10 Versículos de la Biblia sobre Las relaciones sexuales

Versículos Más Relevantes

Génesis 1:27-28

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios; y les dijo Dios: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos y sobre todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Génesis 2:23-24

Y dijo Adán: Ésta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y serán una sola carne.

Proverbios 5:15-19

Bebe el agua de tu cisterna, y los raudales de tu propio pozo. ¿Se han de derramar afuera tus fuentes, y tus corrientes de aguas por las calles? Sean para ti solo, y no para los extraños contigo.Leer más.
Sea bendito tu manantial; y alégrate con la esposa de tu juventud. Como cierva amada y graciosa gacela, sus pechos te satisfagan en todo tiempo; y en su amor recréate siempre.

Marcos 10:6-12

pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa; y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino una carne.Leer más.
Por tanto, lo que Dios unió, no lo separe el hombre. Y en casa sus discípulos volvieron a preguntarle de lo mismo. Y Él les dijo: Cualquiera que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.

1 Corintios 7:1-8

En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno es al hombre no tocar mujer. Mas para evitar fornicaciones, cada varón tenga su propia esposa, y cada mujer tenga su propio marido. El marido pague a su esposa la debida benevolencia; y asimismo la esposa a su marido.Leer más.
La esposa no tiene potestad de su propio cuerpo, sino el marido; e igualmente tampoco el marido tiene potestad de su propio cuerpo, sino la esposa. No os defraudéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos en ayuno y oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. Pero esto digo por permisión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios; uno de una manera, y otro de otra. Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les sería si se quedasen como yo,

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