora para ver esta maravilla: por qué la zarza no se quema.

Daniel 8:7

Lo vi venir junto al carnero, y enfurecido contra él, hirió al carnero y le rompió los dos cuernos, y el carnero no tenía fuerza para mantenerse en pie delante de él; lo arrojó en tierra y lo pisoteó, y no hubo nadie que librara al carnero de su poder.

Mateo 17:6

Cuando los discípulos oyeron {esto,} cayeron sobre sus rostros y tuvieron gran temor.

Marcos 9:6

Porque él no sabía qué decir, pues estaban aterrados.

Juan 16:32

Mirad, la hora viene, y {ya} ha llegado, en que seréis esparcidos, cada uno por su lado, y me dejaréis solo; y {sin embargo} no estoy solo, porque el Padre está conmigo.

2 Corintios 12:2-3

Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (no sé si en el cuerpo, no sé si fuera del cuerpo, Dios lo sabe) el tal fue arrebatado hasta el tercer cielo.

2 Corintios 12:7

Y dada la extraordinaria grandeza de las revelaciones, por esta razón, para impedir que me enalteciera, me fue dada una espina en la carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca.

Apocalipsis 1:17

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y El puso su mano derecha sobre mí, diciendo: No temas, yo soy el primero y el último,

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